jueves, 30 de mayo de 2019

Salmo 46(45).-Dios con nosotros

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, defensor siempre alerta en los peligros.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, aunque se desplomen las montañas en
medio del mar; aunque las aguas del mar bramen y hiervan, y por su furia se estremezcan los montes.
iEI Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob!
El correr de las aguas alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Dios está en medio de ella: no vacilará. Dios la socorre al despuntar la aurora.
Braman las naciones, los reinos se tambalean, pero él alza su voz y la tierra se estremece. iEl Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de
Jacob! Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que ha hecho en la tierra: pone fin a las guerras hasta los confines del mundo, quiebra los arcos, despedaza las
lanzas y prende fuego a los carros.
«¡Rendíos y reconocedlo. Yo soy Dios, más alto que los pueblos, más alto que la tierra!»,
iEI Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob!

Reflexión: Dios, nuestro refugio

Nos encontramos un himno comunitario de alabanza a Dios por su protección para con
el pueblo. «Dios es nuestro refugio y fortaleza, defensor siempre alerta en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, aunque se desplomen las montañas en
medio del mar...». ¿Por qué el pueblo aclama con tanto fervor y certeza que permanecerán siempre firmes a pesar de que puedan sobrevenir acontecimientos adversos?:Es porque «el Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob».
Sin embargo, Israel sigue un camino que terminará en el destierro. A la fortaleza y
estabilidad que Israel siempre ha proclamado, sucede la turbación de la desolación, hasta el punto de dudar seriamente de que Dios continúe mirando con amor
y protegiendo a su pueblo.
El profeta Jeremías lo anuncia así: «Dejen mis ojos caer lágrimas de noche y de día sin parar, porque de quebranto grande es quebrantada la doncella, hija de mi pueblo,
de golpe gravísimo. Si salgo al campo encuentro heridos de espada; y si entro en la ciudad encuentro desfallecidos de hambre. Y aún el mismo profeta, aún el mismo sacerdote andan errantes por el país y nada saben».
Parece como que el profeta está traumatizado por el abandono de su pueblo por parte de Dios. Es tan grande la esperanza que tiene en su perdón que se atreve a interpelar a Dios con estas palabras: « ¿Es que has desechado a Judá? ¿O acaso de Sión se ha
hastiado tu alma? ¿Por qué nos has herido, que no tenemos cura?». Y se atreve a suplicar: «No desprecies, por amor de tu nombre, no deshonres la sede de tu gloria (Jerusalén). Recuerda, no anules tu alianza con nosotros»
El libro de Tobías Inicia su oración con un reconocimiento de los pecados del pueblo e,
inmediatamente, se acoge con confianza a Yavé. «¡Jerusalén, ciudad santa! Dios te castigó por las obras de tus hijos, mas tendrá otra vez piedad de los hijos de los justos. Confiesa al Señor cumplidamente y alaba al Rey de los siglos para que de nuevo
levante en ti, con regocijo su tienda, y llene en ti de gozo a todos los cautivos, y muestre en ti su amor a todo miserable por los siglos de los siglos»
Hemos visto a Tobías con la misma fortaleza con que el salmista iniciaba su salmo. Es
una fortaleza que nace de una combinación aparentemente extraña: por una parte,
la confesión comunitaria de que todos han pecado; y por otra, la confiada confesión de que Dios se apiadará de ellos y dará fin al castigo del destierro.
Profundamente iluminado por el Espíritu Santo y lleno de gozo, proclama una profecía
impresionante que tendrá su cumplimiento en el Mesías: «Bendice, alma mía, al Señor
y gran Rey, que Jerusalén va a ser reconstruida y en la ciudad su templo para siempre. Seré feliz si alguno quedare de mi raza para ver tu gloria y confesar al Rey
del cielo»
Dice Tobías que su felicidad será completa si alguno del pueblo de Israel pudiese ver algún día la gloria de Jerusalén. Este alguno no es otro que Jesucristo, el cual vio no ya la gloria de Jerusalén, sino la del mismo Dios, y la trasladó al calvario desde donde el rostro radiante de la gloria del Padre iluminó, por el misterio de la cruz, a todo el universo. Desde entonces, todo discípulo que hace suya la Palabra proclamada por el
Hijo, ve y participa de la gloria de Dios.
Jesucristo pudo ver la gloria de Dios porque nunca puso sus ojos en la gloria del mundo y, más concretamente, nunca buscó la gloria de los hombres; por eso dice: «Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado. Si alguno quiere cumplir su voluntad,
verá si mi doctrina es de Dios o hablo yo por mi cuenta. El que habla por su cuenta, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le ha enviado, ese es veraz; y no hay impostura en él». Jesucristo hace constar que no recibe la «gloria de los hombres»;, proclama la imposibilidad de acceder a la fe a todos aquellos que no buscan en sus obras la gloria de Dios. « ¿Cómo podéis creer vosotros que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?»
En el Señor Jesús se cumple, y para toda la humanidad, la oración confiada que veíamos en el salmo. «El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es
el Dios de Jacob». En Él –Dios con nosotros– todo hombre contempla la gloria de Dios.

