jueves, 31 de marzo de 2016

Misericordia y conversión 5 (Por María Pilar)

Dios es así! La misericordia de Dios aguarda nuestra respuesta. Reconozcámonos pequeños, indefensos. El Señor dice: "Sin mí no podéis hacer nada". Si nos abandonamos a Él, y nos fiamos y alimentamos de los pastos de las Palabras de su boca, donde encontraremos todo lo que necesitamos, cambiará y dará plenitud a nuestra vida. "Dejemos las  actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz" (Romanos 13).
     Que el Señor conduzca nuestra vida para no ser arrastrados por las cosas mundanas. Si nos arrepentimos de corazón, Él siempre está dispuesto a perdonar. Este es el tiempo de la Misericordia. Entremos por la puerta de la salvación. Jesús es la Puerta, dice: "Yo soy la puerta: el que entre por mí se salvará, entrará y saldrá y encontrará pastos. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud" (Juan 10, 9-10).
     " ¡¡Vamos, entremos, la puerta está abierta, los vencedores entrarán por ella!!". Acudamos a las fuentes de la sabiduría, la Palabra de la Vida y la alegría de nuestra salvación que se encuentra en el santo Evangelio de Nuestro Seño Jesucristo.
SEAS POR SIEMPRE SEÑOR, BENDITO, ALABADO, ENSALZADO, ADORADO Y AMADO CON TODO MI SER.

Misericordia y conversión 4 (por María Pilar)

Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y se salve. Espera pacientemente  a que demos el paso, nos acerquemos y le dejemos trabajar en nuestra alma, para darle vida cambiando nuestro corazón de piedra en un corazón de carne; y por su misericordia, si dejamos doblegar nuestra voluntad según su voluntad, a nosotros su rebaño, nos rescatará y conducirá a su santa morada (Salmo 118).
     

lunes, 28 de marzo de 2016

Toques del alma 181

Lunes 28 de Marzo de 2016. (Pascua de Resurrección)
Toques del Alma

Cuanto más introduce Dios a sus amigos en su Misterio, más fácil les es desentenderse de muchas realidades mundanas. No por desprecio, sino porque les quedan muy, pero que muy pequeñas. 

(P.Antonio Pavía)

sábado, 26 de marzo de 2016

FELICITACIÓN PASCUAL (por el padre Antonio Pavía)

Nos esforzamos en alargar la vida con toda clase de adelantos médicos, cosa que está muy bien, pero quizás no nos preocupamos mucho por hacernos con las llaves que nos permiten traspasar indemnes el portón de la Muerte; llaves que están en las manos del Hijo de Dios tal y como se lo dijo a San Juan: "...Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte..." Ap 1,18 
Sí, venció a la Muerte y también nos hace vencedores a nosotros, pone a nuestra disposición las llaves que la desposeen de su poder aniquilador. Ésta es nuestra alegría, bien fundamentada porque Él resucitó.

!!! Feliz Pascua de Resurreción a todos!!!

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 (Evangelio del Domingo de Resurrección)


¿Porqué buscáis entre los muertos al que está vivo ? dijeron los angeles a las mujeres que habían ido con sus perfumes al  sepulcro donde Jesús había sido enterrado. En efecto, no busquemos a nuestro Señor entre los dioses y señores de este mundo, muertos vivientes como diría el salmista Sl 63,3... , ni lo busquemos en la gloria que nos ofrece el Mentiroso Mt 4,8-9... , sino en la Esposa de Jesús, su Iglesia ; en sus Sacramentos, en su Evangelio.. allí es donde vive y da la Vida.

Tal día como hoy (Padre Antonio Pavía)

Tal dia como hoy, el discípulo amado de Jesus arropaba con su presencia el inimaginable dolor de María..  lacerante, silencioso... Hoy, es Ella la que nos acompaña en nuestro dolor... hoy,  a pesar de nuestras debilidades , ella nos ve como discípulos amados de su Hijo. (P. Antonio Pavía)

jueves, 24 de marzo de 2016

MISERICORDIA Y CONVERSIÓN 2.-(por María Pilar)

     Necesitamos una verdadera y  profunda conversión del corazón. Hay que pedirlo con sinceridad y confianza todos los días, seguro que el Señor oirá nuestras súplicas. El proceso puede ser lento y transcurrir a lo largo de toda  nuestra vida, pero no tenemos que desanimarnos porque el Señor nos dice: "Buscad y encontraréis". "Pedid y recibiréis". "Llamad y se os abrirá". Porque todo el que pide, recibe. El que busca, encuentra. El que llama, se le abrirá. 
     Pues pidamos al Señor con el grito del salmista, (Salmo 118): "A ti grito Señor: sálvame y cumpliré tus decretos", "Escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida.
     Dejemos moldear nuestra alma por el Señor que es el mejor alfarero. Con amor nos hará ver nuestros tropiezos para poderlos corregir, y hacer que crezca en nosotros la semilla de la fe. Sí, el Señor es alfarero, jardinero y muchas cosas más. Abonará en nuestra alma la semilla de  la fe con su Palabra, la regará y hará que germine y dé fruto. De esta manera iremos renovándonos en la mente y en el espíritu para ser revestidos de la nueva condición humana (Efesios 4, 23-24).
 .
SEAS POR SIEMPRE SEÑOR, BENDITO, ALABADO, ENSALZADO, ADORADO Y AMADO CON TODO MI SER.

lunes, 21 de marzo de 2016

El perfume del Evangelio (por el padre Antonio Pavía)

Cuando Jesús dice que María de Betania ha guardado ese perfume en vistas a su sepultura.. pienso que cuando guardamos la Palabra (el Evangelio).. y llega un tiempo de tinieblas (que el de Jesús terminó  con su sepultura), el perfume de la Palabra guardada, hace frente a las tinieblas que nos envuelven... hasta que la Luz vuelve a nuestra alma.. 

