jueves, 21 de enero de 2016

Lamentación ante la destrucción de Jerusalén (Sal 78) .- por TomásCremades)


Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad
Han profanado tu santo templo
Han reducido Jerusalén a ruinas…
Con estas palabras, que no son exentas de realidad, el salmista observa lo que ha ocurrido con la destrucción del primer templo de Jerusalén. 
Pero estas palabras desgarradoras, se hacen presentes hoy y ahora en el tiempo que vivimos, en los cristianos. Y digo en los cristianos, no porque seamos mejores que los que no lo son, como es cierto y evidente, sino que, al menos, tenemos una conciencia de pecado que nos delata.
La conciencia queda impresa por Dios desde nuestro nacimiento, como la huella que deja el alfarero en el barro. Es la huella dactilar de Dios en nuestra alma; diríamos que es como la Ley Natural.
Y esta ley natural todos la llevamos dentro; otra cosa es que nos demos cuenta de ello, o no. 
Los gentiles, nuestros ídolos, que comienzan en nuestro propio “yo”, y sigue por la lista de pecados capitales, han entrado dentro de nosotros, lo que el salmista define como “nuestra heredad”. Y continúa diciendo: “han profanado tu santo templo”.
Nos dice Pablo en 1 Corintios, 6,19: “…No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?
Es curioso que empleemos la palabra “templo” como sinónimo de iglesia. Y no es que no lo sea, en verdad; la Iglesia es la comunidad de creyentes que se reúnen para celebrar la Palabra y los Sacramentos. Pero realmente “el templo”, somos cada uno de nosotros, como nos acaba de decir Pablo.
Pues bien; en esta ocasión, los dioses han profanado nuestro templo: nos han violado en nuestra carne y en nuestra alma.
Y continúa el Salmo:
Echaron los cadáveres de tus siervos
En pasto a la aves del cielo,
Y la carne de tus fieles
A las fieras de la tierra
Y es que nos dejaron como cadáveres para pasto del enemigo-aves, fieras…-
¡Socórrenos, Dios, salvador nuestro
Por el honor de tu Nombre
Líbranos y perdón nuestros pecados, a causa de tu Nombre
Y, en este contexto, nos ayuda el Salmo 23 :
El Señor me guía por el sendero justo por el honor de su Nombre
Es el mismo concepto: Jesucristo pone su Nombre como “garantía” de su camino para nosotros, sabiendo que en Él, y por Él, aun caminando por oscuras cañadas, nos acompaña.
Alabado sea Jesucristo
 
 
 
 

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