(Antonio Pavía)
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LOS MALVADOS GERMINAN COMO LA HIERBA (A la luz del salmo 91)

“Es bueno dar gracias al Señor…”
Y no caemos en la cuenta de que esto es fundamental.
El hombre de hoy, y quizá también de otros tiempos, cree que todo lo ha conseguido por sus propias fuerzas, sin pensar siquiera en la intervención de Dios en su vida. Todo lo que ocurre no es casualidad, sino Providencia Divina, y todo forma parte de un Plan de Dios para cada uno.
Este pueblo es un pueblo de dura cerviz, se dice en el libro del Deuteronomio, y el hombre en su necedad, prescinde de Dios como si todo dependiera de sus propias
fuerzas.
“…el ignorante no lo entiende y el necio no se da cuenta...” continúa el Salmo. Y es que el ignorante, por desconocimiento, aun puede ser considerado no culpable, pero el
ignorante que no quiere creer, por si se me complica la vida, es además, necio, opuesto a la sabiduría, que, en este caso es Sabiduría de Dios.
En el Salmo 91 hay ya una visión profética de Jesucristo: “…el justo, - que es Jesucristo -, crecerá como una palmera…”, y “…plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios…”. Y efectivamente, Jesús, fue plantado, crucificado en Jerusalén, la Ciudad Santa, plantado, en el Árbol de la Cruz gloriosa, donde nos redimió.
Y “justo”, no es el que no ha pecado, sino el que “ajusta” su vida a Dios.
“…Aunque germinen como hierba los malvados, y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre…” (Sal 91).
Nada más asomarse al mundo, la sociedad hace germinar el mal. Ahora se ve bien, incluso con deleite, las miserias de los famosos que salen en los medios de comunicación; y es que este “producto”, vende. Y esta venta produce dinero… y aquí entra otra vez el dios dinero. No se valoran las virtudes cristianas, porque es
“anticuado”, y fuera de lugar pregonar el cristianismo. Los políticos actuales, muchos
de ellos cristianos, no enarbolan la bandera de Cristo, porque se dice que esto entra de la intimidad del ser. Olvidan, olvidamos todos, que el mandato de Jesucristo fue:
“…Id y predicad el Evangelio…” (Mc 16,15).
Tanto es así, que se evita la palabra: “virtud”, y la sustituimos por “valor”. ¡Hay que educar en valores”! , decimos. Por obviar “educar en virtudes”, que nos recuerda a palabras “de iglesia”.
Hablamos de los políticos, cuando el envío es para todos. Esta es la forma en que “germinan los malvados”. Así  “florecen los malhechores”. La sentencia es demoledora:
Serán destruidos para siempre.
Siempre la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu al salmista, es más actual que
nunca. El Salmo nos dirá: “…Es bueno proclamar por la mañana tu Misericordia y de noche tu Fidelidad…”. Conceptos antagónicos: la mañana es el paso de las tinieblas a la Luz, que es Cristo. Y cuando llega de nuevo la noche, es decir, cuando de nuevo
arrecian las tinieblas del Maligno, esperamos en su Fidelidad, que es la seguridad de que Él va a ser fiel. Nos lo recuerda la carta de Pablo a Timoteo: “…si le negamos Él
nos negará, pero si somos infieles, Él permanece fiel porque no puede negarse a sí mismo…”

(Tomás Cremades)
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miércoles, 29 de mayo de 2019

Toque bbbf

Cuando uno sale de la oración satisfecho por haber cumplido con Dios...en realidad no ha hablado con El ni le ha escuchado..se ha limitado a rellenar un expediente.

viernes, 24 de mayo de 2019

¿Porqué lloras?

Por qué lloras? (Jn 20 11-18)
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando; y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de
Jesús. Dícenle ellos: “Mujer, ¿por qué lloras?” Ella les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé donde le han puesto”.
Dicho esto se volvió y vió a Jesús. Le dice Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: ”Señor, si tú te lo
has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré”. Jesús le dice: “María”. Ella se vuelve y le dice “Rabbuni”- que quiere decir “Maestro”. Dicele Jesús: No me toques que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”
Era al amanecer cuando María la Magdalena se encamina al sepulcro. La noche no está vencida; las tinieblas no se han disipado tampoco en el corazón de María. Pero no aguanta más. Salvando todo riesgo en la oscuridad de la noche, cualquier cosa que le pudiera pasar sería menor que la catástrofe que se ha cernido sobre ella…no aguanta más.
Y llora; las lágrimas son un sentimiento de desahogo ante un a pena que anega el alma. ¿Por qué lloramos los hombres? Quizá por la impotencia ante el imposible.
Quizá por el dolor que te infringe la vida ante lo irremediable. Quizá porque perdiste un amor al que nunca le expresaste tu amor… Cada uno sabe el por qué de sus lágrimas.
Lo cierto es que María amaba profundamente al Señor. Ella buscaba su cuerpo sin saber que estaba resucitado. Y en el desconocimiento de sus fuerzas, espera poder llevárselo. Los ángeles le llaman: ”mujer”. Es decir, esta mujer representa en ese
momento la humanidad sufriente. Y le preguntan: ¿por qué lloras? Los ángeles no encuentran motivo de llanto. Saben algo que ella desconoce: la Resurrección.
Jesús no está lejos del sufrimiento de ella ni de ninguna persona: está allí, al lado.
Igual que estaba al lado de Pedro cuando le invitó a andar sobre el mar. “que me hundo, ¡socórreme! (Mt 14,27-31)
Y en esos momentos de dolor en tu vida, también él te pregunta: ¿Por qué lloras? ¿No sabes que estoy aquí? ¿No eres capaz de verme a tu lado?
Nosotros estamos injertados en Cristo. Bien sabe el labrador cómo se realiza un injerto: primero hay que abrir una raja en el árbol; hay que herirle profundamente,
hasta que la savia riegue el nuevo esqueje que le ha de penetrar. Luego se venda el conjunto, árbol y esqueje, para que, juntos, formen un solo cuerpo que vive en íntima
unión.
San Pablo emplea esta bellísima expresión: “…porque si nos hemos injertado en Él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección
semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él a fin de que fuera destruido el cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. (Rom 6, 5)
“Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos…separados de Mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5) nos dice Jesús. Jesucristo nos injerta en Él para tener Vida en abundancia. Y sana nuestras heridas, como sanó las heridas en el Evangelio del Buen Samaritano,
(Lc 10, 34): “…acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas vino y aceite…” en una imagen hermosa que recuerda la Eucaristía: el vino de su Sangre y el aceite del
Espíritu Santo.
También Jesús le llama “mujer”. Igual que los ángeles, quiere invitar a toda la humanidad sufriente con esta pregunta: ¿Por qué lloras?
Jesús no se deja tocar. Pero le añade: “Pero vete a mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Y de esta forma nos llama por vez primera: “hermanos” e “hijos de Dios”: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”

