domingo, 31 de octubre de 2021

YO REZO

Yo rezo y, a veces, te veo, otras no.

No importa. Si mi corazón mira hacia ti y mis labios te pronuncian entonces se abre la puerta por la que entras en mí y formas parte de mi ser.

Desde dentro, sólo tú sabes cómo preparas mi alma para vivir en el mundo, cómo modelas mis pensamientos, cómo cambias mis visiones, cómo atenúas el dolor que provocan mis errores, tantas veces sin saberlo.

Si, rezo y espero aunque no te vea porque sé que estás, con la esperanza de los árboles que preparan sus brotes en la primavera aunque todavía el frio del invierno lance el viento contra sus ramas.

Si rezo es porque tú me llamas y yo te respondo y por eso mis brotes, como los del árbol responden a tu voz y se convierten en oración, aunque no vea la primavera de tu rostro en el horizonte.

Si rezamos, nunca estamos solos, siempre  estás tú y modelas nuestro interior con la dulzura de la madre que entra de puntillas en el cuarto de sus hijos para dar las buenas noches.

Dejas en nosotros, con tu presencia, como la madre beso tras beso, esa huella indeleble y perpetua de tu amor.

Rezamos y te vemos o , solamente rezamos confiando que nuestra oración llegue al cielo y te avise para que pases, para que entres , aunque a veces durmamos y ni siquiera sintamos tu beso nocturno, pero sabemos, confiamos que no seremos iguales cuando nuestra oración termine.

sábado, 30 de octubre de 2021

ESPACIO DE ETERNIDAD

Habitar, estar.

Ocupar un hogar sin puertas ni ventanas, reconociendo en  nuestra  piel y en nuestra mirada, tu rostro.

Tú, impregnando el aire y la luz, rebosando paz, iluminando el Camino, disipando la duda.

Creas este lugar a cualquiera de mis horas, solo cuando tú quieres. Por eso no es mi deseo ni mi voluntad insistente los que te traen a mí. Porque este espacio es tuyo y te pertenece. Es el trazo de Eternidad que tú me regalas para que yo lo pruebe y aprenda a vivir deseándolo.

Vivir así, sabiendo que quizás  hoy quieras rodearme y dejarme entrar en ti.

Tener la certeza de conocer un trozo del Paraíso mientras rezo. Contemplar ya, aquí, la vida que nos espera, cuando esta vida, este mundo abra sus puertas y de lugar al tuyo, por siempre. Cuando nos liberes de la vida pequeña, limitada y nos muestres el lugar para el que fuimos creados, tu Cielo.

Por eso sé que hoy, mientras rezo y te siento, me muestras lo que me espera, tras esa puerta y me enseñas a vivir sin miedo y con la esperanza de la Vida con mayúsculas donde tú esperas paciente.

viernes, 29 de octubre de 2021

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (Mc 12, 28b-34)

¡Háblame Señor!

Un escriba pregunta a Jesús cual es el mayor mandamiento de la Ley. Jesús le dice lo que todo israelita sabe; el primero es: "Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Fijémonos que este amor incondicional viene precedido de una exhortación: ¡Escucha Israel! Es la calidad de la escucha de la Palabra la que mueve y crea en el hombre este amor sin regateos a Dios. El necio piensa que puede amar a Dios con su débil corazón  y hace propósitos, promesas, etc., prescindiendo de la Fuente que es la Palabra de Dios. Palabra que debería de acoger y amar como la acogió y amó María a pesar de que lo que Dios le decía era a todas luces imposible; sin embargo se fio de Él, de su Palabra y dijo: ¡Hágase en mí! Al igual que ella, el sabio según Dios, escucha el Evangelio consciente de su impotencia para cumplirlo y por eso no promete nada, sería prepotencia prometer lo que no está a su alcance. Lo que sí hace es escuchar confiadamente la Palabra que le llama e invita al Discipulado, y con un amor diríamos infinito, consciente del poder creador del Evangelio de Jesús espera que Él, vaya cambiando su corazón hasta llegar a ser su discípulo amado.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

TUS MANOS

A tus manos miro, Señor, cuando busco el camino hacia dónde dirigir mis pasos, tantas veces cansados.

