miércoles, 28 de febrero de 2018

Poemas II,- QUE TU AMOR NOS DISTINGA

"Así pues, cada uno de vosotros dará cuenta de sí mismo a Dios. Dejemos, por tanto, de juzgarnos los unos a los otros: juzgad más bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano. Bien sé, y estoy persuadido de ello en el Señor Jesús, que nada hay de suyo impuro; a no ser para el que juzga que algo es impuro, para ése si lo hay .Ahora bien, si por un alimento tu hermano se entristece, tú no procedes ya según la caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por quien murió Cristo! Por tanto, no expongáis a la maledicencia vuestro privilegio. Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo." 

Rm 12;14-17

QUE TU AMOR NOS DISTINGA

Que tu amor nos distinga
Que sea lo primero que vean en nosotros
Que sientan tu existencia al vernos  y que se pregunten quién eres

Que deseen buscarte cuando nos miren
Que no provoquemos indiferencia
Que tu amor les hiera
Y les arranque de su indolencia

Que les moleste su confort
Al encontrarse contigo en nosotros
Que no nos cansemos
De proclamar tu reino con nuestro amor

Que seamos lugar de encuentro
Entre sus corazones desolados y tú
Y que nos mueva tu fuerza para no dar por perdido a nadie

Que tu amor nos distinga cada minuto de nuestra existencia
Que nos distinga y nos señale
Para que no olvidemos quien es nuestro Pastor
Y la Luz que guía nuestra vida

(Por Olga Alonso)

"«He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia, y con toda alma viviente que os acompaña: las aves, los ganados y todas las alimañas que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la tierra. Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.»" 
Gen 33; 9-11

lunes, 26 de febrero de 2018

MIS DOS CAMINOS Y TU CAMINO

“…Porque tengo enemigos, alláname tu camino…” (Sal 5), nos dice el salmista. Y llama la atención el pensamiento de “allanar tu camino”, el tuyo, no el mío, no mi camino, el que yo me he trazado. ¿Y por qué me tracé un camino? Porque mi camino es el de mi conveniencia, el de mis propios deseos, el que me marca mi corazón, que puede o no ser perverso.
Al hombre se le presentan siempre dos caminos: el de Dios y el del diablo; éste es más atractivo, aparentemente: todo satisface nuestros deseos, y es más fácil de seguir. Es un camino lleno de rosas, y colores amables, que esconden el camino de la perdición, porque es un camino a lo desconocido, pero sin Dios. Es un salto al vacío, a ninguna parte. ¡Perdón! Nos lleva al infierno.
Mi camino se convierte en perverso cuando no está orientado hacia Dios. Y lo más frecuente, en la vida, sobre todo cuando se es joven en la fe, inmaduro en ella, porque no ha sufrido aún los asaltos del enemigo, es que elijamos el camino de nuestra propia comodidad; incluso de nuestra vocación, que no es malo, es bueno, si es que la tenemos, si no ocurre que dudamos de qué nos gusta hacer, a qué dedicar nuestra vida…
El camino que Dios nos ofrece no es tan colorido, hay que pasar por el camino de la cruz; hay que atravesar por un valle de tinieblas, de dudas, de sufrimiento… ¡Qué bien se está aquí, decía Pedro en la Transfiguración del Señor…! (Mc 9,33) Y añade el evangelista: “…sin saber lo que decía…”
Es curiosa esta afirmación de Marcos que sólo aparece en la redacción suya, y no en la de Mateo ni Lucas… No sabía lo que decía porque no quería pasar por la cruz…quería estar con Dios resucitado, ya para siempre.
“…Porque no son vuestros pensamientos mis pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos…” (Is 55,8). Y ahí está la clave: encontrar el camino que Dios nos invita, no el que cada uno se elige.
Llega un día en que, como diría un “castizo”, “el santo se ha vuelto de espaldas”. Es interesante la sabiduría popular. Cuando el santo se vuelve de espaldas, cuando el que se vuelve de espaldas soy yo, realmente, toda la luz se vuelve oscuridad. Por eso, la sabiduría del lenguaje, del latín que nos educa, nos envía una palabra: “cum vertere”, que quiere decir “convertirse”, “volverse hacia”. Y esto es la conversión: volver atrás el camino que hemos errado.
El Libro de la Sabiduría nos dice:”… ¿quién puede conocer tu Voluntad, si Tú no le das la Sabiduría, y le envías tu Espíritu Santo desde el Cielo? Así se enderezaron los caminos de los habitantes de la tierra, los hombres aprendieron lo que te agrada, y se salvaron gracias a la Sabiduría.” (Sb 9, 18)
Sabiduría como Atributo de Dios, siendo la Palabra del Padre, Dios mismo. Hemos de pedirle a Dios, al igual que Salomón, que nos de esa Sabiduría que viene de su Trono de Gloria, pues:…”aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, sin la Sabiduría que procede de Ti, será estimado en nada…” (Sb 9)
Este libro de la Sabiduría que no fue compuesto por Salomón, pues las fechas de su elaboración no coinciden, en muchos siglos, con la época en que vivió, pero que bien pudo reflejar los sentimientos del hijo de David, Salomón.