(Tomás Cremades)
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REFLEXIONES AL EVANGELIO DEL VI DOMINGO DE PASCUA Ciclo C (Jn 14,23-29) 26-05-2019

El Evangelio de hoy nos ofrece una promesa única: "El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre le amará y viviremos en él". Fijémonos bien, no dice Jesús que el que le ame se va a poner a hacer esto o aquello, sino que primero guardará su Palabra, el Evangelio. Para muchos es posible que no haya diferencia dado que el amor se demuestra con obras, sin embargo la hay y enorme. Uno puede pensar que hace obras por Dios pero llevando el mango de la sartén, sin dárselo a Dios. Hace cosas buenas según su forma de pensar. Otra cosa es actuar según piensa Dios, es decir desde la Luz que irradia el Evangelio amorosamente guardado en el corazón, como María de Nazaret que dejo que Dios cogiera en su mano el mango de la sartén, de su vida. Los grandes amigos de Dios  son tan sabios que van hacia los demás desde el pensar de Dios. Fijan detenidamente sus ojos en el Evangelio, en la Palabra, como acariciándola, hasta que perciben en ella el murmullo de la Respiración de Dios. Entonces es cuando se aprestan a hacer sus obras ...las de Dios...no las suyas tan insultantemente personalistas.

(Por el padre Antonio Pavía)
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Toque bbbe

Quizás el rasgo más sorprendente de Jesús es que se deje amar por nosotros. Sí,  aprovecha nuestros momentos de lucidez para preguntarnos como a Pedro: ¿Me amas? .. es que la pregunta a Pedro ¡te la hace también a tí!.

martes, 21 de mayo de 2019

Salmo 45(44).- Epitalamio real

 Texto Bíblico:

Mi corazón se desborda en un hermoso poema. Recito mis versos a un rey.
Mi lengua es ágil pluma de escritor.
Eres el más bello de los hombres
y en tus labios se derrama la gracia, porque el Señor te bendice para siempre.
Cíñete al flanco la espada, valiente,
con majestad y esplendor.
Cabalga victorioso por la verdad, la pobreza y la justicia.
Que tu diestra te enseñe a hacer proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, y se acobardan los enemigos del rey.
¡Tu trono es de Dios y permanece para siempre!
¡Cetro de rectitud es el cetro de tu reino! Tú amas la justicia y odias la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con perfume de fiesta, entre todos tus compañeros.
Mirra y áloe perfuman tus vestidos, y te alegra el son de las arpas en el palacio de marfil.
Hijas de reyes salen a tu encuentro. De pie, a tu derecha, está la reina, adornada con oro de Ofir.
Escucha hija, mira, inclina el oído: olvida tu pueblo y la casa de tu padre,
el rey está prendado de tu belleza. ¡Póstrate ante él, pues él es tu señor!
La ciudad de Tiro viene con sus regalos, los pueblos más ricos buscan su favor.
Ahora entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocados.
Ellos la llevan en presencia del rey, con séquito de vírgenes, y sus compañeras la siguen.
Con júbilo y alegría la conducen, y entran en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
y los nombrarás príncipes por toda la tierra».
Vaya conmemorar tu nombre de generación en generación, y los pueblos te alabarán por los siglos de los siglos.

