jueves, 31 de agosto de 2017

Perdónales (por Carmen Pérez)

"Si mi enemigo me injuriase, lo aguantaría, pero eres tú mi compañero, mi amigo y confidente, Juntos íbamos entre el bullicio por la casa de Dios." (Salmo 54)


Esta palabra se cumplió en Jesús ... Y se cumple en nosotros, cuando alguien en quien confiamos nos traiciona.
¿Porqué el Señor pasó por la traición de Judas?...  Para enseñarnos que esas cosas no tienen la última palabra... Una vez más nos dice: yo soy el camino ... aprended de mí.

Cuando sentimos que se han portado mal con nosotros.,... Sigamos sus huellas, Él pidió paz al padre. 
Y dice:  Dios escucha mi voz y su paz rescata mi alma.
Y le da, y nos da, fuerza para poder decir: Perdónales porque no saben lo que hacen.

BENDITO SEAS SEÑOR

miércoles, 30 de agosto de 2017

Poemas II.-CADA DÍA ESTA BATALLA (por Olga Alonso)

Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Mt 14;31
 
 
CADA DÍA ESTA BATALLA
CADA DIA, TU MANO
Cada día,  en esta batalla por sobrevivir al mundo, veo caer a quien me hostiga a mi izquierda y a mi derecha.
Veo mi camino hacia Ti con más claridad y confirmo que sólo existe una posibilidad,  seguirte, escucharte.
Quien no me deja respirar, vive dentro de  pero tu mano siempre aparece, tendida en el momento preciso.
Uno la sujeta y aunque la necedad le impide estar convencido de que es la solución correcta y duda, dentro muy dentro,  sabe que esa mano, esa misma mano, asida en momentos de desesperación, es la mano de un Padre cuyo deseo es conducir nuestra vida a la Eternidad, aquí,  ahora, desde ya mismo.
Cada día, esta batalla me saluda de nuevo y aunque me fallen las fuerzas, algo dentro de mi si sostiene mi perseverancia como lo hacía  con el anciano Simeón a las puertas del Templo.
Cada día , esta batalla y cada día, testaruda y resistente, esta misma esperanza de ver tu mano tendida, tu mano segura, sólida,  llena de Amor.
Tu mano que agarro y me salva. 
Tu mano cogida a mi mano y yo esperando, como Simeón,  a que un día,  detrás de esa mano, aparezca tu rostro, Señor.

Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
Sl 18;17-18
 
 

domingo, 27 de agosto de 2017

EL CUENTO DE LA FELICIDAD ( por Tomás Cremades)

No, no es que la felicidad sea un cuento; la felicidad existe. Pero me llegó este mini-cuento, y, como tal,… ¡os lo cuento!
Dice que estaban reunidos los demonios pensando cómo esconder la felicidad del hombre. Uno dijo: ¡Ya se! La esconderemos en el monte más alto del mundo. Así nadie la podrá encontrar. Pero el más sabio de la reunión dijo: No; porque siempre habrá uno que llegue algún día, y se lo comunicará a los demás y todos la encontraran.
Otro dijo: ¡escondámosla en el fondo del mar! Ahí nunca darán con ella. Pero nuevamente le respondió: No; seguro que alguna vez el hombre encontrará la manera de hallarla, y, una vez hallada, se la comunicará a los demás y volverá la felicidad al mundo.
Otro dijo: Ya sé dónde no la encontrarán; enviémosla a otro planeta. Pero el sabio dijo: Tampoco es la solución. Inventaran una nave para llegar y algún día se harán con ella.
Había  un demonio que no había intervenido, siempre muy atento a las propuestas de los demás. Y tomando la palabra dijo: Yo tengo la solución: ni en el monte más alto, ni en el fondo del mar, ni en otro planeta. ¡Escondámosla en el fondo de su alma! Ahí no la buscará!
Apliquémonos el cuento. Busquemos en nuestro interior. Decía san Agustín que Dios es “interior intimo meo”, es decir: lo más íntimo dentro de nuestra alma. Como bien decían los demonios, ahí, en nuestro interior, donde habita o quiere habitar Dios, está la felicidad. Sólo en Él reside nuestra verdadera Felicidad.
 
Alabado sea Jesucristo

sábado, 26 de agosto de 2017

¿Quien eres Señor? Para el Evangelio del Domingo 27 de Agosto de 2017

No hay argumento teológico que pueda demostrar que Jesús sea el Hijo de Dios. Sólo llegamos a saberlo, cuando Dios nos lo revela- lo graba a fuego en nuestro interior- como vemos en el Evangelio de hoy. Jesús hace esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién creéis que soy yo? Pedro, posiblemente el menos preparado salta como un resorte y dice: ¡Tú eres el Hijo de Dios vivo! Creo que él mismo queda sobrecogido ante su propia respuesta.. Acaba de proclamar que Jesús es Dios. El Señor le dice: Bienaventurado eres Pedro pues mi Padre te ha revelado el Misterio de mi Encarnación, Misterio indescifrable para la sabiduría del mundo, pero que mi Padre revela en el corazón de los que como tu le buscan con corazón honesto y hambriento. Es ésta una buena noticia para toda la humanidad... Dios Hijo está vivo en sus Palabras. Quien va al Evangelio con hambre de que le sea revelado el Misterio de la Encarnación del Hijo De Dios, lo escucha con tanta claridad y nitidez que se sabe ante Él, y no juzgado sino comprendido y amado.

