miércoles, 29 de septiembre de 2021

JESÚS VIVE EN MI

Abordamos la profunda experiencia del rey Ezequías, que aquejado por una grave enfermedad fue curado por Dios al interceder por él el profeta Isaías. Oigamos lo que salió de la boca de Ezequías antes de la intervención de Dios: “...En medio de mis días tengo que marchar a las puertas del abismo...” (Is 38,10). En medio de mis días, en la mitad de mis años, he ahí el lamento de quién tiene su vida por hacer porque no se ha preocupado buscar y guardar "Palabras de Vida Eterna en su corazón" (Jn 6,66...). Palabras que contienen la Fuerza de Dios para romper el maleficio de la muerte. Ezequías, al saberse curado, rebosante de gratitud, le dice a Dios: "...Tú libraste mi alma de la tumba vacía...” (Is 38,17). Es un canto de amor a Dios sublime por haberle salvado de la fosa de la nada... propia de los que tienen vacía su alma. Los discípulos de Jesús, morimos con el alma rebosante del Hijo de Dios por el Evangelio que hemos escuchado y acogido... y que nos permite proclamar con Pablo: "...Ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mi" (Gal 2,20).
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

domingo, 26 de septiembre de 2021

Salmo 68(67) - La gloriosa epopeya de Israel

Texto Bíblico

Dios se levanta: sus enemigos se dispersan, huyen de su presencia sus adversarios. 
Tú los disipas como se disipa el humo. como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los malvados ante Dios.
Los justos, por el contrario, se alegran, exultan en la presencia de Dios y danzan de alegría. 
Cantad a Dios, tocad en su nombre,
alfombrad el camino del que avanza por el desierto, su nombre es el Señor:
Alegraos en su presencia.
Padre de huérfanos, protector de viudas, así es Dios en su morada santa.
Dios da a los marginados una casa,
libera a los cautivos y los enriquece.
Sólo los rebeldes permanecen en tierra abrasada.
Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo y avanzabas por el desierto, la tierra tembló, se disolvieron los cielos, ante Dios, el Dios del Sinaí, ante Dios, el Dios de Israel.
Derramaste sobre tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
y aliviaste la tierra agotada,
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para el pobre.
El Señor da una orden,
la transmite un ejército numeroso:
«Reyes y ejércitos huyen corriendo,
y las mujeres se reparten el botín.
Mientras reposabais vosotros en los apriscos, las palomas batían sus alas plateadas, destilando oro de sus plumas.
Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes, la nieve caía sobre el Monte Umbrío».
Las montañas de Basán son altísimas, las montañas de Basán son escarpadas.
Oh montañas escarpadas, ¿por qué envidiáis al monte que Dios escogió para habitar, la morada perpetua del Señor?
Los carros de Dios son miles y miles.
El Señor marcha del Sinaí al santuario.
Subiste a la cumbre, llevando cautivos, y te dieron hombres como tributo, incluso los que se resistían,
para que el Señor tuviera una casa.
iBendito sea el Señor cada día!
Dios lleva nuestras cargas:
¡Él es nuestro Salvador!
Nuestro Dios es un Dios que libera;
al Señor Dios pertenecen las puertas de la muerte.
Sí, Dios aplasta las cabezas de sus enemigos, el cráneo cabelludo del criminal contumaz.
Dijo el Señor: «Los haré regresar de Basán, los traeré desde el fondo del mar.
Bañarás tus pies en la sangre del enemigo, sangre que lamerán los perros con sus lenguas».
Aparece tu cortejo, oh Dios,
el cortejo de mi Dios, de mi rey,
camino de su santuario.
Al frente marchan los cantores,
los últimos, los tocadores de arpa,
en medio, las muchachas, tocando panderos.
«Bendecid a Dios en vuestras asambleas, bendecid al Señor en las reuniones de Israel».
Delante va Benjamín, el más pequeño, los príncipes de Judá, con sus tropeles, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
Despliega, oh Dios, tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
Que los reyes traigan su tributo
a tu templo, en Jerusalén.
Reprime a la Fiera de los Cañaverales, al tropel de Toros,
a los Novillos, de los pueblos.
que se te rindan con lingotes de plata.
¡Dispersa a los pueblos que se complacen en la guerra!
Vengan los grandes de Egipto.
Extienda Etiopía sus manos a Dios.
Cantad a Dios, reyes de la tierra,
tocad para el Señor, que avanza por los cielos, los cielos antiguos. Él alza su voz, su voz poderosa.
«¡Reconoced la fuerza de Dios!».
Su majestad resplandece sobre Israel, y su poder, por encima de las nubes.
Desde el santuario Dios impone reverencia: él es el Dios de Israel,
que da fuerza y poder a su pueblo.
¡Bendito sea Dios!