Reflexión: Amados De Dios


Este Salmo es un canto litúrgico acerca del Mesías en su título de Rey. En él se le describe con palabras tan profundamente líricas como estas: «Eres el más bello de los hombres y en tus labios se derrama la gracia, porque el Señor te bendice para siempre...».
El salmista anuncia que la belleza del Mesías es debida a la gracia que derraman sus labios, es decir, a la palabra que sale de su boca. Y así lo vemos en la primera predicación que Jesucristo hace en Nazaret, la cual provocó que sus oyentes se «quedasen admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca» (Lc 4,22).
Por esta abundancia de salvación quesale de los labios de este rey, el salmista añade: «Porquel Señor te bendice para siempre». Bendecir, que significa decir, hablar bien de alguien, es decir, bien-decir. Y Dios Padre bendijo, habló bien de su Hijo, por ejemplo en la transfiguración, cuando proclamó sobre Él: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (Mt 17,5).
Escuchadle, como ya anuncia el libro del Deuteronomio, «con todo el corazón y con toda el alma» (Dt 30,2). Por eso Dios dice estas palabras sobre su Hijo, porque tiene el oído atento a su voz con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y con todo su ser. Por eso es mi Hijo amado. Y para que el hombre sea también el Amado del Padre, también como hijo, se nos indica el camino: ¡Escuchadle! ¡Escuchadle! ¿Dónde...? En el Evangelio. Desde él Dios siembra en el corazón del hombre palabras de vida eterna y las graba tal y como Él prometió por medio de los profetas. «Esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días: pondré mi Palabra en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Jer 31,33). Alianza cumplida por Jesucristo, y no ya solamente para el pueblo de Israel sino para todos los pueblos de la tierra. Alianza realizada y sellada por el Hijo de Dios con su propia sangre tal y como lo anunció en la Pascua y que la Iglesia proclama en la Eucaristía. «De igual modo, después de cenar tomó la copa diciendo: esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre que es derramada por vosotros» (Lc 22,30).
Habíamos dicho que este salmo era un canto litúrgico del Mesías en su entronización real, y al mismo tiempo nos habla también de sus desposorios. Así se nos presenta una princesa, hija de reyes, a la cual se le exhorta que tenga atento el oído para que el Mesías-Rey quede admirado con su belleza. «Escucha, hija, mira, inclina el oído: olvida tu pueblo y la casa de tu padre, el rey está prendado de tu belleza».
Hemos visto al principio cómo el salmista llamaba «bello» al Mesías por estar tan lleno de la Palabra, que le fluye por los labios. Esta hija de reyes, para estar a la altura de la boda, tendrá que ser alguien que escuche y ponga atento el oído, de forma que se cumpla en ella la promesa que anunciamos en Jeremías. Entonces su corazón estará lleno de la Palabra escuchada con su oído abierto y dispuesto. Esta princesa, con la abundancia de la Palabra dentro de su ser hasta el punto de rebosar por su boca, es por eso mismo también bendita-amada de Dios igual que bendito y amado es su Hijo.
Es fácil ver en esta mujer lo que ya anunciaron los profetas y tantos santos nos han legado: el alma del hombre que, para estar a punto de su desposorio con Dios, sólo necesita una cosa: estar llena de la Palabra, creer en ella con confianza y sin «prudencias humanas». El optar por un estilo de vida, sea religioso o sea seglar, soltero o casado, no es determinante para este desposorio. La «aptitud» viene marcada por la vinculación al Evangelio, yendo hacia él y viéndolo como don de Dios y no como un programa para llegar a ser idóneo y perfecto. 
En el libro del Apocalipsis se nos habla de las bodas del Cordero y nos describe a la esposa profundamente engalanada (Ap 19,7-8). Así nos la anuncia ya el salmo: «Ahora entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocados. Ellos la llevan en presencia del rey». Está engalanada con los mismos atributos de Dios: amor, bondad, compasión, misericordia, etc., que le han sido concedidos porque están presentes en la Palabra que ha escuchado, guardado y obedecido.
La princesa, a la que ya hemos identificado con el alma atenta a Dios-Palabra, será extraordinariamente fecunda: sus hijos llegarán a ser príncipes sobre toda la tierra: «A cambio de tus padres, tendrás hijos, y los nombrarás príncipes por toda la tierra».
Todo hombre-mujer que, por la Palabra, se desposa con Jesucristo, engendra hijos en la fe en todo el mundo. Aunque nos parezca imposible, Dios se sirve de estas almas para sembrar la vida eterna en innumerables personas. El apóstol Pablo tenía la conciencia clara de su fecundidad por el hecho de predicar el Evangelio: «He sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús» (1Cor 4,15). 

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)

El Señor te anima

Señor, Tú escuchas los deseos de los humildes, les prestas oído y los animas (Salmo 9b)

Cuando vas al Señor de corazón, sabiendo que no puedes hacer lo que dice el Evangelio, o ciertas cosas de él que te superan y como el publicano reconoces que eres pecador y no puedes ....  que, como dice San Pablo, estás vendido al pecado, y haces aquello que no quieres en vez de lo que te gustaría hacer... el Señor te anima ...y te dice: no temas estoy contigo y te haré llegar a SER ... podrás con eso que te aflige. 
Y como dice el mismo Salmo las promesas del Señor son auténticas, como plata limpia de ganga

ÉSTE ES NUESTRO DIOS

Ciudades de hielo

“Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, nos visitará la luz de lo alto – Jesucristo – para iluminar a los que habitan en tinieblas y en sombras de muerte.”

Lc 1; 78-79

Tienen frío…                                          Les han enseñado                            veces a llenar sus vidas                          y a cubrir sus almas                             con cientos de cosas,                     pero… tienen frío.

Nadie les ofrece
una alternativa.
Nadie se preocupa
realmente por ellos.

Les venden formatos
de vida feliz.
Les hacen promesas
que nunca se cumplen.
Les hablan de rutas,
de sitios, de espacios
de itinerarios
para conseguir
su felicidad.

Y nada les sirve
porque, en el camino
han abandonado,
sin saberlo ellos
la única ruta:
la del corazón.

Y por eso…
tienen frío.

No te amamos, Padre,                            si permanecemos                      ausentes e impávidos                        ante tanto frío.

No hemos comprendido
la muerte de Cristo
si nos limitamos
a compadecernos
de tanto dolor.

El dolor que sufre
tanta y tanta gente
que vive en ciudades
cubiertas de hielo.

Gente que daría
hoy toda su vida
por salir de allí.

Son los convocados
por Cristo aquel día
en aquel sermón
desde la montaña.

Son los abatidos
porque no encuentran
nadie que les guíe.

Y en su soledad
y en su vejación
levantan sus ojos
y nos interpelan:
¿dónde está tu Dios?
porque tengo frío.

Y los que tenemos
las antorchas llenas,
llenas de tu Luz,
debemos correr,
correr a su encuentro.

No descanses, Padre,
dinos dónde están,
todos esos hombres,
para así, poder
pasarles la antorcha
de tu Luz eterna,
de la única Vida
que viene de Ti.

“En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados.”

Is. 57; 15

(Olga Alonso)   comunidadmariamadreapostoles.com 

Uno siente que Tú existes

“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, vende todo lo que uno tiene y compra el campo.”

Mt 13; 44

Uno siente que Tú existes            cuando descubre que aquello           que vive y que experimenta                   es exactamente igual                             a lo que alguien un día                     vivió y experimentó.

