domingo, 30 de septiembre de 2018

Toque del alma aaaae

El Evangelio de Jesús, es la plenitud de la imagen y semejanza de Dios en el mundo.
El que va con "su propio" evangelio por la vida, va con la imagen y semejanza de su propia mediocridad.

viernes, 28 de septiembre de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5. Mc 9,38-48 para el Evangelio del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario 30 de Septiembre de 2018

Atentos a lo que Jesús nos dice en este Evangelio: todo el bien que hacemos a alguien porque es discípulo suyo, a Él mismo se lo hacemos. Claro que vale también para el caso contrario, si hacemos daño a un discípulo suyo, a Él se lo hacemos. Recordemos cuando se le apareció a Pablo, perseguidor de los primeros cristianos; no le dijo: ¿Porque persigues a estos pobres hombres? sino ¿Porque me persigues?.  Esta es una bellísima noticia para todos aquellos que incluso con dudas y desviaciones llevamos en nuestra alma el deseo irrenunciable de llegar a ser discípulos del Señor Jesús y lo es porque hoy nos dice que se identifica con nosotros, también cuando caemos, siempre que sigamos con los ojos puestos en su Evangelio, Escuela del Discipulado.
El Apóstol Pablo, el antaño perseguidor, apasionado por Jesús hasta la médula del corazón y del alma canta exultante de gozo su nueva identidad: ¡su Señor viviendo en él!, y así lo proclama en su carta a los cristianos de Galacia: " Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi " (Gal 2,20)

(Antonio Pavía.- Misionero Comboniano)

Salmo 16(15).- Yahvé, la parte de mi herencia



Texto bíblico :
(A media voz. De David.)

Protégeme, Dios mío, pues me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas de dioses extraños.
Nunca derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi parte de la herencia y mi copa, mi suerte está en tus manos.
Me ha tocado un lote delicioso;
sí, mi heredad es la más bella.
Bendigo al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye interiormente.
Tengo siempre al Señor en mi presencia.
Con él a mi derecha jamás vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
exultan mis entrañas, y mi carne reposa serena; porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel que conozca el sepulcro
Me enseñarás el camino de la vida,
lleno de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Reflexiones : "Dios, nuestra herencia"


En este salmo 16 vemos a un hombre que, en su búsqueda de Dios, ha recibido de Él la certeza de ser acogido y protegido en la tribulación. Así llega a exclamar: «Tú eres mi bien, los dioses y señores de la tierra no me satisfacen».

Al mismo tiempo que hace esta oración de íntima confianza, mira a su alrededor y se extraña de la multitud de hombres, cuyo anhelo consiste en ir corriendo «detrás de los ídolos» (dinero, fama, poder, placeres,..) que, al no tener vida en sí mismos, evidentemente no la pueden dar, por lo que tampoco pueden ser refugio ni protección en el momento de la prueba, cuando la existencia se va deteriorando.
Entonces, ¿Por qué los hombres, tienen esta querencia a la idolatría?
La razón es muy sencilla: El hombre que tiene los ídolos terrenales al alcance de su mano.
Sin embargo, no es fácil ser consciente y a todos nos cuesta comprender y creer que nuestra herencia es ¡el mismo Dios! Esta herencia no la podemos tocar. Pero Dios sí nos la ofrece en la Encarnación de su Hijo. Jesucristo es -Dios con nosotros-. 
Volvamos al salmista que, al experimentar la protección, el amor y el descanso en el cobijo de las manos de Dios, lleno de un gozo incontenible, se dirige a Él y le susurra: «El Señor es mi parte de la herencia y mi copa, mi suerte está en sus manos… ».
Es evidente que Dios inspiró a nuestro salmista una oración que solamente podía proclamar con propiedad su Hijo Jesucristo que, ante la certeza ya de su próxima muerte, anuncia: «El Padre y yo somos uno» (Jn 10,30). Es tal la certeza de comunión que Jesús tiene con el Padre, que sabe perfectamente que no permitirá que su Hijo experimente la corrupción en el sepulcro, acontecimiento que será el centro y el culmen de la predicación de la Iglesia apostólica.
Es en Jesucristo, en su profunda experiencia del Padre, como los creyentes podemos dejar de lado una vida sin trascendencia, y catapultarnos con Jesucristo, hacia la herencia incorruptible que es Dios mismo.