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viernes, 25 de agosto de 2017

Poemas II.- Vengo de días intensos.-(por Olga Alonso)

y, llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido."

 Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión. 


Lc 15,6-7


 


VENGO DE DÍAS INTENSOS

Vengo de estar contigo
Vengo de escucharte y tenerte
Vengo de tener mi vida en tus manos

 Cierro los ojos y recuerdo mi angustia
Ahora todo está impregnado de tu Amor
Siento todavía tus abrazos en mi alma
y no sé cómo darte gracias

Me parece insignificante todo lo que puedo ofrecerte
Y siento que nada es ya como antes
Quiero sujetar esta plenitud en mi alma
y dormir en ti

¿Porqué si nos hiciste tuyos
escapamos  de Ti cuando creemos que  no te necesitamos?
¿Cómo es posible que nuestro corazón olvide tanta misericordia, tanto amor, tanta plenitud?
Quizás tu quisiste que fuera así para que no nos cansemos de tu amor

Tú que buscas desesperadamente que nuestros rostros se vuelvan hacia ti
Cuanta espera Padre, ¡cuánta paciencia! ¿Qué hemos hecho para que nos ames tanto?


Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos. 



Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo,
y yo seré vuestro Dios. 



Ez 36,27-28


 

miércoles, 23 de agosto de 2017

Tu rostro buscare Señor (Tomás Cremades)

El deseo de todo discípulo que busca al Señor es ver su Rostro. Ya nos lo recuerda el Salmo 26 cuando dice: “…Una cosa pido a Yahvé, es lo que ando buscando; admirar la belleza de Yahvé contemplando su Templo” (Sal 26,4) Y más adelante clama a Yahvé diciendo para sus adentros: “…Busca su Rostro. Sí, Yahvé, tu Rostro busco, no me ocultes tu Rostro…” (Sal 26, 8)  

Ya Moisés le pide a Yahvé: “Déjame ver tu Gloria”. Él le contestó: Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el Nombre de Yahvé, pues concedo mi favor a quien quiero y tengo misericordia con quien quiero. Y añadió: Pero mi rostro no podrás verlo, porque nadie puede verme y seguir con vida. Yahvé añadió: Aquí hay un sitio junto a mí; ponte sobre la roca. Al pasar mi Gloria, te meteré en la hendidura de la Roca y te cubriré con mi Mano hasta que yo haya pasado. Luego apartaré mi Mano, para que veas mis espaldas; pero mi Rostro no lo verás.” (Ex 33, 18-23)
Maravillosa profecía de Dios que anuncia la Roca: Jesucristo. Dice textualmente que hay un sitio junto a Mí, es decir, que está junto a Dios, su Palabra: es la misma expresión del Prólogo del Evangelio de san Juan: “…la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios…”
Y a continuación dice “meterle en la hendidura de la Roca”. Otra profecía que nos recuerda el costado abierto de Cristo en la Cruz. Dicen los santos Padres de la Iglesia que, de esa hendidura, salieron sangre y agua, símbolo del agua bautismal, gracia purificadora de Dios en Jesucristo; y la sangre derramada por la redención de nuestros pecados.
El libro del Apocalipsis, en el capítulo 22 versículo 4 dice, hablando de los elegidos:”…Verán a Dios cara a cara y llevarán su Nombre en la frente; ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará Luz sobre ellos,  y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap 22,4).
Tanto amó Dios al hombre que se hizo hombre como nosotros; y tanto le amó, que, lo que ocultó a Moisés, se lo reveló a sus discípulos. Veamos el episodio de la Transfiguración.
Jesucristo tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan y subió al monte a orar. Y mientras oraba, el aspecto de su Rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante. Y he aquí que conversaban con Él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria y hablaban de su partida que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecía despiertos, y vieron su Gloria y a los dos hombres que estaban con Él. Cuando ellos se separaron de él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, que bien se está aquí. Hagamos tres tiendas, una pata ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando una nube se formó y los cubrió con su sombra; y, al entrar en la nube se llenaron de temor. Y vino una Voz desde la nube que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, ¡Escuchadle!”. (Lc 9, 28-36).
Hasta aquí el relato de Lucas. Lleno de notas catequéticas que brevemente quisiera señalar.
Llama la atención la forma de orar de Jesús: sube al monte Tabor, un monte alto; los montes, lugares donde habitan los dioses, es elegido por el Señor para indicarnos que sólo hay un Monte desde donde podemos orar a Dios. Es donde habita Dios-Yahvé, es el Monte Calvario donde nos redimió, es el Monte de las Bienaventuranzas desde nos catequizó.
Aparecen dos hombres. Moisés y Elías, símbolo de la Ley y los Profetas; Jesucristo no va a derogar los símbolos de los judíos: viene a darles plenitud y cumplimiento.
Dice Pedro: ¡Qué bien se está aquí! Y comenta el evangelista: No sabía lo que decía. Pedro ha de pasar por la Cruz para llegar al Cielo, como todos los que seguimos a Jesús.
Aparece una nube, signo de la Presencia de Dios, como ocurría en la salida del pueblo de Israel por el desierto, para proteger su huida de los egipcios.
Y hay un detalle que no nos puede pasar desapercibidos: la Nube les cubrió con su sombra. Es la misma experiencia de María de Nazaret; le dice el ángel: la Fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1,35).
Termina el Evangelio con el Mandamiento por excelencia, salido de la misma Boca de Dios Padre: ¡Escuchadle!
Este es el Mandato de Dios: ¡Escuchad a Jesús! Esta es la fe de la Iglesia, la fe que nos salva.
Desde la venida de Jesucristo, ya no tenemos que implorar ver su Rostro: “…Quien me ha visto a Mí ha visto al Padre…” le dice Jesús a Felipe (Jn 14,9).
Maravillosa revelación de Jesucristo, que muchos quisieron ver y no vieron y oír y no lo oyeron (Mt 13,17)