(Tomás Cremades)

domingo, 25 de febrero de 2018

Los ríos del Señor




"De los manantiales sacas los ríos.
Para que fluyan entre los montes.
En ellos beben las fieras de los campos, y el asno salvaje apaga su sed. (Salmo 103)".

Tenemos que ser esos ríos .. entre los ídolos del mundo. Ser un río de agua viva para los que no tienen Esperanza. Contar a todos que DiOS nos ama ... Y nos espera con los brazos abiertos  como el padre del hijo pródigo ..tenemos que ser luz para los que están en tinieblas... Y así  que se cumpla en nosotros esto que dice el mismo Salmo:
"Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que el plantó."

AMÉN

(Carmen Pérez)

sábado, 24 de febrero de 2018

Poemas II.- NO SE PUEDE VOLVER ATRÁS


"Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» 68.Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»"  Jn 6; 67-69

 NO SE PUEDE VOLVER ATRÁS
No se puede volver atrás cuando se ha conocido la felicidad plena
No se puede regresar al lugar de las bagatelas cuando se ha hallado la vida Eterna
Todo se desdibuja y no sirve porque nuestros ojos han visto, nuestras manos han palpado, nuestros corazón ha sentido, la paz absoluta de Dios.
Y lo que antes llenaba la cadencia de nuestras horas,
Lo que perseguíamos, lo que soñábamos, pierde intensidad y se desmorona ante lo que Dios nos permite vivir en retazos de su felicidad.
No se puede volver atrás
Nada interesa allí, ya, en ese mundo que abandonamos y del que todo nos sobra
Aquí y ahora, vivimos cada minuto para entregar ese pequeño espacio a tu contemplación
Para encontrarnos contigo

(Por Olga Alonso)
  
"Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He sido la irrisión cotidiana: todos me remedaban. Pues cada vez que hablo es para clamar: «¡Atropello!», y para gritar: «¡Expolio!». La palabra de Yahveh ha sido para mí oprobio y befa cotidiana. Yo decía: «No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.» Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía." Jr 20;7-9

CATEQUESIS: "TÚ ERES MI HIJO AMADO" Mc 9 2-10


viernes, 23 de febrero de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 Evangelio del Domingo 25 de Febrero de 2018Mc 9,2-10

Escuchad a mi Hijo dijo Dios a Pedro Santiago y a Juan en el monte Tabor. Es una exhortación sin ningún tinte moral, una invitación para que la Encarnación alcance su plenitud en el hombre. Escuchar a Jesús en su Evangelio nos abre al imposible y no hay mayor imposible que un mortal llegue a ser hijo de Dios. Pedro, uno de los testigos del Tabor, en su primera carta a la primitiva cristiandad les y nos hace saber que hemos sido reengendrados de un germen no corruptible sino incorruptible... ¡del mismo Dios! por medio de su Palabra viva y permanente: El Evangelio (1 P l 23-25)  ¡Escuchadle!,tronó la Voz en el monte. Él es mi Palabra que se sobrepone a toda coacción moral que a todos viene pequeña. ¡Escuchad su Evangelio!, de sus entrañas emanan mi Fuerza y Sabiduría...y Jesús dirá a quienes quieran ser sus discípulos: Escuchadme, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.(Jn 8,31-32)... El Evangelio no os hará impecables pero sí libres para volver a volar.

(P.Antonio Pavía)
comunidadmariamadreapostoles.com

jueves, 22 de febrero de 2018

LA IMPUREZA EN EL HOMBRE (Mc 7, 14-23) (Evangelio del día 7 de febrerode 2018)

Texto Bíblico
Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended.
Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola.
El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» - así declaraba puros todos los alimentos -. 
Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.
Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.» 
Palabra del Señor

Comentario: La impureza en el hombre

Normalmente entendemos la impureza como los pecados contra la virtud de la castidad, en sus vertientes de palabras, obras y omisiones. Todos sabemos que estos pecados, que generan otros más graves, como la infidelidad o el adulterio, al margen de las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, están recogidos en los Diez Mandamientos y en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Pero, en este caso, Jesús, no habla de ello, sino de la impureza entendida como “idolatría”, el seguimiento a otros ídolos, llámese dinero, egoísmo, prepotencia,  abuso de poder…Por eso nos dirá Jesucristo, y enumerará claramente, que lo que sale del corazón humano es lo que le hace impuro, “idólatra”.