Desde lo hondo, a Tí grito, ¡Señor! (Sal 130)

Desde  lo más profundo de mi ser, desde lo más profundo de mi corazón, desde esos rincones de mi alma donde no entra nadie más que Tú…desde ahí… ¡a Ti grito Señor!
Y escúchame, abre tus oídos…Tú, que tantas veces te quejaste del pueblo de Israel, para que abriera su oído, ahora: ¡Estén tus oídos abiertos al clamor de mi súplica!
Y, al mirarme para dentro, donde sólo lo conoces Tú, si llevas cuenta de mis delitos, ¿cómo podré resistir? Sólo Tú tienes entrañas de Misericordia, Tú amas al hombre con la fortaleza de un Padre, y con la Ternura de una Madre…De Ti procede el perdón(Sal 130)
¡Acuérdate de mí, que soy un pobre desamparado!(Sal 86, 1-2) 

Yo espero en Ti, en tu Palabra, en tu Evangelio, aguardando tus promesas pues Tú eres fiel. Y te espero con la confianza, como el centinela espera el amanecer.
El amanecer es el paso de las tinieblas a la luz. Y el centinela, sobre todo en aquellos tiempos que nos relata la Escritura, está inquieto en la noche ante los posibles ataques del enemigo. La noche, las tinieblas, donde todo parece más tenebroso, y se agrandan los problemas…ahí el centinela está inquieto hasta el amanecer.
Y el hombre también es consciente de la presencia del Maligno en las tinieblas de tantas noches donde no encuentra a Dios. Donde no encuentra una pronta respuesta a sus problemas…ahí espera el adversario, el diablo, ronda como león rugiente esperando a quién devorar… (1 P 5,8)
Pero Tú, Señor, lento a la cólera, rico en piedad y leal, ¡ten compasión de mi! (Sal 86,15)
Pero yo, Invoco al Dios Altísimo, desde el Cielo me enviará la salvación, confundirá al que me acosa, envíame, Señor, tu amor y tu Verdad (Sal 57, 3-4)

jueves, 27 de septiembre de 2018

Esperaré

Te alabaré con sincero corazón,
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
Tú no me abandones (Sal 119(118), 7-8)

Me doy cuenta que el Salmista sabe que, sólo por sus propios medios, no puede cumplir los preceptos de Dios. Se sale de sus posibilidades.. A mí me ocurre lo mismo.. querer...no es poder ..El salmista pide a Dios que Él le ayude, como la Virgen María...ella también se da cuenta de que ella sola no puede... por eso dice: hágase en mí según tu palabra...   Dice "hágase"... no dice  "voy a hacer"...
Lo importante para mí es escuchar la Palabra .. guardarla..  y esperar que Dios haga en mí ... esperaré Señor.. porque sé que lo que dices lo haces...

ESTE ES NUESTRO DIOS

(Carmen Pérez)

miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL DIVORCIO, MODA iNFERNAL

Acercándose unos fariseos, le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre repudiar a su mujer? Él les replicó: “¿Qué os ha mandado Moisés?” Contestaron: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla” Jesús les dijo: “Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo  que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: “Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido, y se casa con otro, comete adulterio”.
Y, en este caso, se acercan los fariseos a Jesús, no para informarse sino para “ponerlo a prueba”, como dice textualmente. Y le preguntan como pregunta el Príncipe de la Mentira Satanás, con preceptos de la Escritura, apoyándose en el precepto de Moisés.
Jesús también les responde de la misma manera: les lleva a la Escritura como primicia de conocimiento: “¿Qué dice Moisés?” Naturalmente saltan como un resorte: “Moisés permitió el acta de repudio”
Pero Jesús tiene también respuesta: “Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto”
Los fariseos se sabían la Escritura de memoria; y, sin embargo, no apelan al libro del Éxodo. No les interesa este texto, sino que retuercen la Palabra de Dios, para conseguir sus intereses. Por eso dirá Jesús: “…Haced lo que ellos dicen, pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen…” (Mt 23,3)
Es más: el Libro del Éxodo – en el episodio del becerro de oro -, ya declara Yahvé a Moisés: “Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz” (Ex 32,10).
Jesús no se conforma con estos textos, y añade:” Pero al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer”, recordando que en el libro del Génesis se dice:”…Creó, pues, Dios al ser humano, a imagen suya los creó, hombre y mujer los creó…” (Gen 1,27)
Y sentencia: “. Lo  que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Jesucristo no vino a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento (Mt 5,17). Si la Ley de Moisés permitía el divorcio, el Señor Jesús da cumplimiento poniendo “luz y taquígrafos”. Y explica, primero a los fariseos, y, por ende, a todos los que le escuchaban, y luego, en privado, a sus discípulos, que el que se divorcia y se vuelve a casar, comete adulterio. Es rotundamente claro. No queda nada que interpretar. Es el mandato divino. Él puso la Ley, nosotros seguimos sus Palabras. 
Como vemos, el Evangelio, Palabra de Jesucristo revelada al hombre, no puede ser más actual, a pesar de más de dos mil años que fue proclamada. En este caso nos habla del divorcio. Si en otras décadas estaba mal admitido por la sociedad, los medios de comunicación, el libertinaje de la actualidad… nos inducen a considerar el divorcio como algo natural, civilizado, y en algunos ambientes ya se considera como un “valor añadido”. Al matrimonio actual, muchas parejas llegan con hijos de relaciones anteriores por ambos lados, y es la televisión y los periódicos de prensa rosa los que potencian y “valoran” estas situaciones. Todo ello tergiversa el precepto divino de la indisolubilidad del sacramento.
Bien sabe Satanás que destruyendo la familia, destruye al hombre y a la sociedad. Y es que el matrimonio no es de dos, sino de tres: el marido, la mujer, y Dios en medio de ellos. Cuando falta Dios, porque le hemos echado de nuestro lado, aumentan las desavenencias, los rencores, la falta de perdón, el desamor…y llega la separación.
Estemos atentos a esta situación que tanto daña a los cónyuges, a los hijos, a los padres de ambos…y a la sociedad.

(Tomás Cremades)

martes, 25 de septiembre de 2018

SALIR

Salir, dar el paso, salir fuera
Salir de mí, de mis asuntos a encontrarme contigo
Salir y encontrarte, dar el paso
Ir hacia ti, hacia tu mirada
Salir y no quedarse encerrado en las cuatro paredes de la realidad
Salir y ansiar otra vida en la vida, otro mundo en el mundo
Salir y echar a andar a tu lado, a tu paso, donde tú nos lleves
Salir a la Vida desde la muerte, y allí, aprender a vivir, entregada a ti, a tu presencia

(Olga Alonso)

lunes, 24 de septiembre de 2018

Breves recuerdos del paraíso | Capítulo XIX El círculo estrecho JuanJosé Prieto Bonilla — 15 Octubre, 2014