No importa si cerca o lejos
no importa si aquí o allá;
todo tipo de personas
en cada esquina del mundo
han recibido tu amor
y han sentido en lo más hondo
ser parte de una corriente
que transformará el mundo.

Hay una parte escondida
que nos muestra tu Palabra
detrás de la realidad.

Hay un mundo inabarcable
que se nos revela a aquellos
que buscamos y esperamos
a pesar de no entender,
qué fuerza es la que nos mueve
a no rendirnos jamás.

Y en ese mundo escondido
que muestra una realidad
que no se ve con los ojos
sino los del corazón,
es donde nos encontramos
con tanta gente que  vnencia.

Y que sólo si Tú quieres
nos dibujas en el alma.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,   ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, cantaremos tus alabanzas de generación en generación.”

Salmo 78; 13


(Olga Alonso) 

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sábado, 18 de mayo de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO DEL V DOMINGO DE PASCUA Ciclo C (Jn 13,31-33a.34-35) 19-05-2019

Cuando Jesús llamo a unos hombres como Pedro, Juan, Andrés.. etc para seguirle como discípulos, todos respondieron con prontitud y generosidad; lo dejaron todo, al menos así les pareció a ellos. Admiramos su desprendimiento pero, si nos adentramos en el Evangelio, vemos que dijeron sí a Jesus dejando atrás su mundo exterior, no así el interior, allí donde como dice Pablo reina y manda el hombre viejo (Ef 4,22..).De ahí sus frecuentes y agrias disputas sobre quién de ellos era el mayor, el más importante... Actitudes que iluminan nuestro gran problema, y es que tenemos un cierto dominio sobre nuestro mundo interior, pero no sobre nuestras cloacas internas. Ninguna generosidad acaba con ellas. Jesús sí y oimos que hoy nos dice: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". No nos da una norma, sino que nos abre el Camino de la Vida. Dice esto a los suyos, después de levantarse de la mesa y lavarles los pies haciéndose el último de todos. De esta forma nos mostró que el Evangelio es la Fuerza interior que explota en forma de Gozo y de Vida. Intentar hacerse el último solo por leyes perfeccionistas, suele terminar mal, trae consigo malestar victimista o peor aún vivir de apariencias.

(Antonio Pavía. - Misionero Comboniano)
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jueves, 16 de mayo de 2019

NOS PREVIENES (Sal 96)

"Aunque atenten contra la vida del justo y condenen a muerte al inocente,
El Señor será mi Alcázar.Dios será mi roca de refugio.
Condenaron al justo ..al único que no tenía pecado, ni encontraron engaño en sus palabras .."

Pero aún así yo confío en las promesas de  mi Dios... y Jesús temiendo, que ver esto, nos apartara de la verdad, dice:  ..y dichoso el que no se escandalice de mí ....  ¡Cómo escandalizarse de lo que nos da la salvación! Señor, ¡cuanto nos amas que de todo nos previenes para que aunque caigamos nos levantemos de nuevo!

ESTÉ ES NUESTRO DIOS

Carmen Pérez
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martes, 14 de mayo de 2019

Las antiguas compuertas

Es muy significativo que en la sagrada Escritura, cualquier sustantivo viene precedido
de un adjetivo calificativo. Meditando el Salmo 22/23 se nos dice: “…que se alcen las
antiguas compuertas…”. Es decir, las compuertas antiguas que no dejaban pasar el Agua viva que es Jesucristo, le sirven al salmista de exclamación para pedirle su
venida.
Si Isaías clamaba: “… ¡Ay, si rompieras el cielo y descendieses!... (Is 64, 1-3), es
ahora el Salmo quien demanda esa venida de Jesucristo. Y no solo las compuertas, sino hasta los portones: “…Alzad los dinteles, va a entrar el Rey de la Gloria…”
Si antes teníamos “la puerta estrecha” que nos anunciaba Jesús, - “esforzaos en pasar
por la puerta estrecha…” (Mt 7,13)-, es ahora el momento de ampliar esta puerta, como bien nos recordaba el santo Padre san Juan Pablo ll: ¡abrid las puertas a Cristo!
Y es que Jesús es la puerta que nos abre el camino al Padre. “…Yo Soy la puerta, si alguno entra por Mí, será salvo; entrará y saldrá y tendrá pastos abundantes…”(Jn
10,9)
Jesús pone un “si” condicional: “…si alguno me ama…”; duda si existirá alguien que le
ame; que le ame como Él quiere:
“…Nadie tiene Amor más grande que el que da la vida por sus amigos…” Así ama Dios. (Jn 15, 12-17).
Sólo Jesucristo nos amó así. Y dio su Vida por sus amigos y por sus enemigos.

(Tomás Cremades)
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El padre pródigo

