Señor, ¿por qué te quiero tanto?
Dímelo Tú, yo no lo sé.
Tú has ido deslizándote tan suavemente dentro de mi alma, que cuando me he dado cuenta ya me habías cautivado y ahora no te quiero perder.
Yo no te conozco mucho, pero Tú lo sabes todo de mí, pienso que no te merezco, pues no soy constante para poder mantenerme siempre cerca de Tí.
Yo voy de tu mano, Tú no me la quieres soltar, temes que me pueda perder y luego no encuentre el camino para poder volver a Tí.
Yo suelto tu mano, pienso que soy fuerte y no me voy a perder, pero encuanto me quedo sola, ya estoy perdida y no sé volver contigo otra vez.
Me encuentro andando intentando no caer, me tambaleó, voy de un lado para otro, tengo miedo Señor, dame tu mano otra vez.
Tú me la das e intento desesperadamente poderla alcanzar, Tú sigues con ella tendida para que me pueda agarrar, Tú me sujetas, ya vuelvo a estar contigo, ¡que descanso!, ya creía que te iba a perder.
Señor, cuanto amor me das, que paz se respira estando contigo, yo ya no quiero seguir mi camino si Tú no me sujetas bien, pues he pasado mucho miedo pensaba que no iba a poder volverte a ver.
Sabes que estoy muy cansada, con mis problemas, mis inquietudes, mis luchas, solo Tú me puedes ayudar a descargar esta mochila que cada día me va pesando más.
Mis deseos, mis esperanzas, Tú las conoces bien, pero yo cada mañana en mis oraciones te los vuelvo a recordar, podrás pensar que soy egoísta, pero no, Tú nunca piensas mal.
¡Te quiero tanto Señor!, Tú me cautivaste, y ahora soy yo la que estaría perdida sin tenerte dentro de mi alma y de mi corazón.
(Elia)
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