(Tomás Cremades)

miércoles, 21 de febrero de 2018

JONÁS



Jonás 1
1 La palabra de Yahveh fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos 
términos:
2 «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mí.»
3 Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de Yahveh, y bajó a Joppe, donde encontró un barco que salía para Tarsis: pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yahveh.
4 Pero Yahveh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse.
5 Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios; luego echaron al mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente.
6 El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios se preocupe de nosotros y no perezcamos.»
7 Luego se dijeron unos a otros: «Ea, echemos a suertes para saber por culpa de quién nos ha venido este mal.» Echaron a suertes, y la suerte cayó en Jonás. 
 8 Entonces le dijeron: «Anda, indícanos tú, por quien nos ha venido este mal, cuál es tu oficio y de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres.»
9 Les respondió: «Soy hebreo y temo a Yahveh, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra.»
10 Aquellos hombres temieron mucho y le dijeron: «¿Por qué has hecho esto?» Pues supieron los hombres que iba huyendo lejos de Yahveh por lo que él había manifestado.
11 Y le preguntaron: «¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se nos calme?» Pues el mar seguía encrespándose.
12 Les respondió: «Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.»
13 Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos.
14 Entonces clamaron a Yahveh, diciendo: «¡Ah, Yahveh, no nos hagas perecer a causa de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Yahveh, has obrado conforme a tu beneplácito!»
15 Y, agarrando a Jonás, le tiraron al mar; y el mar calmó su furia.
16 Y aquellos hombres temieron mucho a Yahveh; ofrecieron un sacrificio a Yahveh y le hicieron votos.
Jonás 2
1 Dispuso Yahveh un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.
2 Jonás oró a Yahveh su Dios desde el vientre del pez.
3 Dijo: Desde mi angustia clamé a Yahveh y él me respondió; desde el seno del seol grité, y tú oíste mi voz.
4 Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus olas y tus crestas pasaban sobre mí.
5 Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo?
6 Me envolvían las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza.
7 A las raíces de los montes descendí, a un país que echó sus cerrojos tras de mí para siempre, mas de la fosa tú sacaste mi vida, Yahveh, Dios mío.
8 Cuando mi alma en mí desfallecía me acordé de Yahveh, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo Templo.
9 Los que veneran vanos ídolos su propia gracia abandonan.
10 Mas yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios, los votos que hice cumpliré. ¡De Yahveh la salvación!
11 Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.
Jonás 3
 1 Por segunda vez fue dirigida la palabra de Yahveh a Jonás en estos términos:
2 «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad y proclama el mensaje que yo te diga.»
3 Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra de Yahveh. Nínive era una ciudad grandísima, de un recorrido de tres días.
4 Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.»
5 Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal desde el mayor al menor.
6 La palabra llegó hasta el rey de Nínive, que se levantó de su trono, se quitó su manto, se cubrió de sayal y se sentó en la ceniza.
7 Luego mandó pregonar y decir en Nínive: «Por mandato del rey y de sus grandes, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado ni pasten ni beban agua.
8 Que se cubran de sayal y clamen a Dios con fuerza; que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos.
9 ¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera, y no perezcamos.»
10 Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo.
Jonás 4
1 Jonás, se disgustó mucho por esto y se irritó;
2 y oró a Yahveh diciendo: «¡Ah, Yahveh!, ¿no es esto lo que yo decía

cuando estaba todavía en mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabía yo que tú eres un Dios clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal.
3 Y ahora, Yahveh, te suplico que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.»
4 Mas Yahveh dijo: «¿Te parece bien irritarte?»
5 Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una cabaña bajo la cual se sentó a la sombra, hasta ver qué sucedía en la ciudad.
6 Entonces Yahveh Dios dispuso una planta de ricino que creciese por encima de Jonás para dar sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino.
7 Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahveh mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino, que se secó.
8 Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste se desvaneció; se deseó la muerte y dijo: «¡Mejor me es la muerte que la vida!»
9 Entonces Dios dijo a Jonás: «¿Te parece bien irritarte por ese ricino?» Respondió: «¡Sí, me parece bien irritarme hasta la muerte!»
 10 Y Yahveh dijo: «Tu tienes lástima de un ricino por el que nada te fatigaste, que no hiciste tú crecer, que en el término de una noche fue y en el término de una noche feneció.
11 ¿Y no voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales?» 