A tus manos dirijo mis manos para sujetarme, para sentir fuerte tu apoyo cuando fallan mis piernas y se doblan mis rodillas ante el paso del dolor, dolor del mundo.

Tus manos sobre mi espalda son tu envío a mis hermanos. Manos que empujan mis pasos y me sitúan allí: para derramar tu amor ante quien no tiene nada aunque el mismo no lo crea.

Tus manos, tus manos toman mi frágil cuerpo y lo elevan hacia el cielo cada vez que necesito la altura para que mi alma flote y sienta  libertad.

Tus manos, Señor, mi rumbo, mi soporte, mi esperanza.

Tus manos que se deslizan por el aire en movimiento, como director de orquesta.

Para que yo, tu instrumento, toque tu melodía y suene tu música suave y penetre los corazones.

Siempre tus manos, mi Dios, siempre tus manos.

jueves, 28 de octubre de 2021

UNIDA A TI

Unida a ti, muy dentro, siempre acompañada.

Parte de mí, nunca sola, tú siempre inseparable.

A quien acudo, a quien llamo, a quien suplico y consulto.

Tú mi confidente, mi luz, mi refugio ante el dolor y el miedo.

Tú mi apoyo, mi lugar desde donde miro el mundo.

Tú la distancia para ver con claridad.

Tú que contienes mi ira y mi voz.

Tú maestro de la espera, tú siempre calma y serenidad.

Tú que dibujas mis días y en quien pongo mi mañana.

Tú siempre, Señor, bendita elección, bendito por siempre a tu lado, mi Dios.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Jesús nuestro Buen Pastor

Es un hecho que el miedo en general se hace presente en nuestra vida, en ocasiones diversas. Los discípulos de Jesús no estamos exentos de esta realidad pero tenemos a nuestro favor al Señor, que tiene poder para anular y someter nuestros temores acosadores. En el Salmo 23, conocido como el del Buen Pastor, Jesús se nos presenta como Aquel que nos conduce a lo largo de nuestro existir, arrancando de nuestro corazón y nuestra alma todo temor incluso cuando nos tiene que llevar por valles de tinieblas, valles de los que todos, creyentes y no creyentes, tenemos experiencia. Leemos: "Aunque camine por valle de tinieblas no temeré porque tú vas conmigo; tu vara y tú cayado me sosiegan". Su vara para enderezar nuestros pasos cuando se tuercen y su cayado para convertir los abismos que se nos abren, en camino firme, como Moisés convirtió, por orden de Yavhé, el Mar Rojo, que impedía el camino a la libertad al pueblo de Israel,  en camino transitable (Ex 14, 15...). Nuestra vida alcanza su plenitud en Dios y es Jesús quien como el nuevo y definitivo Moisés el que nos conduce hacia Él (Jn 14, 6).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapistoles.com

ME PERTENECES

Me perteneces porque levantas los ojos cada mañana y fijas tu mirada en mí.

Me perteneces porque miras al cielo cuando la tierra te duele.

Me perteneces porque me buscas cuando preguntas y no descansas hasta que encuentras respuesta.

Me perteneces porque soy tu baluarte, tu columna cuando arrecian los vientos de la vida.

Me perteneces porque tu alimento es mi palabra.

Me perteneces porque buscas cada día que se cruce tu mirada con la mía.

Me perteneces porque me encuentras si miras dentro de ti.

Me perteneces porque pasas tus días abrazada a mi Palabra, atenta a mi voluntad y porque abres tus brazos al hermano que agoniza, tus brazos que son los míos.

Me perteneces porque pides que cambie tu corazón y porque te duele caer.

Me perteneces, me dices, porque elegiste, arriesgaste, porque vives junto a mi.