Nota para la segunda catequesis del Cantar de los Cantares

En ésta catequesis vemos a la esposa - el alma - desplegando su Sabiduria... se ha fijado en Dios como el Único que puede llevarla a ls plenitud de la satisfacción...  de su mano va hasta la bodega. El Amor en estado puro, y sintiendo su abrazo.. se deja amar y proteger por Él.... evidentemente ha alcanzado la plenitud de su vida..todo lo demás queda supeditado a su encuentro con Dios.

Nota: La catequesis se publicará en YouTube.com (os podéis suscribir) y en la página: 
www.comunidadmariamadreapostoles.com


Toques del Alma 180

20. Los discípulos de Jesús aprenden de Él, que es su Maestro, a velar en sus tinieblas hasta llenarlas de luz. “Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron” (Jn 1,4).

Toques del Alma 179

19. ¿Problemas de activismo? La cuestión no reside en hacer muchas cosas, sino en hacerlas sin Dios. Entonces es un hacer para el absurdo, y este absurdo a su vez te deshace a ti.

domingo, 20 de marzo de 2016

El Señor me enseña a pedir el don de Dios, que es el Espíritu Santo: (Por Carmen Pérez)

Juan 4, 3-16
 Le dice Jesús a la Samaritana, "..,si supieras lo que es el don de Dios, me pedirías tú a mí... y yo ta daria un agua que empieza aquí y salta hasta la vida eterna."

Señor dame de esa agua porque mi tierra está reseca y agostada ...la necesito ... gracias Señor por amarme aunque no lo merezca.

¿ QUIEN ERES SEÑOR? ( Hch 9,5) (Para el evangelio del domingo 20 demarzo de 2016)

¿ QUIEN ERES SEÑOR? ( Hch 9,5)
(Para el evangelio del domingo 20 de marzo de 2016)

Al iniciar la Semana Santa, cambiamos la pregunta que encabeza el pensamiento del Evangelio dominical ¿Quien eres Señor? por ¿Quien soy yo Señor para que hayas muerto por mí?.. Esto fue lo que descolocó  a Pablo..y lo.testificó...: " Jesús me amó y se entregó por mí " Gal 2,20

sábado, 19 de marzo de 2016

MISERICORDIA Y CONVERSIÓN I .- (por María Pilar)

Este es el tiempo de la Misericordia. La salvación se anuncia donde acechó el infierno. ¿Nos queremos convertir?, pues preparémonos para "escuchar"; pero para escuchar a Dios, con todo nuestro ser, atento y receptivo. 

Para convertirse, hay que escuchar a Dios y poner en práctica lo que el Señor nos dice.
Sin embargo, ocurre con facilidad, que al escuchar la predicación del Evangelio, pensemos que lo que nuestros oídos están oyendo, lo que Dios está hablando no es para nosotros. Y automáticamente lo trasladamos a los demás: ¡ésta palabra no es para mí!, ¡esto es para tal persona!, ¡y qué pena que no esté aquí para oírlo, con lo bien que le hubiese venido!.......
     Seguro que todos hemos caído alguna vez en esa equivocación. El que escucha soy yo, y es a mí a quien Dios le está hablando.
     Dios nos habla siempre a través de su Palabra, y por si  no lo sabemos, nos habla a cada uno de una manera individual y personal cuando escuchamos la predicación del Evangelio. Aunque el receptorio esté abarrotado de personas, en esos momentos Dios se está dirigiendo a mí como si estuviésemos solos El y yo. Pues de esta escucha, la cual Dios nos capacita abriéndonos el oído a su voz, casi sin darnos cuenta, vamos comenzando a conocerle y amarle. Entonces es cuando nos nace el deseo de darlo a conocer a los demás como respuesta a su llamada y nuestra escucha. ¡Ahora es cuando comienza nuestra conversión!

