18. “Bienaventurados los que encuentran en ti su fuerza al emprender su viaje…”, proclama exultante el salmista (Sl 84). Sí, bienaventurados, pues no es como los otros viajes, siempre de ida y vuelta hacia esa nuestra realidad de la que pretendemos huir. Es un viaje sólo de ida y lineal, que culmina con la fusión del espíritu en el Espíritu de Dios.
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