jueves, 28 de febrero de 2019

TU ROSTRO ENTRE LA NIEBLA

Hace tiempo que veo tu rostro escondido entre la niebla.

Hace tiempo que anhelo verte nítido, como antes

Hace tiempo que las cosas, el mundo, se interpone entre mis ojos y tú

Sigo buscándote pero esa niebla no se va, extiendo mi mano y no te alcanzo.

Eres más un espejismo que aquel rostro claro y transparente que sostenía mi vida

Camino y me falta el aliento, quiero sentir mis pasos firmes y me sobreviene el temor

 

Señor, te intuyo tras la niebla pero mis días se consumen sin saber cómo llegar a ti

Ven tú mismo y abrázame

Toma mi vida y caminemos

Mírame como sólo tu mirada logra y devuélveme tu fortaleza


Ven y dime que no eres una ensoñación.


(Olga Alonso)

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martes, 26 de febrero de 2019

Dios y el azúcar

Una Profesora preguntó en clase a sus alumnos: ¿Quién es Dios?

Uno de los niños respondió: Dios es nuestro Padre, el más sabio, creador del mundo y de cuanto existe; nosotros somos sus hijos y un día nos llevará al Cielo.

¡Muy bien! Contestó la profesora. Y ahora decidme: ¿Cómo sabéis que existe Dios, si no lo habéis visto nunca? La clase enmudeció. Todos los planteamientos que se habían hecho de Dios caían súbitamente, abriendo en los niños como un vacío que les sumergían en el engaño recibido de sus padres y profesores.

Pero Dios, que siempre habla por boca de sus pequeños, los “anawim” de Dios, los más humildes, inspiró a otro:

Mi madre dice que Dios es como el azúcar que me echa todos los días en la leche del desayuno. Yo no la veo, pero siento su dulzura. Si no estuviera, yo sentiría que la leche es como ácida, no tendría sabor. Dios está siempre con nosotros aunque no lo veamos, es nuestra azúcar que nos endulza en las penas, los sufrimientos de nuestra vida.

Y este azúcar sólo engorda el alma y el espíritu, y te acompaña en los momentos más amargos de tu vida. Hay que tenerla siempre a mano, para que Él no nos falte.


Es verdad, Tú eres un Dios escondido

El Dios de Israel, el Salvador (Is 45,15)


(Tomás Cremades)

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sábado, 23 de febrero de 2019

REFLEXIONES AL EVANGELIO del Domingo 7 del Tiempo Ordinario Ciclo C (Lc 6,27-38), 24-02-2019

Vemos el Evangelio de hoy a la luz de esta confesión de Pablo: "Soy de carne, vendido al poder del pecado" (Rm 7,14). Soy de carne, es decir, rehén de mi debilidad frente al mal que el demonio me presenta, como un bien para mí. Jesús nos dice hoy, entre otras cosas, haz el bien a quien te hace el mal, a quien te odia. Frente a un anuncio así, Pablo confesaría una vez mas su impotencia y confiando en que el Evangelio de Jesús es en sí la Fuerza, Gracia y Sabiduría De Dios, le diría: ¡Aquí me tienes Señor, no tengo nada que prometerte pero Tú a mí sí!  La Fuerza de tu Palabra para aceptar que mi vida no se puede apoyar en mi sabiduría sino en la tuya. La postura contraria, es la farisaica con su  casuística de medias tintas, que no es sino un rechazo encubierto al Evangelio de Jesús, por más que se les hace la boca grande diciendo que creemos en Él . Una casuística que es, de por sí, hija de la Mentira y con la que se pretende justificar la mediocridad de una relación con Dios, a quien parece que servimos pero en quien no confiamos, porque no creemos que sus Palabras sean buenas para nuestra realización personal. Respecto al Evangelio de hoy, fijémonos que eso del perdón y amor a quien nos hace el mal, vienen precedidos por una exhortación.."Os digo a los que me escucháis.." He ahí el secreto..el que tiene, como Jesús, su oído abierto a la Palabra, se hace con la Fuerza de Dios para cumplirla con la Alegría que nace de la Libertad. El que no sabe escucharle, oye el Evangelio, pero se escucha a sí mismo, empieza entonces la casuística, el conformismo con la mediocridad, con sus consiguientes justificaciones.A los que me escucháis dice Jesús. Éstos, un día sabrán que el Evangelio es la carta de Dios a su favor, no en contra, es entonces cuando coge fuerza y ritmo la serena y  belleza única del discipulado.