viernes, 18 de marzo de 2016

Pastores según mi corazón (Hombres de Dios para el mundo) | Capítulo XII

Pastores y maestros

Las últimas palabras que Jesús lega a sus discípulos antes de subir al Padre, tal y como nos refiere Mateo, definen la misión de la Iglesia así como su razón de ser: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20).
El anuncio del Evangelio de la gracia (Hch 20,24) y de la salvación (Ef 1,13) no es algo superfluo en lo que respecta a la identidad de la Iglesia, como podría ser, por ejemplo, que un sacerdote se limitase a impartir clases en un centro educativo. El anuncio del Evangelio es lo que podríamos llamar el elemento por excelencia identificador de los pastores llamados por el Hijo de Dios. Pastores que son reconocidos como tales en la medida en que la luz del Evangelio brilla en sus ojos, convirtiéndose en palabras de vida (Hch 7,38) en sus bocas.
Hay, sin embargo, un aspecto en la cita que hemos recogido de Mateo que es fundamental para comprender la relación entre Evangelio, Iglesia y Misión. Si nos fijamos bien, al tiempo que el Hijo de Dios pone ante el corazón de sus discípulos el mundo entero como campo de misión, les exhorta a que enseñen a los hombres a guardar el Evangelio que de Él han recibido “…enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.
Tengamos en cuenta que en Israel el verbo mandar no tiene el mismo significado que en nuestra cultura occidental. Nosotros asociamos el mandato a toda una serie de elementos que conforman la legalidad: ley, mandamiento, obligación, deber… No así para los israelitas. Estos identifican los términos mandamiento o mandato con la fuerza de la palabra, antes que cualquier otra connotación. El mismo Jesús llama mandamientos a las palabras que su Padre le hace oír en orden a su misión; asimismo llama mandamientos al Evangelio que proclama a sus discípulos: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15,10).
Es muy importante esta aclaración para poder comprender que el Evangelio, dado por el Hijo de Dios al mundo al precio de su sangre, no es en absoluto un listón o medida para ser sus discípulos, sino, por encima de todo, un don. Pablo lo llama “fuerza de Dios para la salvación” (Rm 1,16).
Quizá ahora entendamos mejor la puntualización del Señor Jesús a sus discípulos al enviarlos con su Evangelio al mundo entero. No les impulsa a convencer a nadie y, menos aún, a que se comprometan con una serie de normas hasta alcanzar la idoneidad exigida para formar parte de la inmensa multitud de discípulos. La aptitud llegará en su momento y como fruto de la fuerza de la Palabra que escuchan y ¡guardan en el corazón! De ahí -vuelvo a insistir- su apreciación: “enseñándoles a guardar”.
Con esta puntualización, el Hijo de Dios nos revela uno de los rasgos esenciales de la misión de la Iglesia y que, como ya señalé, no es superfluo u optativo. Guardar la Palabra no es una faceta o corriente de la espiritualidad de la Iglesia. El mismo Jesucristo subraya que este guardar su Palabra es la prueba cristalina y diáfana de que una persona ama realmente a Dios; el amor tal y como es, sin sugestiones ni sublimaciones generadas o sobrevenidas por carencias humano-afectivas o por otras causas.

El tarro precioso

Es más que evidente que todo esto que estamos diciendo no tendría en absoluto ningún valor si no estuviese apoyado, más aún, testificado, por hechos concretos y palabras textuales del mismo Hijo de Dios; sólo bajo su autoridad nos atrevemos a llevar adelante estas reflexiones catequéticas que por sí mismas marcan indeleblemente el carisma y el ministerio pastoral. En el corazón y la mente de Jesús, sus pastores serán también maestros, ya que han de enseñar a los hombres a guardar en su corazón la Palabra que ellos mismos guardan.
Buscando, pues, la autoridad del Hijo de Dios, nos unimos al grupo de los apóstoles, y, con ellos, compartimos mesa alrededor del Maestro y escuchamos su bellísima catequesis durante la última cena. De ella entresacamos esta cita: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras…” (Jn 14,23-24a).
Puesto que nos hemos colocado, junto con los apóstoles, alrededor de Jesús, vamos a intentar recrear el cuadro de aquella cena para poder apreciar mejor sus palabras. Les está hablando de la vida eterna que van a recibir como don suyo (Jn 14,1-3), y sobre todo les habla del Padre. Lo que los apóstoles oyen son palabras inefables, intraducibles a cualquier parámetro de belleza y profundidad. Veamos, si no: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn 14,21).
No sabemos hasta dónde pudo llegar la comprensión de estos hombres ante estas confidencias de su Señor y Maestro. Sin duda que pesaba demasiado la casi certeza de su muerte ya próxima; recordemos que Judas había salido de la sala para consumar su traición. Aun así, uno de ellos, Judas Tadeo, se preocupa de todos los hombres y mujeres de la tierra. De ahí su pregunta: Te estás manifestando a nosotros, y ¿qué pasa con el mundo entero? La respuesta de Jesús es toda una declaración de intenciones acerca de la misión de estos hombres que están junto a Él y que alcanza a la Iglesia entera. Su mayor servicio al mundo consistirá en ser anunciadores de sus palabras. Por ellas –su Evangelio- el hombre llegará a saber que Dios le ama, que se le manifiesta, incluso que convive con él. También sabrá que su llegar a amar a Dios no tendrá que ver nada con un espejismo o delirio patológico; no hay ninguna sublimación puesto que es Dios mismo quien se abre al hombre. La respuesta que Jesús da al apóstol que acaba de preguntarle ya la vimos anteriormente (Jn 14,23).
“Guardará mi Palabra”, le dice Jesús. En ella está encerrado, contenido, el amor de Dios: “Mi Padre le amará”. En ella, nos dice Juan, está la Vida (Jn 1,4). Ésta se abre desde la Palabra y da su fruto: el amor. Un amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. He ahí encerrado todo camino de perfección y toda la moral, pues, como dice Pablo, el que ama –así, desde Dios- a su prójimo, ha cumplido la Ley, no le hace daño (Rm 13,8-10). El que así ama -nos parece seguir oyendo al apóstol- no miente a su hermano, ni le engaña; no se sirve de él, ni le roba; no le calumnia, ni le ofende; le ayuda sin juzgarle… Esto es lo que hace el que ama a su hermano, tanto al que tiene a su lado como al que vive más allá de sus ojos y fronteras.
Así es como ama Dios y los que suyos son… Y suyos son los que guardan su Palabra. Lo son por pertenencia que, por encima de todo, es compañía y convivencia con Él: “vendremos a él y haremos morada en él”. En este sentido podremos hacer nuestra la sublime intuición de Paul Jeremie: “El Evangelio es el tarro precioso de donde Dios saca sus ternuras para con nosotros”.