El Signo de Jonás

Evangelio del 21 de Febrero de 2018 Lucas 11,29-32
El Signo de Jonás
29 Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.
30 Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.
31 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.
32 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.
COMENTARIO: LOS TRES DÍAS DE JONAS
(Jon 2,1-3)
En la predicación de Jesús hay siempre algo en común: la falta de fe de quienes escuchan. Ven que explica las Escrituras como quien tiene “autoridad”, ven los milagros que hace, y le dicen que es por arte de Belzebú…No los castiguemos: nosotros somos igual. Necesitamos evidencias para creer.
Y Jesús y les dice: “Esta generación es una generación perversa…” ¿Pensará así de nosotros? Por eso les pone el ejemplo del profeta Jonás, que emplazamos al lector a seguirlo en el capítulo indicado. La gente de su tiempo no cree a Jesucristo: “…es el hijo del carpintero, ¿de dónde saca esa sabiduría?…”
Y explica muy claramente el motivo que nos da para creer en Él: su Resurrección. Lo dice así: “…Esta generación pide un signo, sólo se le dará el signo de Jonás…” Es decir: Jonás resucita después de haber sido engullido por una ballena, a los tres díasJesús resucita del sepulcro a los tres días también.
Pablo reforzará esta imagen a los Corintios: “…si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe…” (1 Cor15,14)Y continúa:”… ¡Pero no, Cristo ha resucitado! (1 Cor, 15,20) 

martes, 20 de febrero de 2018

Poemas II.- YO QUIERO

"Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino." 

 
Mc 10; 49-52
 
 
 
YO QUIERO
 
Yo quiero hoy seguir tu voz por ese camino que hoy no veo
Yo quiero creer que tú abrirás mis ojos hoy, un día más y me permitirás caminar por ese lugar para el que mis ojos aún no están preparados
Yo quiero creer, ansiar, esperar que aún queda mucho por llegar
 
Quiero sentir que lo que he caminado hoy, es sólo el preludio de lo que me espera
Quiero abrir cada día los ojos a esa esperanza porque así, la vida en este mundo no se consume con el paso de los días.
Por el contrario, cada día, cada paso nos abre la puerta a un lugar más hermoso aún si cabe que el camino transitado ayer
Lleno de luz y paz,
Porque estamos más cerca de nuestro Dios

(Por Olga Alonso)
 
 
"Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y desde la tiniebla y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán, los pobres volverán a alegrarse en Yahveh, y los hombres más pobres en el Santo de Israel se recocijarán." 
Is 29;18-19
 

lunes, 19 de febrero de 2018

LOS BESOS DE DIOS


¿Alguna vez has sentido “el beso de Dios”? Seguro que lo hemos tenido, y no nos hemos dado cuenta. El beso de Dios se produce con una dulzura tal, que es capaz de anegar el alma sin que nos demos cuenta…más adelante…quizá mucho más adelante,comencemos a sentir su calor.

A veces cuando vas a trabajar en el metro, autobús, etc.,  de repente, sin imaginarlo, se te viene a la cabeza un versículo de un Salmo, o una frase que te impactó en la Misa del domingo. Dios te besó.
Otras veces sientes pánico ante una situación que no controlas…piensas en Él, y piensas: “No tengo miedo, el justo no temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor” (Sal 111). ¿Cómo te vino ese pensamiento? Ese justo, es pecador, pero busca “ajustarse” a Dios. Eres tú. Fue un beso de Dios.
Meditando la Escritura lees: “…Porque los que en ti confían, no quedan defraudados…” (Is 49,23). Es un beso de Dios. Ese día podías haber elegido otra forma de rezar, pero Él se presentó y te besó.
Quizá leyendo el librito de santa Faustina Kowalska, leas en una de las apariciones de JesúsMisericordiosodonde le revela estas estremecedoras palabras: “el alma que confía en mi Misericordia no perecerá, porque todos sus asuntos son míos”. O esta otra: “El alma más feliz es la que confía en mi Misericordia, pues Yo mismo la cuido”
Es posible que creamos en la casualidad de aquella situación en que alguien nos regaló el libro. Es posible que creamos en la casualidad de comenzarlo a leer un día que parecía aburrido, porque no teníamos plan. ¡No! Las casualidades no existen…Dios pone las situaciones de encuentro a nuestro alcance. Es un beso de Dios.
Tu hijo ha emprendido un viaje peligroso…y tienes miedo porque no te ha llamado…ya es tarde…Invoca a Dios. Pronto se pondrá en contacto contigo. Es una situación cotidiana, que puede pasar con frecuencia, ¿Dios se va a ocupar de eso también? Piensas… ¡Prueba y acuérdate que a lo mejor te pasó ¡ y pasó desapercibido por ti! Fue un beso de Dios.
Dios besó a Jeremías así: “…Si le digo: no hablaré más en su Nombre. Pero había en mi corazón algo así como un fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía” (Jer20,9) 
 me ha besado cuando me incitó a escribir estas palabras, y necesitaba decirlas…eran para  como un fuego abrasador que no podía apagar y me incitaba a compartirlas. Dios me besó.
Ahora, comienza a pensar las cosas que pasaron por tu vida; cuando algo o alguien de apartó de una situación difícil o pecaminosa; o de una situación corriente que no sabías cómo solucionar…Piensa en las personas que comparten o compartieron tu vida…Piensa cuando volviste la cara ante una situación, para no implicarte…piensa en las veces que dijiste NO a Dios. Él te sigue buscando, nos sigue buscando. 
Así es su Amor. Si no lo crees, ¡Haz la prueba! No pierdes nada. ¡Vive en la Presencia del Señor!

