Tú eres mi Hijo amado
En su bautismo, Jesús se sumerge en el agua y emerge de ella simbolizando así su muerte y resurrección. Al elevarse en el río Jordán resonó la Voz del Padre: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco; está proclamando que Jesús vino al mundo para anular el estigma desesperanzador de la muerte y para ofrecernos la Vida Eterna. La proclamación: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco es, en cuanto discípulos de Jesús, nuestro inefable patrimonio. La relación de amor entre el Padre y el Hijo a lo largo de su misión en el mundo se basa en que Jesús abrió gozoso su corazón a la Palabra-Voluntad del Padre. No estoy relatando algo fantasioso; se cimenta en la misma Escritura. Son numerosos los textos, sobre todo en lo Salmos que inciden en el gusto, la complacencia del hombre en la Palabra de Dios, como por ejemplo (Sl 1,1-2) (Sl 19,8-12)... cito también este testimonio de Jeremías (Jr 15,16). Sabemos que son textos proféticos acerca de Jesús y que como dice la Iglesia se cumplen también en sus discípulos... Es decir que el Padre nos dice también a nosotros: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco. Amemos con locura nuestro patrimonio.
P. Antonio Pavía
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