Reflexiones: Dios vive en los pequeños

Este es un canto épico que narra las maravillosas y 
deslumbrantes hazañas de Dios para con su pueblo. Se cantan 
no solamente los hechos extraordinarios que Yavé ha 
realizado con Israel a nivel de lo que pudiéramos llamar una protección divina. Es mucho más que eso. Se entona, con gozo exultante, el hecho sin par de que Dios protege al pueblo no desde arriba, sino actuando en medio de ellos. 
Dios mismo, al sacar a su pueblo de Egipto, está presente en Israel; más aun, va delante de él conduciéndole a la libertad y posesión de la tierra prometida: «Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo y avanzabas por el 
desierto, la tierra tembló... Derramaste sobre tu heredad, 
oh Dios, una lluvia copiosa, y aliviaste la tierra agotada, 
y tu rebaño habitó en la tierra».
Ya Moisés, cuando entonó el canto triunfal de alabanza a Yavé al dividir las aguas del mar Rojo para que su pueblo pudiera abrirse a la libertad, hace presente con énfasis que es Yavé el que lleva y planta a su pueblo en la heredad que sus propias manos prepararon. Escuchemos esta elegía lírica de Moisés: «Tú le llevas y le plantas en el monte de tu herencia, hasta el lugar que tú le has preparado para tu sede, ¡oh Yavé! Al santuario, Señor, que tus manos prepararon» (Éx 15,17).
Dios, lleno de bondad y de misericordia, ha puesto sus 
ojos en este pueblo porque amó su pequeñez y debilidad: «No 
porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yavé de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene...» (Dt 7,7-8).
Además, como vemos en el salmo, Dios volvió su mirada hacia su pueblo no solo por ser el más pequeño de todos, sino también porque es un rebaño humano totalmente desvalido. Es tal su impotencia que no tiene dónde 
apoyarse, nadie a quien pedir ayuda. Pues bien, Dios mismo 
será su apoyo y su ayuda y les proporcionará el cobijo de 
una casa, una morada protectora donde reposará su gloria. 
Dios establecerá su propia morada en medio de ellos: «Padre 
de los huérfanos y tutor de las viudas es Dios en su santa 
morada; Dios da a los desvalidos el cobijo de una casa, abre a los cautivos la puerta de la dicha».
La majestad de esta epopeya tiene su momento culminante cuando Dios mismo escoge su lugar para habitar. 
En todos los pueblos primitivos, las montañas aparecían como signos de la presencia de las divinidades. Esta presencia era tanto más convincente cuanto más altas e
imponentes eran, cuando sus cumbres casi tocan el cielo. Es 
normal que, ante la majestuosidad de estas montañas, los diversos pueblos hayan visto en ellas representadas a sus dioses. El Dios de Israel cambia estos conceptos de los hombres. Habiendo en Samaría los montes altos y escarpados de Basán, Dios los excluye para fijarse en lo que no era ni siquiera monte, apenas una colina, la de Sión en Jerusalén. 
Allí será edificado el templo de su gloria. En él reposará la gloria de Yavé. Veamos cómo el salmista transcribe poéticamente esta decisión de Dios: «Las montañas de Basán son altísimas, las montañas de Basán son escarpadas. Oh 
montañas escarpadas, ¿por qué envidiáis al monte que Dios 
escogió para habitar, la morada perpetua del Señor?».
Dios escoge siempre lo más débil e insignificante para 
manifestarse y salvar. Si escogiera lo fuerte y lo grandioso, lo perfecto y deslumbrador, serían las fuerzas y  poderes del hombre lo que se manifestaría, y no Dios; si lo 
que se manifiesta es la fuerza y grandiosidad de los hombres, la salvación no acontece. Sólo Dios salva, y Él sabe muy bien a quién escoge para que el hombre no quede deslumbrado por fuerzas y poderes que no son Él. Ningún ser 
humano, por extraordinario que sea, puede salvar a otro; o, como dice Jesús, un ciego no puede guiar a otro ciego (cf Lc 6,39).
De la misma forma que Dios escogió a Israel débil e 
impotente, para manifestar su gloria, también hoy día 
escoge a hombres y mujeres débiles y sin pretensiones; 
hombres y mujeres «de barro» para que la luz y la fuerza de 
Dios sean visibles a todos.
El apóstol Pablo es perfectamente consciente de esta 
forma de actuar de Dios. Hablando de él mismo y de los demás apóstoles, define a todos los evangelizadores con este título: «recipientes de barro». Y tiene que ser así para que aparezca que la fuerza del Evangelio viene de Dios 
y no de ellos: «Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros» (2Cor 4,7).
Jesús mismo compara el reino de Dios a una semilla de 
mostaza, que es la menor de todasla  d☺☺s semillas. Sin💩💩💩🛋️💺🚽🚗🏍️ embargo, al desarrollarse, echa ramas tangrandes que las aves del cielo anidan en ellas: «El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza... Es la más pequeña de 
todas las semillas, pero cuando crece es mayor que las 
hortalizas, y se hace árbol hasta el punto que las aves del 
cielo vienen y anidan en sus ramas» (Mt 13,31-32).