Libertad y dignidad

Todo aquel que ha sido llamado por Jesucristo a ser pastor y que hospeda en su corazón su Evangelio está viviendo algo asombroso e inaudito: ¡convive con Dios! La Palabra albergada en su interior forma en él un corazón apto para conocerle, como nos dicen los profetas (Jr 24,7). Es un conocer con toda la riqueza afectiva que conlleva este verbo en la espiritualidad bíblica. Hablamos, pues, de pastores que conocen a Dios, y de Él reciben la capacidad de enseñar a sus ovejas a convivir con el Trascendente.
Estos pastores viven sumergidos en una existencia al mismo tiempo mundana y extramundana. Están en el mundo –su campo de misión- sin ser del mundo (Jn 17,15-16). Son pastores para todos los hombres no porque sean mejores que ellos, sino por Aquel que vive en sus entrañas (Gá 2,20). Viven –si se me permite una especie de metáfora- al ritmo de una prodigiosa aleación de cuerpo y espíritu.
Esta forma de existir no les repliega sobre sí mismos, más bien al contrario, les impulsa a abrirse -con los tesoros que de Dios han recibido- al mundo entero sin excepción alguna; a un mundo pobre, carente y escaso de vida por la inmisericorde y brutal opresión que ejerce sobre su alma el dios-dinero (Mt 6,24); no en vano Jesús ofreció a todos los hombres esta invitación tan especial como necesaria: “Venid a mí los que estáis cansados y sobrecargados, y yo os daré descanso… Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,28-29). El drama que cargan tantos y tantos hermanos suyos impide a estos pastores hacer oídos sordos a sus gritos de auxilio, por lo que, al igual que Pablo, se exhortan a sí mismos: ¡ay de mí si no evangelizare! (1Co 9,16).
Bien saben estos pastores que su alianza con Dios, con el que conviven por la Palabra guardada, sólo es válida y real si se desdobla en alianza con los hombres todos, los lejanos y los cercanos. Por eso están prontos a partir adonde su Señor les envíe. No hay frontera que se resista a una alianza tejida con los hilos del amor eterno e indestructible de Dios.
Estos discípulos son pastores según el corazón de Dios, lo que les hace insultantemente libres. No están sujetos ni condicionados por “la última lumbrera”, cuyo esplendor no pocas veces “es como flor de hierba que se seca y desaparece” (1P 1,24). Son auténticos hombres de Dios que Él regala al mundo; se identifican con aquellos discípulos de los que habla Jesús. “Todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13,52).
En su misión conjugan libertad con dignidad, propias de su Maestro y Señor, quien les parte la Palabra. Él es la Fuente de donde sacan, con gozo indescriptible, las aguas de la salvación (Is 12,3). Su ministerio refleja la libertad y la dignidad en estado puro, no en vano ambas son creación de Dios.

jueves, 17 de marzo de 2016

Conocer a Jesucristo (por Miguel Iborra)

Cuando has sido la persona más optimista contigo mismo y con los demás...

Cuando has sufrido todo lo que  has sufrido poniendo los máximos esfuerzos cada vez más aumentados...
 
Cuando has extendido los máximos horizontes y tantos nuevos campos de acción...
 
Cuando has visto tanto sufrimiento a tu lado...
 
Cuando has dado tanto, nunca lo suficiente..

Cuando más y más a menudo escuchas el silencio...

Cuando las enfermedades, los dolores y la escasa movilidad ya no perdonan...
 
Cuando es inevitable  ocultar la consternación...
 
Cuando el esfuerzo cada vez quiere cantar menos y haces del corazón tristeza... 
 
Cuando, de repente, ya se dispara la debilidad...
 
Cuando al buscar la inspiración en la naturaleza, solo ves la mano de Dios... 

Cuando los dolores, sufrimientos, aflicciones, penas y tormentos  pueden pesar sobre nuestras almas y echar raíces en nuestros cuerpos, ...

 

 
 

Es solo entonces, cuando puedes expresar que has conocido a Jesucristo, que Él también te conoce a  y que está siempre a tu lado.  

miércoles, 16 de marzo de 2016

Presentación de la Primera Catequesis de El Cantar de los Cantares (por el padre Antonio Pavía)

Fijémonos en las primeras palabras de El Cantar de los Cantares, que brotan del alma enamorada: "..Mejores son que el vino tus amores..." Tus amores, Señor, son la esencia de la fiesta del hombre.. Llamame pues junto a Tí, ¡sí!  y llévame .. Otros cantos de sirena me invitan a otra fiesta en la que no estás Tú.
Si un día así me llamas y si yo me decido a seguir tus pasos a la luz de tu Evangelio, conoceré tu fiesta Señor y entonces nunca me arrepentiré de haberte seguido y haberte dicho: ¡Llámame... Llévame!

(padre Antonio Pavía)

Anuncio presentación cantar

ANUNCIO:

Hermanos: El ciclo de catequesis sobre EL CANTAR DE LOS CANTARES se comenzará a publicar (1 catequesis cada miércoles) el 16 de Marzo. 
Ahora os enviamos una breve Presentación del ciclo en el que el padre Antonio Pavía nos da las claves principales del ciclo. 

martes, 15 de marzo de 2016

“CONFUSION” (por María G.S,)

 “CONFUSION”                        
 