Te escucho decir, Señor, “ven y refúgiate”, escucha y descansa tu alma en los brazos de tu Padre.

martes, 26 de octubre de 2021

TODO APRENDIDO POR TI

Una nueva vida, un nuevo interior, un nuevo lugar desde donde miro el mundo y donde hablo contigo.

Cada mirada, cada palabra, cada acción contrastada con tu voz que desde dentro invade todo.

Nada se escapa a ese “Tú” que ya soy “Yo” y que apenas distingue entre lo que quiero y lo que quieres.

Soy de ti, ahora más que nunca y habito en este espacio, unida a ti, a tu Palabra.

Difícil imaginar ya una vida sin ese sonido que entreteje mis pensamientos, mis decisiones, la forma en que vivo la vida, la forma en la miro al mundo.

Así eres tú que entras en el corazón e invades todo con tu presencia y regalas luz para caminar por la vida.

Nunca nos equivocamos si seguimos esa luz...

lunes, 25 de octubre de 2021

BUSCAR

Buscar un corazón empapado de la paz de Dios.

Desear descargarse de ataduras, de limitaciones y buscar sin descanso el lugar donde el corazón encuentra su espacio natural, donde no hay ruido y descubrir así que no necesitamos nada, nada más que contemplar la luz de quien nos creó.

Resistir a la  tentación de la voz que, desde dentro, nos intenta convencer que las vanidades y triunfos son comparables con la paz que trae tu Palabra.

Danos Señor fuerza y luz, no permitas que las cosas que sostienen este mundo confundan nuestra visión y traten de convencernos que merece la pena dedicarles nuestro tiempo.

Déjanos vivir en ti, tu como origen, tu nuestro destino.

Llena de sabiduría a este pobre corazón que fue creado por ti y que se equivoca si no te ve.

En tu Luz vemos la Luz

Hasta el hombre más escéptico que se empecina en negar la existencia de Dios percibe, a pesar suyo, ráfagas de trascendencia que asaltan la fortaleza de su increencia. Ráfagas insinuantes como por ejemplo: ¿Existe Dios? Y si existiera, ¿cómo encontrarle? Una respuesta a estas preguntas que surgen solapadamente en el corazón de este y todo hombre nos la da este pasaje: "En ti esta la fuente de la vida y en tu luz vemos la luz" (Sl 36, 10). No es que la inspiración de este salmista convenza a los escépticos pero sí remueven sus convicciones ateas, sin embargo algunos se asoman entre curiosos y expectantes a la posibilidad de una vida transcendente. Juan, en el Prólogo de su Evangelio, nos instruye acerca de la luz a la que se refiere el salmista: "La Palabra es la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo…" (Jn 1, 9). Es la "Luz Verdadera" porque brilla tanto de día como de noche; es la Luz que se impone a toda tiniebla hasta disiparla; es la Luz que contiene en sí la Vida que todos buscamos consciente o inconscientemente (Jn 1,1-5).

P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 22 de octubre de 2021

Domingo XXX del Tiempo Ordinario - (Mc 10, 46-52)

Día del Domund

No podemos dejar de hablar acerca de lo que hemos visto y oído, dijeron Pedro y Juan a los miembros del Sanedrín que pretendían impedirles que predicaran el Evangelio que el mismo Jesús les había anunciado (Hch 4, 20). Este domingo es el día del Domund; celebramos que desde hace 2000 años, de generación en generación, miles y miles de personas rompieron sus fronteras movidos por amor a Dios y a los hombres más desheredados de la tierra para que pudieran recibir la dignidad de ser hijos de Dios (Jn 1, 12), Los misioneros no son unos héroes; son hombres y mujeres muy normales a quienes Jesús, al igual que al ciego de Jericó, abrió sus ojos para que pudieran ver que su vida llegaba a ser Vida gracias a Jesús y a su Santo Evangelio. Dueños de la Vida comprendieron que su lugar estaba allí donde Jesús no había sido aún anunciado. No, los misioneros no son unos héroes; son hombres y mujeres tan libres que pueden plantar su tienda allí donde el Señor les lleva. Y tú, si es que has visto y oído lo que oyeron Pedro, Juan e innumerables discípulos de Jesús a lo largo de 2000 años, ¿romperás tus fronteras para anunciar el Evangelio que da la Vida?
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 15 de octubre de 2021