(Tomás Cremades)
 
 

viernes, 16 de febrero de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR ? Hch 9.5 para el Evangelio del Domingo 18 de Febrerode 2018 (Mc 1, 12-15)

EL VENDEDOR DE HUMO.- El Evangelio del primer domingo de Cuaresma nos presenta la triple tentación que Satanás, experto vendedor de humo, susurra al oído de Jesús. Nos centramos en la tercera: Si me adoras te daré toda la gloria del mundo. Quizás pensemos que sea una tentación más fantasiosa que real, pero si leemos atentamente el Evangelio vemos que es esa inclinación por "una gloria a ras de tierra"  lo que se interpone entre el hombre y el Hijo de Dios. Recordemos lo que dijo a los fariseos: "¿Cómo podéis creer, vosotros que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la que viene de Dios? Jn 5,44". Incluso después de resucitar a Lázaro, Juan comenta que la flor y nata de Jerusalén, aún creyendo en Jesús, le dieron la espalda porque prefirieron la gloria de los hombres a la de Dios Jn 12,42-43. Han pasado bastantes siglos y el vendedor de humo sigue ofreciendo su gloria que se puede ver, tocar y palpar .. pues está a ras de tierra antes que la Gloria Inmortal.
Solo una lectura pasionalmente amorosa del Evangelio nos posibilitaría ver, tocar y palpar la Gloria que nos pertenece y escogerla.
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jueves, 15 de febrero de 2018

Poemas II.- NO ME FUE FÁCIL

"Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»" 

Jn 4;13-15
 
 
NO ME FUE FÁCIL
 
Señor, no me fue fácil encontrar tu agua, pero sí recuerdo desde siempre, mi sed
Una sed que ha acompañado mi vida y mi transitar por el mundo
Una sed calmada tantas veces por esa agua que el mundo ofrece a cada paso.
Agua del mundo, fácil de encontrar y fácil de beber, agua que bebemos y que provoca aún más sed.
Tu agua, Señor, se busca desde la desesperación de un sed no colmada.
Se busca desde el grito de un alma cansada que, como tierra agrietada, reclama el agua que le devuelva la Vida.
Y tu agua se encuentra.
Yo la encontré arriba, en lo alto, escondida,  y comprendí que a tu fuente se llegaba por caminos de  renuncia a uno mismo, de espera, de paciencia y de creer firmemente que esta fuente tuya, escondida en lo alto, es la definitiva.
Cuando se prueba tu agua, Señor, se sabe que ninguna otra servirá.
Y aunque, a veces, en nuestra vida diaria, las aguas estancadas del mundo nos ofrezcan calmar nuestra sed, nosotros, los que un día bebimos el agua de tu mano, sabemos que nuestro manantial está allá arriba, en lo alto, preservado del mundo por la transparencia de nuestro Dios

(Por Olga Alonso)
 
 
"He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación,» Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación.» y diréis aquel día: «Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su nombre." 
Is 12;2-4