Juan José Prieto Bonilla
El camino hacia el crecimiento personal o, como decimos los cristianos, hacia la santidad, no es un camino desde lo universal hacia lo individual, sino justo lo contrario: desde lo individual hacia lo universal.
Es un proceso donde uno abandona sus demandas personales para ocuparse de los demás. En definitiva, un proceso para dejar de mirarse el ombligo.
Miro con asombro cómo muchas personas estamos sentadas mirando nuestros dispositivos de conexión a Internet con suma atención. Realmente pensamos que a través de las redes sociales y sistemas de comunicación a los que accedemos desde nuestros equipos se nos pone en las manos una puerta abierta al mundo, cuando, en realidad, muchas veces estamos dentro de un fondo de saco.
Convencidos de estar bien informados, sólo miramos los titulares de las noticias que muestra el medio, conociendo parcialmente muchos acontecimientos (en su mayoría inútiles) que sólo ofrecen una visión distorsionada y parcial del mundo.
Tenemos multitud de personas de contacto con las que compartimos información a través de la red, convencidos de que esto nos ofrece amplitud de campo de visión y un valor añadido a nuestra inteligencia.
Sin embargo, cuando he tenido ocasión de hablar con algunas personas que pasan gran parte del tiempo conectadas a las redes de información y comunicación, me doy cuenta que en su círculo personal de acogida entra muy poca gente en realidad: apenas su familia en muchos casos, a veces una mascota y otras muchas veces nadie. En realidad, no hay verdadero contacto, no hay comunión con los hermanos, no hay conocimiento real de las necesidades propias y ajenas, no hay visión global, el círculo de acogida es demasiado estrecho.
Y, desgraciadamente, este mismo síntoma cada vez se manifiesta más y más entre todas las clases sociales, incluidos profesores, políticos y dirigentes de empresas.
Observo cómo, detrás de toda una multitud de mensajes y avisos que ofrecen la ilusión de ser útil e imprescindible, existe un sentimiento profundo de malestar provocado por la agitación mental y agotamiento debido a la apariencia de estar haciendo muchas cosas a la vez. Resulta que, en realidad, no se hace nada, sino estar con la mente allí y el cuerpo aquí.
Incluso hay quien diseña su propio perfil y su supuesta vida a través de las redes sociales, mostrando al mundo una imagen que quiere que los demás tengan de él. Imagen que en el fondo no le importa a nadie porque todos están demasiado ocupados en sí mismos.
Se nos escapa el mundo alrededor cuando estamos imbuidos en nuestros dispositivos y esto nos hará estar mal, porque no estamos donde debemos. Muchas veces uno está mal simplemente porque no está en el lugar donde tiene que estar, es decir, el cuerpo aquí y la cabeza allí.
Esto dificulta la concentración, la capacidad de reflexión, el sosiego y el discernimiento, convirtiéndonos en una especie de entes mentalmente hiperactivos a la búsqueda de una comodidad personal y una paz que nunca llega del todo. Y desgraciadamente los modernos medios de comunicación invitan constantemente a esta situación.
Un termómetro infalible que mide la madurez de un hombre es simplemente su capacidad de estar quieto y de estar atento. Las disciplinas que se han establecido desde siempre para la educación de los más jóvenes iban dirigidas en este sentido.
Sin embargo, vivimos en la era de la interrupción, ahora un SMS, ahora un mail, ahora un whatsapp y ahora una llamada. El caso es tener la atención dividida, el cuerpo aquí y la cabeza allí. Esto dificulta mucho la capacidad de concentración, añade problemas de hiperactividad y complica la madurez de los más jóvenes.
Los medios de comunicación son herramientas muy valiosas pero desgraciadamente se están utilizando muchas veces en nuestro propio perjuicio. El diablo también anda en la red y nos hace ver las cosas al revés de cómo son en realidad. Sencillamente debemos ser conscientes de que no encontraremos la felicidad y la plenitud de nuestras vidas en la red. Aunque esto parezca una verdad de Perogrullo: conviene recordarlo cuando usemos nuestros dispositivos de conexión.
La felicidad es el estado natural del Alma cuando se quitan los obstáculos y el resto de cosas inútiles donde vaga nuestra atención. Entonces el Alma existe en bienaventuranza, nadie en la creación puede existir sin algo de bienaventuranza. No es necesario buscarla por ahí, y menos en la red. La encontrará en su alma y acogiendo a los demás, se trata de ampliar el campo de acogida, salir fuera de uno mismo, del círculo estrecho.
Uno puede sentir que la felicidad va y viene según los acontecimientos y los logros, pero esto es solamente ilusorio. El estado verdadero es que la felicidad está siempre en el alma del hombre, le pertenece por derecho propio y es inmutable.
Es solamente nuestra visión lo que ha cambiado.

Breves recuerdos del paraíso | Capítulo XVIII Todo para el perdedorJuan José Prieto Bonilla — 24 Septiembre, 2014