Alabado sea Jesucristo

                                                                        Tomas Cremades

lunes, 21 de agosto de 2017

DAVID Y LA TERNURA DE DIOS.-QUINTA CATEQUESIS.- "UN PECADOR QUE NO SE SU...


LAS “COSAS SANTAS” DE DIOS (por Tomás Cremades)

Cuando meditamos los santos Evangelios, a veces podemos pasar por alto determinados detalles que pueden quedar ocultos si no estamos muy atentos. No es de extrañar que cuando entablamos conversación con alguna persona sobre estos temas, nos contesten: “… ¡Ah, sí, ese Evangelio ya me lo conozco…!”. Y, probablemente se lo sepan de memoria; pero quizá conozcan “su” Evangelio, no el que el Señor Jesús quiere revelarles. El Evangelio es Palabra viva y eficaz, de tal forma, que un mismo texto meditado un día es diferente del mensaje de otro día sobre el mismo Evangelio. Y es que la Palabra de Dios es agua fresca, el pan de cada día que nos alimenta.

Digo esto por hay algunas frases que quizá nos puedan pasar desapercibidas: Cuando el Niño Jesús es presentado en el templo de Jerusalén para cumplir el precepto judío, el anciano Simeón le reconoce como el Salvador, y dice Lucas: “…María, por su parte, guardaba “estas cosas”, meditándolas en su corazón…” (Lc 19,2)
Más adelante, en (Lc2,51), cuando el Niño se pierde y es encontrado tres días después en el Templo con los doctores de la Ley, a la contestación de Jesús: “…¿por qué me buscabais, no sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?...”, continúa el texto diciendo:”…su Madre conservaba cuidadosamente todas “estas cosas” en su corazón…”
Y dice: cuidadosamente. Bien sabía María que no eran palabras dichas al azar, pudiera no comprenderlas en esos momentos, pero el Espíritu le iría revelando, poco a poco, la misión transcendental a la que había sido elegida. Y en ese cuidado, lo conservaba en su corazón, haciéndolo suyo, dentro de su ser.
Jesús, exulta de gozo con el Padre cuando dice: “…Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado “estas cosas” a los sabios e inteligentes de este mundo y se lo has revelado a los pequeños…” (Mt 11,25)
Estas cosas, son los misterios del Reino de Dios. En muchas ocasiones se expresa Jesús con esa frase de:” estas cosas”. Dice en (Lc 11,27): “…Esta Él diciendo “estas cosas”, cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: ¡dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron!, y Él contestó: “Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan…”
Estas “cosas santas” de Dios nos revelan el Misterio profundo del Reino que él ha traído a este mundo, para los “anawim” de Dios, los pequeños de Dios, que creen sin ver, porque se fían de Jesús.

“Bienaventurados los que sin ver han creído” (Jn 20,29)

Alabado sea Jesucristo

domingo, 20 de agosto de 2017

Poemas II.- Qué bonito.-(por Olga Alonso)

También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra .Mt 13,45



QUÉ BONITO!


 
Qué bonito, cuando tu amor se ha clavado en nuestras entrañas


Qué bonito cuando el día comienza con un Padre Nuestro y los labios pronuncian un “gracias Señor por todo lo que tengo”

Qué bonito cuando cada momento del día está bendecido por ti  y Tú nos permites verlo


Qué bonito cuando caemos y sentimos tu voz


Qué bonito cuando miramos al mundo y todo nos provoca una oración


Qué bonito cuando nos permites amar a quien no amamos


Qué bonito cuando, hablando de ti, alguien se estremece


Qué bonitas  tus palabras saliendo de mi boca, sin saber bien cómo ocurre


Qué bonito, Señor, todo reconstruido por Ti , después de tanta guerra , de tanta batalla personal


Qué bonita tu luz, que nos saca de la ceguera de nuestro yo


 Qué bonito escucharte, rezarte, oírte, sentirte.


Qué bonito saber que se cumple lo que nos prometes…….


QUÉ BONITO, SEÑOR


 


Que amables son tus moradas señor
Señor de los ejercitos
mi alma ansia y anhela los atrios del Señor.



