sábado, 31 de diciembre de 2016

La Fatiga Inútil (por Tomás Cremades)

¿Cuántas veces habremos realizado en nuestra vida enormes sacrificios para conseguir algo que parecía que “se nos iba la vida en ello”? 
¡Cuántas preocupaciones que sólo han sido eso: pre – ocupaciones. Es decir, ocuparnos de algo que suponemos ha de llegar. Y luego, a lo mejor, o a lo peor, no llega.

El Evangelio nos pone frente a nuestra vida, frente a nuestras debilidades, pecados, angustias…” ¡Marta, Marta, te preocupas de muchas cosas; ¡sólo una es necesaria! Nos dice Jesús. ¡Y María ha elegido la mejor parte, y no le será quitada! La mejor parte: escuchar al Señor.
Sabemos que estamos de paso, que nos ha de llegar la muerte, pero está ahí, ¡parece que nunca llega, que sólo le llega a los demás…! Y, lejos de tener miedo, quizá miedo al dolor, no queremos mirar ni prepararnos para ella. Dios que nos creó con Él, no nos dejará sin Él, decía el santo. Dios que desde siempre pensó en nosotros, -Eterno Presente -, no nos dejará en el último instante, si le hemos sido fieles. Fidelidad que significa cumplir nuestro compromiso de amor con Él.
Ocurre que cuando te miras hacia dentro, y ves tu vida, tus anhelos quizá fuera del plan de Dios, te asustas…crees imposible el perdón del Señor. Y no es así; Dios no lleva cuenta de los pecados del pecador arrepentido. Dimas, san Dimas, pecador confeso, pero arrepentido de su vida, obtuvo el perdón de Jesucristo. Ahí está la “confianza”, que no es otra cosa que “fiarse” de Jesús, de su Amor y de su perdón.

Pues aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte del tiempo son fatiga inútil (Sal 89,10)

viernes, 30 de diciembre de 2016

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,6 para el Evangelio del Domingo 1 de Enero de2017


En  el Evangelio de hoy leemos  que Maria guardaba estas cosas en el corazón. ¿A qué cosas se refiere Lucas? A las que la Escritura llama "las cosas santas de Dios". Guardaba, que es lo contrario de rechazar, que Dios dispusiese que ni ella ni su Hijo tuviesen donde reclinar la cabeza en la noche santa en la que se nos dió como Emmanuel.Tambéen dispuso el regio comité de bienvenida al dar Maria a luz a Jesús: unos pobres y no bien ataviados pastores. Las cosas de Dios, sus planes y proyectos no cuadran mucho con nuestro sentido común tan previsor. Aún así cuando dejamos los nuestros de lado y acogemos los suyos, es cuando Dios crea en nuestras entrañas la fe que nos permite penetrar su Misterio..fe como la de ella....la Madre.

(Padre Antonio Pavía)
www.comunidadmariamadreapostoles.com

¡Sálvanos! (por Carmen Pérez)

"Apaciguó la tormenta en suave brisa y enmudecieron las olas del mar.." (Sal 106)

Cuando sentimos que estamos metidos en una tormenta ... que no sabemos ni de donde nos viene .. ni porqué.. como los apóstoles tenemos que decir: ¡sálvanos, que nos hundimos! ..y Él que esta ahí escuchando los gemidos de nuestro corazón que solo Él oye... nos dice: "hombre de poca fe porqué dudas..."

BENDITO SEAS

miércoles, 28 de diciembre de 2016

DIOS SE ENAMORA DE SU PUEBLO (del SALMO 136) (Tomás Cremades)

En la deportación del pueblo de Israel a Babilonia, los israelitas se encuentran a merced de los babilonios, que les tratan como a un pueblo esclavo, y conquistado.
 Incluso tienenque pasar por la humillación de tener que divertirlos con la música de sus canciones.

Y el salmista exulta de dolor, recordando a Jerusalén: “…que se me paralice la mano derecha, si me olvido de ti…”
“Que se me pegue la lengua al paladar, si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías…”
Es tanto el amor del israelita por su pueblo, por Jerusalén, ciudad de Dios, que prefiere las maldiciones antes que el olvido. Jerusalén es la Ciudad Santa, y su templo, donde habita la Gloria de Dios, en el Sancta Santorum. Aún hoy en día, “el israelita de verdad en quien no hay engaño”, (Jn 1,47), como le dice Jesucristo a Natanael cuando le encuentra rezando “bajo la higuera”, símbolo de la Iglesiatiene la costumbre- hermosa costumbre, para su fe -, de ser enterrado con una lápida sobre la que se colocan multitud de piedras. Todo el que haya ido a Israel, y visitado algún cementerio judío, podrá observar esto. Pues estas piedras representan, en palabras que comunicó a este autor que escribe, un árabe cristiano del lugar, el peso que tiene el difunto por no haber visto antes de su muerte reconstruida la muralla de Jerusalén. ¡Hermosa reflexión! Para decir el amor de este pueblo por su Dios y su templo.
No es de extrañar que Dios-Yahvé se enamorara de él, y lo eligiera como suyo. Los cristianos hemos de tomar ejemplo de ello, con la creencia que este templo representa el mismo Dios vivo Jesucristo, que con sus mismas palabras dijo: “…Destruid este Templo, y en tres días lo reconstruiré…” (Jn 2,19), profetizando su propia muerte y Resurrección.
Alabado sea Jesucristo

POEMAS DE AMOR DE DIOS AL MUNDO.- 12.-EL CAMINO QUE LLEVA A TÍ.- (por OlgaAlonso)


“Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús respondió: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.”
Jn 14; 5-6
Yo no sé cómo ha ocurrido casi me cuesta pensar en las partes del camino que me han llevado hasta Ti.
 