P. Antonio Pavía

viernes, 24 de septiembre de 2021

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario - Mc 9, 38-48

En el Nombre de Jesús

Expulsar demonios, hacer milagros... etc. son prismas luminosos que surgen del inconmensurable haz de luz que es en sí la predicación del Evangelio. Hay sin embargo un signo por el que Jesús reconoce como suyos a quienes predican el Evangelio y es que lo anuncien en su Nombre marcando así la diferencia frente a los que se sirven de la predicación para el lustre de su propio nombre, en aras de su gloria. Esto es propio de los fariseos tantas veces desenmascarados por Jesús como por ejemplo cuando les dice: "Muchos me dirán aquel Día: Señor, profetizamos, hicimos milagros en tu nombre...”. Yo les diré: ¡Apartaos de mi agentes de iniquidad! (Mt 7,22-23). Los fariseos de todos los tiempos son tan necios que ni siquiera se percatan de que anteponen su propio  nombre y  gloria al Nombre y  Gloria del Hijo de Dios. En cuanto a aquellos que  desprecian la gloria de los hombres al predicar el Evangelio, al morir, oirán un resonar de voces en el Cielo, aclamándoles así: ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor! (Mt 21,8-9).
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miércoles, 22 de septiembre de 2021

El Sabio y el Necio (Sal 92)

Un israelita dice amorosamente a Dios: "Con tus hechos Señor me regocijas... qué profundos son tus designios". Este hombre por medio de la Palabra conoce la intimidad con Dios, proclama que se sabe amado por Él, no solo por lo que hace a su favor sino también por sus designios, que marcan su vida. Una lectura superficial de esta proclamación nos podría hacer pensar que a este hombre todo le ha ido muy bien, de ahí su gratitud hacia Dios. Sin embargo no es fácil acoger los designios de Dios. Con frecuencia el júbilo da paso a desánimos, noches oscuras, incomprensiones por mantenernos en el Discipulado... etc. que tambalean los designios de Dios que un día acogimos con gozo, claro que su experiencia de amores únicos con Dios, amores que no se los ha inventado, es más, están escritos en su alma, mantienen su fidelidad a Dios, por eso es Sabio. En este Salmo también aparece el Necio que ante las mismas pruebas que sufre el sabio se hunde, no le entran en la cabeza como dice el salmista: "El necio no entiende... no comprende estas cosas."No entiende por qué siempre ha ido a remolque respecto a Dios”, nunca le ha buscado.