Salmo 84,1

viernes, 18 de agosto de 2017

¿QUIEN ERES SEÑOR ? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 20 de Agostode 2017






El milagro de Jesús que leemos en el Evangelio de este domingo, es una llamada de atención acerca de nuestra perseverancia y también confianza a la hora de pedir algo a Dios. Jesús, incluso con cierta apariencia de desinterés, rechaza a esta mujer que le suplica que libere a su hija del demonio que la tiene poseída. Jesús pone a prueba la fe de esta mujer en Él, haciéndola notar que no es hija de Israel. La prueba es fuerte, pero más fuerte es la confianza de esta madre en la Fuerza de la fe en Jesús que le dice: ¡Grande es tu fe, cumpliré tu deseo!. Diríamos que Jesús está cumpliendo en ella la profecia del salmista que lleno del Espiritu Santo proclamó : Sea el Señor tu delicia y Él te dará lo que pide tu corazon  Sl 37,4

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Todo nos habla de Dios (por Rafael Salazar)

¿Cómo no sentirnos junto a Dios constantemente cuando estamos rodeados, empapados e invadidos constantemente por Él ?

¿Cómo no reconocerle en la grandiosidad del Universo, en la naturaleza, en las plantas, en los animales, en la inmensidad del mar, en las montañas, en los valles, en las ciudades?

¿Cómo no reconocerle en la concepción y venida al mundo de un niño,.. en el misterio de la vida?

¿Como no reconocerle cuando nos guía, nos conforta y nos ilumina en nuestra vida ?

¿Cómo no reconocerle en todo lo que nos rodea en cada instante: la luz, el aire,  la lluvia, el fuego, el agua..?

¿Como no reconocerle en cada latido de nuestro corazón?

¡Sí, reconozcamos al Señor!,

¡Sí, escuchemos  a su Hijo Jesucristo y llevemos a nuestra vida su Evangelio!

jueves, 17 de agosto de 2017

El Señor es fiel.- del Salmo 144 (por Carmen Pérez)

"El Señor es fiel a su palabra, El Señor sostiene a los que van a caer, Endereza a los que ya se doblan. "

Así es, como a los dos de Emaús que iban doblados por la pena y pensando que todo era mentira ..que  se habían equivocado ... que no podía ser verdad algo tan maravilloso ... el Señor les sale al paso en el camino para, explicándoles las escrituras, demostrarles que  todo tenía que  suceder así, que  su Pasión era nuestra salvación.... Y que:  "no tengáis miedo,  Yo estoy siempre con vosotros  hasta el fin para llevaros conmigo donde Yo estoy ... Con el Padre."
¿Hay alguien que nos ame tanto cómo nuestro Dios?

miércoles, 16 de agosto de 2017

EL TESTIMONIO DEL BAUTISTA (por Tomás Cremades)

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús, que venía hacia él, exclamó: “Este es el Codero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía; pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del Cielo como una paloma y se posó sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre Él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. (Jn 1, 29-34) 

Comienza Juan Bautista con un: “Al día siguiente…”. Ese día anterior, era el día en que fue interpelado Juan por los fariseos para saber exactamente su personalidad y en nombre de quién bautizaba. Juan es un hombre honesto que solo declara lo que el Espíritu le ha revelado: no es el Cristo esperado y profetizado como Mesías en los Libros sagrados, no es ni tiene el espíritu de Elías, y no se considera profeta. 
Llama la atención que declara no conocerlo, siendo así que Jesús es su primo, pero este término no se aclara en ningún punto; tampoco es relevante, dado que el término “conocer” en la terminología bíblica refiere más bien a un “conocer” en sentido  casi “esponsal”, de forma tan entrañable como pudiera ser entendido entre esposos; recordemos las palabras de María de Nazaret: “… ¿Cómo ser eso pues no conozco varón…? Es decir, no he mantenido relaciones con ningún hombre. 
Por tanto, es claro que Juan Y Jesús no se conocen en ese sentido, que no tiene en este caso, que ser el explicado. Y Juan explica que su bautizo de agua es para dar testimonio de Jesús como el Mesías prometido; de hecho habla de “alguien” que le envió a bautizar con agua. 
Es estremecedor este término: Juan revela que ha habido “Alguien” que le envió;  y ese “personaje”, le envió con una misión muy concreta: dar testimonio de que el bautismo de Jesús es Bautismo de Gracia, es auténtico Bautismo de Espíritu Santo. Y le nombra, a Jesús, como el único Hijo de Dios. Por eso dice: éste es el Hijo de Dios. De donde se deduce que es Dios mismo ese “Personaje” que le ha enviado. Es el mismo Padre celestial quien le ha encomendado ser testigo ante el mundo de su época – y por ende – de las generaciones futuras, de la Divinidad de Jesucristo, Hijo único del Padre, el Mesías esperado, el Cristo.
Y es más: es el cordero que quita el pecado del mundo. “Qui tollis peccata mundi…”, decíamos antes cuando la Misa se celebraba en latín. Y este verbo “tollis tolere”, tiene una fuerza de traducción aún mayor que “quitar” el pecado del mundo. Es un verbo que significa: “arrancar” el pecado del mundo. Nuestro pecado va a ser “arrancado” del pensamiento de Cristo, que es mucho más que quitado o limpiado. Dios clava en la Cruz gloriosa nuestros pecados, ofreciéndose como Víctima ante el Padre por ellos, de forma que ya no los guarda en su “memoria”. 
La palabra “cordero” empleada por Juan es la traducción de la palabra hebrea “siervo”. Y aquí Juan Evangelista refiere al “Siervo de Yahvé, que es Jesucristo, anunciado por el profeta Isaías, cuando dice: “…He aquí a mi Siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre Él, dictará Ley a las naciones. No vociferará, ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su Voz. Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará…” (Is 42, 1-3)
Más tarde, en el Bautismo de Jesús, se oye la Voz del Padre: “…Este es mi Hijo amado, ¡escuchadle!...” (Mt 17,5)
Vemos, pues, que el testimonio de Juan Bautista, ya se apoyaba no sólo en el episodio del Éxodo capítulo 12 que nos habla de la sangre del Cordero que ahuyentará al Ángel de Yahvé el día del exterminio sobre los israelitas, sino también en el Canto del Siervo de Yahvé, de Isaías, que será refrendado por Juan, y de forma mucho más clara y terminante por el testimonio del Padre en el episodio del Bautismo de Jesús y en la Transfiguración del Señor.
¡Es hermosa nuestra fe! Recordemos a Jeremías: “…cuando encontraba palabras tuyas las devoraba, eran para mí un gozo y alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu Nombre. Yahvé Sebaot…” (Jer 15,16)
Alabado sea Jesucristo