Has sido Tú quien lo ha hecho
es por tu fidelidad
que yo me encuentro contigo.
No son mis planes, mis metas,
eres sólo Tú el camino.
 
Y te pido, cada día
que me quites el temor
de abrir, de una vez por todas
a ti, Dios, mi corazón.
 
Entero, sin presupuestos
sin condiciones, sin planes
sin miedos y sin certezas
pero con plena confianza
de saber que, ya mi vida
reposa toda en tus manos.
 
Y encomendar a tus manos
igual que Cristo en la Cruz
mi espíritu, mi vida, todo.
Y saber que Tú, seguro
serás mi único alimento
para el resto de la vida.
Hasta que un día Tú quieras
que, tan llena ya mi vida
de Tu presencia infinita
no pueda yo distinguir
esta vida en este mundo
de tu vida, que es la eterna.
 
Y entonces mis ojos vean
como el ciego del camino.
Y se cumpla la promesa
que le hiciste desde antiguo
a nuestro Padre Abraham.
 
Ya no tengo dudas, Padre.
Tú existes y nos ocupas
Tú nos recoges del fango
nos rescatas y nos guías
Tú nos amas como nadie
ha amado al mundo jamás.
 
Tú nos creaste y, por eso,
ya nunca te cansarás
de la preciosa labor
de levantar nuestras almas
de este suelo que las prende
y elevarlas hacia el cielo
el lugar de donde nunca
debieron haber salido.

“Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.”
Salmo 15; 11

lunes, 26 de diciembre de 2016

AMAR LA EUCARISTÍA-HISTORIA-CAPÍTULO 7

del libro Historia del Santísimo Sacramento.- Autor D. Francisco Menchén)
Las persecuciones al cristianismo y la Eucaristía
Los cristianos fueron pronto perseguidos. Así en el año 64 nos encontramos con la persecución de Nerón donde muchos cristianos murieron en el anfiteatro también perdieron la vida Pedro y Pablo; el primero crucificado y el segundo decapitado.
A principios del S.II, en la región de Bitinia, gobernada por Plinio el Viejo, se produce una gran persecución de los cristianos ya que estos rechazaban el culto a los Dioses paganos lo que suponía fuertes pérdidas para los artesanos de estos dioses y los templos de los mismos; por otro lado cada vez aumentaban más en número, de ahí que se exacerbasen los ánimos. Como quiera que Plinio por orden del emperador Trajano había prohibido las asociaciones y dado la animadversión de gran parte de la población pagana contra los cristianos, éste, no sabía cómo actuar de ahí que decidiera escribir al emperador para recibir instrucciones.
En su carta describe a los cristianos como un grupo que siguen con su costumbre de “reunirse en un día fijado antes de la salida del sol, de cantar un himno a Cristo como a un Dios, de comprometerse con juramento de no perpetrar crímenes, a no cometer latrocinios ni pillajes ni adulterios, a no faltar a la palabra dada. Ellos tienen también la costumbre de reunirse para tomar su comida, que no obstante las habladurías es comida ordinaria e inocua.” También le hace saber que la región de Bitinia está llena de cristianos “Es una muchedumbre de todas las edades, de todas las condiciones, esparcidas por las ciudades, en las aldeas y en el campo”.
Plinio refiere al gobernador que de su comportamiento no puede referirse nada malo, por lo que desoye las acusaciones de infanticidio e incesto, pero sí que hace ahínco en su negativa de sacrificar a los Dioses, de rendir culto al emperador y de formar una asociación.
La respuesta o Rescripto de Trajano va a sentar las bases de la actuación imperial romana en su persecución a los cristianos:
“Trajano a Plinio. Has seguido, Segundo mío, el procedimiento que debiste en el despacho de las causas de los cristianos que te han sido delatados. Efectivamente, no puede establecerse una norma general, que haya de tener como una norma fija. No se los debe buscar, sino son delatados y si quedan convictos, deben ser castigados; de modo, que quien negare ser cristiano y lo ponga de manifiesto por obra, es decir, rindiendo culto a nuestros dioses, por más que ofrezca sospechas por lo pasado debe de alcanzar perdón en gracia de su arrepentimiento. Los memoriales, en cambio, que se presenten sin firma, no deben de admitirse en ningún género de acusación, pues es cosa de pésimo ejemplo e impropia de nuestro tiempo”.
Así se sienta una forma de actuar contra el cristiano que, salvo excepciones, siempre será la misma. Al ser Roma un estado de derecho se exigirá la presentación de una denuncia formal, se abrirá un proceso ante un tribunal donde se tratará por todos los medios que el acusado acabe por sacrificar a los dioses romanos, si lo hace queda en libertad, sino será ejecutado.
Durante las persecuciones cristianas, a veces nos encontramos con periodos o jueces que permiten la asistencia de los miembros de la comunidad cristiana que se encuentran en la cárcel; se trata de miembros que han sido denunciados por algún particular y que la justicia no ha tenido más remedio que actuar; a veces los jueces trataban en principio de ser complacientes y de persuadir al acusado para que sacrificase a los dioses romanos, cosa que nunca lograban.
Como quiera que el juez tenía que seguir su procedimiento, los acusados eran llevados a la cárcel y a veces se les dejaba que se celebrasen eucaristías dentro de la misma. No obstante esto no era lo normal; muchas veces tan solo se le permitía las visitas de algunos miembros de la comunidad que le llevaban alimentos, así como la de los Diáconos que le llevaban el pan consagrado. Estos miembros que estaban en la cárcel eran sometidos a grandes tormentos para que apostatasen, la visita de los Diáconos se hacían en pocas ocasiones por lo cual estos solían llevar una cantidad más que suficiente de pan consagrado para que les ayudasen en ese gran combate que estaban librando. Este pan se ponía en el lugar más digno de la celda y era objeto de adoración por parte de los presos, que a menudo pasaban grandes ratos orando en presencia del pan consagrado e incluso hacían vigilias nocturnas orando frente al mismo y fue esta adoración la que inspiró a los demás miembros de la comunidad
En el caso de los mártires, nos encontramos con muchos de ellos, en especial en el norte de África, que dieron su vida por haber celebrado la Eucaristía; en sus actas judiciales nos encontramos con testimonios que dicen “que sin Eucaristía no se puede vivir” mientras que en otro lugar, una mujer afirma: “porque soy cristiana voy a la Eucaristía” lo que nos lleva a concluir que la Eucaristía es lo más importante para el cristiano.
Por lo tanto es evidente que se ha producido en el cristianismo, desde el punto de vista histórico, una clara evolución: Los Apóstoles consideraron que Cristo en la última cena transformó su cuerpo y su sangre en el pan y el vino que estos tomaron en la misma. A continuación cuando después del discurso de Pedro, tras Pentecostés, muchos judíos devotos se convirtieron al cristianismo; aunque estos siguieron observando las leyes y tradiciones mosaicas, introdujeron como parte fundamental de su comportamiento religioso dos elementos diferenciadores del judaísmo, que motivó la separación de la antigua religión: la creencia firme de que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios que había resucitado de los muertos y la celebración de la eucaristía, en las dos especies del pan y el vino, que eran consideradas como el cuerpo y la sangre de Cristo.
Pero fue durante las persecuciones cristianas, en las cárceles, donde los cristianos eran sometidos a tremendas torturas, lo que daba lugar a un combate espiritual terrible, lo que motivo que estos mártires tuvieran la necesidad de contar con el Pan Eucarístico, el cual era considerado como verdadero cuerpo de Cristo, para poder consumirlo y entrar en contacto con el mismo Cristo y al mismo tiempo, dado a que las eucaristías en las cárceles se hacían en rara ocasiones, este Pan Eucarístico era guardado en algún lugar de las celdas donde era adorado, y en muchas ocasiones estos mártires oraban delante del Pan de Cristo llegando a celebrar vigilias nocturnas, antes de dar su sangre en los anfiteatros, o simplemente por las torturas a que eran sometidos.
Por lo que podemos decir que la adoración al pan consagrado, considerado como presencia real de Cristo, nace de la sangre de los mártires. Hay que tener en cuenta que los cristianos tenían la costumbre de orar en vigilias bien en la casa familiar o bien reuniéndose varias familias ya que solían vivir varias familias cristianas en el mismo barrio. Los mártires, al estar experimentando una lucha tremenda entre una fuerza que les tentaba a apostatar y salvar su vida y otra que les llevaba a reafirmarse en su convicción de que solo había un solo Dios, necesitaron no solo comulgar y tomar el pan eucarístico sino también recurrieron a la oración ante el pan consagrado, pasando grandes ratos e incluso vigilias de noches enteras de oración frente al pan eucarístico; y , fue por lo tanto la sangre de los mártires lo que dio lugar a la adoración eucarística, ya que de las cárceles esta adoración pasó a las casas y luego a los monasterios e iglesias
Como hemos dicho antes, el pan que sobraba se llevaba a las casas; en un principio se solía comer pero más tarde se dejaba en un lugar preferente de la misma donde la familia solía reunirse para orar ante la presencia de pan consagrado que se tenía como la presencia del mismo Jesús. Esto dará lugar a que pronto se estableciese un culto al pan consagrado, considerado este como la persona presente de Cristo. En ese sentido tenemos la Traditio de Hipólito, el cual nos da testimonio de este hecho, así como una serie de recomendaciones para que el pan eucarístico se ponga en un lugar adecuado que evite ser comido por los ratones.
Por consiguiente poco a poco se fue expresando la teoría de la transubstanciación, que si bien no llegó a ser doctrina permanente en la Iglesia hasta el IV Concilio Laterano bajo el Papa Inocente III en el año 1215, ratificado en el Concilio de Trento, como hemos visto desde siempre la Iglesia ha estado convencida de este dogma, aunque tardara bastante tiempo en hacerlo presente; de hecho es en el Concilio de Trento donde se fija de un modo definitivo la doctrina de la Iglesia en referencia a la Eucaristía y la adoración al Santísimo Sacramento, siendo una reacción al protestantismo, el cual señala que durante los seis primeros siglos de la Iglesia ésta no creía en la transustanciación, lo cual hemos visto que no es así, de hecho toda la Iglesia estaba convencida de la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía. 

PASTORES SEGÚN MI CORAZÓN (HOMBRES DE DIOS PARA EL MUNDO.- XX.- PLANTACIÓN DE DIOS


XX - Plantación de Dios


Comenzamos este capítulo con una de las profecías de Isaías que, a nuestro parecer, revela con mayor fuerza la misión del Mesías. Nos da a conocer que éste anunciará la Buena Nueva de la salvación a los pobres, a los cautivos, a los que, sobrecargados de tanto sufrimiento, tienen el corazón desfallecido. Contiene tanta fuerza su anuncio, su Buena Nueva, que podrá cambiar totalmente la vida de los que lo acojan: el luto y el abatimiento darán lugar al gozo, resurgirá  la alegría de vivir. Culmina Isaías su profecía con una promesa sorprendente: A estos hombres, rescatados por el Mesías de todas estas profundidades, se les llamará “robles de justicia, plantación de Dios para manifestar, irradiar su gloria” (Is 61,3b).