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (Mc 10, 35-45)

Convertíos y creed en el Evangelio

Santiago y Juan piden a Jesús que "ya que han dejado todo por seguirle" les conceda el derecho de sentarse junto a Él en su Reino. Como vemos Jesús no escoge a lo mejorcito de Israel; de hecho Santiago y Juan aceptan la llamada de Jesús sin renunciar a su ambición de gloria, la misma que Satanás ofreció a Jesús en la tercera tentación y que por supuesto rechazó (Mt 4, 8-10). Además estos dos apóstoles, al decirles Jesús que sí pueden beber la copa de la Pasión que Él va a beber, le dicen presuntuosamente que sí, igual que Pedro creyó que podía dar la vida por Jesús (Jn 13, 36-38). Por eso se encarnó Jesús entre nosotros por nuestras impotencias morales recubiertas por un poco de buena voluntad. Jesús se encarnó, nos vio engañadísimos y entendió el plan del Padre: Darnos su Palabra de Vida, el Evangelio aún a costa de su muerte y eso fue lo que hizo. Fijémonos que Jesús resume el cambio de nuestro corazón en unas cuantas palabras: "Convertíos y creed en el Evangelio". No nos engañemos, solo el Evangelio arranca delicadamente nuestras veleidades y nos pone, sin miedo ni recelo alguno, cara a cara con Dios.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 13 de octubre de 2021

Talladores de Diamantes

Los que predican el Evangelio de Jesús, son como talladores de diamantes. Bien saben los talladores que cuando alguien les confía una piedra que bajo su hosca apariencia esconde un diamante, este no es suyo sino de quien confío la piedra. Bien, todos los hombres somos portadores de un valiosísimo diamante: nuestra imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26). Es la predicación del Evangelio y por supuesto la acogida de quienes lo escuchan lo que libera progresivamente a la piedra de escorias e impurezas hasta que salga a la luz el brillante escondido en ella. Después viene la segunda fase que es pulir esta joya muy delicadamente, y por supuesto también por la predicación y amorosa escucha del Evangelio. Conforme el diamante va alcanzando su brillo, el Señor Jesús lo toma en sus manos y dice: Ya eres luz del mundo, ve hacia los hombres, anúnciales mi Evangelio pues todos y cada uno de ellos son portadores de un diamante como tú. Ve, y tállales con mis palabras igual que otros discípulos míos te tallaron a ti.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

martes, 12 de octubre de 2021

Salmo 69(68) - Lamentación

Dios mío, sálvame, porque el agua
me llega hasta el cuello.
Me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie;
me estoy hundiendo en lo más hondo de las aguas, y me arrastra la corriente.
Estoy agotado de tanto gritar,
me arde la garganta y mis ojos se consumen esperando a mi Dios.

Más que los pelos de mi cabeza,
son los que me odian sin motivo.
Más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Acaso tengo que devolver
aquello que no he robado?
Oh Dios, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis crímenes.
Que por mi causa no queden avergonzados los que esperan en ti,
Señor de los Ejércitos.
Que por mi causa no queden confundidos los que te buscan,
oh Dios de Israel.
Por tu causa yo aguanto afrentas
y la confusión cubre mi rostro.
Me he vuelto un extranjero para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre.
Porque el celo por tu casa me devora, y las afrentas con que te afrentan recaen sobre mí.
Cuando me aflijo con ayunos,
se burlan de mí.
Cuando me visto de saco,
se ríen de mí.
Se sientan a la puerta, a cuchichear,
bebiendo vino y haciendo chistes.
Pero yo, dirijo a tí mi oración.