Tres son los personajes del conocido texto del “Hijo Pródigo”, que quizá sería mejor llamarle del “Padre pródigo”, que realmente es el bueno; no podía ser de otra forma porque está ocupando el puesto de Dios.
Es de pensar que este padre le había dado todo lo que un padre quiere dar a su hijo: alimento, cariño, formación, ternura… No era suficiente para el hijo. Tanto es así que el hijo no aguanta quizá la monotonía del día a día y decide encontrar la vida de otra forma.
Y la quiere encontrar sin su padre. Es más: “…dame la parte de herencia que me corresponde…” Es decir: “tú estás muerto para mi, y dame la herencia”. Suena duro,
pero es que la herencia se reparte cuando el padre ha fallecido.
Todos al escuchar la parábola nos fijamos en las maldades de los hijos, y no analizamos al padre. ¿Cómo se sentiría el padre? De entrada, no hay reproches en él.
A ninguno de los hijos les dice que no acepta su comportamiento. Al hijo mayor le apunta: “…todo lo mío es tuyo…”; al hijo menor, a su vuelta, no le deja ni hablar, se
abraza al cuello, le llena de besos, le viste sus mejores galas y le da un espléndido banquete.
Y es que, además, el hijo menor vuelve por el puro interés de su manutención. No tiene qué comer, ni cómo vestirse, ni donde vivir, sino como los cerdos,- que es el
animal impuro de los judíos-, ha caído lo más bajo que se puede caer…y el padre no reprocha nada.
Y ahora interpretamos en sintonía de Dios: ¡cuántas veces habremos sido cualquiera de los dos hermanos! O los dos! Y si hubiéramos sido el padre, ¿habríamos respondido así? Seguramente le hubiéramos reprochado su comportamiento, a uno y a otro.
Dios no es así. Dios es Amor. Dios conoce nuestro barro, y sabe perdonar de verdad.
Él quiere ser amado en libertad. Y espera pacientemente, a pesar de nuestros pecados…un día, otro día, un año, otro año…Y con sus brazos abiertos en la Cruz,- que son las alas de águila que dicen los salmos-, nos refugia y nos protege.
¿Cuándo aprenderemos realmente a desnudarnos de nosotros mismos y confiar en Él? Y empleo la palabra “desnudarnos”, quitar de nosotros los pecados de impureza
que son, en el lenguaje bíblico, el pecado de la idolatría: el del seguimiento a los ídolos, que comienzan por el propio “ego”, y continúan por el dios dinero, para acabar en todo el repertorio que nos induce el Enemigo Satanás.

(Tomás Cremades)
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viernes, 10 de mayo de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA Ciclo C (Jn 10,27-30) 12-05-2019

Este domingo celebramos la Fiesta de Jesucristo Buen Pastor. En el Evangelio, Jesús indica el sello indeleble por el que reconoce a sus ovejas; lo son porque escuchan su voz, sus palabras. Profundicemos en esto que Jesús acaba de decir. Escuchar la Palabra no supone alcanzar un status privilegiado, elitista. Escuchar la Palabra, en la espiritualidad bíblica, implica la actitud de llevarla al corazón con la intención y deseo de obedecer. No se trata de comprometerse con una serie de máximas en vistas a una perfección; es una escucha amorosa y confiada sabiendo que Jesús, Buen Pastor, con inmensa paciencia da con nosotros esos pasos.. a veces excesivamente lentos, según nosotros, que nos llevan al discipulado. Es una escucha por medio de la cual se abre paso la Fuerza de Dios que hace posible la obediencia, y no es una obediencia para quedar bien con Dios, sino contigo mismo, pues la Palabra está llena de esas plenitudes que tan lejos están de tus posibilidades. Plenitudes que entrevemos en lo que añade Jesús después de revelarnos el sello que nos identifica como discípulos suyos: "...y yo las conozco - las amo- y siguen mis pasos.." Pasos que como bien sabemos culminan en su Padre.. que en cuanto discípulos de su Hijo también lo es nuestro.

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)
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jueves, 9 de mayo de 2019

Llegó tu Palabra

"Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada, y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, Oh Dios, preparó para los pobres."(Salmo 67)

Señor, enviaste a Jesús, que es tu Palabra, para regar mi tierra seca, muerta... muerta por mi necedad, por pensar que tenía razón, cuando veía la paja en los demás y no la viga en mi vida, cuando pensaba y juzgaba, sin saber lo que había en el corazón del hermano, y me permitía reprender al otro sin acordarme que Tú pides misericordia más que sacrificios. Oh Señor, cuánta prepotencia creyendo que yo era mejor.... pero llegó tu Palabra a mi corazón extenuado y espero de tu bondad  habitar la tierra que preparaste para los pobres.

ESTE ES NUESTRO DIOS

(Carmen Pérez)
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miércoles, 8 de mayo de 2019

El mes de María

Cuando llega el mes de mayo me gusta ir al campo, allí tengo mi rincón especial, es donde me gusta estar sola, para poder meditar, tumbada sobre la hierba  miro al cielo, que tiene un color azul especial.
Parece que este lugar lo has creado para que nos invite a orar.

Allí, debajo de una roca, brota un manantial, donde nace un riachuelo que con su agua cristalina va buscando por donde pasar, y así, en su recorrido va haciendo un gracioso zigzág, formando una pequeña cascada cuyo sonido parece un bonito cantar, te sientas en la orilla para poderlo escuchar.

El campo se viste de flores, es el mes de mayo, es el mes de las flores, es el mes de María.

Sientes una brisa suave que te acaricia al pasar, y ves revolotear las mariposas que de flor en flor van, dando aún más colorido a este bonito lugar.

¿Cómo siendo el mes de María, no va a estar adornado el campo de forma tan especial?, pues fuiste elegida para ser la madre de Dios, y este lugar tan hermoso tú lo has preparado para que admiremos juntas la grandeza de su creación.

Allá por donde mires hay flores de todos los colores, han florecido para ti María, lo ha adornado tu hijo para que no te falten las flores y con ellas las oraciones que te venimos a rezar.

Dios te salve María llena de gracia estás, eres reina y madre nuestra, el Señor te ascendió al cielo y desde entonces brillando en lo alto estás.

Eres vida, dulzura y esperanza nuestra, no te olvidas de tus hijos, cuiándonos siempre estás, y sonríes cuando nos  ves meditando y de fondo estamos escuchando ese bonito cantar.

Tengo muchas cosas que decirte María, pero cuando veo tu dulzura y tu esplendor me quedo en silencio, con mi mirar te lo digo todo, no tengo palabras para poderte alabar.