Cuando yo era pequeña, jugaba al teléfono loco, os acordáis? Nos sentábamos en círculo y el primero le decía una palabra o a veces una frase al siguiente, muy rápido, y así sucesivamente hasta que la palabra volvía al primero. Y ahí empezaban las risas, cuando cada uno decía lo que había entendido y se comprobaba que no tenía nada que ver con la palabra de partida.
Bueno, os cuento esto, porque a la hora de hablar de Dios, yo no quiero confundir a nadie con mis palabras. La “Palabra” no confunde, las palabras puede que sí.
Jesús nos habla con “palabras” sencillas pero certeras. Dejaba a la gente admirada y sorprendida, su “Palabra” no dejaba a nadie indiferente, o lo seguían o lo rechazaban. Frases como “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”, desarmaba a los más astutos que iban a por El, y como ésta, muchísimas más, que nos regala a lo largo del Evangelio . Nos las regala, sí, pero no para guardarlas en un cajón, sino en nuestro corazón, para hacer uso de ellas en el momento oportuno. Y ahí es donde empieza el “lio” o mejor dicho la misión del discípulo, que es hacer llegar a los que te rodean (y si puedes más lejos) el “Amor” que recibimos del Padre.
Y para no llevar a nadie a la “confusión”, la mejor manera que se me ocurre es hacerlo “con-fusión” en el Padre, de la forma que Él nos ha enseñado, con la ORACION, que nos da la fuerza del  Espíritu Santo y nos funde en Él.
Y mirad si Dios es grande, que el día en yo quería escribir esto y no sabía muy bien cómo, en una de las lecturas correspondientes a ese día, San Pablo nos dice: “Vivid en constante oración y súplica guiados por el Espíritu. Y renunciando incluso al sueño para ello, orad con la mayor insistencia por todos los creyentes y también por mí, a fin de que Dios ponga en mis  labios la palabra oportuna para dar a conocer con audacia el misterio del evangelio, del que soy embajador entre cadenas. Que Dios me conceda anunciarlo con la entereza que debo” (Ef.6, 18-20)

Déjame Señor, coger de esta carta de San Pablo, la parte proporcional que me toca.

María G.S.

sábado, 12 de marzo de 2016

CATEQUESIS: JESÚS PERDONA A LA MUJER ADÚLTERA


¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 (Sobre el Evangelio del Domingo 13-03-2016 yla catequesis de hoy)

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 (Sobre el Evangelio del Domingo 13-03-2016 y la catequesis de hoy)

JESUS PERDONA A LA MUJER ADÚLTERA

Vete y no peques más, no te hagas mas daño a tí misma y a los otros. Vete, no peques más y no tengas miedo porque " Yo estoy contigo..Yo soy tu Fuerza para que seas mi discípula"

Bendito sea Dios (por Carmen Pérez)

"Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica. Ni me retiró su favor." (Salmo 65)

Como con el hijo pródigo me espera para abrazarme y hacer fiesta.
Tu misericordia Señor da esperanza. Cuando ya se ha perdido toda esperanza , ¡siempre podemos volver donde el Padre!

Te necesito Señor (por Carmen Pérez)

"Tus aciones Señor son mi alegría, y mi júbilo.. las obras de tus manos". (Salmo 91)

Saber que has nacido. Y muerto por mí.... ¡como tiene que ser tu amor y misericordia !
No te merezco, pero ¡te necesito Señor!

viernes, 11 de marzo de 2016

Jacob y la escala misteriosa.- (por Tomás Cremades)

Jacob y la escala misteriosa.
Hay un bellísimo relato lleno de connotaciones bíblicas en el texto que se lee en Génesis (28,10)
Resulta que Jacob, huyendo de su hermano Esaú, que ha decidido matarle, cansado, del camino que le conduce a casa de su tío Labán, hermano de Rebeca , su madre, camino de Jarán, se dispone a pasar la noche.
Y allí tiene un sueño misterioso: Soñó con una escalera apoyada en tierra, cuya cima tocaba los cielos, y vio que los ángeles subían y bajaban por ella. Vio también que Yahvé estaba sobre ella, y que le decía: “Yo soy Yahvé, el Dios de tu padre Abrahán, y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra, y por tu descendencia. Yo estoy contigo, te guardaré por donde vayas y te devolveré a este solar”
Hay diversas interpretaciones de este texto, de por sí ya misterioso. La escala que soñó Jacob no es otra escala que el mismo Jesucristo, que, tocando la tierra en su venida de las entrañas purísimas de la Virgen María, se eleva hasta el Cielo. Él mismo lo profetizó en el capítulo 1 de Juan:
Es en el encuentro de Felipe con Natanael (que más tarde se llamará Bartolomé); Felipe anuncia a Natanael que ha encontrado al Mesías; y, al presentarse a Jesús, éste le dice: “…Ahí tenéis a un israelita de verdad en quien no hay engaño…” (Jn1,47)
Se entabla un diálogo entre ambos, lleno de catequesis bíblicas, y al fin Jesús dice: “…en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.” (Jn 1, 50)
Jesucristo es, pues, esta Escalera, que es al mismo tiempo Hijo de Dios e Hijo de los hombres, por medio de nuestra Madre la Virgen María.
Jesucristo, en la Cruz, también nos recuerda esta simbología: la Cruz, compuesta de dos maderos, uno vertical, que toca la tierra y se eleva hasta el cielo, de Dios a los hombres; otro horizontal, que nos recuerda que la salvación es igualmente posible para todos los hombres, pues Dios no hace acepción de personas. Es la escala de Jacob. 
De la misma forma que el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba hacia abajo, en la muerte del Señor. 
Hay un pensamiento bellísimo que nos recuerda a nuestra Madre María: ella está puesta entre Dios y los hombres como Medianera Universal, según nos cuenta la Tradición Apostólica, y Cristo, Mediador-escala- entre el Padre y nosotros.
En la carta a Timoteo Pablo nos dice: “…Hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo, como rescate por todos…” (1 Tim, 2, 5)
Alabado sea Jesucristo

Las tentaciones a Jesús.-(por Tomás Cremades)

