jueves, 30 de agosto de 2018

Poemas II.- DESDE ABAJO

En tu gesto, inclinado hacia quienes  te acompañaban en tu despedida, en ese gesto, quisiste dejarnos la esencia que debe emanar de un corazón que se precia de seguirte

Inclinado, olvidando la verticalidad de estar en pié, observando el mundo, y a los hombres desde abajo, como el grano de trigo.

Desde allí, desde abajo, al servicio de los hombres, al servicio del mundo por amor, el único mandamiento que recoge todos los demás.

Sirviendo, entregando el amor en ese gesto, para sostener y purificar los pies con los que nuestros hermanos caminan, los pies que les sostienen, el lugar dónde se apoyan para vivir; los pies que les hacen decidir los caminos por dónde transitar en sus vidas.

Y tú, allí, abajo, el lugar dónde nos dices que tenemos que estar entregando amor y servicio, servicio que es amor.

Dedicando nuestra vida a entregar con nuestras manos el amor que recibimos de ti y que cura los pies cansados, la vida cansada de los hombres.

Cuidando los pasos de quienes te buscan, y también de los que no lo hacen.
Derramando tu agua, tu vida, para llenarnos de tu amor

(Olga Alonso)

miércoles, 29 de agosto de 2018

CATEQUESIS: 8-"MARÍA, LA DISCÍPULA AMADA POR EXCELENCIA DEL PADRE

LOS VALORES ESPIRITUALES vs LOS VALORES DEL MUNDO


En la sociedad actual, en que todo se mide por su valor, podríamos preguntarnos por el valor del hombre. Valor no en sentido de su capacidad de afrontar o realizar hazañas, por ejemplo, de tipo militar, heroico, de salvamento, etc., sino en el sentido de cómo valorar a una persona en general. 
Yo creo que hay dos formas o criterios de afrontar este pensamiento: el primero por los valores espirituales; el segundo por los valores con los que “mide” el mundo.
Valores espirituales, hay muchos, naturalmente. Pero podríamos resumirlos en tres: Valores de VERDAD, valores de BELLEZA, y valores de BONDAD..
Los valores espirituales en el hombre son reflejo de los Atributos de Dios. Y los que queremos ser discípulos suyos sentimos en nuestro más íntimo “yo”, la necesidad de conseguirlos, de poseerlos.
Le dice el discípulo Tomás a Jesús: “…Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?...Le dice Jesús: Yo soy el camino, LA VERDAD y la vida, nadie va al Padre sino por Mí…” (Jn 14, 6)
Jesucristo es la auténtica Verdad de nuestra vida. Y hemos de encontrarle para encontrar esta Verdad. En el mundo que nos ha tocado vivir, necesitamos saber dónde está la verdad de todo, necesitamos encontrar el verdadero camino, dónde hallar la verdadera vida. Porque hay otros caminos que no son los verdaderos, y otras vidas que no son las verdaderas…y que se nos presentan más agradables a primera vista.
Lo entendió bien PilatoSu pecado fue no escuchar la Voz del Señor: “…He venido al mundo para dar testimonio de la Verdad. Todo el que es de la Verdad, escucha mi Voz…” Le dice Pilato: “¿Y qué es la Verdad?” (Jn18, 37-38)
