lunes, 22 de julio de 2024

SALMO 73(72).- El juicio final (El problema del impío feliz) Salmo de Asaf

 Salmo 73.-El juicio final (El problema del impío feliz) Salmo de Asaf

Texto Bíblico

 Salmo. De Asaf

En verdad, «Dios es bueno para Israel, para los puros de corazón».

Pero por poco tropiezan mis pies;

nada faltó para que resbalaran mis pasos,

porque envidiaba a los arrogantes,

viendo la prosperidad de los malvados.

iMirad! Para ellos no hay tormentos,

y su cuerpo está sano y robusto.

La fatiga de los mortales no los alcanza, ni sufren como los demás.

Por eso su collar es la soberbia,

y la violencia los cubre como un vestido.

Les brota el pecado de sus carnes,

les rebosa el corazón de malos proyectos.

Se burlan y hablan con malicia,

desde su altura proclaman la opresión.

Ponen su boca en el cielo,

y su lengua recorre la tierra.

Así se sacian a sí mismos,

bebiéndose las aguas del mar.

y dicen: «¿Acaso va a saberlo Dios?

¿Se va a enterar el Altísimo?».

¡Ahí están! ¡Así son los malvados

y, siempre tranquilos, acumulan riquezas!

¡Así que en vano conservé puro mi corazón, y he lavado en la inocencia mis manos!

Pues todo el día me molestan,

y me castigan cada mañana...

Si yo dijera: «¡Voy a hablar como ellos!», renegaría de la asamblea de tus hijos.

Entonces reflexioné para entenderlo, pero, ¡qué gran fatiga para mis ojos!

Hasta que fui penetrando en el misterio de Dio:>, y entonces comprendí su destino.

Es verdad, tú los pones en lugar resbaladizo,los precipitas en la ruina.

iMirad: en un instante son reducidos al terror, dejan de existir y perecen, sumidos en el pavor!

Como un sueño al despertar, Señor, al despertarte desprecias su imagen.

Si se me agriaba el corazón y aguijoneaba mis entrañas, es porque yo era un necio y no entendía nada.Yo era un animal junto a ti.

Pero yo siempre estoy contigo. Tú me tomas de la mano derecha.

Tú me guías con tu consejo y me conduces con tu gloria.

Contigo, ¡a quién necesitaré en ei cieio! 

Contigo, no hay nada que me satisfaga en la tierra.

Ya pueden consumirse mi carne y mi corazón:¡ mi roca y mi heredad es Dios para siempre!

Sí, los que se alejan de ti se pierden,tú rechazas a los que te son infieles.

Yo, en cambio, estoy contento de estar con Dios,y hacer de Dios mi refugio,para contar todas tus acciones

(junto a las puertas de Sión).

https://youtu.be/M6TjFY66qTE

REFLEXIONES DEL PADRE ANTONIO PAVÍA ​(extractadas de su libro "En el Espíritu de los Salmos" y publicadas con autorización expresa de la Editorial San Pablo)

La mejor parte

Un sabio israelita da rienda suelta a sus pensamientos y se pregunta, escandalizado, por qué los impíos consiguen encumbrarse en las cimas del poder asentándose como si la justicia de Dios no tuviera nada que ver con ellos: «Pero por poco tropiezan mis pies; nada faltó para que resbalaran mis pasos, porque envidiaba a los arrogantes, viendo la prosperidad de los malvados... La fatiga de los mortales no los alcanza, ni sufren como los demás». Sin embargo, no duda de que Dios es bueno y justo, y así lo expresa en el primer versículo del salmo: «En verdad, Dios es bueno para Israel, el Señor para los puros de corazón».

A lo largo del mismo, aparecen las respuestas que Dios va dando a sus dudas. Son respuestas que llevan a nuestro hombre a comprender que la vida solo tiene un sentido, la de llegar a ser hijo de Dios. Filiación que acontece cuando Dios va limpiando el corazón del hombre de todo deseo de encumbramiento y poder. Hay que tener en cuenta que en la mayor parte de los casos, dicho encumbramiento y poder se consigue a costa de los pequeños y los débiles. No digamos ya cuando este escalar en las esferas sociales se hace por medio de sobornos y engaños.

Nuestro hombre sabio prefiere ser hijo de Dios a seguir el camino de prepotencia de los impíos e injustos: «Y dicen: ¿Acaso va a saberlo Dios? ¿Se va a enterar el Altísimo? ¡Ahí están! ¡Así son los malvados y, siempre tranquilos, acumulan riquezas! Si yo dijera: ¡Voy a hablar como ellos!, renegaría de la asamblea de tus hijos...».