Las tentaciones de Jesús (Mt 4,1-11)
Una vez meditado sobre la primera tentación de Jesús, en otro texto del autor que os escribe, continuamos con las dos tentaciones siguientes.
“…entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
A sus ángeles encomendará 
Y en sus manos te llevarán
Para que tu pie no tropiece en piedra alguna
Jesús le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios”
El diablo, que no se le presenta como hemos visto tantas veces en forma humana, de terrible aspecto, le tienta introduciendo en su Cabeza el pensamiento que llamamos de soberbia, de vanidad, de buscar el aplauso por algo bien hecho; el deseo de figurar y ser reconocido por los demás como Dios, en toda su grandeza. Es el pecado de sentirse orgulloso de los logros obtenidos, de mirarnos a nosotros mismos.
Y le habla con la misma Escritura, con los versículos del Salmo 91:
“…El mal no te alcanzará, ni la plaga se acercará a tu tienda
Que él ordenará a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos
Te llevarán en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie…” 
(Sal 91,10-13)
Jesús, el Maestro, responde con Sabiduría sólo propia de Dios: No tentarás al Señor, tu Dios. Jesucristo, Señor de cielo y tierra, de todo lo creado, es Señor también sobre las tinieblas, arrancando el mal del mundo. Y en esa tentación, el Maligno no puede acercarse a su tienda, Él (Jesús), no puede ser tentado.
En su desesperación, el diablo le enseña todos los reinos del mundo. Y le dice: “todo esto te daré si postrándome me adoras”. Jesús le dice: “¡apártate Satanás porque está escrito: al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él darás culto”
Israel tierra seca y árida, que no produce frutos, desde Jerusalén puede observarse la tierra de Jericó, tierra que mana leche y miel (Dt 26, 4-10). Es la tierra que le enseña el diablo, es la tierra de la abundancia, la tierra donde reina el dinero.
Y Jesús no quiere que el hombre tenga otro Dios que su Padre, no puede existir el culto a ese diabólico señor que es el dios dinero.
En este contexto, podríamos recordar la parábola del “Buen Samaritano”, que comienza con estas palabras:
“…Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…” (Lc10, 29-37) Descendía desde la Ciudad Santa de Jerusalén, donde residía la Gloria de Dios, hasta la ciudad de Jericó, ciudad de pecado, ciudad que manaba leche y miel, donde el rey era el dios dinero. Descendía como se desciende a los infiernos.
Y nos dice la Escritura: El diablo le dejó para otra ocasión. A lo largo de la vida de Jesús, hubo más tentaciones; basta recordar la tentación en el huerto de los Olivos, la noche del Prendimiento, o las palabras de Jesús en la Cruz: “…Dios mío, por qué me has abandonado…”
Pero la Sabiduría de Jesús, que es la Sabiduría del Padre, aplasta la cabeza de la serpiente, del diablo, de Satanás, y nos enseña la forma de librarnos de las tentaciones, que, como decía en el texto anterior, nos ayudan en nuestro camino a Dios, amándole con la libertad de los hijos de Dios.
Alabado sea Jesucristo

Cómo pedir a Jesús.- (por Tomás Cremades)

Nos relata el apóstol Juan un episodio en el Evangelio de Jesucristo (Jn 2, 1-11) – siempre el Evangelio es de Jesucristo, aunque lo relate alguno de los Apóstoles-, con referencia a una invitación  que se recibe para asistir a una boda en Caná de Galilea.
Da la impresión que a la boda ha sido invitada la Virgen María, y que es Jesús posteriormente el que es a su vez invitado con los discípulos. Sea como fuere, María, siempre atenta a las necesidades de los demás, se da cuenta de que falta el vino.
En la cultura judía, y en la nuestra, el vino es la alegría, es la bebida que alegra el corazón del hombre. Y la falta de él, en aquella ocasión podía interpretarse como un descuido del maestresala, o incluso de los novios. Es un detalle, si queremos si no insignificante, es un detalle menor, para que en Evangelio se presente como algo digno de mención. Entonces por qué esta importancia, cuando, seguramente, en los Evangelios se nos relatan cosas de suyo mucho más importantes.
La clave debe estar en otro sitio. Yo creo que la clave está en el cuidado de María atendiendo a los más mínimos detalles, pero, sobre todo, en la forma de decirlo: “…Le dice a Jesús su Madre: no tiene vino…” No le dice: ¿cómo les podemos ayudar? O ¿qué podemos hacer, vamos a comprar antes de que se den cuenta los invitados? ¡No! Simplemente le expone el problema a Jesús. Y ante la respuesta de Jesús: “…No ha llegado mi hora…”, María no insiste; solamente les dice a los sirvientes: “…Haced lo que Él os diga…”
Hay un Evangelio que también nos relata Juan Jn11,1-45) sobre la resurrección de Lázaro. El episodio es muy conocido, y quería detenerme en el “saludo” de Marta al Señor. Le dice: “…Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano…”
Está en la misma línea que Maria de Nazaret: expone el problema, no le pide la solución. Se aflige con el dolor propio del momento, de la ausencia de Jesús. Y le llama “Señor”, que es entre los judíos, el rango que sólo se le da a Dios. Marta le reconoce como tal.
Hay un paralelismo entre los dos casos: en ambos María nuestra Madre, y Marta, exponen el problema sin pedir nada; solo le exponen el problema. Saben que Jesús va a dar la respuesta más satisfactoria, como así fue.
Y nosotros, ¿qué conclusión podemos sacar? Hemos de pedir con fe; con la fe de María, con la fe de Marta. Sabiendo que el Señor sabe de nuestras necesidades, pero sabiendo nosotros también que Él no nos va a dejar en la estacada. El problema de las bodas de Caná es pequeño ante el problema de Marta que ha perdido a su hermano. Para Jesús, no es el tamaño del problema. Es, simplemente, un problema de fe. Es un problema de “fiarse“ de Dios, que es lo que significa “tener fe”. No en vano nos dirá Jesús: “…Todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo… (Jn 14, 13)
Del mismo modo en (Mt 21,22): “…Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis…”
Alabado sea Jesucristo
 