domingo, 13 de agosto de 2017

Poemas II.- EL LIBRO QUE PONES EN MIS MANOS.-(por Olga Alonso)

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis  Os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron; y oír lo que vosotros ois, pero no lo oyeron

Lc 10, 23-24
 
EL LIBRO QUE PONES EN MIS MANOS
 
Es hermoso este libro que pones todos los días en  mis manos para rezar.
 
Hoy he descubierto que yo te hablo y  me respondes.
 
Es nuestro espacio de conversación, Señor.
 
No importa cuántas veces haya leído el mismo texto.
 
Hoy,  decides acariciar mi alma con una palabra y, ayer, tú secaste mis lágrimas con una frase de esperanza.
Otro día, me descubriste tu inmensidad en un verbo.
 
¿Quién sabe qué regalo del cielo me encontraré mañana en este libro, que es nuestro pequeño espacio de encuentro diario, Señor?
 
Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. 
Isaías 42:16
 

sábado, 12 de agosto de 2017

Él nos abre un camino (por Carmen Pérez)

"El dividió en dos partes el Mar Rojo,
porque es eterna su misericordia,
Y condujo  por medio a su pueblo, porque es eterna su misericordia" 
(Sal 135).

Nos abre un camino en medio del  Mundo  para que pasemos ... Y como dice el profeta: "Como árboles plantados en esa orilla demos frutos los doce meses del año".
Y. sanear las aguas del mar para que haya vida en ellas ..(El mar significa el mal) 
Y Él es el primero que abre un camino.... 

Y Jesús nos dice: yo soy el camino, la verdad y la vida ... caminad por mí y llegaréis al Padre.... 

¿Hay promesa más bonita? Que el Señor se fíje en mí para algo tan grande ...
¡Pues este es nuestro Dios!

viernes, 11 de agosto de 2017

Pastores Según mi Corazón (Hombres de Dios para el mundo).- Cap XXX.- LAS CENIZAS SE SONROJAN


Las cenizas se sonrojan

 

Uno de los signos que hará reconocible al Mesías anunciado por los profetas de Israel es que, gracias a Él, el hombre podrá ser partícipe del fuego, de la luz de Dios. El salmista lo explicita meridianamente al proclamar exultante ante Dios: “En tu luz vemos la luz” (Sl 36,10b). Es la Luz -sinónimo del Fuego- la que hará posible que se restablezcan los brazos débiles y las rodillas vacilantes del hombre caído. Recordemos la exhortación llena de esperanza de Isaías: “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. Decid a los de corazón cansado: ¡Ánimo, no temáis!” (Is 35,3-4a).

Al igual que esta promesa,  otras semejantes se harán también realidad por medio de su propio Hijo, el Emmanuel. Se acercará al hombre caído y no le pedirá cuentas, sino que le levantará. El mismo Isaías nos lo anuncia proféticamente como aquel que se compadece de la mecha humeante a la que se ha visto reducido el hombre que ha decidido vivir de espaldas a Dios. Se apiadará de él y, con ternura inmensurable, convertirá su apenas imperceptible pábilo en luz, en antorcha de Dios que ilumina el mundo.

Jesús, antorcha, hoguera luminosa de Dios Padre, prenderá su fuego en el mundo. Sí, lo hará pero a costa de su vida. Su obediencia amorosa al Padre, su entrega incondicional al hombre, le lleva hasta su mecha humeante, sus brazos caídos, sus esperanzas fallidas, su corazón renqueante; y, con su aliento, prenderá en él el Fuego eterno, el de Dios.

He aquí una descripción bellísima de la acción del Hijo de Dios sobre el hombre. Su Encarnación fue un caminar hacia sus angustias, al tiempo que Él no se privó de ellas; Él mismo nos lo hace saber cuando, confidencialmente, se abrió a sus discípulos y les dijo: “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! (Lc 12,49-50).