Observamos así a nuestro hombre pasar por la prueba de la confusión, casi del escándalo. Lleno de sabiduría, se vuelve hacia Dios, su Padre; Aquel que limpia el corazón de toda pretensión impía. El profeta Isaías exhorta al pueblo a lavarse, a limpiarse de todas las injusticias que alberga en su corazón. Es una fortísima llamada a la conversión: «Lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo...» (Is 1,16-17).

¡Lavaos, limpiaos, convertíos...! Sí, pero ¿cómo si el hombre, ofuscado por el brillo del poder, no distingue la mano derecha de la izquierda? Escuchemos lo que dice Dios a Jonás: «¿No voy a tener lástima yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su mano derecha de la izquierda?» (Jon 4,11).

Jesucristo, el limpio de corazón, el que es la palabra del Padre, será quien limpie el corazón del hombre con lo único que puede ser limpiado: La Palabra  «Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a que os he anunciado» (Jn 15,2-3).

La palabra vincula al hombre indisolublemente a Jesucristo. Por ella podemos dar el fruto que permanece para siempre. Si esta vinculación no existe, la vida del hombre se apaga sin ningún sentido porque nada de lo que haga sobrevivirá a su muerte. «Permaneced en mí, como yo en vosotros... El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,4-5).

La vinculación a se da más allá de unas supuestas cualidades adquiridas. Sólo se necesita algo con lo que todo hombre nace, ¡Amor! Sí, amor al Evangelio como si no tuviéramos otra esperanza u otro apoyo. Amor tal que lo escogemos por encima de cualquier otra realidad por muy deslumbrante que sea. El mismo amor que manifestó María, la hermana de Marta que, sentada a los pies de Jesús, es decir, en escucha obediente, estaba pendiente de que salía de sus labios. María recibió de Jesús esta alabanza y garantía: «María ha escogido la mejor parte que no le será quitada» (Lc 10,38-42).

Indudablemente, María escogió la mejor parte. Elección que le permite estar siempre con Dios, sin necesidad de ir a ningún convento ni hacer ninguna consagración especial. Ella es signo de todas las personas que, al elegir el Evangelio como luz y fuente de su vida, están y estarán siempre con Dios. Podrán pasar por todo tipo de pruebas y tentaciones, y en sus caídas serán levantadas. Es tan agradable a Dios la opción que han hecho, que nunca le será quitada. Esta bella y profundísima realidad solamente es comprendida y acogida por los humildes, los pequeños.

Volvemos al salmista y nos asombramos cómo, pasada su terrible tentación, se ve colmado de la sabiduría del Espíritu Santo, sabiduría que le hace entender que su gozo consiste en saber estar con Dios. Nadie le impone esta realidad, es una percepción profundísima. Su estar con Dios es el bien por encima de todos los bienes: «Yo, en cambio, estoy contento de estar con Dios, y hacer de Dios mi refugio, para contar todas tus acciones».


viernes, 19 de julio de 2024

SALMO 72(71) El rey prometido (Salmo de Salomón)


Texto Bíblico

Oh Dios, confía tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey.

Que gobierne a tu pueblo con justicia, a tus pobres conforme al  derecho.

Que los montes traigan la paz, y las colinas la justicia.

Que él defienda a los pobres del pueblo, salve a los hijos del indigente y aplaste a sus explotadores.

Que dure tanto como el sol y la luna, de generación en generación.

Que baje como lluvia sobre el césped, como llovizna que riega la tierra.

Que en sus días florezca la justicia y una gran paz hasta que falte la luna.

Que domine de mar a mar, del Gran Río hasta los confines de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales y sus enemigos muerdan el polvo.

Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones.

¡Que se postren ante él todos los reyes, y le sirvan todas las naciones!

él libera al pobre que clama, y al indigente que no tiene protector.

Él se apiada del débil y del indigente, y salva la vida de los pobres.

Él los rescata de la astucia y la violencia, porque su sangre es preciosa a sus ojos. 

¡Que viva y que le traigan el oro de Saba! ¡Que recen por él continuamente, y lo bendigan todo el día!

Que haya abundancia de trigo en los campos,by que ondee en la cima de los montes.

Que den fruto como el Líbano, y broten las espigas como la hierba del campo.

Que su nombre permanezca para siempre, y su fama dure como el sol:

¡Que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra!

iBendito sea el Señor, Dios de Israel, porque sólo él hace maravillas!

iBendito por siempre su nombre glorioso!

¡Que toda la tierra se llene de su gloria!

¡Amén! ¡Amén!

 (Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé)


https://youtu.be/LL4-zp_JxGI


REFLEXIONES DEL PADRE ANTONIO PAVÍA ​(extractadas de su libro "En el Espíritu de los Salmos" y publicadas con autorización expresa de la Editorial San Pablo)


 Paz y pastoreo

Las Sagradas Escrituras nos presentan hoy una aclamación, un salmo real que va describiendo a un rey que, asistido por Dios, traerá la paz no solo a su pueblo, Israel, sino a todo el mundo; paz que abarcará de uno a otro confín de la tierra. Nos anuncia proféticamente la paz mesiánica: «Oh Dios, confía tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey. Que gobierne a tu pueblo con justicia, a tus pobres conforme al derecho... Que en sus días florezca la justicia y una gran paz hasta que falte la luna. Que domine de mar a mar, del Gran Río hasta los confines de la tierra».