Hermosa revelación de Jesucristo al mundo. Con claves para meditar: Él es la Verdad plena; y contesta con el Shemá: ¡Escucha Israel! 
Todo el que escucha su Voz, es decir, su Palabra, revelada en su Evangelio. Ahí está la clave: Escuchar su Evangelio.
Hay muchos Evangelios en que Jesús comienza: “En verdad, en verdad os digo…” En su Verdad, en su Palabra, poniendo su Nombre como garantía de certeza.
El segundo “valor” que tratamos es la BELLEZA. Toda la Belleza infinita de Dios se refleja en todo lo creado; y sobre todo en sus criaturas. Todo lo que es bello mantiene equilibrio natural. Lo entendió san Agustín en su libro de “Las confesiones”: “…tarde te amé, Belleza infinita, tarde te amé…yo te buscaba en la belleza de las criaturas…en la torpeza del placer desordenado…pero Tú estabas dentro de mí…y yo estaba fuera…tarde te amé”.
El equilibrio de la naturaleza, la belleza de los seres creados a su Imagen y semejanza…Todo nos lleva  a la Belleza de su Rostro, tal y como se nos manifestó en la Transfiguración (Mt 17)
La BONDAD; ¿Hay quien dude de la Bondad de Dios, revelada en su Hijo Jesucristo? El mensaje de Jesús es de perdón  al enemigo; de devolver bien por mal. La fe en Cristo es el mensaje del BIEN. Basta leer la Biblia, los santos Evangelios. “…Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único para que todo el que crea en Él no perezca…” (Jn 3,16)
Inspirados en esa Bondad, podemos afianzarnos en nuestro camino hacia el Bien, que es Jesucristo. Hacer el bien es encontrar en el otro, sea de la condición social, que sea: política, humana, religiosa, de género…, al mismo Dios. Y realizar en él,  el bien, por amor a Dios. 
Aquí hay un punto importante a señalar: hay personas no religiosas, que realizan actos buenos, actos de solidaridad con el prójimo; ahí hay una semilla de Dios. El cristiano no debe enfocarlo sólo desde el punto de vista solidario, aunque también: el cristiano ha de trascender a Dios, y encontrar en este necesitado a Cristo.
¿Y qué decir de los valores del mundo?
El mundo, no sigue estos criterios; normalmente “tanto vales cuanto tienes”. Se nos mide por otros tantos criterios contrapuestos a los anteriores; a saber: valores de PODER, valores de PLACER, y valores de RIQUEZAS
Basta asomarse a él: La lucha por el PODER, pasando por encima de los seres humanos.
La lucha por el PLACERdesordenado en su concepción. Dios hizo todas las cosas para el bien de los seres creados. Es el hombre quien puede tergiversar esos dones del Creador, en su propia dirección.
El poder de las RIQUEZAS. Ya lo avisó Jesús: “…no podéis servir a dos señores, pues aborrecerá a  uno y amará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero…” (Mt 6,24)
Y no es que el dinero sea malo en sí; es bueno o malo según el uso que se le de. No se puede hacer cualquier cosa por dinero. El Joven Rico del Evangelio se marchó triste al no poder aceptar el planteamiento del “Maestro Bueno” como le definió: “…vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme…” (Mc 10, 17-31; Lc 18, 18-23; Mt 19,16-22)

