Echar de menos a Dios, aun cuando nos cueste aceptar que este echarle de menos tiene un nombre: Insatisfacción. He ahí la puerta que Dios tiene siempre abierta para que el hombre enfrente, de una vez por todas, el trauma que significa quedarse siempre a medio camino en su búsqueda de la felicidad. Cuando el hombre franquea esta puerta abriéndose al Misterio de Dios, ya puede entonar su adiós a la insatisfacción: acaba de aparecer la Vida.
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