Es indudable que el Espíritu Santo inspiró al autor del salmo para anticiparnos a Aquel que es nuestra paz: Jesucristo. Con este título nos lo presenta el apóstol Pablo: «Porque Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Ef 2,14).

El Hijo de Dios es, efectivamente, la paz del hombre. Él mismo dice que nos da su paz, que no es como la que da el mundo: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo» (Jn 14,27). Es cierto que el mundo da una paz, pero Jesucristo marca la diferencia entre una y otra. La paz que da el mundo, a causa del pecado que subyace en él, es siempre inestable, algo así como si estuviera sujeta con hilos. La paz del Mesías, que ya anuncia el salmo, permanece para siempre; y así nos viene expresado con este lenguaje simbólico y ricamente expresivo: «Que dure tanto como el sol y la luna, de generación en generación». Es por eso que Jesucristo puede acercarse al hombre con esta buena noticia: te doy mi paz, la que permanece para siempre por que no tiene fin.

Jesucristo es la paz de Dios sobre el hombre, y esta es lo primero que concede a los apóstoles, sobrecogidos y temerosos, encerrados en el cenáculo después de los dolorosos acontecimientos de , vencedor de la muerte, vencedor de todos los miedos del hombre, se presenta ante ellos y les dice por dos veces la paz con vosotros (Jn 20,19-21).

Paz que, como hemos leído, rompe todas las fronteras; paz que no distingue entre razas, culturas o pueblos. El Hijo de Dios, al alabar la fe del centurión romano, inmensamente superior y más profunda que la de los estudiosos de , dijo a los que le escuchaban: «Os digo que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande»; e, inmediatamente, proclama la paz universal bajo la figura del banquete del Reino: «Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos» (Mt 8,10-11).

Volvemos al salmo y observamos que se anuncia con insistencia la promesa de que el Mesías será portador de la paz que libera y levanta a los pobres, a los humildes, a los desdichados... «Porque él librará al pobre que clama, al indigente que no tiene protector. Él se apiada del débil y del indigente... Él los rescata de la astucia y la violencia, porque su sangre es preciosa a sus ojos».

Los pobres, los humildes, los desdichados..., los mismos que Jesús vio y que hicieron estremecer su corazón. San Mateo nos cuenta este detalle cuando Jesucristo posó sus ojos sobre toda aquella muchedumbre enferma que abría sus oídos a las palabras que salían de su boca, y nos lo cuenta así: «Al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). Llama la atención la claridad con que se nos indica que el mal que sufre esta muchedumbre acontece por falta de pastoreo.

Ya el profeta Ezequiel había denunciado en nombre de Dios a los pastores de Israel con estas palabras tan fuertes: «No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida..., y ellas se han dispersado por falta de pastor y se han convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas. Mi rebaño anda errante por todos los montes... sin que nadie se ocupe de él ni salga en su busca» (Ez 34,4-6).

Ante esta situación y porque Dios ama inconteniblemente al hombre, a todo hombre, pone en la boca de Ezequiel una promesa: «Yo mismo seré el pastor». Escuchemos al profeta: «Porque así dice el Señor Yavé: aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él... Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño humano que yo apaciento, y yo soy vuestro Dios, oráculo del Señor Yavé» (Ez 34,11.31).

Dios, que es siempre fiel a sus promesas; Dios, que vela por todo hombre en su debilidad, suscita a su propio Hijo como pastor, cumpliendo así su Palabra. Jesucristo es el que nos pastorea por el camino de la paz, como profetiza Zacarías ante el nacimiento de su hijo Juan Bautista. Nos dice que Yavé ha suscitado al Mesías «para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,79). Jesús mismo proclama que es «el Buen Pastor que da su vida por las ovejas» (Jn 10,11).


jueves, 18 de julio de 2024

Salmo 71(70).- Plegaria de un justo en su vejez

 Texto Bíblico:

 A ti, Señor, me acojo,

 ¡jamás quede yo avergonzado!

¡Por tu justicia, sálvame, libérame!

¡Date prisa, inclina tu oído hacia mí!

¡Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, pues mi roca y mi alcázar eres tú!

Dios mío, líbrame de la mano del malvado, del puño del criminal y del violento;

porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi confianza desde mi juventud.

En el vientre materno ya me apoyaba en ti, y en el seno materno tú me sostenías.

Siempre he confiado en ti.

Muchos me miraban como a un milagro, porque tú eras mi refugio seguro.