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lunes, 20 de septiembre de 2021

La diosa razón

En la revolución francesa (1789) sus promotores movidos por su escepticismo respecto a Dios decidieron prescindir de Él sustituyéndolo por la diosa razón a la que atribuyeron el poder para  discernir acerca del bien y del mal, cosa que la prepotente Europa acogió con entusiasmo. Al principio la diosa encumbrada se sintió halagada pero pronto empezó a preocuparse al ver que el bien y el mal tan nítidamente definidos estaban siendo oscurecidos por la subjetividad dando paso a una sociedad anestesiada y así hasta hoy que hemos sido visitados por la pandemia. Ante ella los  gobiernos se dejaron de subjetivismos y promulgaron leyes rigidísimas para atajar la pandemia incluida la de recluir a la población en sus casas. El problema es que habían anestesiado tanto a la gente que está echando mano del subjetivismo que se les había inculcado, desafiando toda ley siguieron haciendo sus encuentros festivos, celebraciones callejeras, botellones... etc. Vista la situación la diosa razón se retiró avergonzada a sus aposentos de los que salió al poco tiempo para saludar a la multitud que la aclamaba. Todos se quedaron de piedra al ver que llevaba una banda al pecho que decía: "diosa de la insensatez”.
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viernes, 17 de septiembre de 2021

Domingo XXV del Tiempo Ordinario - Mc 9, 30-37

¡Convertíos al Evangelio!

Una vez más Jesús dice a los suyos que será condenado a muerte pero que resucitará; una vez más sus discípulos no quieren saber nada de esto arguyendo que no le entienden. El hecho, sonrojante, es que no le entienden porque mientras Jesús les habla ellos están en lo suyo  enzarzados en discusiones sobre quién de ellos era el mayor. Este Evangelio es una catequesis fortísima para todos nosotros: es imposible entender a Jesús si nuestros intereses prevalecen sobre su Evangelio, intereses que nos ponen de perfil ante sus Palabras de Vida. Los profetas no cesan de denunciar al pueblo de Israel porque aún yendo al Templo o sinagoga desprecian la Palabra que allí se proclama echándosela a las espaldas. Escuchemos a Jeremías: "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros mi pueblo... más ellos no escucharon ni prestaron oído... se pusieron de espaldas…" (Jr 7,23-24 ). Escuchemos también la denuncia dirigida por Esteban, el primer mártir de la Iglesia, al Sanedrín: "Incircuncisos de corazón y oídos, vosotros siempre resistís al Espíritu Santo" (Hech 7, 51).
Señor Jesús… Conviértenos a tu Santo Evangelio. 
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Jesús somete nuestra muerte

Sondeamos la confesión de fe de este salmista a raíz de las maravillas hechas por Dios con su pueblo en su salida de Egipto. “Tú te abriste camino por las aguas caudalosas sin dejar rastro de tus huellas" (Sal 77,20). Este hombre proclama la supremacía de Dios sobre el poder de Satanás representado por las aguas devastadoras, abriéndose un camino sobre el mar Rojo para que Israel accediese a la libertad. Es una profecía que anuncia que gracias a Él la muerte no tiene la última palabra, ni un rastro, ni una huella de ella  prevalece sobre nosotros. Todos en Jerusalén fueron testigos de la muerte de Jesús y todos fueron testigos o conocieron  su Resurrección. Ya antes Jesús había hecho ver a los Apóstoles que era el Señor que imponía su poder sobre las aguas de la muerte al verle caminar sobre ellas cuando estaban a punto de destrozar su barca (Mt 14,22…). Al someter a la muerte con su Resurrección… sometió también la nuestra. Oímos a Pablo: "Si con Él morimos, viviremos con Él" (2 Tm 2,11). 
P. Antonio Pavía - comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 13 de septiembre de 2021