Se abrazaron a sus pies; se abrazaron al Evangelio.(por Tomás Cremades)

Se abrazaron a sus pies; se abrazaron al Evangelio.
Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”. Ellas se acercaron, se postraron ante Él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: “No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”. Mientras iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los Sumos Sacerdotes todo lo ocurrido. Ello, reunidos  con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: “Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais”. Y si esto llega a oídos del gobernador nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros”. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy. (Mt 28, 8-15)
PALABRA DE DIOS
Con este  Evangelio  san Mateo, culmina la narración de la vida de Jesús, que comenzó con la genealogía y termina con la aparición  en Galilea a sus discípulos y el legado del discipulado: “Id y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”
En los versículos objeto de este comentario, ya se ha producido la Resurrección de Jesús, y la aparición con estruendo de terremoto que hizo rodar la entrada del sepulcro. Los soldados se pusieron a temblar y quedaron como muertos; pero las mujeres sólo vieron al ángel que custodiaba la entrada, y que les anunció la resurrección de Jesús.
Llama la atención la fe de estas mujeres, que no se cuestionan nada de la desaparición, sino que creen “a pies juntillas” las palabras del ángel, y corren a anunciarlo a los discípulos. No dudan, le han conocido en la vida terrena y oído de su propia boca que resucitará, y creen. Son los “pequeños” de los que habla el Evangelio: los que creen contra toda evidencia, los que tiene fe.
De pronto Jesús se presenta ante ellas con las mismas palabras con que comenzó la historia de la salvación: “Alegraos”. Estas palabras son las mismas que el arcángel Gabriel le dice a la Virgen María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo…” (LC 1, 28)
Inmediatamente ellas se acercan y le abrazan los pies. Es curioso este detalle. Los pies, en la Escritura hacen referencia al Evangelio, a la Buena noticia; dice el profeta Isaías: ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del Mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia la salvación…” (Is 52,7)
Y en este detalle, vemos cómo las santas mujeres se abrazan al Evangelio, a Jesucristo, al anunciador de la Paz, al que nos trae la Salvación. 
En las catequesis de la Última Cena, Jesús nos dice: “Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde…” (Jn 14,27)
Esta paz que sólo Él nos puede dar, ya se lo indica a las mujeres: “No tengáis miedo”“que no se turbe vuestro corazón”
Son las mismas recomendaciones que tantas veces hemos escuchado a nuestro queridísimo san Juan Pablo ll: No tengáis miedo!!
Pero aparece el enemigo, el Acusador Satanás, presente en todos los acontecimientos de la vida de todo hombre; y con él, el engaño, la mentira, la corrupción de los sumos Sacerdotes y los ancianos, la corrupción de los soldados, que por dinero cambian el testimonio; y la corrupción del Gobernador, que se vislumbra, pues cuando piensan que pueden ayudar a los soldados en el caso de que se descubra la verdad, se pueden ganar la confianza de éste para colaborar en la mentira. Quizá ya habría ocurrido otras veces, cuando intuyen esta solución…
Por tanto, no hay mucha diferencia en la actuación del hombre actual respecto al hombre de hace dos mil años.
Continúa el Evangelio diciendo: Jesús les salió al encuentro. Siempre Jesús nos sale al encuentro; salió al encuentro de los discípulos de Emaús, cuando, desorientados, tristes, sintiéndose engañados, desilusionados…huyen de la atmósfera letal que se palpa en el Cenáculo después de la muerte de Cristo.
Sale al encuentro cada día en los necesitados, en los enfermos, en los que lloran, en los ancianos que están solos, en las mujeres violadas, en las madres que no saben salir de una situación de aborto…Sale al encuentro de mí y de ti, que lo estás leyendo. Y, ¿cómo respondo?
Y ¿cómo respondes?
Jesús, en el encuentro contigo de cada día, cuando me regalas tu Palabra en el Evangelio, que yo sepa encontrarte, y ser luz para los demás, llama ardiente de Amor a Ti, que viva tu Presencia en todos los momentos de mi vida. Que tu Resurrección me transfigure a mí como te transfiguró a Ti, que sepa darme a los demás y tu Palabra sea lámpara para mis pasos y Luz en mi sendero (Sal 118, 105).
 
Alabado sea Jesucristo
 

jueves, 10 de marzo de 2016

Toques del Alma 178

Muchos dioses o un solo Dios. Cuando son muchos, tantos como vanidades, todos ellos pelean por tener su espacio en tu yo. El problema es que en esta pelea es tu yo el que sale despedazado.

Toques del Alma 177

 Abraham, en la Escritura símbolo de la fe, salió de su casa y de sí mismo sin saber adónde iba; le bastaba saber con Quién.

Toques del Alma 176

 La apacible mediocridad de los que “dicen” ser discípulos de Jesús me recuerda el título de esta película de Buñuel: “El discreto encanto de la burguesía”

miércoles, 9 de marzo de 2016

(Bendice alma mía ) Carmen Pérez

"Bendice, alma mía, al Señor...nunca olvides sus beneficios" (Salmo 102).