(Tomás Cremades)


martes, 28 de agosto de 2018

Partir la Palabra.- En sus manos




Dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra..(Gen 1,26)
.. entonces Yahvé-Dios modeló al hombre con polvo del suelo.. (Gen 2,7)

Hoy en la eucaristía.en la homilía, el Señor me hizo entender algo que me dejó exultante de alegría,el sacerdote estaba explicando del libro del Génesis como Dios creó todas las cosas con la palabra: "hágase".. pero al hombre lo hizo de barro con sus manos y le insufló su espíritu... me hizo pensar que ¡siempre estamos en las manos De Dios!..y me hizo comprender porqué eso de que Él terminará su obra en mí.. no estamos abandonados  estamos en las manos que nos crearon... Todo será perfecto .. ¡porque Él lo dice y lo hace!

ESTÉ ES NUESTRO DIOS

CP

domingo, 26 de agosto de 2018

Las obras de tus Manos (Sal 91)

..Tus acciones son mi alegríaY mi júbilo las obras de tus Manos
Si nos preguntaran de improviso a qué obras se refiere el salmista, nos quedaríamos perplejos sin saber contestar.
San  Atanasio comenta en este salmo, que se cumplen en él todas las maravillas realizadas en Cristo por obra de Dios Padre. Y, a una escala menor, sabemos que los salmos también se cumplen en todos cuantos buscamos a Jesucristo y queremos llegar a ser sus discípulos.
Y en este estado de cosas, las Manos del Padre hicieron posible que, por medio del Amor infinito entre Él y el Hijo, el Espíritu Santo engendrase en María a Aquel que habría de serle fiel hasta la muerte y muerte de Cruz, en reparación de nuestras infamias, idolatrías, traiciones y pecados.
Las Manos de Dios crearon el mundo a través de la Palabra, (Jesucristo, Palabra Eterna del Padre), como nos recuerda el prólogo del Evangelio de Nuestro Señor según san Juan:
En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada… (Jn.1, 1-3)…En el mundo estaba ,y el mundo fue hecho por ella… (Jn. 1,10-11)
Y en este sentido, el verbo “hacer” es el verbo “crear”, como podemos encontrar en el libro del Génesis:
En el principio (comienza igual)creó Dios el cielo y la tierra (Gen 1, 1)
…Hizo Dios el firmamento…
…Hizo Dios los dos luceros mayores…
…Creó Dios los grandes monstruos marinos…
Y así sucesivamente va alternando ambos verbos:
…Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…
Y podríamos, de esta forma, ir viendo las distintas formas de “hacer”= “crear” que tiene Dios a través de sus Manos. Son las obras de Dios.
Y pasamos al mundo que nos rodea en la actualidad del hombre de hoy. Y nos preguntamos como al principio, cuáles son las obras de las manos de Dios en nosotros.
Para responder, hemos de leer en el libro de nuestra vida, meternos en el cuadro que un día Dios dibujó, donde cada uno de nosotros somos protagonistas con Él. Y ver, en ese cuadro el camino de fe que recorrimos, los errores y caídas, nuestras traiciones; ver aquellos momentos, días o quizá años, en los que nos bastaba con ir a “oír” Misa; no la celebrábamos con el sacerdote en la presencia de Dios, sólo la “oíamos”.
Es cierto, es una forma de hablar; pero a lo mejor ahora sí que la celebramos. Hubo momentos en nuestra vida en que preguntábamos si llegando al Evangelio cumplíamos el precepto. Se trataba de eso, de cumplir. Y así acallábamos la conciencia.
Probablemente hicimos la Primera Comunión. ¿Fue la última durante mucho tiempo?
Después encontramos el amor de nuestra vida, novio o novia. ¿Lo amábamos de verdad? ¿Éramos capaces de respetarlo? Quizá nos amábamos a nosotros mismos, buscando el placer personal; el matrimonio vendría después o no, ¡quién sabe!
Y Jesús, sentado a nuestra vera, esperaba. ¡Qué razón tiene Pedro en su carta! : Mirad que la paciencia de Dios es la garantía de nuestra salvación.
Y un día cruzó su línea de universo con la nuestra: ese día conocimos a Jesús. Sería en una iglesia, o en una predicación, un amigo que nos habla…Da igual. Hemos estado como el pueblo de Israel dando vueltas durante mucho tiempo, y un día ¡zas! La revelación. Será nuestra particular “caída del caballo”, como la de Pablo.
Esas son, pues, las obras de las Manos de Dios en nosotros. Y, nuevamente, la Escritura nos recuerda:
¡Tu Amor es eterno, Yahvé, no abandones la obra de tus Manos! (Sal 138,8)

Alabado sea Jesucristo

(Tomás Cremades)
comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 24 de agosto de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5. Jn 6,60-69 para el Evangelio del XXIDomingo del tiempo ordinario 26-8-2018


