Dice Isaías: "Tú eres un Dios escondido" (Is 45,15 ). Así es, está escondido en el interior de su Palabra como afirman los Santos Padres de la Iglesia; por eso no es suficiente con leer la Palabra, ni siquiera estudiarla o investigarla como dice el mismo Jesús (Jn 5,39-40). Hemos de sumergirnos en Ella de la mano de nuestro Buen Pastor hasta encontrar el "Espíritu y Vida" que contiene (Jn 6,63b ). Oigamos este susurro de Jeremías a Dios: "Cuando encontraba tus palabras las devoraba... eran la alegría y el gozo de mi corazón" (Jr 15,16). Fijémonos que no dice "cuando leía o estudiaba...", sino cuando las encontraba. El profeta lee la Escritura con los ojos y oídos de su corazón con tanto amor que las palabras de Vida y Espíritu contenidas en este o aquel texto, saltan hacia su alma provocando una alegría y gozo que no son de este mundo. Los Santos lo llaman: "El estremecimiento del alma". Esto es uno de los inefables dones que Dios tiene preparado para los que le buscan con corazón sincero... en el espíritu y la verdad que Jesús pide para los verdaderos adoradores (Jn 4,23-24).
P. Antonio Pavia
comunidadmariamadreapostoles.com
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