Por supuesto que el anuncio de Isaías alcanza a todos los discípulos del Hijo de Dios, a todos los que guardan su Evangelio. Hecha esta puntualización y dado el tema señero de este libro, centramos nuestra atención en aquellos a los que Jesús llama de forma especial al sacerdocio, por la particular resonancia con que les alcanza esta profecía. Así lo creemos porque especial es la misión de estos hombres, y que consiste de forma primordial en pastorear las ovejas que el Hijo de Dios les confía. Para llevarla a cabo necesitan un corazón como el suyo. Hablamos de pastores que puedan alimentar sus rebaños en pastos de sabiduría y discernimiento (Jr 3,15).

Plantación de Jesucristo, que es la Sabiduría y Fuerza de Dios (1Co 1,22). Así es como podemos llamar, con la autoridad que nos da la Escritura, a aquellos que el Señor Jesús llamó, y continúa llamando, “para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14a). He aquí un rasgo distintivo de los pastores que Jesucristo reconoce como plantación suya, obra de sus manos. Son hombres expertos en debilidades, empezando por las suyas; pero que, como la esposa del Cantar de los Cantares, están a gusto con Él (Ct 2,3). En esta intimidad son revestidos de su fortaleza. Su profundo estar con su Señor les impulsa a estar con los hombres con la Palabra de gracia que Él –su único Maestro- ha sembrado en el fértil terruño de sus almas.

Hombres que, guiados por su Maestro, han aprendido a estar con Dios como Padre suyo que es, a saborearlo (recordemos que en la lengua y cultura de Israel sabor y saber vienen de la misma raíz). Hablamos de hombres injertados en Dios por cuya razón irradian y manifiestan su gloria, y ante los cuales nadie queda indiferente, porque las huellas de Dios que configuran sus rostros son luminosas. Se les puede aceptar o rechazar, mas nunca ignorar. Su predicación así como sus liturgias llevan la misma firma: el Rostro de Dios, su Teofanía y su Teofonía –su Voz-.

Así como “los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento la obra de sus manos (Sl 19,2), estos pastores apasionados por el Evangelio, -lo que les hace apasionados también por los hombres, sobre todo por aquellos más cruelmente golpeados, cuya existencia es todo un grito de dolor- proclaman que Dios es bueno con todos, que, “como la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Dios para quienes le buscan…, pues se acuerda de que somos polvo” (Sl 103,13-14). 

Pastores misericordiosos con las debilidades de sus hermanos, porque han conocido en su propia carne la misericordia  y la ternura de Dios. Saben también que no brillan con luz propia, por ello no se atribuyen ningún mérito en su pastoreo; de ahí el auténtico pánico que tienen ante cualquier asomo de adulación. Se sienten entrañablemente cercanos, son testigos de que su hacer emana de la sabiduría y gracia de Dios. Ante estos pastores, los hombres “glorifican a su Padre que está en los cielos” (Mt 5,16).

Junto al Manantial de la Vida

Su ministerio sacerdotal va mucho más allá de los ritos externos y formalistas que, aun cuando necesarios, podrían, por su falta de profundidad, no reflejar a Dios. Es por eso que cuando predican y celebran desaparece su yo para dar paso a Jesucristo en cuyo nombre ejercen su misión, su pastoreo. Todos los hombres y mujeres que buscan ansiosamente el Camino, la Verdad y la Vida, lo encuentran en este Jesucristo que vive y actúa en ellos; es como si estos hombres  le prestaran su cuerpo para que vuelva a acontecer la Encarnación… Mucho saben de esto los pastores que viven la pasión inmortal por el Evangelio.

Encarnan, pues, al Hijo de Dios y, desde Él, comparten sus fatigas. Se da como una especie de causa y efecto entre las fatigas del alma que sobrellevan a causa de su misión y la luz que reflejan. Cuando son conscientes de esta relación causa-efecto desbordan de alegría, pues han venido a saber que su comunión con su Señor y Pastor es real. Comparten su misma fatiga, aquella que es la fuente de su luz, tal y como anunció el profeta Isaías: “Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos…” (Is 53,11).

Esta característica de los pastores no pasa desapercibida para los verdaderos buscadores de Dios. Ven en ellos una respuesta real a su hambre y sed de eternidad; la Trascendencia deja de ser para ellos algo quimérico para convertirse en algo posible, incluso palpable o, por lo menos, algo que va mucho más allá de ínfulas visionarias. Es tan atrayente esta posibilidad que, dejando de lado todo tipo de prejuicio, se acercan -eso sí, muy lentamente- hacia ellos. Saben que son lo que son porque han aprendido a vivir con Alguien…, a quien les gustaría conocer. Efectivamente, son para el mundo entero “robles de justicia y plantación de Dios que irradian su gloria”, como decía Isaías. De ellos dijo el salmista que son “como árboles plantados junto a las corrientes de agua, que a su tiempo dan el fruto, que jamás se amustia su follaje y que todo lo que hacen les sale bien” (Sl 1,3).

También Jeremías profetiza sobre estos pastores comparándolos con árboles que, junto a las márgenes del río, dan fruto incluso en año de sequía. El profeta ofrece un dato revelador que da la razón de su fecundidad: son hombres que han puesto su confianza en Dios; es tal la consistencia de esta confianza, cimentada en la experiencia que de Él tienen, que no conciben la posibilidad de que Dios les defraude. “Bendito aquel que se fía de Dios pues no defraudará su confianza. Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces… En año de sequía no deja de dar fruto” (Jr 17,7-8).

