24. Hay una clase de crecimiento, el de la vanidad que impide al hombre descansar, ya que la desmesura adonde le llevan sus pretensiones es al mismo tiempo su agotamiento. Es lo que podríamos llamar un crecimiento monstruoso. Quizá nos convenga más el crecimiento de Juan Bautista: “Es necesario que él crezca y que yo disminuya” (Jn 3,30).
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