Mi amigo, mi otro yo

Leemos la súplica que dirige a Dios este  israelita: "Dame la Sabiduría asentada junto a tu trono y no me excluyas del número de tus siervos" (Sb 9,4). Este buen hombre se conforma con que Dios le acepte como siervo suyo, sin embargo esto para Dios es muy poco y lo sabemos por lo que Jesús dice los suyos: "No os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; os llamo amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15). ¿Qué es lo que Jesús ha oído del Padre y nos lo da a conocer? ¡¡¡EL EVANGELIO!!! Jesús dirá a sus discípulos que las palabras -EL EVANGELIO- que oyen de Él, se las enseña su Padre (Jn 8, 28). Es pues está Sabiduría Divina la que nos hace amigos de Jesús. Enriquecemos esta mini catequesis con una apreciación fortísima. En la Escritura la palabra amigo tiene un alcance desconocido para nuestra cultura.  En la Escritura el amigo es " mi otro yo". Un discípulo de Jesús ilumina al mundo con su Luz porque es, como decían por ejemplo de San Francisco, "Jesús en el mundo". Recordad ¡¡no somos siervos, menos aún esclavos!! Recordad: estamos llamados a ser amigos de Jesús, "su otro yo" en el mundo.
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

sábado, 11 de septiembre de 2021

ME ATÉ A TI

Me caía y me até a ti. Con oraciones sostuve mi corazón a tu mano y caminé sin ver, sin creer pero obedecí y puse mi fe en tantas promesas de quienes antes de mi creyeron.
Me até a ti y me ato cada día cuando el viento de la vida me levanta sobre el suelo y me quiere arrastrar.
Siento miedo de este viento y también de mí, de la voz que desde dentro engaña con melodías que se apagan y dejan el corazón abandonado al silencio.
Me ato a tu palabra cada día para que se prenda en mí y sea una conmigo
Me ato a tu voluntad y quiero decirte “si” más allá de mi deseo
Me ato a la libertad de ser para ti en ti
Me ato, Señor, a la única esperanza que da alas, que libera, y que permite volar y dejar al corazón crecer y abrazar el cielo….. me ato a tu yugo ligero
Olga Alonso

viernes, 10 de septiembre de 2021

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario - Mc 8, 27-33

La Palabra en la boca y en el corazón

Jesús pregunta a los apóstoles: ¿Quién decís que soy yo? Pedro iluminado por el Espíritu Santo responde: ¡Tú eres el Cristo! Añadimos la puntualización de Mateo: ¡…El Hijo de Dios vivo! (Mt 16, 16). La confesión de fe de Pedro es perfecta, sin embargo y para nuestra sorpresa al anunciar Jesús su pasión, muerte y resurrección, el apóstol, que acaba de confesar su fe el Él, intenta disuadirle provocando está respuesta de Jesús: ¡Apártate de mi vista Satanás, tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres! Nos encontramos con una catequesis sobre la fe que agrada a Dios fortísima y siempre válida. De poco o nada sirve tener el Nombre de Jesús en la boca si no habita en el corazón por medio de su Palabra ( Jn 14,23) Es una catequesis que nos alcanza a todos… pero no nos desanimemos. Los Apóstoles que eran como eran terminaron guardando el Evangelio de Jesús en su corazón y nosotros si le buscamos con corazón sincero también.
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

HAY UN LUGAR

Hay un lugar en nuestro interior, Señor, un lugar escondido al que no llega nada si no eres tú.
Un espacio que duele cuando está vacío, un espacio que se queja y reclama un encuentro.
Ese lugar, Señor, está hecho de ti y es para ti. Es donde nos encontramos y dónde estás: es tu casa.
Caminamos por el mundo buscando. Dirigimos nuestros pasos anhelando, planeando, esperando.
Sólo hay que quedarse muy quieto para ver ese lugar y , si uno permanece en silencio, puede incluso verlo allí , en el interior, silencioso y tú en él.
Llegar a ese santuario, dedicarle tiempo, silenciar la voz, desear tocarlo y todo ocurre.
Allí si hay paz, esa que buscábamos, esa que nos salva. Ese es el hogar que tú has creado para cada hombre. ¡Que lo sepamos encontrar , Señor! ¡Llévanos allí de tu mano!
Olga Alonso