Señor, en el tiempo propicio
respóndeme, por tu gran amor,
y ayúdame con tu fidelidad.
Arráncame del lodo, para que no me hunda, líbrame de los que me odian y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
ni el cieno profundo me engulla,
que la poza no cierre su boca sobre mí.
¡Respóndeme, Señor, con la bondad de tu amor!
Por tu gran compasión, vuélvete hacia mí!
¡No escondas tu rostro a tu siervo:
estoy oprimido, respóndeme enseguida! 
¡Acércate a mí, rescátame!
¡Líbrame de mis enemigos!
Tú conoces la afrenta que sufro,
mi vergüenza y mi deshonra.
Mis opresores están todos ante ti.
Su afrenta me ha partido el corazón, y desfallezco.
iEspero compasión, y no la hay!
iEspero consoladores, y no los encuentro!
Me dieron hiel para comer,
para mi sed me dieron vinagre.
Que su mesa sea su trampa,
y su abundancia un lazo.
¡Que se enturbien sus ojos y no vean, que su espalda siempre flaquee!
Descarga sobre ellos tu furor,
que el incendio de tu ira los alcance.
Que su campamento quede desierto, y que nadie habite en sus tiendas, porque persiguen a quien tú has herido, y cuentan las llagas de tu víctima.
Acúsalos, crimen por crimen,
no los declares inocentes.
¡Bórralos del libro de los vivos
y no sean inscritos entre los justos!
iPero a mí, pobre y herido, que tu salvación, oh Dios, me proteja!
¡Alabaré el nombre de Dios con cánticos, proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Esto le agrada al Señor más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas.
Que lo vean los pobres y se alegren.
¡Buscad a Dios, y cobraréis ánimo!
Porque el Señor escucha a los indigentes. 

Reflexión.- En Él no somos defraudados

Este salmo nos ofrece, los sufrimientos que un israelita justo tiene que sobrellevar a causa de su fidelidad a Dios. 
Nos es fácil identificar a este hombre fiel con Jesucristo. Es una lamentación profundamente profética, ya que los rasgos del Mesías se van desgranando a lo largo del poema.
A una cierta altura del salmo escuchamos a nuestro 
protagonista dirigirse a Yavé con esta súplica: «Que por mi causa no queden avergonzados los que esperan en ti, Señor de los Ejércitos. Que por mi causa no queden confundidos los que te buscan, oh Dios de Israel!».
Jesucristo es consciente de que ha sido enviado por el Padre al mundo para librar un combate contra el mal. Sabe que solo apoyado en Él, en su Padre, puede entablar con éxito el combate.
De su victoria contra el mal y su Príncipe, depende también la victoria del hombre contra todo tipo de mal que acecha sobre él. Por ello pide al Padre que sus discípulos sean santificados en la verdad por medio de la Palabra; la misma que a Él le ha santificado. De esta forma, la victoria de 
Jesucristo por medio de la Palabra-Verdad, será también la 
victoria de sus discípulos. Estos, teniendo sus ojos fijos en Jesús, quien con la Palabra se enfrentó y venció a la muerte, no serán confundidos cuando la violencia del tentador se cebe en ellos.
Así vemos cómo Jesús, en su oración al Padre antes de 
entrar en la Pasión, le dice que se santifica a sí mismo a causa de ellos, para que sean santificados en la verdad: 
«Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú 
me has enviado al mundo yo también los he enviado al mundo. 
Y por ellos me santifico a mí mismo para que ellos también sean santificados en la verdad» (Jn 17,17-19).
Más aún, Jesús acepta que el mal del príncipe de este mundo caiga sobre Él. Así, el mundo sabrá que ama al Padre y al hombre más que a sí mismo. Es esta actitud de Jesús la que da cumplimiento a la oración del salmista: Oh Dios, que 
por mi causa no queden avergonzados, no queden confundidos los que te buscan. Veamos cuáles son las palabras de Jesús a sus discípulos: «Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene 
ningún poder; pero ha de saber el mundo que amo al Padre»
(Jn 14,30-31). A partir del ofrecimiento de Jesús de su 
propia vida, el discípulo sabe que este amor incondicional 
al Padre lleva consigo la vida eterna. El Padre actuará con el discípulo igual que actuó con su Hijo: Será llamado a vivir con Él para siempre.
Siguiendo adelante con los rasgos mesiánicos del salmo, nos encontramos con esta angustiosa súplica: «Tú conoces la afrenta que sufro, mi vergüenza y mi deshonra. 
Mis opresores están todos ante ti. Su afrenta me ha partido el corazón, y desfallezco. ¡Espero compasión, y no la hay!
¡Espero consoladores, y no los encuentro». Jesús no 
encuentra nadie que tenga compasión de Él, nadie en quién 
apoyarse ni consolarse, ni siquiera en ninguno de sus discípulos: ¡Todos le abandonaron! «Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron» (Mt 26,56).
 Abandono para el cual su alma ya estaba preparada y fortalecida, ya 
que su apoyo y compañía, en su tremenda soledad, habría de 
ser únicamente su Padre: El único necesario, el único que 
le podía levantar del sepulcro.
Acabamos de ver cómo es el camino de Jesús hacia el 
Padre. En Él puso sus ojos, en Él depositó su confianza, en Él apoyó su fe. Por ello, el discípulo que mira a Jesús y su trayectoria, no será ni confundido ni defraudado. Su 
fidelidad es nuestra fuerza y nuestra garantía. Podrá haber 
cosas del Evangelio que todavía no entendamos, pero sí hay 
algo que es evidente: el Hijo de Dios no es causa ni motivo de fraude para nadie. Por eso el discípulo debe tener fijos 
sus ojos en Él. Todo puede caer a nuestro alrededor menos 
Él. Como dice el apóstol Pablo, «quien crea en Él no será 
confundido» (Rm 9,33)