(Antonio Pavía.- Misionero Comboniano)
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viernes, 22 de febrero de 2019

LOS QUE NO PUEDEN

Los que no pueden, son fracasados para el mundo y para sí mismos, pero en esa costumbre tuya de dar vuelta a mi vida, me has contado cuánto te gusta mirarme cuando lo intento. 
Lo que para mí son fracasos, día tras día, para lograr parecerme a ti, se convierte en motivos para tu alegría.
Me dices: “Me enternece tanto verte luchar por lograrlo, te siento tan hijo mío cuando te veo fracasar. No me importan los fracasos sino los intentos, porque en tus intentos” - sigues hablándome – “ya has descubierto la verdad, ya estás muriendo a lo que pide tu voluntad y deseando la mía, ya eres pequeño, y ése es el camino”

Gracias por este paso de sabiduría; Bendito seas, Señor,  por darme tanta luz. Ahora, ya sé que lo importante no es lograrlo – quizás me pase toda una vida intentando parecerme a ti en mis decisiones, en mis actitudes, en mi lenguaje interior  y no lo logre - pero confío en que, en el camino, mientras yo batallo tú me miras y, cuando lo haces, sin darme cuenta mi vieja piel de ser humano se convierte en Luz y más allá de perder el tiempo intentando y fracasando, tú mismo te haces parte nuestra , crecemos y somos cada vez más reflejo de ti.

(0lga Alonso)

jueves, 21 de febrero de 2019

Pablo vs David (TU GRACIA VALE MÁS QUE LA VIDA)

A veces no nos damos cuenta de lo que es “estar en Gracia de Dios”. Y llevamos, los cristianos, educados desde la infancia con esta frase de “estar en Gracia de Dios”. 

Nos recuerda el Salmo 62: “…Tu gracia vale más que la vida…” Y es que David, perseguido por Saúl para matarle, ha de refugiarse huyendo de la muerte. Ha sido ungido por Dios, por medio del profeta Samuel, que, inspirado por el Espíritu Santo, le reconoce entre todos los hijos de Jesé; David havisto la Mano de Dios en su victoria frente al gigante Goliat…y ahora tiene que huir…Pero no se desanima; en su huída toma un respiro para meditar: “… ¡Cómo te contemplaba en el Santuario viendo tu Fuerza y tu Gloria…!”

Es algo parecido a lo que siglos más tarde sentirá Pablo, cuando dice: “llevamos este tesoro en vasos de barro, para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Apretados en todo, mas no aplastados; perseguidos, mas no abandonados; apurados, mas no desesperados; derribados, mas no aniquilados…” (2Cor 4, 7-10)

En ambos episodios “todo lo podemos en Aquél que nos conforta” (Fp, 4; 13)

Este es el espíritu de “estar en Gracia de Dios”; ser sensibles a su Presencia. A Dios nadie lo ha visto jamás, nos dirá Juan en el epílogo del Evangelio. Pero sí podemos atestiguar que “lo sentimos” muy dentro de nosotros. Tampoco vemos el azúcar diluido en el vaso de café con leche, pero, cuando falta el azúcar, “sentimos” su ausencia.

Es algo así como lo que nos dirá Jesucristo: …Vosotros sois la luz del mundo; vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?... (Mt 5,13)

La sal, como el azúcar, la notamos en su ausencia, pero no la vemos…Así Jesús, que como el Gran Pedagogo, nos instruye con ejemplos sencillos para grandes acontecimientos.