Estos textos son profecías que, al igual que la de Isaías con la que iniciamos este capítulo, se cumplen en Jesucristo, el Hijo de Dios, y en “sus plantíos”, en estos hombres que, cercanos a su corazón, pueden decir al igual que san Juan de la Cruz: “mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio”.

Pastores que reflejan el Misterio

Son hombres de Dios para el mundo, hombres para los demás, que han plantado su tienda al pie de la Cruz de su Señor y beben de la herida de su costado abierto, herida de la que mana su riqueza insondable. Saben del Misterio y el Misterio anuncian. No necesitan explicarse con palabras altisonantes, ya que el mismo Dios se explica a sí mismo, por medio de ellos, con las palabras que pone en sus labios. Cada vez que predican y anuncian el Evangelio, no se fían en absoluto de sí mismos sino del Pastor que les llamó, y a Él recurren. Son tan conscientes de su pobreza que incluso piden a sus ovejas que intercedan por ellos ante Dios a fin de que les haga aptos para transmitir el Misterio del Evangelio.

A este respecto, recurrimos a nuestro querido amigo Pablo, quien nos brinda un fiel testimonio de esta precariedad que a él mismo le acompaña: “… Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a conocer con franca audacia el Misterio del Evangelio, del que soy embajador entre cadenas” (Ef 6,18-20).

Son hombres de Dios, Él los hizo plantación suya. Con especial mimo y cuidado los sembró en las márgenes del Manantial de Vida que fluyó, como dije antes, del seno del Crucificado, manantial de Vida que ya había sido profetizado por Ezequiel: “Me llevó a la entrada del Templo, y he aquí que debajo del umbral del Templo salía agua, en dirección a oriente… A orillas del torrente, a una y otra margen, crecerán toda clase de árboles frutales… Producirán todos los meses frutos nuevos, porque esta agua fluye del Templo. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina” (Ez 47,1 y 12).

Acabamos de escuchar la profecía. Estos árboles, cuyos frutos y hojas son medicinales, están al servicio del mundo, aunque éste, en un alarde de autosuficiencia, proclame su superfluidad, e incluso puede llegar a hacerles objeto de todo tipo de ensañamiento. No se trata de ser masoquista y afirmar que esto no importe a los pastores; mas sí tienen asumido con gozo que han sido enviados al mundo, quien les aborrece en la misma medida en que su Señor fue aborrecido (Jn 15,20).

Repito, porque es importante insistir, que estos pastores no son masoquistas ni tienen ninguna pretensión de dar lecciones de nada a nadie. Son conscientes de que todo lo que son y hacen tiene un nombre y una fuente: el Amor de Dios hacia ellos. Saben que su              llamada-ministerio es una gracia; sí, sobre todo gracia. Ellos han sido los primeros en ser rescatados, y se estremecen ante el precio, exorbitantemente elevado, pagado por su rescate: la sangre del Hijo de Dios (1P 1,18). Puesto que saben esto, su anuncio está revestido de la más excelsa de todas las libertades: la de no pedir cuentas a nadie. Saben que Dios lleva a término su obra en todos aquellos que le buscan con sincero corazón: “…Pensad rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadle. Porque se deja encontrar por los que no le tientan, se manifiesta a los que no desconfían de él…” (Sb 1,1-2).

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, gritaron los niños hebreos cuando Jesús hizo su entrada mesiánica en Jerusalén a lomos de un asno, tal y como Zacarías había profetizado (Za 9,9). ¡Bendito!, gritaban jubilosamente, sin percatarse de que Aquel a quien aclamaban ciertamente venía en Nombre de su Padre…, lo que quiere decir: con su Fuerza, con su Salvación, con la Vida Eterna para todos.
Cambiamos de aclamadores. Ahora son los cielos  los que exultan, los que aclaman, los que viendo a los pastores según el corazón de Dios, gritan y aclaman: ¡Benditos los que recorren el mundo entero en el Nombre de Dios, los que van al encuentro de sus hermanos     –todos lo son- con su Fuerza, su Sabiduría, su Salvación, su Vida Eterna… ¡Benditos, sí, benditos sean estos pastores porque son hombres para los demás, para el mundo! 

Perseverar (Carmen Perez)

"Me consumo ansiando tu salvación 
y espero en tu palabra.. casi dieron conmigo en la tumba, pero yo no abandoné tus decretos.."(Sal 118)


Esto es lo que tenemos que hacer cuando estemos pasando por una noche oscura .. de las que te parece que todo es mentira que Dios no se ocupa de Tí ...

No abandonar, perseverar y orar para que el Señor te dé la mano. Él está aunque no lo veamos ni sintamos su presencia ..
SEÑOR dame vida para vivir tu Evangelio.

domingo, 25 de diciembre de 2016

DIOS HA PUESTO SUS PIES EN LA TIERRA. (Por María Pilar Rodríguez)

DIOS HA PUESTO SUS PIES EN LA TIERRA.