Llena está mi boca de tu alabanza y de tu esplendor todo el día.

No me rechaces ahora en el vejez, no me abandones cuando me faltan las fuerzas,

porque mis enemigos hablan de mí, juntos hacen planes los que vigilan mi vida:

<< ¡Dios lo ha abandonado. Podéis perseguirlo y agarrarlo, que nadie lo salvará!».

¡Oh Dios, no te quedes lejos de mí!

Dios mío, ven aprisa a socorrerme.

Queden avergonzados y arruinados los que persiguen mi vida.

Queden cubiertos de oprobio y de deshonra los que buscan hacerme daño.

Yo, en cambio, no dejo de esperar, continuando tu alabanza.

Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación.

¡Contaré tus proezas, Señor Dios, narraré tu victoria, tuya entera!

Oh Dios, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy anuncio tus maravillas.

Ahora, en la vejez y en las canas, no me abandones, oh Dios, hasta que describa tu brazo a la siguiente generación, tus proezas y tus sublimes victorias, las hazañas que realizaste.

¡Oh Dios!, ¿quién como tú?

Me hiciste pasar por angustias profundas y numerosas.

Ahora volverás a darme la vida, me harás subir desde lo hondo de la tierra.

Aumentarás mi grandeza, y de nuevo me consolarás.

¡y yo te ensalzaré con el arpa, por tu fidelidad, Dios mío!

Tocaré la cítara en tu honor, oh Santo de Israel.

Te aclamarán mis labios, y también mi alma, que tú redimiste.

¡Mi lengua, todo el día, repetirá tu justicia, porque quedaron avergonzados y confundidos los que buscaban hacerme daño!


Reflexiones(padre Antonio Pavía (Extractado del libro En el Espíritu de los Salmos y publicado con autorización expresa de la Editorial San Pablo) 

Ser en Dios

Un hombre fiel se ve acosado por sus enemigos sin duda porque su estilo de vida, orientado a buscar la consonancia con la palabra de Dios que escucha cada día, provoca un auténtico rechazo social. Rechazo por parte de aquellos que, aun siendo también asiduos a la escucha de las Escrituras, no ven en estas sino un añadido más al culto formalista que practican.

Esta situación nos lleva a un texto del libro de  en el que también un justo se ve golpeado por parte de aquellos que se sienten denunciados a causa de su forma de actuar: «Tendamos lazos al justo que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra  un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta a la de todos y sus caminos son extraños» (Sab 2,12-15).

Nuestro hombre fiel no tiene argumentos ni defensas que puedan dar razón del aliento de vida que lleva impreso en su alma y que le mueve poderosamente a buscar su relación filial con Dios. Relación que emerge de la verdad y vida de  que con tanto amor escucha y retiene. Por eso su experiencia de fe es un absurdo para aquellos que viven en la vaciedad de un culto al que le falta corazón.

Así pues, ya que está sumido en una absoluta indefensión, se acoge al Dios a quien ama y por quien se siente amado: «A ti, Señor, me acojo, ¡jamás quede yo avergonzado! ¡Por tu justicia, sálvame, libérame! ¡Date prisa, inclina tu oído hacia mí! ¡Sé tú mí roca de refugio, el alcázar donde me salve, pues mi roca y mi alcázar eres tú!».

Hay una señal inequívoca por la que percibimos que este hombre es realmente un hombre de Dios; y es que, a pesar de la persecución intolerable que está cayendo sobre él, a pesar de las angustias que colman en extremo su corazón y su alma, sus labios no cesan en una continua alabanza y gratitud hacia Dios. Es un hombre sabio porque considera que lo que recibe de Dios es inmensamente mayor que las ofensas que recibe por parte de los hombres. De ahí que su boca esté llena de alabanza y gratitud: «En el vientre materno ya me apoyaba en ti, y en el seno materno tú me sostenías... Llena está mi boca de tu alabanza y de tu esplendor todo el día».

Seguimos con el salmo y vemos, asombrados, que este hombre orante no se detiene simplemente en su continua alabanza a Dios sino que, más aún, siente la necesidad de anunciar, de transmitir a sus hermanos los amores y gracias que Dios siembra en su corazón: «Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación... Ahora, en la vejez y en las canas, no me abandones, oh Dios, hasta que describa tu brazo a la siguiente generación».

Es evidente que este israelita fiel es figura de Jesucristo. Él, voluntariamente carga sobre su alma y su cuerpo toda la lejanía que el hombre tiene para con Dios. Lejanía siempre encubierta por medio de cultos y manifestaciones religiosas simplemente exteriores y superficiales, que actúan como sedantes adormeciendo la auténtica vocación del hombre: ser en Dios.