lunes, 11 de octubre de 2021

Caminando en la noche

Me llama la atención la respuesta que da Jesús a los Apóstoles cuando toma la decisión de ir a Jerusalén a visitar a su amigo Lázaro gravemente enfermo, a pesar de que quisieron apedrearle la última vez que estuvo allí. Les dice: "Si uno anda de día, no tropieza porque ve la luz de este mundo, pero si anda de noche tropieza porque la luz no está en él” (Jn 11, 9-10). Caminar bajo la luz de este mundo es relativamente seguro; basta con estar atentos para no tropezar. Pero, ¿cómo caminar en la noche? La cuestión es que el Camino de la Vida también se hace de noche y solo si es que tenemos dentro la luz… perdón, la Luz, es decir, al mismo Jesús, Palabra que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9) podremos avanzar incluso en  nuestras noches a veces tan cerradas. Caminamos confiados en Jesús, nuestro Buen Pastor "experto" en abrirse camino desde lo más profundo de las tinieblas hacia la Luz Eterna. Lo hizo en el Calvario, y lo sigue haciendo con todo aquel que se pone en sus manos.
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

domingo, 10 de octubre de 2021

Domingo XXVIII del Tiempo ORdinario

 El Tesoro de tu corazón

Un hombre se acerca a Jesús y le pregunta que tiene que hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dice que venda sus bienes, lo dé a los pobres y tendrá un tesoro en el cielo;  entonces podrá  iniciar el camino del Discipulado. Jesús le está proponiendo un gesto de desprendimiento tal que manifieste a quien quiere servir-adorar, si a Dios o al Dinero (Mt 6, 24). Leemos en este Evangelio que este hombre, frunciendo el ceño se alejó molesto de Jesús. En realidad el Hijo de Dios sacó a la luz con sus palabras la idolatría que había en su corazón y la antepuso a Dios que desea ser en todo hombre el alma de su alma. Abordamos otro  texto en el que vemos que un hombre encuentra un tesoro en un campo; para hacerse con el, vende sus bienes y compra el campo. Atentos: no lo hizo por un plus de sacrificio, entrega o  generosidad sino: "por la alegría que le dio" ( Mt 13,44 ) El tesoro que busca tu alma determina tu alegría eterna o bien tu crónica tristeza.