¿Cómo fue, cómo ocurrió? ¡algo se siente! ¡algo se respira! ¡¡"algo grande va a pasar"!!....
Se prepara una gran fiesta. La tierra entera expectante ya, se alegra por la visita de Aquél que está por llegar.
Preparemos "nuestra casa", pues no es cualquiera quien nos va a visitar.
Una mujer está encinta, y en su seno virginal lleva la inmensidad infinita, que por su SÍ y su HUMILDAD de Dios aceptó su voluntad.
A esta mujer sencilla llamada María, el Angel Gabriel le anunciaría que el que de ella iba a nacer sería el Enmanuel (Lc.1, 31-38). 
Preparemos "nuestra casa", pues aunque de la Virgen nacerá, Él querrá que en nuestra alma le engendremos y en nosotros habitar. 
María convertida en sagrario, ni corta ni perezosa a Isabel fue a visitar, pues informada por el Ángel, le dijo: "tu prima de seis meses está" (Lc 1, 36).
Y sucedió que Isabel al ver a María, el espíritu la inundó, y Juan en sus entrañas de gozo saltó (Lc 1, 39-41).
¡Llegó la hora del parto!!. No fue fácil ni sencillo, pues José y María pasaron gran dificutad, se le cerraron muchas puertas, pues no encontraban hospitalidad. Y después de muchas fatigas, a un establo llegaron a parar (Lc 2, 1-7).
¡El gran acontecimiento de la historia ocurrió!  ¡¡De la Virgen UN NIÑO NOS HA NACIDO!!  Es el Hijo de Dios, nuestro salvador; la luz que ilumina a toda la humanidad al poner sus pies en la tierra para disipar nuestras tinieblas y conducirnos a la paz y a la verdad (Lc 1, 78-79).
La madre toma a su Hijo en sus brazos y en pañales lo envolvió. Como no tenía cuna, en el pesebre lo recostó (Lc 2, 7). Ninguna cuna por majestuosa, semejante honor na recibido como la del humilde pesebre que al Niño Dios, entre pajas, vio dormido.
Preparemos "nuestra casa", pongamos una cuna en nuestro corazón; arrullemos y adoremos al recien nacido  nuestro Dios y Salvador.
¡¡Algo grande ha ocurrido!!......  ¡¡Ha nacido Dios!!
Los magos que le adoraron le ofrecieron sus regalos; estos son: Mirra, como hombre. Oro, como rey. Incienso, como Dios. Los pastores intrigados quisieron ver lo que los ángeles les anunciron, y corrieron a Belén también para adorarlo (Lc. 2-  11).
Y María asombrada, apoyada en José, ambos no entendían, no sabían los designios del señor, ni pretendían dar vueltas a la razón. Pero en fe y obediencia, porque creyeron en Dios, todas estas cosas las guardaban en su corazón.
Preparemos "nuestra casa". Dejémos entrar el Señor. El será nuestra alegría y nuestro consuelo en el dolor.
Aprendamos de María, y llevemos al Señor donde quiera que vayamos, y al presentarles a Dios, también otros salten de gozo ante la presencia del Redentor.
¡¡"GLORIA A DIOS EN EL CIELO, Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD"!! (Lc. 2, 14)

POEMAS DE AMOR DE DIOS AL MUNDO | 13 .- Testigos de Tu Luz.- (OlgaAlonso)

TESTIGOS DE TU LUZ

“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.”
Hech. 1; 8

Cuando estamos en tu Luz,
se nos ilumina el mundo
y nos haces tus testigos.
Y nos muestras los lugares
donde Tú quieres que estemos,
donde Tú quieres estar.
Sitios que no conocemos
que nunca habíamos visto,
espacios entre los hombres
que necesitan de Ti.
Y no lo saben pedir.
Y tan sólo se limitan
a preguntarse, en silencio
dónde estás, si es que Tú existes
dónde hallarte, en qué lugar.
Y una vez que Tú nos llamas,
y nos pides que acudamos
Tú desatas nuestra boca
y te ocupas de habitar
estos huecos en el mundo.
Y no vemos qué sucede
en el corazón del hombre
que ve tu Luz en nosotros.
Sólo creemos en Ti
y tenemos la certeza
de que Tú te ocuparás
del resto de la tarea.
Y que harás, una vez más,
nacer un nuevo Hijo tuyo
en el hombre que recibe
sin resistirse, Tu Luz.
Y por eso, mi Señor
Tú quisiste un día que fuéramos
tus lámparas en el mundo,
tu presencia en las tinieblas,
tu esperanza para el hombre.
Y sabemos, Padre nuestro
que el trabajo que nos pides
hubo un día, en nuestras vidas,
que lo hicieron con nosotros.
Alguien que quiso aceptar
ser vasija de tu barro,
ser portador de tu Luz.
Alguien que iluminó
con aquella Luz mi vida.
Y por eso, ¿cómo no
recoger aquel testigo?
¿cómo no entregar mi vida
a que otros se iluminen
con tu eterna claridad?

“Señor, tu misericordia llega al cielo; tu fidelidad hasta las nubes;… porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz.”
Salmo 35; 6,10

sábado, 24 de diciembre de 2016

Dios mío: llene la tierra tu gloria (Salmo 56) (por Mari Pili)

"Elévate sobre el cielo, Dios mío y llene la tierra tu gloria" (Salmo 56). 

Desde lo alto, observas tú Señor, el comportamiento de todas tus criaturas porque tu deseo es rescatar y bendecir con tu amor a todos los hombres de la tierra. Por eso, Señor, extiende tu manto de gloria desde lo alto y envuelve a todas las gentes que confían y esperan en tí, porque de tí procede todo bien y nos lo quieres dar a manos llenas. Sí Señor, llénanos de tí, de tu verdad, tú mismo eres la Verdad, y contigo no seremos arrastrados por la falsa gloria mundana.