Jesucristo es sistemáticamente rechazado por sacerdotes, escribas y fariseos, como vemos, por ejemplo, al final de la parábola de los dos hijos invitados a trabajar en la viña: «Los sumos sacerdotes y fariseos comprendieron que estaba refiriéndose a ellos y trataban de detenerle» (Mt 21,45-46). Y, efectivamente, lo detuvieron y lo encaminaron al Calvario.

Rechazado también y no creído hasta por sus mismos familiares: «Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí y vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces... Es que ni siquiera sus hermanos creían en Él» (Jn 7,3-5).

Abandonado incluso por sus propios discípulos al ser testigos de su fracaso y debilidad en el momento de la pasión (cf Mt 26,56). No hay duda que el primer seguimiento de los discípulos ante la llamada de Jesús, estaba marcado por el interés de llegar a ser alguien a su lado. Una vez que le detuvieron y, viendo que sus intereses se desvanecían, simplemente, le abandonaron.

Por último, cuando Pilato puso a Jesús en el platillo de la balanza juntamente con Barrabás, todo el pueblo, a una sola voz, inclinó la balanza a favor de Barrabás al grito de ¡Crucifícale! (cf Lc 23,21).

Jesús lleva a su plenitud la experiencia de rechazo del salmista. Aun así, no dejará de alabar y bendecir a su Padre. Muere en manos de los hombres para que estos puedan ser en Dios.

sábado, 21 de octubre de 2023

22 de Octubre de 2023 Domingo XXIX del Tiempo Ordinario Mt 23, 1-12

Partiendo la Palabra 
Domingo XXIX
del Tiempo Ordinario 
Mt 23, 1-12

*Me saciaré de ti, Señor*

El  Evangelio de este Domingo se nos abre con esta pregunta:  
Que imagen deseamos llevar grabada en el alma: 
¿La del poder de este mundo simbolizada en la efigie del Cesar grabada en el denario que presentan a Jesús? o 
la del Crucificado que en el Calvario venció a la muerte. 
Dicho de otra forma: ¿Deseas llegar a ser  ser discípulo de Jesús, el Hijo de Dios vivo, o discípulo de un poder que por grande que sea te deja tirado, primero ante tus problemas y después ante tu muerte? Dos opciones, dos discipulados, solo tú puedes escoger. (Mt 6, 24) 
La opción por Jesús es lo que define sin sombra alguna a su Iglesia y su esencia: La Evangelización.
Hoy celebramos el día del  Domund, día especial para hablar de nuestra misión por excelencia: Anunciar el Evangelio;  que no es enseñar doctrinas con afán proselitista sino sembrar en los hombres "La Vida propia de Dios"... sí porque como nos dice Juan "...En la Palabra estaba la Vida, y la Vida era la luz de los hombres..."  (Jn 1, 4) 
En este caminar único como Discipulos de Jesús, Él mismo, como dice San Pablo imprime en nuestras entrañas su propia imagen, expulsando antes con la fuerza de su Palabra (Rm 1, 16)  la del Cesar, hija  del pecado original. (Rm 8, 29)
En definitiva llevarás en tu interior la imagen de aquel que te sacia: La de Jesús o la del Cesar.

P. Antonio Pavía
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viernes, 22 de abril de 2022

II Domingo de Pascua - (Jn 20, 19-31)

La Paz de Jesús amordaza tus miedos

Los Apóstoles están encerrados en el Cenáculo. Tienen miedo de los judíos; piensan que una vez que han acabado con Jesús irán a por ellos por ser sus discípulos. Además corre por Jerusalén la noticia de que algunas mujeres han visto a Jesús resucitado, lo que agrava aún más la situación de estos hombres. Nuestros amigos están en tierra de nadie; por una parte son rechazados por los judíos y por la otra no saben nada de Jesús fuera de lo dicho por unas mujeres poco creíbles, según ellos. Quizás piensan  que fueron unos ingenuos al aceptar la llamada de Jesús. Nuestros amigos están viviendo una " noche oscura de la fe" dramática; el miedo y las dudas son como puñales que traspasan su alma. En esto Jesús se les aparece y les dice: ¡¡La Paz con vosotros!! Es la Paz de Jesús que viene acompañada de su Fuerza. Si, Jesús Resucitado les reviste de la misma Fuerza con la que su Padre le revistió para llevar a cabo su misión en el mundo. Nos dice Juan que "Los discípulos se alegraron de ver al Señor". Todo esto tiene que ver con nosotros; no podemos crecer como discípulos de Jesús sin pasar nuestras propias noches oscuras de la fe. Son noches que dan paso a la irrupción de Dios en nosotros con esa alegría que nadie jamás nos podrá arrebatar (Jn 16,22). 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 20 de abril de 2022

Pascua, nueva vida en Jesús.