Es la característica de los sabios: “hacer de fácil comprensión lo difícil”. Y así es nuestro Maestro: Nos revela el Reino de Dios, con pequeños acontecimientos y ejemplos entendibles por nosotros, los que queremos ser sus discípulos, los que creemos sin ver, los pequeños de Dios, los Anawim del Señor.

Alabado sea Jesucristo


(Tomás Cremades)

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domingo, 17 de febrero de 2019

Salmo 36(35).- Maldad del pecador y bondad De Dios

Texto Bíblico:

El malvado escucha en su corazón un oráculo del pecado: <'¡No tengo miedo a Dios ni en su presencia!».
Se ve con ojos tan engañosos,
que no descubre ni detesta su pecado.
Las palabras de su boca son maldad y mentira, ha renunciado a la sensatez de hacer el bien. 
En su lecho planifica el crimen, se obstina en el mal camino y nunca rechaza la maldad.
Señor, tu amor llega hasta el cielo, y tu fidelidad hasta las nubes.
Tu justicia es como las montañas más altas, y tus juicios como el océano inmenso.
Tú socorres a hombres y animales. ¡Qué precioso es tu amor, oh Dios! Los hombres se refugian a la sombra de tus alas.
Se sacian de los manjares de tu casa,
y tú los embriagas con el torrente de tus delicias.
Porque en ti está la fuente de la vida y con tu luz vemos nosotros la luz.
Mantén tu amor por los que te reconocen, y tu justicia para los rectos de corazón.
Que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado. Han fracasado los malhechores, han caído y no se pueden levantar. 


Reflexiones: ¡Quédate con nosotros!


Este salmo nos descubre el interior del hombre impío; es alguien que tiene en su corazón una palabra que conviene a sus intereses. Evidentemente, esta palabra interesada que tiene en el fondo de su ser, no es la palabra de Dios. Digamos que es la palabra aduladora y engañosa que Satanás pone en el corazón del hombre. Así lo vemos en el pecado original, cuando el tentador desplazó la palabra que Dios había puesto en Adán y Eva acerca de no tocar ni comer del fruto prohibido. Satanás susurró en el corazón de nuestros primeros padres la gran mentira: «Dios sabe muy bien que el día en que comiereis del árbol, se os abrirán los ojos y seréis como dioses...» 

A esta palabra acogida por Adán y Eva, el salmista le da un nombre: el pecado. Lo llama así porque provoca actitud de desobediencia a Dios: «El malvado escucha en su corazón un oráculo del pecado: ¡No tengo miedo a Dios ni en su presencia!». Sin embargo, Israel no está en disposición de obedecer a Dios. Tiene una querencia a hacer su voluntad. Su rebeldía, que es común a todos los pueblos con respecto a Dios, viene denunciada por Él mismo llamándoles «pueblos de dura cerviz», incapaces de obedecer, exactamente igual que Adán y Eva. En el salmo se nos anuncia otro dato del impío que nos sobrecoge. No sólo no guarda la palabra de Dios, sino que se contempla con autosatisfacción: «Se ve con ojos tan engañosos, que no descubre ni detesta su pecado». Uno de los signos que definen al Mesías es la curación de los ciegos; que son aquellos que no se ven pecadores, no encuentran nada dentro de ellos que tengan que detestar y rechazar. Su corazón está en paz... una paz engañadora y voluble.

Jesús nos habla de un personaje de estas características cuando presenta al fariseo que fue a orar al Templo. Junto con él, aunque «a distancia», estaba un publicano. Y el fariseo rezó así: «¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias...» 