Antes de irme del campo recojo unas flores, con ellas hago un bonito ramo y a la Iglesia te lo voy a llevar.

Allí, veo tu imagen, Señora, irradias tanta dulzura y tanto amor, que mi corazón se queda paralizado, pues nunca antes había recibido tanto, por tan poco, pues sólo te traigo un ramito de flores que te quiero regalar.

Te ofrezco con todo mi amor, estás flores que  en el campo he recogido para ti, María, me quedo contigo a hablar, y cuando me voy sé que nunca me vas a dejar, y en los momentos duros que tenga en la vida, siempre me vas a ayudar.

(Elia)
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martes, 7 de mayo de 2019

¿Cuándo entraré a ver el Rostro de Dios? Meditación (Sal 41)

Es la pregunta que se hace el Salmista ya muchos siglos antes de la venida de Cristo.  Y es la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez, sin duda. Pero cuando llega  la hora de la verdad, cuando te sientes enfermo, cuando envejeces…cuando ni te  reconoces en las fotos antiguas…cuando la muerte sientes que te acecha…cuando  sientes miedo…cuando ves tus manos vacías…Entonces ya no eres tan valiente, te  asusta ver el Rostro del Señor, porque, a fin de cuentas, el paso a la Eternidad asusta. Y entra el pecado de la desconfianza. Creo que el mayor pecado del hombre es creer  no haber sido perdonado por Dios en sus múltiples confesiones. Es simplemente, un  pecado de desconocimiento de la Misericordia de Dios. Y además, ya se preocupa el mundo, con sus perversiones, de recordarte: ¿Dónde  está tu Dios? Ya que te quiere tanto, ¿Por qué no te auxilia? ¿Por qué no te quita  estos o aquellos pesares? Es lo que le decían a Jesucristo en la Cruz: “…Ha puesto su  confianza en Dios, que le salve ahora, si es que de verdad le quiere, ya que dijo: Soy  Hijo de Dios…” (Mt 27, 43) Y el Salmista, inspirado por Dios, entona el canto:”… Espera en Dios que volverás a  alabarlo, salud de mi rostro, Dios mío…” 

Toque bbbd

No hay belleza más grandiosa en este mundo que el hecho de que un discípulo de Jesús le diga en el momento de morir:! Hemos vivido una historia de amor unica!

lunes, 6 de mayo de 2019

CONFIAR

Confiar, confiar mi  ser a tu presencia

Confiar mi vida a tu plan, mi suelo a tus manos

Confiar, caminar sobre el mar de la vida, los ojos fijos en ti

Confiar, entregarte mi miedo y mi angustia, respirar libertad

Confiar, dudar y hundirse en el agua, mirarte y extender la mano

Confiar, no pensar, dejar que tú  hagas

Confiar, abandonar, desertar de lo seguro, dejarte a Ti hacer

Confiar, confiando, comprobar qué ocurre y confirmar

Confirmar que es verdad, hacerse gigante, volar

No reconocerse y sentir una fuerza inédita que nos invade

Confiar, déjame confiar, Señor, déjame conocerte

Confiar y sentirte, como no sería posible si no fuera confiando

Renunciando, muriendo, entregando, abandonando todo lo que sé

Déjame decir que te amo y que te conozco, porque confío

Déjame confiar para amarte, déjame amarte mientras confío

(Olga Alonso)
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viernes, 3 de mayo de 2019

REFLEXIONES SOBRE EL EVANGELIO DEL TERCER DOMINGO DE PASCUA Ciclo C (Jn 21,1-19) 5-05-2019

Tres veces pregunta Jesús a Pedro: ¿Me amas? Triple la respuesta de éste: ¡Señor tú sabes que te amo!
Triple fue la vergonzosa caída de Pedro, triple el perdón de Jesús. Hay quienes, al decir que perdonan a alguien, lo hacen con tal superioridad que lo humillan y aplastan.
Nada que ver con el perdón de Jesús a Pedro; desciende hasta el infierno que está viviendo y elevándole le habla de amores.
El número tres, viene en nuestra ayuda, pues en Israel simboliza multiplicidad.
A la confesión de fe y amor de Pedro, Jesús le dice: ¡Apacienta mis ovejas! ¡Le está dignificando, rehabilitando, le está considerando digno de confianza para poner bajo su cuidado sus ovejas rescatadas al precio de su Sangre, como escribe atónito el apóstol (1P 1,18-19). Esta rehabilitación sólo la puede hacer el Hijo de Dios, quien continua descendiendo a los infiernos de cada cual con la misma pregunta que ya es en sí, toda la rehabilitación posible: ¿Me amas? Te confío mis ovejas, apaciéntalas con mis palabras, que son vida y espíritu (Jn 6,63)

(Antonio Pavía - Misionero Comboniano)
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jueves, 2 de mayo de 2019

Toque bbbc

Cuando María dijo Sí a Dios por medio del Ángel Gabrie,l se puede decir acerca de ella: El Señor está contigo o..mejor aún: Te llevaste al Señor contigo.

Toque bbbb

Los años que vivimos en este mundo son como un entrenamiento...ante el cual se muestra quien es sabio y quien necio. El necio toma el entrenamiento como un paseíto turístico, el sabio como un preparar su alma de cara a la Vida.. con Dios.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Salmo 43(42).- Lamento del levita desterrado (cont.)

iHazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra un pueblo sin piedad!
iLíbrame del hombre malvado y traidor!
Pues tú eres, oh Dios, mi fortaleza: ¿por qué me rechazas? ¿Por qué he de andar triste bajo la opresión de mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad: ellas me guiarán y me conducirán hasta tu monte santo, hasta tu morada.
Llegaré hasta el altar de Dios, Dios de mi alegría. Te cantaré y alabaré con la cítara, ¡Oh Dios, Dios mío!
¿Por qué te afliges, alma mía,
gimiendo en mi interior?
Espera en Dios, que volveré a alabarlo: «iSalud de mi rostro y Dios mío!».