miércoles, 14 de febrero de 2018

UNA TRAMPA EN MI CAMINO

En el caminar del hombre por la vida se presentan muchos caminos y UN CAMINO: el camino de los hombres y el Camino de Dios. Y hemos de elegir. Casi siempre elegimos, entre tantos, uno que más nos satisface en ese momento en función de las circunstancias del momento. Y, cuando llevamos un cierto recorrido, un mes, un año, varios años…nos damos cuenta de los errores cometidos, y nos pesa volver a empezar. Y cometemos el error de mirar atrás. Nos lo recuerda Jesucristo: “…Nadie que pone la mano en el arado y mira para atrás es apto para el Reino de Dios…” (Lc 9,62)
Lo cierto, independientemente del camino tomado, es que el Maligno nos tiende trampas constantemente. Muchos son los Salmos que imploran a Dios: ¡Alláname el camino…” El problema es que las trampas son cada momento diferentes, y ni tan siquiera caemos en la cuenta de que hay trampas, perfectamente ocultas a nuestros pasos, tapadas de placer, cuando no de una falsa creencia de que lo estamos haciendo bien.
“…Han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera, han cavado delante de mí una fosa, pero han caído en ella…” (Sal 56). Salmo que, según san Agustín, canta la Pasión de Nuestro Redentor.
Permitidme un pensamiento gráfico: imaginemos un safari para cazar leones. Se hace una zanja enorme en el suelo, por donde se presume que va a pasar el animal. Se colocan ramas y plantas encima para taparlo, y en el recorrido se coloca algo que le pueda satisfacer, un pequeño animal indefenso, atado para que no escape, como trampa, que incita al animal a comérselo. Cuando la fiera huele al animalito, se acerca a él, pasando por la trampa, donde cae al fondo. De ahí es recogido por los cazadores.
Nosotros, de cara al Enemigo, somos ese animal indefenso, que está atado para que no escape; estamos atados a nuestras pasiones, nuestros lujos, nuestros gustos, nuestras aficiones…estamos atados al placer, a la vida fácil, al hedonismo. Y se nos tiende una trampa a nuestros pasos, conociendo nuestras apetencias…cada cual sabe ya cuáles son las suyas: casi todas pasarán por el amor al dinero; otras veces será nuestro propio “Ego”, vanidad, pedestal…así hasta completar la lista de los pecados capitales.
Puede incluso existir el engaño, la trampa, de creer que lo estamos haciendo bien. Que es más cómodo para mí aferrarme a una religiosidad que, sin ser mala, me distrae del Evangelio, la Verdad Revelada por excelencia. Pero que me dejan tranquilo. Además, a mi edad, no me quiero “complicar la vida”, pensamos…Cuando en realidad, el Evangelio nos “simplifica” la vida, nos pone de cara frente a la Verdad.
Quizá hayamos visto en las películas la anécdota que relato. Recordemos que en nuestra vida, como dice el Salmo 56, “…estoy echado entre leones, devoradores de hombres…”, y que sólo en el CAMINO DE DIOS, viviendo en su Presencia, abrazados al Evangelio, encontramos a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. (Jn 14,6)

(Tomás Cremades)
 
 
 
 

martes, 13 de febrero de 2018

Me quería y me salvó


"Desde el cielo alargó la mano y me agarró;

Me sacó de las aguas caudalosas 
Me sacó a un lugar espacioso 
Me libró porque me amaba. "
(Salmo 17)

Cuántas veces experimentamos esto ... Cuando ya no puedes más ... Y sientes como te da una salida .. 

Para que aprendas a confiar ... Él lo hizo con Pedro ... Cuando lo sacó del mar dándole la mano... Aprendamos a confíar Él está ahí ..deseando darnos la mano.

AMÉN

(Carmen Perez)

lunes, 12 de febrero de 2018

Pastores según mi corazón XXXVII.- Sabios según Dios


17

Sabios según Dios

 

Las últimas palabras que el Señor Jesús da como legado a sus discípulos antes de subir al Padre, palabras que Mateo nos ha hecho llegar, definen por sí mismas no solamente la misión de la Iglesia sino también su razón de ser. “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20).

El anuncio del Evangelio de la Gracia (Hch 20,24) y de la Salvación (Ef 1,13), no es una misión optativa en la vida de la Iglesia. Optativo sería que por ejemplo un sacerdote diese clases de biología o matemáticas en un centro educativo. Estamos hablando de un anuncio que es en sí mismo identificador y definitorio en el sentido de que los pastores elegidos por el Hijo de Dios son reconocidos por Él mismo como tales, es decir, como pertenencia suya, en la medida que la luz del Evangelio brilla en sus rostros; son discípulos que por el pastoreo, llevan la Palabra de Vida en sus bocas.

Hay, sin embargo, un aspecto en este texto que hemos citado de Mateo que es absolutamente fundamental para comprender la relación entre el Evangelio, la Iglesia y su Misión. Si nos fijamos bien, al tiempo  que el Hijo de Dios pone ante los ojos de sus discípulos el mundo entero como campo de misión, les exhorta a que enseñen a todos los hombres a guardar el Evangelio que han oído de sus labios; recordemos: “todo lo que os he mandado”.

Para entender mejor estas palabras de Jesús, hemos de tener en cuenta que el verbo mandar no tiene en Israel el mismo significado que en nuestra cultura occidental. Nosotros asociamos el mandato a toda una serie de elementos que conforman la legalidad; en este caso hablamos de ley, mandamiento, obligación, deber, etc. Si así fuera, Pablo no hubiera acuñado el término bellísimo citado anteriormente: el Evangelio de la Gracia. Si así fuera –repito- tendríamos que llamarlo el Evangelio de la ley,  de la norma, del precepto, etc.; lo reduciríamos a una especie de manual de perfección, para lo cual no hubiera hecho falta en absoluto la muerte del Hijo de Dios, como dice el apóstol Pablo (Gá 3,21).