Parece que no terminamos de aprender nunca la lección. Imaginemos, por ejemplo, que uno va a cruzar la calle, espera a que el semáforo le permita el paso, mira a izquierda y derecha, comprueba que no viene nadie, y entonces cruza tranquilamente.
De pronto, aparece un vehículo que sale de un aparcamiento a toda velocidad, se salta el semáforo, te atropella y se da a la fuga rápidamente, dejándote tirado en el asfalto, con una pierna rota.
Bien. Pues si te enfadas, te indignas, reniegas de la situación y te enfureces, encima pierdes tú. Tú también pagarás las consecuencias de tu enfado o tu acceso de ira, además de la pierna rota. “Todo para el perdedor”.
La clave de este juego es: “El que se implica siempre pierde”. Y siempre pierde sea aparentemente ganador o perdedor.
Sin embargo, siempre nos parece que estamos en el mundo para demostrar cuán adecuado es nuestro sentido de la justicia. Por lo general, solemos tener una idea muy exacta de cómo deberían ser las cosas y cómo tendrían que comportarse las personas en cada momento.
Tal vez he puesto un ejemplo un poco extremo, pero no por esto deja de ser cierto.
Pagarás las consecuencias de cualquier implicación o identificación con un acontecimiento, por muy justa y legítima que la consideres, pequeña o grande.
La implicación siempre significa olvido de mí mismo, de mi verdadero ser.
Si piensas que eres un gran Ingeniero (“Me han dado premios que lo demuestran”), un gran actor (“Tengo un óscar que lo demuestra”), un gran músico (“Tengo un Grammy”), una víctima, (“No hay derecho a que me hagan esta injusticia”) etc., si realmente piensas eso de ti mismo, o algo parecido, bueno o malo, estás perdido y no sabes lo que eres.
Entonces necesariamente entrarás en conflicto antes o después. Un papel tan pequeño no puede satisfacer un ser eterno como el tuyo. Sería como intentar meter un elefante en un Ferrari, no hay papel por interesante o relevante que sea que pueda satisfacer el alma humana.
No estoy diciendo que no haya que luchar contra las injusticias, no estoy diciendo que dé igual ser bueno o malo en tu trabajo, no estoy diciendo que “pases de todo”.
Estoy diciendo que uno tiene que representar su papel en el drama de la creación, dedicándose en cada uno de sus actos a la perfección, y disfrutar con ello, sobre todo disfrutar con ello. Pero uno debe recordar que no es ese papel que representa, sino que su verdadero ser y el de los otros actores está muy por encima de su apariencia.
Es necesario hacer pausas entre actos en el drama de la vida, no quedarse dormido e implicado en un papel.
El precio de la libertad es la vigilancia, es necesario mantener la lámpara encendida, siempre para la llegada del Esposo.
Es la lámpara del recuerdo de uno mismo, el propio verdadero ser que se manifiesta como un testigo detrás, un observador final inafectado, que ha estado viendo todos y cada uno de los acontecimientos vividos desde que naciste, un alma eterna, inmóvil, imperturbable, llena de bienaventuranza, siempre igual, antigua y de naturaleza divina.
Ese eres tú.
Ese testigo siempre ha estado allí, nada le sobra y nada le falta. Su naturaleza es pura consciencia a imagen de Dios, no es algo que tú hayas creado.
Su origen es el Padre de todo el Universo.
No puede ser herido por nada ni por nadie, a veces se manifiesta como suave contentamiento, nuestro Padre nos lleva allí en la Oración, el verdadero refugio junto a Él, aunque te duela la pierna rota y te toque hacer de paciente, siempre está detrás, bendiciendo a Dios.
El olvido nunca es obligatorio aunque el papel sea difícil.
No pierde el que pierde, pierde el que olvida. Y llega a no saber que ha olvidado.
Cuando tu paz se vea amenazada recuerda que Dios nunca cambió de parecer con respecto a ti, te Ama tanto como puedas imaginar y te sostiene segundo tras segundo en el hueco de su mano, acepta tu papel, y niégate a olvidarte de ti mismo.
Y sin duda disfrutarás de cualquier papel que te toque representar, fácil o difícil y volverás a la Paz que nunca se fue.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Toque del alma aaaag

Dios es grande en su creación y...más grande aún en sus obras maestras....el P. Pío es una de ellas..y cada uno de nosotros que estamos creciendo hasta ser Discípulos Amados de su Hijo..también

Toque del alma aaaaf

Decir que Dios no existe, porque existe el mal, es el peor de los fatalismos; supone dar al mal autoridad sobre el hombre,  incluido el punto y final de su muerte

viernes, 21 de septiembre de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5. Mc 9,30-37 para el Evangelio del XXV Domingo del tiempo Ordinario 23-9-2018