jueves, 9 de septiembre de 2021

ME PUSE JUNTO A TI

Me puse junto a ti un día y, desde entonces, vivo en tu abrigo
Si la vida pasa y pasan los días con su devenir de cosas vacías, a veces me pierdo, te suelto la mano y me entretengo en algún lugar donde suena música, donde brilla algo y me quedo allí, casi deslumbrada, por aquella fiesta, la fiesta del mundo.
Y pasan los días y creo que sigo aquí, junto a ti, pero no es así. 
Mi mano te agarra pero el corazón se llena de voces que no son la tuya
Otra vez confundo el sitio , el lugar y quiero encontrar la felicidad donde no estás tú, ni tú ni tu fiesta.
Y entonces recuerdo, porque duele el alma y atenaza el miedo, que tengo un hogar que está junto a ti y que me alejé.
Ese “junto a ti” que este corazón olvida tan pronto por lugares huecos, donde tú no estás y que es nuestra casa
Ahora regreso, como tantas veces y de nuevo tú esperas paciente.
“Ven” me dices, Señor. “Ponte junto a mí que aquí no hace frío, que aquí crecerás con un corazón siempre protegido, con un corazón hambriento de Dios”
Olga Alonso

miércoles, 8 de septiembre de 2021

LAS NOCHES OSCURAS

Dame una palabra que yo guarde dentro y que sea luz en mis noches oscuras.
Dame una palabra que sostenga el miedo, que traiga la calma y que no se vaya hasta que mis ojos alcancen el sueño.
Ven Señor, tú mismo, en esa palabra, déjame sentirte, quiero verte cerca y ya no habrá nada que turbe mi alma.
Mírame Señor, ten piedad de mí, ven aquí a mi lado, tu que puedes todo no me dejes sola
Yo sé que tú estás pero si no siento hoy tu compañía será el mismo miedo que atenaza el alma el que venza y pase conmigo esta noche.
Dame una palabra, llénala de ti , cuídame, protégeme y no me abandones.
Y que esa palabra, se convierta en brazos donde recostarme, donde descansar.
Olga Alonso

Dame tu mano Señor

Señor Jesús, a la luz de tu Santo Evangelio recibí la bellísima intuición de que amándote a ti más que a mí mismo, mi vida alcanzaría su plenitud.  Mi corazón salto de alegría por está intuición pero al mismo tiempo me entristecí ante mi impotencia para amarte con todo mi corazón. Viniste en mi ayuda haciéndome viajar en el tiempo hasta que mis ojos se posaron en tus primeros discípulos: Pedro, Santiago, Juan, etc. con sus debilidades. Entonces un soplo de libertad, el soplo de tu Espíritu, me liberó de mis miedos y tristezas. Me hiciste ver qué Tú, mi Buen Pastor recorrerías conmigo el camino del Discipulado, y que estarías entrañablemente cercano a mí al atravesar valles de tinieblas (Sl 23,4). Aún así te dije: ¿Me darás tu mano para poder seguirte ? Me tranquilizaste con estas palabras: "Mis ovejas escuchan mi voz... nadie las arrebatara de mi mano" (Jn 10,27-28). Estremecido por tanta solicitud conmigo te dije: ¡Aquí estoy Señor Jesús, dame tu mano! 
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

lunes, 6 de septiembre de 2021

CAER... LEVANTARSE

Has recorrido conmigo el camino tantas veces…….
Nunca te cansas, tu paciencia es mi consuelo.
Y aunque a veces pienso si mirarás a otro lado la próxima vez, cuando caiga, me vuelves a mirar y me dices: “sigo aquí”.
Ahora tropiezo, pero no es igual porque siento tu mirada profunda, como Pedro cuando te negó, y la rabia y el dolor dan paso a la esperanza.
En cada caída me encuentro cara a cara con mi vida y descubro un corazón que necesita de ti, que espera en ti y que sabe que sin ti, no es nada.
Caer…. levantarse por la fuerza de tu mirada.
Estrechar el camino y descubrir que no hay otra forma de entrar en tu luz.
Vivir para conseguir un alma luminosa construida con pequeños retazos de luz que tu enciendes en mi cuando caigo………. cuando me miras.