Reflexión: Tu Luz y tu Verdad

Un hombre fiel oprimido por sus enemigos, se dirige a Dios con esta súplica: 
«Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra un pueblo sin piedad. Líbrame del hombre malvado y traidor».
Al poner su causa en manos de Dios, está excluyendo el enfrentamiento con sus enemigos con las mismas armas que estos: la mentira, el fraude, la iniquidad, etc.
Renuncia a buscarse la justicia con su fuerza; prescindiendo de: el «ojo por ojo, diente por diente».
Llega un momento en que se siente rechazado y olvidado por Dios. Es como si hubiera apostado por Él en vano, como si su relación con Él no fuera más que un espejismo. «Pues tú eres, oh Dios, mi fortaleza: ¿Por qué me rechazas? ¿Por qué he de andar triste bajo la opresión de mi enemigo?». No obstante, a pesar de su
desesperanza en Dios, en quien ha confiado, redobla su oración y le suplica: «Envía tu luz y tu verdad: ellasme guiarán y me conducirán hasta tu monte santo, hastatu morada».
Este hombre fiel representa a todos los hombres que buscan a Dios, que responde enviándoles a su propio Hijo. Él, como Buen Pastor, les conduce hacia el Padre.
Jesucristo nos dice que ha sido enviado por Él como Camino, Verdad, Vida, Luz delmundo.
Envía tu luz, oíamos al salmista. Y dice Jesús: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» Envíame tu verdad, le oíamos también. Y Jesús responde a Tomás cuando le pregunta cómo podemos saber el camino: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por mí» 
Jesucristo es el enviado del Padre para que el hombre conozca a Dios, que le hace justicia en la adversidad. Son muchos los textos en los que el Hijo de Dios manifiesta su conciencia de haber sido enviado por el Padre. «Padre, ha llegado la hora; glorifica
a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti...ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo». Esta certeza de Jesús de ser enviado por el Padre, es su garantía de que Él le hará justicia cuando culmine el drama de la Pasión. El Padre le hizo justicia rompiendo las ataduras de la muerte,
Con esta victoria se presenta ante los discípulos y, con el poder del Padre, los envía al mundo con su luz y su verdad, para que todo hombre tenga en Él la salvación.
 «Al atardecer de aquel día, el primero de la semana... se presentó Jesús en medio de los discípulos y les dijo: La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío» A partir de entonces, el mal del mundo ya no es aplastante, ya que todo hombre puede, en su desolación, suplicar a Dios como el salmista, ¡envíame tu luz y tu
verdad!
No es una oración al azar, porque la luz y la verdad están entre nosotros, nos son dadas por la predicación de la Palabra. Dice el Evangelio de Juan: «La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» «Santifícalos en la
verdad: tu Palabra es la verdad» Todo aquel que cree, acoge y hace suyo el
Evangelio, está en la verdad y está en la luz; Esto significa que la vida eterna no empieza a partir de la muerte, sino a partir de que un hombre entra en la luz y la verdad de Dios. La escucha de Dios, de su Palabra, es la garantía de nuestra comunión con Dios. «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado» En este mismo contexto, Mateo da al verbo escuchar el contenido de recibir a Dios: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado» 
La Iglesia primitiva vivía claramente la realidad de que eran enviados por Dios para ofrecer la salvación al hombre por medio del anuncio de la Palabra. “Dijo el Espíritu Santo: Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado... Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí navegaron hasta Chipre. Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos»

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)

Me invitaste a pasar

Un día, por casualidad, pasé por tu casa y me invitaste a pasar.

Yo pasé, como no había amanecido, me resguardaba un poco del frío y de la oscuridad.

Cuando entré estaban  en la Eucaristía y yo contigo me quedé, cuando salí me fui a caminar sin rumbo fijo, solo pensando en Tí.

Al día siguiente hice lo mismo, a tu casa pasé para estar contigo en la Eucaristía, pero Tú me dijiste al oído, que fuera a comulgar también.

Yo te hice caso y me fui a confesar, para al día siguiente en la Eucaristía poder comulgar.

Me fuiste atrayendo poco a poco, cada día un poco más, pues yo contigo me encontraba muy a gusto y ya todos los días te iba a visitar, e iba a la Eucaristía y también a comulgar.

Un día me quedé sola contigo, en la capilla donde en el Sagrarío estás, allí como dos amigos comenzamos a hablar, hablamos de todo un poco, yo te mareé contándote mis problemas, preocupaciones..., y tú me consolabas, me decías que estuviera tranquila que todo se iba a solucionar.

Yo me iba muy tranquila pues confiaba mucho en Tí, y sabía que ibas a ayudarme a afrontar todas mis preocupaciones y problemas, así los dejaba en tus manos y ya liberada de la carga, me fui a caminar.

Cada día necesitaba hablar contigo más y más, cuando voy a la capilla Tú me acoges con una sonrisa y me haces sonreír, allí me siento contigo y los dos nos echamos a reír.

Se creó una complicidad entre Tú y yo, que ya no podíamos estar el uno sin el otro y así nos íbamos a caminar los dos.

Hablando contigo yo me siento alegre y llena de paz, esa paz que me hacía falta para poder contigo estar.

Así, lo que al principio cuando entraba en tu casa, era para refugiarme del frío y de la oscuridad, ahora lo  necesito, pues es el alimento del día para mi alma y si le falta este alimento, no podré con Dios estar.

(Elia)
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