La multitud que, como vimos, buscaba ansiosamente a Jesús, al haberse saciado de pan, se echa atrás escandalizada al oírle decir que sus Palabras son Vida y Espíritu, algo que es propio solamente de Dios. Se crea entonces una situación desconcertante para los doce Apóstoles... Jesús, para quien no puede haber seguimiento sin plenitud de libertad, les pregunta si también ellos quieren dejarle. Pedro, quizás el más torpe de todos, movido por el Espíritu Santo responde: "Señor ¿A quien vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna". He ahí la única razón que avala el seguimiento a Jesús, ni sentimentalismos, ni espíritu de sacrificio.. etc, sino el hecho de que tiene Palabras que nos llenan de Vida en la tierra, Vida que alcanza su plenitud traspasado el umbral de la muerte. Palabras que nos permiten conocer al Dios Vivo, no por lo bonitas que son sino porque se cumplen en nuestras interioridades, en esas fosas profundas de nuestra alma que albergan deseos infinitamente lejanos a nuestras posibilidades. Tenemos toda una vida a nuestra disposición para llegar a ver, tocar y palpar que Jesús no es "un supuesto hijo de Dios" sino el Hijo de Dios Vivo  cuyo Evangelio está sembrado de Palabras de Vida Eterna. Lo llegamos a saber..no porque las aprendamos de memoria sino porque cada una de ellas se convierte en promesa que, no es que se cumplirá, sino que se cumple en nuestro existir de cada día. No hay discípulo de Jesús que en su crecimiento como tal no avale y testifique esta bellísima e inapreciable verdad.

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)
www.comunidadmariamadreapostoles.com

jueves, 23 de agosto de 2018

Partir la Palabra.- El acontecimiento más importante

En la Cruz se produjo el acontecimiento más importante de la Humanidad. Allí estaban pocos con Jesús. No estaba más que uno de sus apóstoles, los demás le dejaron sólo. No sabían la trascendencia de lo que allí estaba pasando. Pero a mí, me ha dado la oportunidad de, sabiendo todo,  estar al pie de la Cruz con sus amados. ¿Como no voy a querer estar?.. Estaré aunque esto cambie mi vida por completo. ¡Reconoceré la grandiosidad de su muerte en la Cruz, de como sucedió y de lo que implica para la Humanidad!. Estar al pie de la Cruz es un privilegio,  es recibir directamente la sangre purificadora y la sabiduría de Dios y el torrente de agua, que es el Evangelio, desde su costado.
RSA

martes, 21 de agosto de 2018

Poemas II.- SÉ

Sé de la paz que tengo
Sé del oxígeno limpio y el alma ligera
Sé de tu consuelo, sé de tu presencia y tu voz
Sé de ti , Señor, porque me enseñas quién eres
Sé de tu ternura , de tu consuelo y de tus manos recogiendo mis lágrimas

Sé de mi vida porque sé de tu luz
Sé de los otros porque tus dedos curaron mi ceguera
Sé de mis sueños, que tanto han cambiado desde que sé de ti
Sé de tus ausencias, y tus regresos
Sé de mis dudas , de mis miedos y de mis pasos atrás

Sé de ti en mí y de ti que me llevas hacia los otros
Vivo sabiendo, Señor, un poco más cada día
Y no decaigo nunca, porque sé de Tí.

(Olga Alonso)


lunes, 20 de agosto de 2018

Salmo 21(20).- Liturgia de la Coronación

Texto Bíblico
(Del maestro de coro. Salmo. De David.)

jSeñor, el rey se alegra por tu fuerza, y cómo se alegra con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.
Pues te adelantaste con grandes bendiciones, y has puesto en su cabeza una corona de oro.
Te pidió vida, y se la has concedido, días sin fin, para siempre, eternamente.
Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y de esplendor.
Le concedes bendiciones incesantes,
y, con tu presencia, lo colmas de alegría.

Porque el rey confía en el Señor,
y nunca vacilará con la gracia del Altísimo.

Tu mano alcanzará a todos tus enemigos, tu derecha caerá sobre tus adversarios.
Préndeles fuego como a un horno, el día en que te manifiestes.
el Señor los engullirá con su ira
y un fuego los devorará.

Borrarás su descendencia de la tierra,
su posteridad de en medio de los hombres.

Aunque pretendan hacerte daño
y maquinen planes contra ti, nada conseguirán.

Pues tú los harás huir,apuntando a su rostro con tu arco.
¡Levántate, Señor, con tu fuerza! Vamos a tocar y a cantar tu poder. 