Jesús anuncia a sus discípulos su condena a muerte y también su resurrección y no le entendieron. Normal, ya que mientras les decía estas cosas, el corazón de ellos estaba pendiente de ambiciones infantiles, de hecho Marcos señala que discutían por quien era el más importante del grupo. No pocas veces también nosotros no entendemos ciertos pasajes del Evangelio por la única razón de que chocan con nuestros pobres intereses y orillamos el Evangelio, para preservarlos.  Así es imposible que cuajen las palabras de Jesús. Lo peor es que cuando orillamos sus palabras es porque no nos fiamos, a causa de nuestra debilidad, de que sirvan para nuestra realización personal y si no nos sirven las Palabras de Jesús porque no nos son de fiar, tampoco Jesús nos sirve ni nos es fiable. 
San Mateo acogió la invitación de Jesús a seguirle y al ver ganada la partida de la Vida, su Vida, dió una gran fiesta. 
Lo peor de no dar crédito de que el Evangelio de Jesús juega en favor nuestro, es intentar camuflar nuestra desconfianza hacia Dios con oraciones interminables y promesas de todo tipo. El sabio según Dios, acoge el Evangelio que sabe que le sobrepasa y espera amorosa y confiadamente que su Maestro y Señor haga de cada una de sus palabras una piedra-cimiento en la que asentar su vida sabiendo que ningún mal, ninguna desgracia, podrá derribarlo.

Antonio Pavía-Misionero Comboniano
www.comunidadmariamadreapostoles.com

¡QUÉ POCA FE!

Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas a orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús, andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: “¡ánimo, soy Yo, no tengáis miedo!”. Pedro le contestó: “Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua”. Él le dijo: “Ven”. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse, y gritó: “¡Señor, sálvame!” enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”. En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: ”Realmente eres Hijo de Dios”. Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca, y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla  de su manto, y cuantos la tocaban, quedaban curados. (Mt 14, 22-36)

Comienza este Evangelio diciendo: “después que la gente se hubo saciado…”; se refiere a los sucesos ocurridos inmediatamente después de la primera multiplicación de los panes, como milagro de Jesús. Efectivamente las personas que comieron el pan y el pescado fruto de esa portentosa multiplicación, saciaron su hambre. Y, sin darse cuenta, saciaron también su hambre de escuchar la Palabra de Jesús. Por eso Él dirá: “que nada se desperdicie, recoged lo que ha sobrado”. Que nada de la Palabra que se ha predicado, como el Pan de la Vida, se desperdicie. Y sobraron doce canastos, con clara referencia a las doce tribus de Israel, que según el texto de Lucas, (Lc 22, 28,30), serán juzgadas el día final por los doce Apóstoles

Jesús apremia a sus discípulos. Nos podríamos preguntar: ¿por qué tanta prisa? Nada de lo que relatan los Evangelios se debe minusvalorar. Y se adelantan a la otra orilla; la otra orilla del lugar donde se encuentran; la otra orilla que representa el mundo por evangelizar, donde se encuentran otros que también tienen hambre y necesitan el alimento que es Jesús. Y esto apremia, no hay tiempo que perder.

Sin embargo, Jesús se entretiene. Parece que no tiene prisa, cuando sin embargo, está apremiando a sus discípulos. Y, encima, se va solo a orar. Ahora parece que no tiene prisa, e incluso, rehúye la presencia de sus amigos.

La barca con los apóstoles se había ido mar adentro siguiendo el mandato del Maestro. ¿No se preguntarían por qué tanta prisa? ¿Dónde está el Maestro?

Mientras tanto la barca parecía zozobrar. Porque el viento era contrario. Nos detenemos aquí. La barca representa, bíblicamente a la Iglesia de Jesús. Los discípulos se acercan “a la otra orilla”, al otro mundo que todos llevamos dentro, y que nos aparta de Él. Y es que el viento era contrario. El viento, las circunstancias de la vida, eran contrarios. Y sin Jesús, con todo en contra, es imposible navegar por la vida. El Señor les ha dejado solos, primero les apremia y lego se va y les deja al albur de su suerte. Y, como buenos judíos, conocedores de la Escritura, se dirían: … ¡Qué pena la mía ha cambiado la diestra del altísimo…! (Sal 77,11)

Y nosotros nos preguntamos como el salmista: ¿Es que Dios ya no sale con sus tropas? ¿Se ha vuelto en contra la suerte de Yahvé?

