Se hizo el encontradizo conmigo y me dijo: ¡Sígueme! Le seguí. Iba muy a gusto con Él cuando de pronto encaminó sus pasos al Calvario. Le dije: Señor, ¿Me quieres llevar a ese maldito monte? Me respondió: escucha bien lo que te voy a decir: es justamente al pie de la Cruz donde mis discípulos saben que sus pecados no tienen ya ningún poder sobre ellos. Fue en el Calvario donde desde la Cruz, fijé amorosamente mis ojos en los de mi Padre y le dije: ¡Perdónales, Padre, perdónales, no saben lo que hacen! En ese cruce de miradas que fue un instante eterno de perdón, más eterno aún si cabe, pronuncié tu nombre… sí, y también nombre a Isabel, Fernando, Juan, María, Rafael, Eloy, Luisa, Antonio, Carmen... nombré a todos y todos los que se dejan conducir por mí hasta el pie de la Cruz oyen su nombre, resonó en mi corazón hace 2000 años y aún resuena. Los que lo oyen saben que han vuelto a nacer, son libres de todo miedo… ya pueden quitarse la mordaza, mirar al cielo y decir con gozo indecible: Sí, tú eres mi Padre. Por eso te quiero llevar hasta ese monte no maldito sino Bendito.
P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com