Reflexiones del padre Antonio Pavía al Salmo 21: 

Mi espíritu se alegra en Dios

Sabemos, tal y como nos dice el concilio Vaticano II, que los salmos tienen su cumplimiento y plenitud en Jesucristo y por Él en la Iglesia. 
María, es imagen de la Iglesia y es también imagen de Israel. En ella, Dios lleva a su plenitud las promesas, proclamadas por medio de  los profetas a su pueblo y, a través de él, prolongadas a todos los hombres. 
​Así, si vamos al profeta Ezequiel, vemos cómo Dios le muestra un campo lleno de huesos, y le dice: «Este cementerio es la casa de Israel, pero enviaré mi espíritu sobre estos huesos y vivirán».  «Y sabréis que yo, Yavé, lo digo y lo hago» (Ez 37,14).
«Lo digo y lo hago» es la única esperanza y certeza que tiene Ezequiel y, con él, todos los hombres que buscan a Dios: si Él lo ha dicho, indudablemente lo hará.

Y lo hace en el nacimiento de su propio Hijo. 
La Palabra desciende sobre María. Dios le dice«Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un Hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo» (Lc 1,31-32). Dios «le ha dicho» a María y le anuncia «cómo lo harừEl Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35), es decir, se hará por la misma fuerza de Dios.
​Como hemos visto, este salmo 21 es una aclamación festiva ante la fuerza que Yavé  despliega en favor del rey. 
También, ​María aclama la grandeza de Yavé ante la obra que está haciendo en ella, pero, a diferencia del rey del salmo, rompe todas las fronteras porque, si el rey exulta ante Dios por la salvación de su pueblo un solo pueblo, la exultación de María nace de la salvación que vislumbra del uno al otro confín de la tierra. En ella, la bendición de Yavé alcanza a todos los pueblos; en ella «el Yo lo digo y lo hago» es un anuncio de salvación para todos los hombres.
Y, sobre todo, en María, Dios crea la fe, la fe adulta, la fe en su plenitud. Dios la llena de sí mismo. Efectivamente, Isabel exclama: «Feliz la que ha creído que se cumplirían las palabras que le fueron dichas de parte de Dios» (Lc 1,45). Llena de Dios porque ha oído; llena de Dios porque se lo ha creído tan profundamente, que le responde: ¡aquí estoy!, hazlo conforme has dicho.
 Llena de Dios porque Él hizo en ella lo que en el profeta Ezequiel había prometido.
Y así, oímos inmediatamente después exultar a María con estas palabras: «Engrandece mi alma al Señor, mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque Dios ha hecho grandes maravillas en mí, ¡Santo es su nombre!» (Lc 1,46-49).
¡Santo es su nombre! La aclamación de las aclamaciones, la alabanza de las alabanzas. No es una frase de un ritual, no es una cláusula litúrgica, es la explosión del corazón de una mujer que ha visto la bondad, la misericordia, la fuerza de Dios actuando en ella, en su pueblo, en todos los hombres.
Exultante pero limitada a un pueblo fue la aclamación del rey del salmo. Ilimitada en el tiempo y en el espacio es la aclamación de María de Nazaret y, a partir de ella, la aclamación de todo creyente que, a lo largo de su historia, puede decir, al igual que María de Nazaret y sean cuales sean sus pecados, que Dios en él «lo ha dicho y lo ha hecho». Y lo expresa, no como una oración pía sacada de un manual, sino como un fuego que se eleva de un corazón y un alma exultantes, por lo que Dios hizo y continúa haciendo en él.