     Tú eres Señor, nuestra paz y nuestra gloria, porque el mundo rebosó de esta gloria y fue bendecido con la Encarnación de tu Hijo Jesucristo; con su Evangelio, por el cual entregó voluntariamente su vida en la cruz, y después  de su resurrección y ascensión a los cielos a toda la tierra llegara su Palabra, enseñándonos un camino perfecto para nuestra salvación. 
     Yo soy sólo un granito de esa tierra sobre la que tú Señor, quieres llenar de tu gloria, y como me conoces bien y sabes que espero en tí, aunque no merezco nada, sólo te digo: soy pecadora, ten misericordia de mí. Espero y me agarro a tus Palabras: "No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío". (Isaías 43,1).

viernes, 23 de diciembre de 2016

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 25 deDiciembre de 2016 (Día de Navidad)

Hoy la Iglesia nos alegra el oído con el inefable Prólogo del Evangelio de San Juan. Imposible abordar la infinidad de manantiales que fluyen de él; lo mejor que podemos hacer es escuchar estas palabras "de espíritu y vida" (Jn 6,63) con el temblor del alma de quien sabe contemplar y adorar al Invisible. Dios se ha hecho Emmanuel con nosotros. Su Palabra encierra la plenitud de la Vida..la Vida en abundancia, eterna, que nos ofrece el Señor Jesús (Jn 10,10). 

Conforme una persona va acogiendo y acariciando su Evangelio, el Emmanuel-"Dios con nosotros"- se hace en ella Ithiel..que significa "Dios conmigo". 

¡Feliz Navidad, pues..! ¡Feliz Dios contigo!

Esto es la Fe adulta.

(Padre Antonio Pavía)

www.comunidadmariamadreapostoles.com

Nos das la Paz (por Carmen Pérez)

"Señor, Tú nos darás la Paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú.." (Isaías 26)


Cuando confiamos en que el Señor sabe lo que más nos conviene ... aunque nos parezca a nosotros que eso que nos está ocurriendo no es bueno ... tengamos fe, dejemos las cosas en manos del Señor ... y veremos que Él siempre hace lo mejor... cuando pongamos todo en sus manos, todo se resolverá según sus deseos .... y obtendremos la Paz.
 
No olvidemos que el Señor nos dice: "Retiré de sus hombros la carga"

ESE ES NUESTRO DIOS. CONFIARÉ Y NO TEMERÉ

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Formas de Adoración (por Tomás Cremades)

INTRODUCCION

Los tres términos, latría, dulía e hiperdulía, son distintas formas de adoración y de veneración en la Iglesia Católica. Yahvé reclamó adoración en (Éx 7, 8 y 9). El propio Jesús reclamó adoración a Dios en el Evangelio de Lucas: ‘Jesús le respondió; Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y sólo a Él darás culto’ (Lc 4:8). En general se reclama adoración a Dios en varios casos del libro de Jueces, donde Yahvé castigó a los israelitas por el pecado de idolatría.
Por otra parte, Jesús reclama para sí mismo igual honra y veneración que se le da a Dios: ‘Porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha entregado a su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo ha enviado’ (Jn 5:22-23) Y San Pablo lo confirma en su carta a los Filipenses: ‘Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en todos los abismos’ (Fp2:10).
Pero además de la adoración está también la veneración debida a los mártires y santos. En el año 156, en el ‘Martyrium Policarpi’, conocido también como ‘Martirologio’ o ‘Actas de los mártires’, se hace la distinción entre ‘adoración’ y ‘veneración’, cuyas definiciones trataremos de definir en este trabajo, así como la especial veneración debida a nuestra Madre celestial, la Virgen María.
LATRIA
‘Latría’ es un término proveniente del latín ‘latria’ y éste, a su vez, del griego ‘latreia’, cuyo significado es ‘adoración’ o ‘culto’, el cual es utilizado en la teología católica para ser ofrecido absolutamente a Dios. Sinembargo, el culto de ‘latría’ igualmente debe ser ofrecido a Jesucristo al recordarle como el Jesús Resucitado, pero no en la época en que Jesús aún permanecía en la tierra como humano.
De acuerdo a lo expresado por Santo Tomás de Aquino, la ‘latría’ es un acto de devoción y, por lo tanto, se relaciona con la virtud de la religión, ya que se vincula con la adoración y el culto a Dios Padre y a Dios Hijo, Jesucristo. El acto de devoción brota de la voluntad, y en quien que a través de la ‘latría’ recae la devoción y la adoración es exclusivamente en Dios y en Jesucristo resucitado.
 
LATRIA RELATIVA
Se le llama así al culto tributado a las imágenes y reliquias de Jesucristo, como es el Sudario de Turín, en el cual existe un gran respeto y devoción. La imagen o reliquia no merece el culto por sí misma, y por eso la ‘latría’ es relativa. Merece el culto por Cristo, quien sí merece y recibe el culto absoluto.
DULIA
Es el culto que se da a los ángeles y a los santos. Teológicamente, la ‘dulía’ es la veneración hacia los ángeles, los santos y hacia los beatos que estén en proceso de santificación. Según Santo Tomás de Aquino, la ‘dulía no es comparable con la latría o adoración a Dios y a Jesucristo resucitado, en el sentido de que la ‘dulía’ va dirigida hacia varios seres, mientras que la ‘latría’ se dirige hacia un ser superior. La veneración a los ángeles se debe por sus privilegios de poder ver a Dios en persona.
HIPERDULIA
Según la Real Academia de la Lengua (RAE), el prefijo ‘híper’ significa ‘superioridad’ y denota un grado superior al normal. La ‘hiperdulía’ es el culto de veneración que se rinde a la Virgen María por ser la Madre de Dios; la Madre de Jesucristo. El culto de ‘hiperdulía’ es básicamente el mismo que el de ‘dulía’, sólo que en la hiperdulía se muestra que existe más amor, respeto y confianza ante la gracia que María recibió de Dios. El término ‘hiperdulía’ fue mencionado por primera vez en el Concilio Vaticano II según la Constitución Dogmática ‘Lumen Gentium’, en el capítulo 663 del año 1963, no existiendo referencia alguna a un término idéntico desde antes de dicho Concilio.
CONCLUSION
De forma escueta, el significado de cada uno de los tres cultos es el siguiente:

Latría o adoración: Culto que sólo se debe a Dios por tener la excelencia absoluta e infinita, y a su Hijo Jesucristo resucitado. Dulía: Veneración que se hace a los ángeles, a los santos y a los beatos en proceso de santificación, por la excelencia de sus virtudes. Hiperdulía: Veneración especial a la Virgen María, considerada el ser más grande en gracia y amor, después de Jesús.