Así que este hombre se miró harto lisonjero y, evidentemente, no encontró dentro de él ninguna culpa que detestar por más que la culpa acababa de manifestarse por su boca: «No soy como los demás hombres... ni tampoco como este publicano». Este hombre «todo lo hace bien», pero es tan ciego que no se da cuenta de que está de espaldas a sus hermanos y, por supuesto, también está de espaldas a Dios, a quien cuenta «lo bien que hace sus prácticas y obligaciones religiosas». Tendremos que clamar, gritar y, forzar a Dios para que Él,  se quede con nosotros, plante su sabiduría en el fondo de nuestro ser y habite en nuestro corazón.

Esto es lo que hicieron los dos discípulos de Emaús cuando, apesadumbrados camino hacia su casa, oyeron del mismo Jesús las catequesis que hablaban del Mesías, que tenía que morir en la cruz y resucitar. Estas palabras no habían quedado en su corazón y por eso,  desertaron de la cruz. Al oírlas de Jesús resucitado, aun sin reconocerle, algo se movió en su corazón tan fuerte que, al llegar a la casa, le cogieron del brazo forzándole y le dijeron: «¡Quédate con nosotros!, porque atardece y el día ha declinado»


Antonio Pavía 

Misionero Comboniano

Salmo 35(34).- Súplica de un justo perseguido

Texto Bíblico:

¡Señor, acusa a mis acusadores, combate a los que me combaten!   iToma tu escudo y tu armadura, levántate y ven en mi auxilio! iEmpuña la espada y el hacha contra mis perseguidores! Di a mi alma:
«iYo soy tu salvación!».
¡Queden avergonzados y arruinados los que buscan mi vida! ¡Retrocedan cubiertos de vergüenza los que planean el mal contra mí!
¡Sean como paja frente al viento, cuando el ángel del Señor los desbarate!
¡Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el ángel del Señor los persiga! 
Sin motivo me han tendido su red, y han cavado una fosa para mí.
¡Caiga sobre ellos un desastre imprevisto! ¡Queden atrapados en la red que me tendieron, caigan ellos en la fosa!
Mi alma exultará con el Señor, y se alegrará con su salvación.
Todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú
que libraste al débil del más fuerte,
y al pobre e indigente de su explotador?».
Se levantaron testigos falsos
y me interrogaron de lo que no sé.
Me pagaron mal por bien, y me dejaron desamparado.
Yo, en cambio, cuando estaban ellos enfermos, me vestía de saco,
me humillaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.
Como por un amigo o un hermano, iba de un lado para otro
cabizbajo y triste,
como de luto por mi madre.
y cuando tropecé, se alegraron, se juntaron contra mí,
y me atacaron por sorpresa.
Me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí, rechinando los dientes de odio.
Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Defiende mi vida delante de los que rugen; defiende mi único bien de estos leones.
Te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.
iQue no se alegren a mi costa mis enemigos traidores!
iQue no se hagan guiños
los que me odian sin motivo!
Pues nunca hablan de paz: contra los pacíficos de la tierra planean sus calumnias.
Abren descomunalmente sus fauces contra mí, diciendo con desprecio:
«iLo hemos visto con nuestros propios ojos!».
iSeñor, tú lo has visto, no te calles! iSeñor, no te quedes lejos de mí!
iDespierta, levántate, defiende mi causa Dios mfo! 
iJúzgame tú según tu justicia, Señor, mi Dios!
¡Que no se alegren a mi costa! 
Que no piensen: «iQué bien!».
Que no digan: «iNos lo hemos zampado!». 
¡Queden avergonzados y frustrados los que se alegran de mi desgracia!
iQueden cubiertos de vergüenza y confusión los que se engrandecen a mi costa!
Que canten y se alegren
los que desean que se me haga justicia, y repitan sin cesar:
Grande es el Señor!
y desea la paz de su siervo».
y mi lengua proclamará tu justicia, tu alabanza todo el día. 