domingo, 19 de agosto de 2018

DE LA PROFECÍA DE EZEQUIEL


Dice el Señor por boca del profeta Ezequiel: “…Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará…” (Ez 36). No va a derramar sobre nosotros un agua limpia, pero nada más. No; es un agua pura. 
En el episodio del encuentro de Jesús con la Samaritana, cuando Él le pide de beber, ella le dice: “… ¿de dónde tienes esa agua viva?...” (Jn 4,14)
A lo que le responde: “… el que beba del agua que yo le de, no tendrá sed jamás, sino que el Agua que yo le de se convertirá en él, en fuente de agua que brota para la Vida Eterna…”
Él, Jesucristo, es ese Agua pura que ha de purificar el corazón del hombre de todas sus idolatrías, que no es otra cosa que el seguimiento a otros dioses: el dinero, la codicia, el sexo, el poder por el poder…Y llama la atención la palabra “derramar”. Derramar, siguiendo la RAE, es una palabra que, como muchas en nuestro lenguaje español, viene del latín “diramare” que significa la forma en que se separan las ramas de un árbol, esa forma aleatoria en que a la acción del viento se abren como en todas las direcciones. Y en el sentido geográfico, quizá en este caso, más explícito y representativo para la explicación que nos ocupa, significa la forma en que desemboca una corriente agua en el mar, la forma en que esta agua se derrama en el océano.
Y es que Jesucristo, así como derramó su sangre hasta la última gota, en el sacrificio de la Cruz, así derrama su Gracia sobre el hombre.
Y continúa Ezequiel: “…De todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne…”
Es decir, no se conforma Dios con darnos un nuevo corazón; no va a reconstruir en nosotros una nueva muralla como la de Jerusalén, ciudad del gran Rey, donde en su Templo habita la Gloria de Dios, como dirá David en el Salmo (50, 20): “…reconstruye las murallas de Jerusalén…”, para ser protegido; no. Dios hace en nosotros una nueva creación, nos da un corazón nuevo, arrancando nuestro corazón de piedra para darnos uno capaz de amar. 
La Iglesia retoma estos misterios cuando en la Eucaristía nos presenta en la Hostia Consagrada, el verdadero Pan del Cielo – Jesucristo -, diciendo: “…este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…” Que en la traducción original “qui tollispecata mundi   significa: “…que arranca el pecado del mundo”. ¡Qué gran sentido eclesial al retomar las palabras del Señor inspiradas a Ezequiel!
Y esa nueva creación en nosotros – la de nuestro corazón perverso y pervertido -, nos la indicadiciendo: “…haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos…”. Por otras catequesis ya sabemos que el verbo ”hacer” es sinónimo del verbo “crear”, como nos recuerda el libro el Génesis cuando Dios iba haciendo el cielo, los astros, los animales, las plantas…el hombre. Esto es, hacía, creaba.
Y esta forma de de indicarnos el camino, es sin violencia, pues Dios respeta la libertad del hombre. Dios quiere ser amado por el hombre en su libertad. Eso sí, nos indica el camino; Jesús lo recordará cuando dice a Tomás: “…yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…” (Jn 14,5), guardando su Palabra – su Evangelio -, como la Virgen  María “guardaba todas esas cosas en su corazón” (Lc 2, 49 y 51),haciéndolas suyas.
Y, al final de la revelación al profeta, hay una promesa de Dios: “…vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios…”
Y sabemos que Dios, al contrario que muchas veces el hombre, cumple sus promesas, es fiel, que es lo que significa el Atributo de su Fidelidad: “…Si negamos a Dios, él nos negará, si somos infieles, él permanece fiel porque no puede negarse a sí mismo…”
(Tm 2,13)
Alabado sea Jesucristo

(Tomás Cremades)

sábado, 18 de agosto de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 Jn 6,51-58 para el Evangelio del Domingo XXdel tiempo ordinario 19-8-2018

Jesús proclama en este Evangelio que Él es el verdadero pan bajado del cielo, la plenitud del maná con el que su Padre alimentó a Israel en el desierto en su caminar hacia la Tierra Prometida. Jesús, el Pan de Vida supone un salto cualitativo en la relación del hombre con Dios, hablamos del salto de la ley a la Gracia. Es cierto que encontramos muchas leyes en el Evangelio pero no constituyen su esencia. El Evangelio está a años luz de ser un manual de perfección. El que pretenda agradar a Dios por medio de leyes, incluidas las que contiene el Evangelio, termina encorsetando su alma en un marco ridículo que la lleva a la asfixia y tarde o temprano arremete contra quienes no cumplen como él. Jesús y su Evangelio son la Gracia y la Fuerza de Dios Padre que liberan el alma de toda coacción. El Evangelio no anula la Ley, la reviste de la Fuerza y la Gracia propias de Dios. Los verdaderos buscadores de Dios van al Evangelio hambrientos de su Fuerza; conforme se van haciendo con ella crece en sus almas la Sabiduría de lo alto... es entonces cuando pueden decir con el Salmista : "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad" (Sl 40;7-9)