"En la Palabra está la Vida" ( Jn 1,4). Un señal inequívoca  que caracteriza a los discípulos de Jesús es su amor a la vida y que saben que la encuentran en el Evangelio. En este se cumple, por ejemplo la fortísima experiencia de Dios que vive este salmista: "El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en su mano, me encanta mi heredad" ( Sl 16 5-,6). Imposible describir con palabras los estremecimientos del alma y el corazón de quienes se adentran a una experiencia así con Dios. Intentémoslo; el término suerte utilizado por este salmista no tiene nada que ver con el azar. Apunta a una filial confianza con Dios que le impulsa a poner su vida en sus manos. No importa lo que haya sido hasta entonces; bien sabe este israelita que poderoso es Dios para rehacer de nuevo su historia. Esto nos lleva a otro salmista que traspasado de júbilo grita: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que  me ha hecho? (Sl 116, 12). Cuando damos a Jesús  apenas las migajas de nuestra vida él actualiza la multiplicación de los panes horneando el Pan de la Palabra de Vida en las brasas de tu alma.

P. Antonio Pavia

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lunes, 18 de abril de 2022

La Profecía por excelencia.

Las profecías anunciadas a lo largo del A. Testamento alcanzan, como sabemos, su pleno  cumplimiento en Jesucristo. Nos preguntamos entonces que, si todas las profecías alcanzaron su culmen en Jesús, como es que los judíos, después de la multiplicación de los panes, lo aclamaron como al  gran profeta que esperaban: "...Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo" (Jn 6,14). Quizás se referían al profeta que llevaría a cumplimiento la nueva creación anunciada por Isaías, los nuevos cielos y la nueva tierra, imagen del Reino de Dios (Is 65,17). Hoy es lunes de Pascua; aún resuenan en nuestras entrañas los ecos de la gloriosa celebración de la Resurrección de Jesús. Creo que es su Resurrección, su victoria sobre la muerte, lo que otorga a Jesús el título del Profeta por Antonomasia. Sí, porque su Resurrección, su victoria sobre la muerte es en sí el Glorioso Anuncio Profético de nuestra propia Resurrección,  nuestra Vida Eterna gracias a Él. Recordemos, a este respecto, lo que le dijo Jesús al Padre antes de encaminarse a su Pasión: "... ¡Padre, deseo  que los que tú me has dado -los discípulos de todos los tiempos- donde yo esté, estén conmigo....! (Jn 17,24…) … Y sabemos  que Jesús dijo anteriormente que vino del Padre y que volvía  al Padre... (Jn 16,28).

P.Antonio Pavía

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viernes, 1 de abril de 2022

Domingo V de Cuaresma (Jn 8,1-11)

Jesús y el Adulterio

Unos fariseos traen donde Jesús a una mujer adúltera y le dicen: Moisés nos mandó lapidar a estas mujeres, ¿Qué dices tú? Jesús inclinándose escribió en la tierra, después levantándose les recuerda implícitamente las denuncias de los profetas de los continuos adulterios de Israel al relegar en su corazón a Dios en favor de todo  tipo de idolatría: "El que esté sin pecado que tire la primera piedra". A continuación dijo a la mujer, que nos representa a todos: "Vete y no peques más". No es orden, es la promesa de su  Fuerza y su Gracia frente a todo Adulterio-Idolatría.  Jesús, al  inclinarse y escribir en la tierra, en nuestro corazón de barro, está  anunciando el cumplimiento de esta incomparable  promesa de Yavhé: "…Escribiré mis palabras en vuestro corazón…" (Jr 31,33). Las escribió inclinándose en la tierra, es decir muriendo por ti y por mí. El profeta Óseas al tiempo que denuncia la idolatría de Israel anuncia esta gran Promesa de Dios con toda alma: “Voy a seducirla, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón " (Os 2,16). Hablaré, escribiré mi Evangelio,  en el alma y el  corazón de todo aquel que me busque de verdad y creare en él la Fidelidad... (Os 2,21-22).

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com


miércoles, 30 de marzo de 2022

El Gran Desconocido

Sabemos que en buena parte del primer mundo la creencia en Dios se está desvaneciendo. Nos preguntamos cómo hemos llegado a esta situación y qué debemos de hacer los aún creyentes. Nos duele ver cómo es que Dios, que era el alma de nuestros pueblos y ciudades, pasa casi desapercibido. Hemos de reconocer que ha habido más empeño en adoctrinar a la gente a base de devociones, que sí son válidas, que en sembrar en sus corazones el Evangelio de Jesús. Hemos ofrecido al pueblo de Dios multitud de promesas, visiones, revelaciones... etc, que, siendo buenas, no están a la altura del Evangelio que engendra la fe, como escribe Pablo (Rm 10,17). Sí, la fe firme sobre la Roca, como dice Jesús (Mt 7,24). El  Evangelio contiene la Fuerza y la Gracia de Dios que crea en el hombre la Fidelidad a Jesús... y si embargo es... ¡el Gran Desconocido para muchos bautizados! Recordemos cuando Jesús multiplicó los panes para toda una multitud hambrienta. Después, al decirles que Él era el Pan Vivo bajado del Cielo, le abandonaron. Entonces preguntó a los suyos si también querían irse y  Pedro le  respondió: "Señor, Tú tienes palabras de Vida Eterna" (Jn 6,67...). Quizás sea esto lo que ha faltado, dar al hombre Palabras de Vida eterna, las propias del Evangelio de Jesús. Esto nos compete a todos... Ánimo, aún estamos a tiempo.

