Lo increíble de la historia de amor de Jesucristo con el hombre reside en que antes de entrar en su pasión nos puso en comunión con su Padre. Desde entonces lo es también nuestro. Nadie habló ante Él nunca tan bien, tan a favor nuestro. Recordémoslo: “…Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti…” (Jn 17,7-8).
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