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (Mc 7,31-37)

Al aire de Jesús

Llevan donde Jesús a un sordomudo que en vez de sanarle sin más como suele hacer con otros enfermos realiza una especie de ritual para que pueda oír y hablar. Por cuestión de brevedad expongo solo el ritual que desarrolla con este hombre. Mete sus dedos en la oquedad de sus oídos, eleva sus ojos al cielo, es decir, a su Padre y emite un grito: ¡Effeta! es decir: ¡Ábrete! Con este ritual Jesús señala el punto de partida del Discipulado. No se puede llegar a ser discípulo de Jesús si no nos dejamos abrir el oído por Él a fin de acoger sus palabras como Él acogió las palabras de su Padre (Jn 12,49-50). Oigamos esta profecía de Isaías sobre Jesús: "El Señor me ha dado lengua de Discípulo... mañana tras mañana me abre el oído." (Is 50,4 ). El alma que decide escuchar la Palabra empieza por inclinar - obedecer- su oído hacia ella (Sl 45,11). Los que así actúan ya no van a su aire sino al aire de Jesús.
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com

viernes, 3 de septiembre de 2021

Salmo 67(66) - Oración pública después de la recolección anual

Texto Bíblico

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se conozcan tus caminos, en todas las naciones, tu salvación. 
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que se alegren y exulten las naciones, porque juzgas al mundo con justicia,
juzgas a los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto:
es el Señor, nuestro Dios, quien nos bendice.
¡Que Dios nos bendiga, y hasta los confines del orbe lo temerán!

Reflexiones Salmo 67 Luz para todos

Israel es consciente de haber sido elegido por Dios para ser no sólo depositario de su luz, sino también 
instrumento para que la luz de Dios llegue, por su medio, a todos los confines de la tierra. Y, efectivamente, el Mesías nace en el seno de Israel, descendiente del tronco de David. Los profetas ya lo habían anunciado como luz de todas las gentes: «Yo, Yavé, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes» (Is 42,6).
El Hijo de Dios viene como luz del mundo, y así se define a sí mismo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12). 

El apóstol Pablo, que se sabe enviado por Jesucristo, es consciente de que está proclamando la nueva y definitiva alianza de Dios con el hombre por la fuerza del Evangelio.
Este ha sido comprado por Jesús con su sangre para el hombre. Es la nueva y definitiva alianza otorgada gratis para nosotros. Gratis porque el precio lo pagó el Hijo de Dios con su vida. Por eso, el apóstol distingue muy bien entre ley –letra–, y Palabra –espíritu–. Y así se lo oímos 
decir en la segunda Carta a los corintios: «Jesús nos capacitó para ser ministros de una nueva alianza, no de la letra, sino del espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida» (2Cor 3,6).
Jesús, luz que ilumina las tinieblas de todos los hombres, escoge a sus discípulos para que también ellos  sean luz en las tinieblas. Jesucristo vive en los cristianos para privilegio no solamente de ellos sino de todos los hombres. 
La misericordia de Dios alcanza a toda la humanidad, aunque la misión de ser luz no sea para todos.
En este contexto percibimos a los discípulos como servidores de sus hermanos, haciéndoles visible la luz para que todo hombre pueda glorificar a Dios y encontrar así la salvación: «Vosotros sois la luz del mundo. 
El apóstol Pablo, en su catequesis –carta– a los cristianos de Filipos, les anuncia que Dios les ha llamado para brillar como antorchas en el mundo. Y más aún puntualiza, que los hombres recibirán la luz cuando les sea presentada la palabra de vida. 
El mismo apóstol dirá a los efesios que la Palabra que ha llegado sobre ellos es la luz que les ha rescatado de las tinieblas. Y lo dice con unas palabras fortísimas en el sentido de que no sólo vivían en tinieblas, sino que eran tinieblas; así como ahora no solo viven en la luz, sino que son luz: «Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz» ( Ef 5,8) 

(P.Antonio Pavía)

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Salmo 66(65) - Acción de gracias pública