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 28 de marzo de 2022

Maternidad Espiritual

Jesús, exhausto sube cargando la Cruz hacia el Calvario. María acompaña sus pasos con la mirada desgarrada. Tres fueron las veces que Jesús fue arrojado al polvo por el peso de la Cruz. Cada uno de sus pasos supuso para ella un auténtico martirio, unos sufrimientos parecidos a las dolorosísimas contracciones que sufre una mujer al dar a luz a su hijo. Llegan a la cima, Jesús es crucificado. El sufrimiento que siente María es indescriptible. Desde lo alto de la Cruz, Jesús, abrazándola con la entrañable ternura de su mirada, señala a Juan y la dice: "Ahí tienes a tu hijo" (Jn 19,25...). Fue entonces cuando María entendió todo. En unos segundos que abarcan la eternidad comprendió que las dolorosísimas punzadas, que como puñales herían su alma cada vez que su Hijo caía  contra el suelo aplastado por la Cruz, no fueron solo "parecidos" a los provocados por las contracciones de una mujer que está dando a luz... ¡¡Eran sus propios dolores de parto, pues estaba dando a luz a todos los Discípulos Amados de su Hijo a lo largo de la Historia!! Por la comunión con los padecimientos de Jesús, recibió de Él la sublime Maternidad Espiritual. Jesús se la otorgó en la mayor Cátedra de la Sabiduría posible: la del Calvario.

P. Antonio Pavía

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viernes, 25 de marzo de 2022

Domingo IV Cuaresma (Lc 16,11-32)

El hijo pródigo y su Padre se abrazaron

Evangelio del hijo pródigo.

Un padre tiene dos hijos; el menor no está a gusto con él y decide coger sus cosas y marcharse lejos; cree que así podrá sacar más partido de su vida. Pasada "su luna de miel" se topa con la realidad. Su vida está casi a la altura de los animales que cuida. Tiene dos  opciones:  empecinarse orgullosamente en su malvivir o volver a casa. Decide volver y en su caminar prepara su discurso: "...Padre, no merezco ser hijo tuyo, tratame como a uno de tus jornaleros..". Como todos, de una forma u otra, necesitamos una vuelta sincera a Dios transcribimos este pasaje bíblico: "Jamás se oyó decir a un Dios, fuera de ti que haga tanto por quien espera de Él" (Is 64,3). Así es; veamos cómo recibió el Padre a su hijo: "Estando todavía lejos su padre le vio y conmovido echo a correr, se le hecho al cuello y le beso efusivamente...". Estás son las sorpresas de Dios; asi recibe a todo aquel que despreciando sus mediocridades se vuelve a Él. 

P. Antonio Pavía

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miércoles, 23 de marzo de 2022

El que escucha a Jesús, aprende a orar

Uno de los pasajes más ricos y profundos sobre la oración que nos ofrece  el Evangelio es aquél en el que vemos a María la hermana de Lázaro sentada a los pies de Jesús escuchando su Palabra (Lc 10,38...). La escena es bellísima. María a los pies de Jesús escuchándole representa al verdadero buscador de Dios que descubriendo sus huellas en el Evangelio de su Hijo no descansa hasta que su Presencia-Palabra se haga un hueco en su alma. María también representa a las vírgenes sensatas a quienes les urge tener su alcuza llena de aceite (La Palabra Viva) para que las lámparas de sus corazones estén radiantes de luz, tanto los días buenos como los malos. María de Betania nos enseña la actitud que hemos de tener ante la Palabra; no se lee de corrido, casi por obligación, sino lentamente, paladeando el Espíritu y Vida que fluyen de ella (Jn 6,63b). Es un escuchar con el alma rendida, enamorada  de Jesús, Palabra del Padre, que te mueve a dar crédito a sus palabras  aunque al principio no las entiendas del todo... y cuando das crédito a Jesús en lo que te dice en su Evangelio, ya eres una persona orante; lo eres porque Dios, ya ha abierto en tus entrañas la Fuente de la Vida, que es Él mismo viviendo en ti (Jn 14,23). Entonces... ya no necesitarás ningún maestro que te enseñe a Adorar a Dios en espíritu y verdad (Jn 4,23-24). No necesitarás ni maestro ni cursos ni libros, tan solo la Palabra, el Evangelio porque El Maestro ya vive en ti.