Reflexiones : Dios, nuestra justicia


El salmista está rodeado de enemigos y perseguidores que atentan continuamente contra su vida. En su desamparo se acoge a Dios y le suplica que sea Él el que combata contra sus adversarios, pues el poder que tienen sus perseguidores es superior al suyo
Nuestro hombre tiene vivo el recuerdo del acoso que sufrió Israel cuando se encontró por delante del Mar Rojo y, por detrás, el ejército de Egipto. Israel experimentó el apoyo de Dios. Los egipcios, gritaron: «Huyamos, porque Yavé pelea por Israel» 
El salmista confía en que Dios le salve y se apoya no en su justicia sino en la de Dios. 
El profeta Jeremías anuncia la venida del Mesías, a quien le da un nombre que nos sorprende por su profundidad: Se llamará Yavé, nuestra justicia. «Mirad que vienen días en que suscitaré a David un germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la justicia en la tierra... Y este es el nombre con que le llamarán: Yavé, nuestra justicia» 
Y en la plenitud de los tiempos nace el Mesías a quien sus padres le pondrán el nombre de Jesús, que quiere decir «Dios salva». Jesucristo es salvador no por nuestra justicia sino por la suya. En Él el hombre queda liberado de la carga de la ley, que no produce sino la justicia exterior pero es impotente para cambiar el corazón.
A la luz de Jesucristo y a la luz del Nuevo Testamento, la palabra justicia significa en primer lugar «Don de salvación». El Evangelio tiene el poder de provocar en el hombre el hambre y la sed de esta justicia-salvación. 
Y más aún, la justicia en el Nuevo Testamento se entiende como la fidelidad de Dios a su pacto-alianza. Así Pablo, nos dice: «Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no con mi justicia, la que viene de la ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe).
Cuando el Hijo de Dios llega al Jordán para ser bautizado por Juan,  sabe que está ante el cordero de Dios, es decir, sabe que es el inocente y sin pecado. Jesús le dice: «Conviene que así cumplamos toda justicia»
Al sumergirse Jesús en las aguas del Jordán, está anticipando,  su inmersión en el drama de la Pasión; su hundimiento en lo profundo del sepulcro.
Victorioso el Resucitado, tiene poder para santificar y justificar al hombre cumpliendo así la promesa que Dios nos había hecho por medio de Jeremías: «Yavé, nuestra justicia»..
Leamos, este texto de san Gregorio Nacianceno, Padre de la Iglesia: «Jesús, siendo Dios, nació con la naturaleza humana y unió en su persona dos cosas contrarias entre sí; la carne y el espíritu. El espíritu concibió la divinidad, la carne la recibió.

(Antonio Pavía.- Misionero Comboniano)

Amor De Dios

Señor, tú nos das todo tu amor.
Un amor que puede marchitarse..como una flor.
Un amor que hay que regar todos los días..con la oración.
Un amor que nos acompaña siempre..en nuestro dolor.
Un amor que nos dá la vida..y nos hace ser mejor.
Un amor que nosotros ansiamos..para que cada día sea mayor.
Un amor que nosotros pedímos ante el Sagrarío..con nuestra oración.
Un amor que cuando lo pruebas..ya no hay cosa mejor.
Un amor del que a veces nos olvidamos..por lo que quiero pedirte perdón.
Un amor que nace de lo alto..que nos dá, paz, alegria y a veces dolor.
Un amor que al compartir tu camino...nos hace sentir mejor.
Un amor que cuando no lo compartimos..nos hace sentir dolor.
Un amor que en un huerto frondoso.. puede verse de otro color
Un amor misericordioso..que nos trae la Salvación.

(Elia Herrero)
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sábado, 16 de febrero de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO DEL VI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C. (Lc 6,17.20-26).- (17-02-2019)

