viernes, 11 de noviembre de 2016

EL CAMINO PERFECTO (Tomás Cremades)

El Señor Jesús nos prepara un camino perfecto en nuestra peregrinación hacia Él. No estamos obligados a seguirle, sólo nos invita…Él es el Humilde por antonomasia, y respeta nuestra libertad. Quiere ser amado en esa libertad de tal forma, que el hombre es libre incluso de pecar, que no es otra cosa que abandonarse en los brazos de los ídolos, de la idolatría. Pero nos elige un “camino perfecto” (Sal 100). No es un camino de rosas, es un camino al que él nos invita. La palabra “perfección”, en la Escritura, no tiene el significado que damos en nuestro lenguaje español, recogido del latín; “perfecto” viene de “per facere”, que significa “un camino por hacer”; por tanto hemos de encontrar ese camino propuesto por Dios. No es un camino “impuesto”, no podemos caer en la ignorancia que cayó Lutero con el problema de la “predestinación”. La predestinación se opone a la libertad del hombre, de tal forma que si eso fuera así, si el hombre no fuese creado libre, no tendría culpa de pecado al verse obligado a seguir necesariamente un camino de la misma forma que el tren está obligado a seguir una vías, en las que si se sale, descarrila

Él nos da la libertad, como hemos dicho, y nos invita a seguirle. “…Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, coja su cruz y me siga…”(Mt 16,24)
Ese es nuestro “camino perfecto”, el camino al que estamos invitados a seguir a Jesús. Y en ese camino no estamos solos: enciende una Luz para no perderlo: su santo Evangelio
 
Lámpara es tu Palabra para mis pasos, Luz en mi sendero (Sal 118, 105)

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