Para un israelita que identifica mandamiento y mandato con palabra dada antes de cualquier otra connotación, el significado del legado de Jesús es bien otro. Tengamos en cuenta que el mismo Hijo de Dios llama mandamientos a las palabras que su Padre le hace oír en orden a su misión; y también que llama mandamientos al Evangelio que anuncia a sus discípulos: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15,10).

Es muy importante hacer esta aclaración para poder comprender que el Evangelio dado por el Hijo de Dios al mundo al precio de su sangre, de su vida, no tiene que ver nada con una especie de listón o medida para poder ser discípulo suyo, sino su don por excelencia; Pablo lo llama Fuerza de Dios para la salvación: “Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree…” (Rm 1,16).

Quizá ahora entendamos mejor la puntualización que hace el Señor Jesús a los suyos al enviarlos con su Evangelio al mundo entero. No es un envío para intentar convencer a nadie a que asuma o se comprometa con una serie de normas hasta ser considerados aptos para formar parte de su Iglesia. La aptitud llegará en su momento como fruto de la fuerza de la Palabra que les es predicada. Hablamos de amor, no de compromiso; el amor incondicional de quien guarda en su corazón la Palabra que sabe que le va a cambiar por dentro; es un guardar que se identifica con un abrazar, dicho de otra forma, es la debilidad abrazada a la Fuerza.

 

Evangelio, la respiración de Dios

A la luz de lo que acabo de decir, saboreamos en profundidad el envío que hace Jesús. Es un envío para enseñar a los hombres a guardar la Palabra. Además, teniendo en cuenta estas apreciaciones, vemos que el Hijo de Dios insiste en uno de los signos de identidad de sus pastores, que, como ya señalé, no es optativo,  y menos aún superfluo; Dios  les ha llamado para que con la luz que emana de la Palabra guardada en sus entrañas y hecha cuerpo por medio del anuncio, iluminen la tierra entera.

Guardar la Palabra, dada por Dios -no por los hombres, como diría Pablo (Gá 1,11-12)- no es tampoco una corriente o, peor aún, una variante de la espiritualidad de la Iglesia, el mismo Jesucristo ve en este abrazarse a su Palabra, protegiéndola de toda tentación de los sabios de este mundo, la prueba diáfana y cristalina del amor de una persona a Dios; el amor tal y como es, sin supersticiones o sublimaciones inventadas o sobrevenidas por carencias humano-afectivas. Parafraseando a Juan, podríamos decir que quien no ama al Evangelio que tiene en sus manos, que ven sus ojos, no puede amar a Dios a quien no ve.

Es más que evidente que todo esto que estoy exponiendo no tendría ningún valor en absoluto si no estuviese fundamentado por hechos concretos y palabras textuales del mismo Hijo de Dios; es indudable que sólo apoyados en su autoridad nos podemos atrever a hacer estas reflexiones catequéticas, sin duda contundentes, pero que marcan indeleblemente a los pastores, también maestros, llamados por Jesucristo para llenar el mundo entero de su Evangelio de la Gracia y la Misericordia.

Alentados, pues, por la autoridad del Hijo de Dios, nos añadimos al grupo de los apóstoles y nos sentamos con ellos para recibir la bellísima catequesis que Jesús les impartió acerca de la fuerza de la Palabra y su relación con el amor y la fidelidad a Él: “Le dije Judas –no el Iscariote- Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros u no al mundo? Jesús le respondió: Si alguno me ama, guardará mi Palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14,22-23).

Ya que nos hemos sentado alrededor de la mesa con los apóstoles, vamos a intentar reproducir la escena para poder apreciar mejor la sublimidad y excelencia de lo que Jesús acaba de decir a los suyos. Les está hablando de la vida eterna que van a recibir, como quien dice, de sus propias manos (Jn 14,1-3). Sí, les habla de la morada que les va a preparar junto al Padre, pero sobre todo les habla de Él, del Padre. Los apóstoles, aun con la desazón en sus corazones, oyen palabras inefables, intraducibles a cualquier parámetro de belleza, profundidad y grandeza como por ejemplo las que hemos citado.

No sabemos hasta dónde pudo llegar la comprensión de estos hombres ante las bellísimas confidencias, también promesas, del Hijo de Dios. Sin duda que pesaba demasiado el ambiente raro de esta cena, más que raro, derrotista y amargo; recordemos que Judas había salido del grupo para consumar su traición, es como si la muerte se hubiera puesto ya en camino hacia su Señor. Aun así, uno de ellos, Judas Tadeo, le hace una pregunta que podríamos definir como profética, pues está formulada a favor de todas las generaciones de discípulos que iban a suceder a estos que están alrededor de la mesa. El apóstol viene a decirle: Te estás manifestando a nosotros…, y el mundo ¿qué pasa con él?