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)
comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 17 de agosto de 2018

Salmo 20(19) .- Oración por el Rey

TEXTO BÍBLICO

¡Que te responda el Señor en el día de la angustia!, 
¡Que te proteja el nombre del Dios de Jacob!
¡Que te envíe auxilio desde el santuario,
y te apoye desde Sión!
¡Que se acuerde de todas tus ofrendas,
y le agraden tus holocaustos!
¡Que te conceda todo lo que desea tu corazón, y realice todos tus proyectos!
¡Que podamos alegrarnos con tu victoria,
e izar estandartes en nombre de nuestro Dios!
¡Que el Señor te conceda todo lo que pidas!
Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su ungido, y le responde desde su templo celeste con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían en los carros, otros en los caballos; nosotros invocamos el nombre
del Señor, nuestro Dios.
Ellos se doblan y caen; nosotros nos mantenemos en pie.
¡Señor, da la victoria al rey, y escúchanos cuando clamamos a ti!



Reflexiones del padre Antonio Pavía:  Dios, nuestra victoria


El autor invoca a Dios y le suplica que proteja al rey, que está invadido por la angustia, al igual que todo israelita, ante la presión que los enemigos de los reinos vecinos ejercen sobre el pueblo, el cual vive en la zozobra...

¿Por qué la muerte es nuestra enemiga? ¿No es porque puede aparecer como punto final ante todo lo que el hombre ha amado, vivido, creído, realizado…? 

Jesucristo recoge todas estas angustias experimentando Él mismo la turbación de la muerte.

Por eso, antes de la Última Cena, ya a las puertas de su Pasión, escuchamos a Jesús exclamar: «Ahora mi alma está turbada. ¿Y qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero, ¡si he llegado a esta hora para esto!» (Jn 12,27).

Jesucristo absorbe la angustia de todo hombre ante la muerte y la vence con su resurrección!

En el salmo, vemos cómo se anuncia que Dios dará su fuerza al rey para que Israel obtenga la victoria sobre sus enemigos. 

Dando un salto hasta el Mesías, vemos cómo Jesucristo, no es que tenga la fuerza de Dios, ¡Él mismo es la fuerza de Dios! Y al vencer su angustia ha vencido también la nuestra, por lo que podemos cantar con Pablo este triunfo: «La muerte ha sido devorada en la victoria. ..¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!» (1Cor 15,54-57).

El Hijo de Dios, en este combate con la muerte, siente la cercanía del Padre y escucha de su misma boca estas palabras que le confortan: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré» (Jn 12,28).

Así el apóstol Pedro nos cuenta respecto s Jesucristo en el acontecimiento de la transfiguración: «Porque recibió de Dios Padre, honor y gloria, cuando la sublime gloria le dirigió esta voz: “Este es mi hijo muy amado en quien me complazco”. Nosotros mismos escuchamos esta voz venida del cielo, estando con Él en el monte santo» (2Pe 1,17-18).

Dios Padre glorificó entonces a su Hijo y, tal y como prometió, le glorificó después de su muerte resucitándolo, y así lo hizo saber, por medio de sus ángeles, a las mujeres que habían acudido el primer día de la semana al sepulcro.

El Mesías está vivo y victorioso, y así lo anuncia el salmista al proclamar la victoria y la salvación que Dios otorgará al rey: «Ahora conozco que Yavé dará la salvación a su ungido; desde su santo cielo le responderá con las proezas victoriosas de su diestra».

El salmista invita a los fieles a aclamar la victoria de Yavé.

Nosotros aclamamos la victoria de Dios, de su Hijo y la nuestra, con el corazón agradecido de quien sabe que Dios lo ha hecho todo por él. Por lo que nos unimos al apóstol Pablo en esta aclamación que le salió del alma a nuestro hermano en la fe: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿Los peligros? ¿La espada?… Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó» (Rom 8,35-37).