Para que teniendo esto presente, no tenga yo miedo y no me desvíe de tu Evangelio. Que yo sé que ahí está la verdad. Aunque hay muchas cosas que para mí son imposibles, aún donde yo no llego, que llegues Tú y me cures.

lunes, 7 de marzo de 2016

Toques del Alma 175

Lunes 7-03-2016
Toques del Alma 

A fuerza de llamar bien al mal y mal al bien, los santurrones judíos llegaron a decir que las obras del Hijo de Dios venían de Satanás. (Padre Antonio Pavía)
--------------------------

domingo, 6 de marzo de 2016

Oigo un lenguaje

"Oigo un lenguaje desconocido: Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré" (Salmo 80) 

Cuando escuchamos la Palabra de Dios con el oído abierto y la guardamos en el corazón, el Padre oye un lenguaje desconocido que hasta hora no nos había oído. Nuestra relación con Dios ha cambiado: "Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta... te libré"

sábado, 5 de marzo de 2016

jueves, 3 de marzo de 2016

Toques del Alma 174

14. Todo hombre es manipulable. Sólo hay un antídoto ante esta enfermedad: buscar la verdad. Todo amante de la verdad se encuentra casi sin darse cuenta con el rostro de Dios.

martes, 1 de marzo de 2016

Anuncio Cantar de los Cantares

ANUNCIO.- EL CANTAR DE LOS CANTARES

A partir del Miércoles 16 de Marzo
publicaremos una serie de 8 catequesis sobre: EL CANTAR DE LOS CANTARES  impartidas por el padre Antonio Pavía.
Se publicará una catequesis cada semana (Miércoles).

Esta iniciativa responde al creciente interés que hay hoy día, por penetrar en el espíritu de este libro de la Escritura por parte no solo de las personas consagradas, sino también por tantísimos seglares que desean profundizar en su camino de unión con Dios.

Las catequesis se encontraran en:

-YouTube : Buscar "Comunidad María Madre de los Apóstoles". Recomendamos Suscribirse al canal.

-La página web: www.comunidadmariamadreapostoles.com

Esperamos que os gusten.


-








 

Y le llamó Mujer.- (por Tomás Cremades)

…Y le llamó Mujer…

Nada hay más grande que la condición de “mujer”. Curiosa afirmación en un mundo globalizado en el que se quiere disimular la condición del género: Dios creó un hombre y una mujer con unas determinadas características que diferencian su sexo y su papel en el mundo. Son iguales en dignidad y respeto, en derechos y obligaciones, iguales ante Dios y ante los hombres. Ninguno es superior al otro y ambos cumplen “el Plan de Dios” en la tierra.
Por desgracia, el Maligno introdujo el pecado en el mundo, y es consciente que deshaciendo la familia, tiene ganada la partida en el camino de la salvación.
Así aparece la ideología de género, y en un diabólico “progresismo”, aparece el divorcio, y los llamados “progenitores A y B…y C…y qué se yo cuántas letras más.
Aparecen familias con hijos de las dos partes, fruto de relaciones de cada cual, y hasta se considera bien, por ese mal llamado progresismo. La mujer quiere ser tratada igual al hombre, y es de todo derecho. Pero los papeles en la sociedad, fuera del ámbito profesional, son distintos: no hay uno superior al otro. Ahora los padres colaboran en la educación de los niños y en las labores domésticas ayudando a su mujer. En eso sí se ha adelantado. La mujer trabaja fuera de casa para poder ayudar a la economía familiar y existen excelentes profesionales en todas las ramas del saber que son del género femenino. Otras veces, la mujer que trabaja fuera de casa, tiene que dejar el cuidado de sus hijos a los abuelos, o incluso a personas ajenas que les cuidan, cobrando una parte del salario que perciben las primeras. La sociedad está así.
Tanto valora Jesucristo- Dios a la mujer que quiso nacer de sus entrañas para hacerse hombre como nosotros. No hay don más grande que Dios pueda dar a la mujer.
Pero vayamos a la Escritura, Palabra revelada por Dios, fuente de nuestra fe. En el libro del Génesis encontramos el primer y más bello y limpio piropo que el hombre pudo hacer a la mujer:
“…Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada “mujer”, porque del varón ha sido tomada…” (Gen 2,23)
Damos un salto en la historia y nos encontramos en las bodas de Caná, en Galilea. Jesús ha sido invitado a una boda, en la que también están María y los discípulos. María, siempre atenta al bien de los demás, percibe que falta el vino; el vino es la fiesta, es la alegría; y la falta de vino puede poner en un compromiso a los novios. Y este quizá pequeño detalle no pasa inadvertido para María. Y le dice a Jesús: “No tiene vino”. Él responde: ¿Qué tengo que ver contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora” (Jn 2,3)
La respuesta de Jesús nos sorprende; parece casi como una respuesta un tanto “despegada”, o falta de cariño y de delicadeza. En este caso no le llama Madre, como cabía de esperar. Y sorprende.
Cuando en la Escritura algo sorprende, hay que detenerse y meditar. Dios quiere decir algo que está oculto a primera vista. Aquí la mujer representa a toda la humanidad. Ni desprecia a su Madre- que es también la nuestra-, ni desprecia a la Humanidad. No ha llegado su hora, la hora fijada por el Padre para el inicio del camino para la salvación del mundo, y, sin embargo, ante la presentación del problema que le anuncia María, se estremece, cede a sus ruegos, comprende la situación y no duda en resolver el problema. Ya nos está indicando un camino seguro para llegar a Él. Hemos de presentar nuestros problemas a María. San Bernardo la llamaba “el recurso ordinario”.
Por último, en la Cruz, en medio de los más terribles tormentos, mira a su alrededor y encuentra ¡cómo no! a su Madre y “al discípulo que tanto amaba”.
Y le dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26). De nuevo la llama “mujer”, expresando como antes, la condición de representante de toda la Humanidad.
Es curiosa la cita de “el discípulo que tanto amaba”; todos identificamos a Juan, el discípulo amado. Pero también podemos identificarnos nosotros en ese discípulo que queremos ser, y que el mismo Jesucristo dice” que tanto amaba”.
Somos de esta forma, amados de Dios.
 
Alabado sea Jesucristo

(Por Tomás Tomas Cremades Moreno)