Abrir caminos, hondear antorchas en las noches de los hombres, a esto nos llama el Señor Jesús cuando nos propone ser sus discípulos. Desentenderse del mundo, de los hombres que lo pueblan, es propio de sociedades o clubes elitistas. Ser discípulo de Jesús es ser suyo y es estar en el mundo sirviéndole, abriendo caminos y encendiendo luces.
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