No parece que sus discípulos se enterasen mucho de lo que les acababa de decir, pues sus ensoñaciones idílicas acerca de Jesús y su misión pesan demasiado. No importa -se diría el Señor- ya tendrán su tiempo de madurez. De todas formas, en la última cena vuelve sobre el tema, puntualizando que sólo entregando su vida podrán recibir el Espíritu Santo que -como sabemos- descendió en forma de fuego sobre ellos (Hch 2,1…).

Jesús pierde la vida, mejor dicho, la entrega por amor. Sin duda que las angustias le pesan enormemente; aun así, el amor es más fuerte. Es la obediencia de quien ama, de quien confía, del que pone toda su existencia en Aquel que le indica su voluntad. Nunca una obediencia fue tan libre, nunca un amor tan cargado de vida hacia aquellos a quienes ama: las mechas humeantes, los hombres sin brazos ni pies para sostenerse, ¡el hombre caído!

Estremecedora, a este respecto, la profecía de Isaías sobre la restauración de Jerusalén. La ciudad de la tristeza, a causa del exilio, se convertirá en la ciudad de la luz, y su esplendor iluminará a todas las naciones: “Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación brille como antorcha. Verán las naciones tu justicia, y todos los reyes tu gloria" (Is 62,1-2a).

No, no descansará el Mesías hasta que se cumpla esta palabra del Padre. Incluso si es necesario que Él se abrace a las tinieblas de la cruz y de la muerte para que el hombre alcance a ser revestido de la luz y fuego de Dios, dirá a su Padre: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (Hb 10,7).

 

Reflectores de su Luz

El Hijo de Dios murió en la cruz, y de su costado abierto, como nos dicen los Padres de la Iglesia, nació la nueva Jerusalén, a la que Pablo llama metafóricamente: “nuestra madre” (Ga 4,26). Es normal que la que ha sido revestida por la luz de Dios, sea también la luz del mundo. Sus hijos, que lo son por ser discípulos del Señor Jesús, fueron llamados por Él mismo la luz del mundo: “Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa” (Mt 5,14-15).

Cuando Jesús dice a sus discípulos que son la luz del mundo, no les está confiriendo un título honorífico, sino una misión. El rechazo está garantizado y anunciado (Jn 15,19), mas también la victoria del que acepta su misión en total consonancia con quien le envía. Las palabras del Prólogo del evangelio de san Juan acerca de Jesús se cumplen también en sus enviados/discípulos: “La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” (Jn 1,5).

Vosotros sois la luz del mundo, les dice; es esencial a su elección iluminar al mundo entero. En ellos se realiza la obra de salvación que el Hijo de Dios hará a los hombres, tal como profetizó Isaías. El Mesías anunciará a los pobres la Buena Noticia, vendará los corazones rotos, abrirá a los cautivos caminos de libertad, cambiará sus tristezas y lutos –recordemos las mechas humeantes- en gozo y fiesta incontenible; y no sólo eso: serán reconocidos como plantación de Dios para manifestar su gloria (Is 61,1-3).

Plantación de Dios, su obra amorosa. Y llenos de su esplendor manifestarán al mundo entero la gloria, el amor del Bendito y Eterno.  Oigamos lo que  Jesús añadió cuando dijo a sus discípulos: vosotros sois la luz del mundo. “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16).

Luz de Dios para el mundo, su fuego y su calor frente a la oscuridad lóbrega que le envuelve. Lo anunció el profeta acerca del Mesías: “El pueblo que andaba a oscuras vio una gran luz. A los que vivían en tierra de sombras, una gran luz les brilló. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia…” (Is 9,1-2a). Una vez que el Hijo de Dios cumplió su misión de ser Luz del mundo, pasó el testigo a sus pastores. Ellos serán los que, yendo hacia los más alejados rincones de la tierra, iluminarán a los hombres avivando el resplandor de Dios con su Palabra, que es Fuego y Luz verdadera (Jn 1,9).

Estos pastores, que tienen muy claro el tipo de pastoreo al que les ha llamado su Señor y Maestro (Mt 23,8), reflejan la gloria de Dios. Gracias a ellos, porque son pastores según el corazón de Dios, la gloria de lo alto es visible al mundo entero, abriendo así las puertas de la salvación a “hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Ap 5,9b).

Los pastores reciben su misión, envuelven el corazón de sus oyentes con la luz y el fuego de quien les llamó y, tal y como Él les dijo, glorifican a Dios a causa de su ministerio. Pablo testifica que sí, que es cierto que se cumple la promesa que Jesús hizo a sus pastores, los de todos los tiempos, que su pastoreo daría gloria a Dios: “…Luego me fui a las regiones de Siria y Cilicia… Solamente habían oído decir: El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe que entonces quería destruir. Y glorificaban a Dios a causa de mí” (Gá 1,21-24). La mayor señal de la impostura de un pastor es cuando, como “sin querer”, trasvasan la glorificación a Dios, hacia ellos.

 

Solidarios con los que no ven

Los pastores según el corazón de Dios se reconocen instantáneamente. Desde la oración del corazón, se acercan a la Palabra con el temblor provocado por el asombro inaudito de saberse junto a Dios. Con sus manos entregadas a su misión, van descubriendo y sacando a la luz el Fuego de Dios que, como la lava de un volcán, discurre oculto entre el conjunto de las palabras textuales de la Escritura. Estremecidos ante las entrañas ardientes de Dios que Él mismo ha hecho visibles a los ojos interiores de su alma (Ef 1,18), van presurosos al encuentro de sus hermanos. No necesitan una orden; los gritos de la humanidad, huérfana de vida y calor, les apremian; es como si  todo su interior ardiese.

