"Cerca está Él Señor de los que le invocan sinceramente" (Sl 145,18). En la Biblia, invocar a Dios sinceramente quiere decir recurrir a Él como único Defensor. Es decir que si una persona ha recibido afrentas, calumnias, etc. renuncia a cualquier revancha dejando que sea Dios quien le defienda. Quién así actúa tiene la alegría indescriptible de experimentar que vale la pena confiar en Dios poniendo en sus manos la defensa ante el mal que ha recibido. Veamos la experiencia de David: "Misericordia Dios mío, misericordia que mi alma se refugia en ti... Invoco al Dios Altísimo, a Dios que hace tantas cosas por mi" (Sl 57,2-3). Se nota que está pasando por una situación dolorosa, sin embargo deja que sea Dios quien le haga justicia ante el mal que le hacen. David tiene a su favor que siempre que ha puesto su causa en manos de Dios, Él ha actuado en su favor de ahí su canto triunfal: "A Dios que ha hecho tantas cosas por mi". Las ha hecho porque fiándose de Él, le escogió como su único Defensor. Apostó por Él y ganó la apuesta. Por ahí va la verdadera Fe.
P. Antonio Pavía
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