Dicen Los Santos, que cada pasaje del Evangelio encierra miles de vertientes catequéticas que vivifican el alma. En el de este Domingo, entresacamos la denuncia que hace Jesús de los que se sirven del pueblo fiel para medrar; les llama ricos, atiborrados, burlones... Proliferaron los burlones que se cebaron en Jesús y siempre los ha habido y los habrá contra sus amigos. La burla, que es hija de la envidia y la impotencia, y que rezuma escepticismo. Jesús les denuncia fuertemente en este pasaje también de Lucas: " Ay de vosotros doctores de la ley que tenéis la llave de la Sabiduría.. ni entráis vosotros ni dejáis entrar.. (Lc 11,52). Se refiere a los sabios tejas abajo que, en su necedad, han desprovisto a la Palabra, de la Gracia y la Fuerza de Dios inherente a Ella y la han reducido a consejos morales, que no les sirven ni a ellos ni a nadie que como dice Pablo este vendido al poder del pecado (Rm 7,14..). Siempre habrá pastores falsos y ovejas que les sigan por necias, pero a aquellos que persistan en su deseo de llegar a ser discípulos de Jesús, Él les dará una sabiduría especial para esquivar a los falsos e ir tras los verdaderos, que no les dan gato por liebre.. los que, en Nombre de Jesús, les apacienta en los verdes prados de la Palabra como dice San Agustín...

(Antonio Pavía)
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viernes, 15 de febrero de 2019

TU AMIGO: TU OTRO YO

Me dices: “Quiero ser tu amigo, escucha mi voz”

“Abre tu corazón, guarda dentro lo que te digo, sujeta con fuerza mi Palabra y cree en ella porque prometo que será tu compañera cada día, en tu vida, en tus proyectos, en tus decisiones”…

 

“La columna que sostendrá tu caminar, la luz que guiará tu  vida, el lugar donde querrás descansar, la respuesta a todas tus dudas”….

 

“Guarda mi Palabra, cuídala y espera, que estoy a la puerta.

Queda poco, no tardo. Ya he decidido vivir dentro de ti,

Ya eres mi amigo. Mi Yo en ti. Mi discípulo”


(Olga Alonso)

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martes, 12 de febrero de 2019

El Libro de la Vida

“…Vuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida…”. Enigmáticas palabras de Jesús. San Lucas nos relata en su Evangelio, (Lc 17-20), que, después de elegir a setenta y dos discípulos – no apóstoles -, para el anuncio de su Palabra, lo que se denomina el “anuncio del Kerigma”, les envía de dos en dos, con estas palabras de ánimo: “…el que a vosotros os escucha  a Mí me escucha…”.Efectivamente muchos escucharon la Palabra del Señor, pero no dice ni cuantos sí, ni cuantos no. Lo que sí sabemos ciertamente, es que cuando volvieron, estaban exultantes de gozo, de alegría, dice textualmente el Evangelio. Y así se lo comunican al Maestro: “…hasta los demonios se nos someten…!!” 

Y la respuesta de Jesús es desconcertante: “…alegraos de que vuestros nombres están escritos en los cielos…”

En la Escritura, en el sentir del pueblo judío, el nombre representa mucho más que en nuestro idioma latino,  español. Nosotros identificamos a una persona por el nombre que lleva, pero en la Escritura, además, el nombre representa la misma esencia de su ser. De modo que si nuestro nombre queda escrito en el Cielo, nos está indicando que nuestra persona, cuerpo y alma, todo nuestro ser, será resucitado un día para entrar  en el Reino.

Entonces, ¿hay un libro donde se escriben lo malo y bueno de nuestra vida? Y, ¿quién lo escribe? Y ¿se puede borrar, o es tinta indeleble? Son preguntas que nos podríamos hacer.

Hay muchos textos que pueden darnos luz. El Libro del Apocalipsis (20,15) dice textualmente: “…La Muerte y el Hades fueron arrojados al algo de fuego, - este lago es la muerte segunda -, y el que no se halló inscrito en el “libro de la vida”, fue arrojado al fuego…”

Finalizando el Apocalipsis, en el capítulo (21, 27),  cuando habla de la Jerusalén celeste, el Reino de Dios, nos dice que hay un río de agua de vida, que brotaba del Trono de Dios…y de un árbol de vida, con doce frutos a modo de medicina para los gentiles… (nosotros, somos los gentiles, asociados al pueblo de Israel).