Por eso mismo, porque el fuego que Dios ha prendido en sus entrañas, se ha convertido en una hoguera incontenible, necesitan compartirla con sus hermanos. Mucho les queman las brasas del Evangelio para quedarse impasibles. Sólo así, compartiéndolas, pueden encontrar sosiego a tanto estremecimiento interno. Cual nuevos samaritanos, se llegan al hombre, al que la frialdad sistemática del Mentiroso (Jn 8,44) ha arrojado, cubierto de heridas, en su camino existencial. Cara a cara con él, convierten su mecha humeante en una hoguera como la suya.

Estos pastores según el corazón de Dios conocen la alegría perfecta, sin límites, porque tiene su origen en Dios, y su meta no existe por venir de quien viene. Su alegría nada tiene que ver con éxitos ni con logros; si fuese así, sería muy poca cosa, y dar la vida por tan poca cosa es desbaratarla, ponerla a precio de mercadillo.

La alegría de estos pastores reside en ver crecer a sus ovejas, saber que su relación con el Fuego de la Palabra no es pasiva sino activa. Me explico. Unas ovejas bien evangelizadas alcanzan a descubrir y sacar a la luz, también ellas, el Fuego oculto de Dios en la Escritura, como dijimos antes. También Dios les da el poder hacerse con el Espíritu y Vida que palpita en su Palabra (Jn 6,63b). Llegados a este punto, entendemos que la alegría de estos pastores no es medible. Hablamos de la alegría colmada que tuvo Jesús: “Ahora voy a ti, Padre, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada” (Jn 17,13).

Se da una relación así entre pastores y ovejas, cuando el fuego del Evangelio prende en unos y otros, y sólo Dios es glorificado, porque es de su seno de donde ha surgido la llama viva de la predicación. Si diéramos voz a esta predicación y le preguntáramos quién la dio a luz, nos respondería “Yo salí de la boca del Altísimo” (Si 24,3).
Más de uno se habrá extrañado, incluso asustado, por lo que acaba de leer. Otros, más comprensivos, pasarán por alto el susto pensando que me he permitido una licencia metafórica. Bueno, me limito a decir que esto mismo fue lo que Dios dijo a Moisés para tranquilizarle, pues se consideraba totalmente incapaz de cumplir la misión que le había confiado. Le dijo: “Vete, que yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir” (Éx 4,12). Cuanto más estos pastores tienen conciencia de que su predicación viene de Dios, tanto mejor comprenden lo que les dijo su Señor: “Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles” (Lc 17,10). Claro que a esto hemos de añadir que Dios glorifica a todo aquel que, renunciando a su propia gloria, busca la suya, la de Él. 

¿ QUIEN ERES SEÑOR ? Hch 9,5 para el Evangelio del Domingo 13 de Agosto de 2017

Los apóstoles  faenan en el mar y de pronto se ven zarandeados violentamente por una tempestad. El embate de las aguas sobre la barca les sume en una terrible angustia. En esto una voz resuena en la oscuridad: ¡Ánimo, no temáis, soy yo! Asustados, no saben si es el Señor o una alucinación provocada por sus delirios y miedos. Pedro decide salir de dudas, total que no tiene ya nada que perder, Grita ¡Señor, si eres tú, dáme una Palabra que me permita caminar hacia Tí sobre el mar!. Jesús se la da.. ¡ Ven ! Y Pedro con miedos , titubeos y hasta hundimiento llegó hasta Jesús. Esta es la fe adulta, caminar sobre el mar de nuestra vida a veces tempestuosa apoyados en una Palabra.. se llama Evangelio. Cuidado con sucedáneos... ¡ El Evangelio ! Caminar de la mano del Evangelio es caminar de la mano del Hijo de Dios, quien dijo: " Nadie va al Padre si no es por mí" Jn 14,6

comunidadmariamadreapostoles.com

Casualidades (por Rafael Salazar)

Señor, sé que estás siempre conmigo... ¡qué alegría cuando provocas asombrosas "casualidades" en mi vida, que sé que son fulgores de tu existencia!


Libres de ataduras (por Carmen Pérez)

"Como una polilla roes sus tesoros, el hombre no es más que un soplo.."

Quién no ha sentido como desaparece. todo por lo que lucha ... y como van terminando todas sus expectativas .... Se van los hijos .. las cosas ya no te satisfacen y también se van...

En el mismo Salmo se dice:  "Señor dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años.. para que comprenda lo caduco que soy".