TEXTO BÍBLICO

Aclamad al Señor, tierra entera,
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué admirables son tus obras! Por tu inmenso poder, tus enemigos te adulan».
¡Que toda la tierra se postre en tu presencia!
Que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles acciones en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
atravesaron el río a pie.
Exultemos de alegría con Dios,
que gobierna con su poder para siempre.
Sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.
Pueblos, bendecid a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas.
Él es quien nos mantiene vivos,
y no deja que tropiecen nuestros pies.
Oh Dios, tú nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata.
Nos hiciste caer en la trampa,
echaste una carga sobre nuestros hombros:
Dejaste que un mortal cabalgara sobre nuestro cuello.
Pasamos por fuego y por agua,
pero nos dejaste recobrar el aliento.
En tu casa entraré con holocaustos,
cumpliré las promesas que te hice, las que pronunciaron mis labios y prometió mi boca en la angustia.
Te ofreceré pingües holocaustos,
con el humo de carneros;
inmolaré bueyes y cabritos.
Vosotros que teméis a Dios, venid a escuchar. Os contaré lo que ha hecho por mí.
A Dios gritó mi boca, y lo ensalzó mi lengua.
Si hubiera tenido malas intenciones, el Señor no me habría escuchado.
Pero Dios me escuchó,
y atendió a mi grito suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su amor.

REFLEXIONES AL Salmo 66 :Venid a ver las obras de Dios

El salmista, movido por el Espíritu Santo, hace una invitación. no sólo al pueblo de Israel, sino a todas las 
naciones de la tierra, a entonar un himno de gratitud y alabanza a Dios..
El salmo hace hincapié en las acciones salvíficas de Dios sobre el pueblo; concretamente los pasos del mar Rojo en Egipto y del río Jordán ya en la tierra prometida. 
Sabemos que en ambos casos las aguas se separaron para que 
el pueblo pudiese avanzar a pie. 
Aparece en este salmo, con toda su fuerza, la universalidad de la bondad de Dios para con todos los 
pueblos, razas y culturas. Todos los hombres del universo son invitados a volver sus ojos al Dios que, al hacer presente su acción salvífica con un pueblo concreto, está 
manifestando implícitamente que su salvación no está sujeta 
a límites ni fronteras. 
Salvación universal que es anunciada ya explícitamente 
por Jesucristo, el enviado del Padre. Él da su vida para 
que multitud de ovejas que no son del redil-Israel, puedan 
escuchar la Palabra que salva al hombre, de forma que todos 
constituyan un solo rebaño y un solo pastor: «También tengo 
otras ovejas, que no son de este redil; también a esas las 
tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo 
rebaño, y un solo pastor» (Jn 10,16).

El autor de la Carta a los hebreos llama eficaz a la Palabra por el hecho de que abre un camino dentro del que la escucha, y lleva la luz de Dios hasta los sentimientos y pensamientos del corazón, donde acontece la conversión real 
del hombre a Dios: «Ciertamente, es viva la palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, 
hasta la junturas y médulas; y escruta lo sentimientos y 
pensamientos del corazón» (cf Heb 4,12).
Volvemos a nuestro salmo y puntualizamos el hecho de 
que se anima al pueblo a bendecir a Dios, porque es poderoso para devolver la vida al alma y fortalecer los pies del hombre en su búsqueda de Dios. Él devuelve nuestra 
alma a la vida y no deja que vacilen nuestros pies.
«Devuelve nuestra alma a la vida». Jesucristo, que es la palabra del Padre, anuncia que con Él ya ha llegado la hora en que estas almas exhaustas hasta la muerte 
anunciadas por el salmista, cobrarán una nueva vida por el 
hecho de tener el oído atento a su Palabra. Así lo vemos expresado por san Juan: «En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella) en que los muertos oirán 
la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán» (Jn 5,25).
Dios, que hizo emerger la creación de la nada por el poder de su Palabra, ha otorgado al Hijo el poder de devolver la vida a todos los que por estar lejos de Él, están muertos en espíritu. En Jesucristo ha llegado la salvación para todo hombre, lejano o cercano. 
La salvación acontece porque la Palabra es anunciada, es escuchada y es acogida. 
El apóstol Pablo anuncia con toda claridad que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha venido a reconciliar desde sí mismo a todos los hombres 
con Dios: «Porque Él es nuestra paz; el que de los dos 
pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba...
Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos y 
paz a los que estaban cerca. Pues por Él unos y otros 
tenemos libre acceso al Padre en un mismo espíritu» (Ef 
2,14-18). Vemos, pues, cumplida la profecía del salmo: en 
Jesucristo todos estamos reconciliados con Dios... En 
Jesucristo se despiertan las entrañas de todos los hombres 
para alabar y bendecir a Dios llenos de gratitud.

(P.Antonio Pavía)