Y en esta Jerusalén celeste, “nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero”.

Ya tenemos más claro, por si no habíamos intuido, que este LIBRO DE LA VIDA, pertenece y lo escribe el Cordero manso, Jesucristo.

Pero tenemos un Enemigo, el Maligno, que se describe como la Bestia, el Dragón, a quien se le concedió hacer la guerra a todos los santos y vencerlos. Se le concedió todo poder en la tierra sobre todas las razas, pueblos y naciones. Y todos los pueblos le adorarán…todos salvo aquellos que, desde la Creación, no están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero degollado. Y estos habitantes cuyo nombre no fue escrito en el Libro de la Vida, se maravillarán con los prodigios de la Bestia. Aquí es donde se requiere sabiduría, inteligencia. Y lo dice así, exactamente en (Ap 17,8)

Al leerlo, podemos pensar que es un libro apocalíptico, con una visión del apóstol Juan, de gran imaginación plástica y poética. Y no deja de ser cierto.

Pero escuchemos a Pablo, en los últimos alientos de su carta a los Filipenses:”…Te ruego, Sícigo, igual que a Evodia y Síntique, tener un mismo sentir en el Señor. Que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, y a Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida…” (Fp 4,3)

También en la Carta a los Hebreos, atribuida a Pablo, nos dice: “…Vosotros, en cambio, os habéis acercado al Monte Sión, ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, y a la asamblea de los primogénitos, inscritos en los cielos…” (Hb 12,22-23)

En el Salmo 56, versículo 8 se nos dice:”… ¡Abate, oh Dios a los pueblos con tu cólera! Tú llevas la cuenta de mi vida errante, ¡recoge mis lágrimas en un odre!...”

Y el Salmo (69, 29): “…sean borrados del libro de la vida, no sean inscritos con los justos…” Entendiendo por “justos” los que “ajustan” su vida a Dios.

Y para no aburrir más al lector, en el Salmo 139, 8: “…Mi embrión veían tus ojos, en tu libro están inscritos…”

Pero la tradición cristiana también se apoya en el libro del Éxodo. El pueblo ha delinquido, se ha hecho un becerro de oro, y merece el castigo de Yahvhe. Y Moisés sale en defensa de su pueblo, pidiendo perdón al Señor:”…Pero ahora…si quieres perdonar su pecado…si no: ¡bórrame del libro que has escrito!...! (Ex 32, 31-33)

Y nos da la clave: en el Libro de la Vida, que metafóricamente escribe la Escritura, en la Mente infinita de Dios, en su infinita Sabiduría, pero también su infinita Misericordia, está escrita nuestra vida. Pero Moisés nos da la solución: Puedes castigarnos, lo merecemos, pero imploramos tu perdón por los méritos de tu Hijo Jesucristo, para no ser borrado del Libro de la Vida.

Así, pues, en el Libro de la Vida, sabiduría de Dios, de, nuestra propia vida, se representa toda ella. Si miramos atrás, nos agarrarán temblores como de parto, como dice la Escritura, no seremos aptos para la Vida, nos dice Jesús, pero poniendo los ojos en el Crucificado, Él unirá nuestra vida a sus Infinitos Méritos y así seremos salvados.

Alabado sea Jesucristo


(Tomás Cremades)


lunes, 11 de febrero de 2019

Dios prepara tu Tierra

Entonad la acción  de gracias al Señor, que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia para la tierra. (Sal 147,7-8).

