Es tan suave e intenso a la vez el querer que anida en mi alma que cuando, desde tu Palabra, te abres a mí, Dios mío, conviertes el instante en eternidad. Sí, un sereno instante tuyo es suficiente para contemplar sin velos la eternidad de tu amor. Sólo ese sereno instante de esos que tú sabes me eleva hacia ti, Dios mío (Paul Jeremie).
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