P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 6 de octubre de 2021

Entra en el gozo de tu Señor

Me saciarás de gozo en tu presencia proclama jubiloso el salmista ante la certeza de que Dios le recogerá al llegar el momento de dejar este mundo (Sl 16, 11). Es en primer lugar una profecía cumplida en Jesús en su Resurrección, profecía que alcanza también a sus discípulos. Este anuncio glorioso sobre nosotros es señalado por Jesús frecuentemente por ejemplo en la parábola de los talentos; recordemos que el Señor dijo a los que los hicieron fructificar: " Pasa al gozo de tu Señor" (Mt 25, 21-23). Quizás alguno se atemorice pensando que no podrá aprovechar los talentos recibidos. No tengamos miedo; la clave para dar el fruto que agrada a Dios es que Él sea realmente "nuestro" Señor; recordemos lo que leímos antes: "Pasa al gozo de -tu- Señor”. Si Jesús es verdaderamente nuestro Señor, daremos fruto en abundancia. Que Jesús sea tu Señor no implica relación de dependencia sino como la que Él desea contigo: de profunda intimidad... la que es propiciada en el Santo Evangelio guardado en el corazón.

P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 4 de octubre de 2021

Nos llama para estar con Él

¿Cómo será eso sí no conozco varón? … dijo María al Ángel que le anunció la Encarnación de Jesús en sus entrañas; este le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra. María creyó en sus  palabras y aconteció la venida de Jesús al mundo. Hay una similitud bellísima entre la llamada de Dios a María y al Discipulado, veámosla; Jesús pasa junto a Andrés y Pedro y les dice: "Venid conmigo y os haré llegar a ser pescadores de hombres”. Si es imposible  a nuestro entender la Encarnación del Hijo de Dios en una mujer, también lo es que un hombre marcado por el estigma del pecado original, alcance gracias al Discipulado que lleve grabada en su interior la imagen del Señor Jesús como afirma Pablo (Rm 8, 29). Nos abrimos a este nuestro imposible teniendo en cuenta de que Jesús llama a sus discípulos, en primer lugar, para estar con Él (Mc 3, 14). Es así… y solo así que le dejamos las manos libres para crear en nosotros el Discipulado… su "hacernos llegar a ser pescadores de hombres".

 P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapistoles.com

viernes, 1 de octubre de 2021

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario (Mc 10,1-12)

DANOS UN CORAZON NUEVO

“Moisés permitió el divorcio entre vosotros por la dureza de vuestro corazón” dijo Jesús a quienes le preguntaron acerca del matrimonio. El corazón del hombre se enquista cuando prescindiendo de Dios y su Sabiduría se erige en único árbitro para decidir  lo que es el bien y el mal. He ahí la raíz del pecado original; Eva -que también representa a Adán- alargó su mano hacia el árbol llamado de la Sabiduría del bien y del mal, comió de él y encontró su fruto excelente para alcanzar sabiduría (Gen 3, 6). He ahí el gran problema de la Humanidad; regirse por su propia sabiduría tan expuesta al subjetivismo, también a las soluciones fáciles ante problemas cruciales, apelando incluso a la dignidad de las personas. La cuestión es que cuanto más prescindimos de la Sabiduría de Dios, más se petrifica nuestro corazón… llegando a considerar como normales y hasta beneficiosos inclinarse devotamente ante realidades destructivas como son el divorcio, el aborto, etc. Nuestra esperanza es que El Hijo de Dios, cumple en todo aquel que se lo pide lo que le suplicó David envuelto en un mar de lágrimas: "Señor, crea en mi un corazón nuevo" (Sl 51, 8).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com