 

lunes, 19 de diciembre de 2016

AMAR LA EUCARISTÍA.- CONVERSIONES - 6.-MARTHE ROBIN




Muchos son los testimonios que el Señor pone en manos de sus hijos más desfavorecidos, que evidencian la grandeza de Dios presente con presencia real en el sacramento de la Eucaristía.
Si en textos anteriores hemos ido testimoniando el milagro del Señor para cada uno de sus hijos, que posteriormente nos enriquece en la fe, leamos con atención esta increíble historia.
El Papa Francisco, al reconocer sus virtudes, vividas en su enfermedad desde la cama, empuja con fuerza hacia el camino de su beatificación.
Nace la niña Marthe en la localidad francesa de Chateauf-de Galeur, cerca de Lyon el año 1902, cuando sus padres, campesinos en ese lugar, ya tienen cinco hijos. A la edad de 26 años, sufre de una encefalitis que le deja postrada en cama, con parálisis total de su cuerpo, ciega y con imposibilidad de deglutir cualquier tipo de comida o incluso bebida. La medicina de aquellos años se ve incapaz de la curación, y, a instancias del médico, le administran la Unción de los enfermos para prepararla para morir; su enorme piedad le permite estar preparada para entrar en la Vida con el Señor. Esto sucede un miércoles; pero una semana después, continúa viviendo, y así sucesivamente durante 53 años. Es decir, vive de esta forma, sin recibir ningún alimento ni aguaSólo el alimento Eucarístico le mantiene viva.
Su Director espiritual, el padre Finetle traía la sagrada Comunión una vez por semana, y alguna vez observaron que la sagrada Forma “volaba” hacia ella directamente. Incluso un obispo “testificó” que vio cómo se disolvía una vez que pasaba por sus labios. Es entonces cuando entraba en éxtasis y revivía los estigmas de la Pasión de Cristo, quedando como muerta. Solamente cuando su Director espiritual la llamaba a la vida, volvía en sí. Dios le había adornado también con los carismas de “ver”, por así decir, el interior de las almas, y les animaba a cuantos iban a verla, en sus preocupaciones.
Hay un caso similar en la historia de la Iglesia, en ese carisma, que es el del padre Pío de Pietrelcina, que “adivinaba” en las confesiones, los pecados ocultos de los penitentes, y se los “sacaba” afuera para que pudieran ser perdonados.
“El cuerpo y la Sangre de Cristo son mi único alimento sobreabundante”, comentaba. No hay de qué asombrarse.
Son innumerables los testimonios de obispos, cardenales, y personajes de la cultura, que fueron testigos de este prodigio. Destaca la figura del académico Jean Guitton, amigo de PabloVl, a la sazón el único laico que participó en el Concilio Vaticano ll, quien en su libro: “El retrato de Marthe Robin” aporta pruebas fehacientes de la veracidad de estos prodigios, consciente – según comenta él mismo -, de las dudas que se pueden presentar a cualquiera ante tales acontecimientos milagrosos. Otro personaje conocido en el mundo cultural de la época fue el filósofo escritor Marcel Clement, que la entrevistó en varias ocasiones durante elperíodo de la ll guerra mundial, y al que Marthele hizo varias confidencias sobre la guerra, sin haber oído radio, ni prensa ni TV.
Por si fuera poco lo relatado hasta ahora, desde su postración, fundó lo que se conocía como “foyers de Charité”, (hogares de caridad), para ser, en sus propias palabras, “hogares de luz, caridad y amor”. Fue la Santísima Virgen la que dio instrucciones de cómo debían ser estos hogares: dirigidos por un sacerdote –el Padre -, en silencio, sólo con las predicaciones del Padre, llevando una renovación completa de la fe, durante cinco días. En palabras de Marthe, “tres días no convierten un alma”. Todo ello inspirado en los ejercicios de san Luis de Monfort. (Se recomienda leer “el tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen” de san Luis de Monfort). 
Una vez se encontró en su cama una copia de este libro. Marthe comentó que había sido la Virgen la que lo había dejado allí. El historiador Jean Jacques Antier en su libro “el viaje inmóvil” recuerda que desde su cama logró fundar más de 70 “Hogares de Caridad” en los cinco continentes.
Su muerte se produce el 6 de febrero de 1981, y la causa de su beatificación se está estudiando en Roma, por la “Congregación de la causa de los Santos”.
Por último, en el año 1939 comenta: “Señor, me ofrezco, me doy a mí misma a Ti, por todas las almas del mundo, por la santidad de tus amados sacerdotes, especialmente por aquellos cuyos pecados llevo en mi corazón. Que a través de mí, Señor, por mi oración, por mi amor, por mis sufrimientos, por mi inmolación, por toda acción exterior que pueda yo tener, que por mi vida entera, el apostolados de ellos sea más efectivo, más fructífero, más santo, más divino”
Que todo este relato, nos sirva para comprender mejor que:
“…mi Cuerpo es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida…” (Jn 6,55)
 
Alabado sea Jesucristo y Adorado sea el Santísimo Sacramento