P. Antonio Pavía

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lunes, 21 de marzo de 2022

El Amor de Pedro a Jesús

En la noche de su Pasión, Jesús anuncia a sus discípulos que se van a  escandalizar  de  Él; inmediatamente saltó Pedro: "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mt 26,33). Sabemos la respuesta de Jesús: Esta noche me negarás tres veces. Así fue. Analicemos este hecho.  Pedro sí ama, y mucho, a Jesús pero aún no ha recibido la Gracia de dar su vida por Él, por eso flaqueó a la hora de la prueba. Veamos la debilidad de Pedro a la luz de este texto de Juan: " Amemos a Dios porque Él nos amo primero " (1 Jn 4,19). Extrapolamos este pasaje. Pedro aún no puede dar su vida  por Jesús porque éste aún  no la ha dado por él; es decir que Él tiene que adelantarse dándola primero.  Una vez que la entrego por él, y por todos, revistió todo su ser de su Espíritu de Fuerza y de Gracia. Resucitado va a su encuentro y posando su mirada en él, que la tenía huidiza, le pregunta tres veces: "Pedro, ¿me amas? (Jn 21,15...). Le estás anunciando que sí, que no necesita sus  promesas, que el tiempo desgasta; ¡que ya puede dar su vida por Él! Pedro queda sobrecogido... ¡¡Se da cuenta de que Jesús ha tomado sobre sus espaldas sus incoherencias y ha sembrado en su alma!! Su Fuerza, ¡¡la de Dios!! Ahora sí... ya puede declarar su amor incondicional al Hijo de Dios, ya puede decirle, y así lo hace: ¡Señor, tú lo sabes todo, sabes que te amo! Has infundido en mi tu Espíritu, ya puedo dar mi vida por ti y recuperarla, como tú. (Jn 10,18). A ti que lees esto; si ya eres consciente de que Jesús ha dado su  vida por ti, ya estás en condiciones de que te pregunte cómo a Pedro: ¿Me amas...?

P. Antonio Pavía

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viernes, 18 de marzo de 2022

III Domingo de Cuaresma (Lc 13,1-9)

¡Señor quiero serte fiel!

Israel es la viña de Dios, la higuera simboliza su Palabra.; esto nos ayuda a entender mejor el Evangelio de hoy. El dueño de la viña no encontró fruto en la higuera. Israel que se enorgullece de ser el depositario de la Palabra de Dios no ha dado fruto. El dueño insta al encargado: si no ha dado fruto en tres años, arráncala. El  encargado, que es Jesús, le responde: Es cierto, llevo tres años predicando el Evangelio y ni siquiera mis discípulos han dado fruto, discuten sin parar sobre quién es el mayor, pero añade; espera que falta lo más importante: voy a dar mi vida por todos los hombres para que puedan dar fruto. Al morir, Jesús grito al Padre: ¡Todo está cumplido! (Jn 19,34). Su Palabra está cumplida. Con su muerte, Jesús, el "Lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14b), nos dejó en el Evangelio "su plenitud de gracia y de verdad". Ya podemos dar fruto porque el Evangelio es el que crea en el hombre la fidelidad a Dios.

P. Antonio Pavía

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miércoles, 16 de marzo de 2022

Mi amigo, mi otro yo

San Pablo dice que Jesús es la Sabiduría de Dios (1 Co 1,24). Los primeros cristianos sabían que Jesús era "La Palabra del Padre" por lo que podemos afirmar que Jesús es la Sabiduría del Padre que viene a nuestro encuentro cada vez que leemos y escuchamos hambrientos su Evangelio. Esto reviste vital importancia a la luz del siguiente pasaje bíblico: "Esta -la Sabiduría- entrando en las almas santas forma en ellas amigos de Dios" (Sb 7,27…). Almas santas son aquellas que buscan incansablemente a Dios como la Fuente de su vida. Respecto a que la Sabiduría convierte a estos buscadores en amigos de Dios oigamos esto que dice Jesús a sus discípulos: "A vosotros os llamo amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15b). Jesús abre su corazón a los suyos y confidencialmente les hace saber que todo lo que su Padre le ha hablado al oído se lo ha anunciado a ellos: El Santo Evangelio que brotó como Manantial de Aguas Vivas del corazón del Padre hacia el suyo, y del suyo hacia su boca de donde brotó con su predicación (Jn 12,49-50). Es por eso que les llamo y nos llama también a nosotros sus amigos. Tengamos en cuenta que en la Espiritualidad  Bíblica, la palabra amigo significa "mi otro yo" por lo que podemos afirmar que  todo  aquel que vive abrazado al Evangelio, es considerado por Jesús como "Su otro yo…". 

P. Antonio Pavía

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