Cuando nos afligen los problemas de salud, económicos, de incomprensión y encima te dicen:  ¡para qué tanta oración, para qué  tanto evangelio, donde está tu Dios ....!  y uno mismo se pregunta esto.... Dios está preparando tu
 Tierra para que la palabra pueda entrar en ella. Si la tierra está seca, la Palabra no nace, se ahoga y muere... por lo tanto como dice San Pablo: ...los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá....
Y confiemos en que el Señor aprecia a los que lo buscan y confían en su misericordia       

ESTE ES NUESTRO DIOS

(Carmen Pérez)
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viernes, 8 de febrero de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO DEL V Domingo del Tiempo Ordinario CicloC. (Lc 5,1-11) 10-02-2019

Los apóstoles han pasado la noche entera echando las redes en el lago de Genesaret sin resultado alguno. Al llegar a la orilla,  encuentran a Jesús predicando la Palabra a la gente que, como dice Lucas,  se agolpaba junto a Él. Finalizada la predicación, dice a los apóstoles que vuelvan a enfilar la barca adentro del lago y echen nuevamente las redes. Pedro inicia un amago de resistencia, pero termina cediendo. Lo que es realmente importante para nuestra fe, quizás aún inmadura, es la razón de porqué Pedro hace caso a Jesús: porque cree en la Fuerza que tiene su Palabra. Pedro no cede ante Jesús, ni por quedar bien, ni por hacer méritos ante Él, ni siquiera por un plus de generosidad, todo esto se desvanece en una situación cómo ésta, Pedro hace caso a Jesús porque intuye, repito, en qué poderosa es su Palabra para dar la vuelta a su lógica, que la tenía, pues era pescador y de esto sabría más que su Maestro. Pedro está actualizando lo que dijo María a aquellos criados que en la boda de Cana de Galilea no podían servir más vino en las mesas porque se había agotado: ¡Haced lo que Él os diga!. La única medida, repito, la única fiable que tenemos para saber si confiamos en Dios es nuestra adhesión a la Palabra, al Evangelio que Dios Padre puso en los labios de su Hijo. Pedro, el pescador experimentado, ¡confíó! y las redes se llenaron de peces. Al llegar a tierra se arrodilló ante Él cosa que no puede hacer ningún judío que solo se arrodillan ante Yavhe. Pedro lo reconoció como Dios, porque sus palabras, contra toda lógica, se habían cumplido. Así es como el Hijo de Dios crea nuestra fe. El problema es si nuestra esplendorosa cabeza es más lógica que la suya.

(Antonio Pavía)
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sábado, 2 de febrero de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO del IV Domingo del tiempo Ordinario.Ciclo C (Lc 4,21-30) 03-02-2019

Al decir Jesús en la sinagoga: "Esta Palabra se cumple hoy", está anunciando a todos que ya no tienen que esperar al Mesías, que en Él se cumplen los signos mesiánicos anunciados por los profetas. La primera reacción de los oyentes fue de júbilo, reconocen que en los labios de Jesús se derrama la gracia tal y como se había profetizado (SL 45,3). Sin embargo, esta adhesión da paso a un rechazo total. La causa, más bien la excusa, es el no ser sino el hijo de un carpintero. Digo excusa porque el problema es, que aunque digan que la Palabra de Jesús está llena de Gracia, no se lo creen. Creen en el titular, pero no se creen que la Gracia es la Fuerza de Dios para cambiar por dentro. Esclavos como son de la inutilidad de leyes y más leyes, piensan que el Evangelio de Jesús es una vuelta de tuerca más en las exigencias religiosas que les imponen sus dirigentes religiosos. He ahí el problema, el eterno problema, pensar que Jesús nos da un Evangelio para ver quién se atreve a cumplirlo. No es posible sin la Gracia, y si ésta no es más que un titular ornamental, habrá que reducir el Evangelio a preceptos humanos que a la larga tampoco hay como cumplirlos.Sin embargo ahí lo tenemos: El Evangelio de la Gracia como lo llama Pablo (Hch 20,24).Tenemos dos opciones: nos quedamos con el Titular , como estos judíos, y no nos sirve para nada o solo para creer que sabemos algo, o como los Pobres de Espíritu, lo hacemos nuestro... es decir, hacemos nuestra La Fuerza de la Gracia De Dios. A estos, Jesús les llama: Mis Discípulos, y en cuanto tales, Mis Discípulos Amados.

(Antonio Pavia)
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