La respuesta de Jesús es toda una declaración de intenciones acerca de la misión que va a confiar a estos hombres que están junto a Él y, por supuesto acerca de la misión insoslayable de su Iglesia. Su mayor servicio al mundo es el de ser anunciadores, portadores de su Palabra; gracias a ellos, a estos servidores de la Palabra, todo hombre podrá saber que Dios le ama, que se le manifiesta, que convive con él, y también tendrá la certeza de que su amor a Dios no es un espejismo o un delirio sicológico.

Recordemos: “El que me ama guardará mi Palabra…” En ella está encerrada/contenida el amor de Dios, su Padre. Es la Palabra de la que Juan nos dice que en ella está la vida (Jn 1,4). Digamos que ésta, la Vida, se abre desde la Palabra y da su fruto, el amor eterno. El amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como  a sí mismo; ahí está el principio y el fin de toda la moral, pues, como dice Pablo, el que ama –así desde Dios- no puede hacer daño a su prójimo; el que ama así, cumple la Ley (Rm 13,8-10) no como presupuesto moral, sino como fruto de la vida que lleva dentro. El que así ama, no miente a su hermano, ni le engaña, ni se aprovecha de él, ni le roba, ni le calumnia; por el contrario, le ayuda en la necesidad, está a su servicio, es indulgente, no le juzga… Eso hace con su hermano: el que tiene a su lado y el que vive allende a sus ojos y fronteras.

 

Cuanto más suyos, más nuestro

Así es como ama Dios y los que suyos son. Y suyos son los que guardan su Palabra: suyos son  por pertenencia, suyos son porque con Él conviven; recordemos: “Vendremos a él y haremos morada en él”. En este sentido podemos hacer nuestra la prodigiosa intuición de Paul Jeremie: El Evangelio es el tarro precioso de donde Dios saca su ternura para con los suyos.

Todo aquel que ha sido llamado por Jesucristo al pastoreo y que, como hemos visto, hospeda en su corazón su Evangelio, está también llamado a vivir algo asombroso e inaudito: su saber estar con Dios. La Palabra albergada en su interior forma en estos pastores un corazón apto para vivir con Él con toda la riqueza afectiva que esto supone, digamos que son hombres que conocen a Dios, con la dimensión abierta a la inmortalidad que el verbo conocer con respecto a Dios, contiene en la Escritura.

Un pastor que conoce a Dios y que de Él recibe el magisterio para darlo a conocer a las ovejas, en realidad no puede pedir nada más de su existencia. Los buscadores de la Verdad, del Absoluto, de Dios, saben mucho de esto; sí, saben de realizaciones personales no por lo que son sino por lo que Dios les ha hecho llegar a ser: pastores según sus entrañas, según su corazón.

Estos hombres viven sumergidos en una existencia que cabalga entre lo mundano y lo extramundano. Están en el mundo, ese es su campo de misión, sin ser del mundo (Jn 17,15-16). Viven este tipo de existencia –repito- humana y divinamente realizados, no tanto porque sean mejores que los demás, sino por quien vive en ellos (Gá 2,20). Viven, si se me permite una especie de metáfora, al compás y ritmo de una grandiosa aleación entre cuerpo y espíritu.

Esta forma de existir no les repliega sobre sí mismos, por el contrario, les impulsa a abrirse, con los tesoros de su Dios, al mundo entero sin exclusión alguna. A un mundo pobre, carente y escaso de inmortalidad debido al yugo que el dios dinero impone sobre su cerviz (Mt 6,24). El drama que cargan sus hermanos les pertenece, hacen suya la angustia existencial de Pablo que llegó a gritar ¡ay de mí si no evangelizara! (1Co 9,16). Estos pastores son también conscientes de que su alianza con Dios, fruto de su Palabra guardada, les lleva a hacer alianza con los hombres, con todos, los lejanos y los cercanos, ahí donde el motor del Evangelio les envía. No hay frontera que se resista a una alianza así, tejida con los hilos del amor eterno e indestructible de Dios.

También estos hombres son insultantemente libres, no están sujetos ni se dejan deslumbrar por la “última lumbrera, el sabio e inteligente de moda, el último grito en pseudoespiritualidad” que no pocas veces son como flor de hierba que se seca y desaparece (1P 1,24). Los pastores que Dios regala al mundo que llevan impreso en su alma el nombre de su Hijo, de ellos precisamente habló Él en estos términos: “Todo escriba –doctor de la Ley- que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo” (Mt 13,52).
Son pastores que conjugan libertad con dignidad, la que les confiere su Maestro, el que les parte la Palabra. Él es la Fuente de donde sacan, con gozo indescriptible, las aguas de la salvación profetizadas por Isaías: “Sacaréis agua con gozo de los hontanares de la salvación” (Is 12,3). Su ministerio refleja la libertad y también la dignidad en estado puro: no en vano son creación de Dios.