El Señor nos va despojando de todo para que podamos entrar por la puerta estrecha,  y así ya libres de toda atadura ... poder entregarnos a él con toda confianza . Recordemos el hijo pródigo había pecado mucho... Pero Él lo esperaba con los brazos abiertos .. y no contento con eso le hizo una fiesta... 
Pero nos pide volver con humildad y arrepentidos ... ¿No es maravilloso saber que nos ama as?í ...pues así es,

AMÉN

jueves, 10 de agosto de 2017

La felicidad (por Paloma Sebastián)

Feliz quien se deja aconsejar por el Espíritu que inspiró las Sagradas Escrituras, ya que no morirá sino que vivirá para bendecir y alabar al Señor, en esta vida y en la eternidad.
La felicidad es Dios padre, Dios hijo Jesucristo y Dios Espíritu Santo, Dios uno y trino que habita en toda persona que guarda la Palabra De Dios en su corazón. "El que me ama guardará la Palabra y vendremos a él y haremos morada en él".

miércoles, 9 de agosto de 2017

LAS TRES RESURRECCIONES DE JESÚS (por Tomás Cremades)

Dicho así, parece que Jesús hubiera resucitado por tres veces, y no fue así. Sólo resucitó una vez: “…Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, la muerte no tiene ya señorío sobre él…” (Rom 6,9), nos dice san Pablo en la Carta a los Romanos. Pero hay tres muertes, con los correspondientes milagros de Jesús, que es bueno pararse a meditar.


El primero es la resurrección de la hija de Jairo. Lo relata Marcos (Mc 5,21): Jesús, después de la curación del endemoniado de Gerasa,  “pasa a la otra orilla”, nos dice textualmente el Evangelio. Y se llega a él un personaje llamado Jairo, jefe de la Sinagoga, rogándole: “…mi hija está a punto de morir, ¡ven! ¡Impón tus manos obre ella!, para que se salve y viva…!”. Le interrumpe en su camino una mujer que lleva doce años con flujos de sangre, - la sangre para el pueblo judío, representa la vida -, y en ello, que le llegan de casa de Jairo para avisarle que la hija acaba de fallecer. San Agustín interpreta este Evangelio comentando que es la imagen del pecador que muere por el pecado del pensamiento.Podríamos decir, que es una muerte súbita, no es una muerte esperada. Y es que, el pecado de pensamiento, se presenta también en nuestra mente así, de forma “súbita”.
Hay en este relato una nota catequética que no se puede dejar pasar. Es cuando dice: “pasar a la otra orilla”. Pasar a la otra orilla, es pasar al lugar donde reside el pecado, donde el hombre más necesita a Dios. Y ahí está Jesús, en esta otra orilla, buscando a la oveja perdida.
El segundo milagro se refiere a la resurrección del hijo de la viuda de Naim. Y nos lo cuenta Lucas en (Lc 7, 11-17). Acaba de sanar Jesús al hijo del centurión, cuando va de camino a una ciudad llamada NaimEs interesante ver cómo Jesús sana al hijo del centurión, “a distancia”. En tiempos de Jesús, según la Ley de Moisés, el que tocaba a un pagano, a un gentil, quedaba contaminado, y así, cumpliendo la Ley, el Señor, le cura.
Al entrar ve una gran muchedumbre: es del entierro del hijo de una viuda. Las viudas, en aquellas épocas, muy frecuentes, por otro lado, debido a las continuas contiendas, a la par que a la falta de una justicia que aminorara los asaltos y asesinatos, quedaban totalmente desvalidas, al no haber como en los tiempos actuales, una Seguridad Social que les pudiera amparar. No sólo tenían el dolor del  fallecimiento, sino también, se veían condenadas a la miseria, dependiendo de la caridad pública. San Agustín interpreta esta situación como la del pecador habituado a pecar, de obra. Hemos de recordar que “el salario del pecado es la muerte, nos dirá san Pablo; es la muerte del alma. (Rom 6,23)
Y el tercer milagro es el de la resurrección de Lázaro. Lázaro, amigo querido por Jesús, hermano de Marta y María de Betania, fallece. Y le avisan a Jesús que Lázaro ha fallecido. Jesús recibe la noticia, y aún espera dos días más. Llama la atención que el Señor espere tanto tiempo. Y no es por casualidad, Los judíos consideraban que había que esperar al cuarto día del fallecimiento, para asegurar que esa persona había fallecido; podía ocurrir un desvanecimiento, una posible recuperación…lo que ahora podríamos definir como un estado cataléptico; y así, a los cuatro días, era seguro que el cadáver entraba en descomposición. Jesús, espera a que Lázaro esté totalmente muerto, y no haya ninguna duda de ello. La interpretación de san Agustín es la de una persona que vive “habitualmente “en pecado; está totalmente muerta su alma. Es un vivir de permanente ausencia de Dios.
No es que estas interpretaciones de san Agustín reflejen el pecado de los protagonistas del fallecimiento; el santo quiere comparar su estado de muerte con la muerte del alma que produce el pecado en el hombre, en la línea que comenta san Pablo como hemos visto al principio.
Pues estas tres resurrecciones en los milagros de Jesús, nos llevan al pensamiento del fracaso del hombre al pecar gravemente, que le deja al arbitrio total del Maligno. Jesucristo, el buen Samaritano, que no da un rodeo para no contaminarse como en la parábola citada, que es Señor del tiempo y de la historia, que tiene todo el poder del Padre, y a Él invoca en los milagros, que cura a distancia cumpliendo la Ley…, es capaz de sanar el cuerpo y el alma de las personas que mantienen su pecado, ya sea de forma puntual o inmediata, o permanente.
Alabado sea Jesucristo