Jesús compara su Iglesia con un grano de mostaza. Es la más pequeña de todas las semillas pero crece ampliamente y da fruto abundante. Los discípulos de Jesús tenemos la tentación de deslumbrar al mundo con sus mismas vanaglorias, eso sí, barnizadas con una capa de piedad. Recogemos lo dicho por Jesús a los fariseos: "¿Cómo podéis creer vosotros que aceptáis la gloria de los hombres y no buscáis la que viene de Dios?" (Jn 5, 44). Jesús, al comparar su Iglesia con un minúsculo grano de mostaza está hablando de sí mismo sembrado en el erial del Calvario como el más insignificante y despreciado hijo de Israel. Insignificantes, también para Israel eran los que le acompañaron en su agonía: Su Madre, el Discípulo amado, María Magdalena y María de Cleofás... "No temas pequeño Rebaño..." había dicho Jesús (Lc 12, 32) y ahí estaban ignorados al pie de la Cruz. No deslumbraron al mundo representado en el Calvario por Israel y Roma, pero si deslumbraron y hasta robaron el corazón del Padre quien al llorar sobre el Rostro de su Hijo, lloró enternecido sobre su pequeñísimo rebaño a quien dio el don de ver con sus propios ojos el Nacimiento de la Iglesia del costado abierto de Jesús del que brotaron Sangre y Agua (Jn 19, 31-37). San Juan Crisóstomo puntualiza: El Agua simboliza el Bautismo y la Sangre la Eucaristía… Dios es tan... pero tan tierno que se deja robar el corazón por tantos pequeños que despreciando la gloria de este mundo… se hacen con la Gloria que no tiene ocaso; por eso son la Luz del mundo (Mt 5, 14).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com
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