Pero no, el Señor no se olvida de sus criaturas. “… ¿Es que puede una madre olvidar al hijo de sus entrañas? Pues aunque una madre lo olvide, yo no te olvido” (Is 49,15)

Y estas palabras de Isaías, inspiradas por el Espíritu, revelan el pensamiento y el amor a sus discípulos: Jesús viene en la cuarta vigilia. No les ha dejado solos. Y viene andando sobre las aguas, que representan el dominio de las tinieblas, el espacio de Satanás. Jesús hace de sus enemigos el estrado de sus pies, como dirá el Salmo (110: “…siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies…”

Los discípulos, sienten la presencia de Jesús, en una actitud fuera de este mundo. No hay nadie que pueda andar sobre las aguas. Y se sienten en la presencia de Dios. Y nadie puede ver a Dios sin morir. Como fieles israelitas recuerdan las palabras de Yahvé a Moisés:”…Mi rostro no podrás verlo, porque nadie puede verme y seguir con vida…” (Ex 33,20). De ahí su temor.

Pero Jesús le dice: “¡Ánimo soy yo, no tengas miedo!” donde de forma velada le anuncia su Nombre: Yo Soy, que es el Nombre de Yahvé. Y Pedro, hombre impetuoso, amante de Jesús, cree y se realiza el milagro: puede andar sobre el mar.Jesús le llama: “¡Ven! “. La llamada de Jesús es un resorte para él.

Pero la fragilidad humana anega el alma de Pedro. Al verse sobre el mar, ante los imposibles de la situación, pierde la fe y se hunde. Como nosotros: creemos en Dios, pero ante las situaciones adversas de la vida, nos hundimos. Pero Pedro tiene sabiduría, ¡implora a Dios! ¡Sálvame, Señor! Pedro no ve a Jesús, pero Jesús sí ve a Pedro. Y ante la desesperación de Pedro, Jesús le recoge: estaba allí, aunque Pedro no le viera.

¡Cuántas veces imploramos a Dios que venga! Y Dios viene “en la cuarta vigilia”, se hace esperar, prueba nuestra fe. Y dirá cariñosamente: “¡qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”

Metámonos en este cuadro, en este episodio. El Evangelio es actual. Lo que ocurrió hace dos mil años, sigue ocurriendo ahora. Hemos de revisar nuestra fe, nuestra impaciencia por que Dios nos resuelva los problemas. Nos olvidamos de que el Señor no es un “conseguidor” de nuestros caprichos. 

Él tiene un plan de vida para nosotros: “…antes de haberte formado en el vientre de tu madre, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado…” (Jer 1,5), no srevelará el Espíritu por boca de Jeremías; es decir, que el Señor ya pensó desde toda la Eternidad, en su Santa Providencia, realizar un camino de Amor con nosotros, que desde la cruz, nos lleva a la Vida Eterna.

Y termina este Evangelio con una referencia a la “orla de su manto”, que nos recuerda otro texto evangélico donde la hemorroísa, mujer que padecía flujos de sangre desde doce años atrás, toca su manto, y queda curada por “la Fuerza de Dios” que salió de Jesucristo.

Recordemos que el manto, en la espiritualidad bíblica, representa el espíritu, la esencia del ser que lo lleva. Así se revela en el episodio de los profetas Elías y Eliseo cuando éste le pide su espíritu de predicación antes de la partida de Elías al cielo mediante un “carro de fuego”( 2 R, 9)


Alabado sea Jesucristo


(Tomás Cremades)

 

miércoles, 19 de septiembre de 2018

*JESÚS, EMPUJADO AL DESIERTO (Mc 1,12-15)*

Nada más ser bautizado, Jesús es "empujado al desierto", Pareciera que no va por voluntad propia, sino empujado por el Espíritu, que no es otra cosa que "el Amor entre el Padre y el hijo".Pero Jesús va por propia Voluntad, la suya, y la de su Padre. Por eso nos dirá: “…Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente…” (Jn 10,18)

Es la más viva imagen de la humanidad de Jesús. El sabe y conoce su misión. Está a merced del Maligno: Satanás. Jesucristo quiso ser en todo como el hombre, excepto en el pecado; pero quiere saber hasta dónde puede sufrir el hombre arrastrado por la tentación. 
Pasa cuarenta días en el desierto; número simbólico,imagen bellísima que nos recuerda el pueblo de Israel, que pasa cuarenta años hasta llegar a la Tierra Prometida. 
Jesús sufre las tentaciones, y dice el texto que “los ángeles le servían”. Y aprovechamos esta hermosa imagen: los ángeles le servían. Los ángeles representan la misma Palabra de Dios enviada por el Padre como alimento. En la iconografía popular a los ángeles se les representa con alas. Son seres espirituales sin cuerpo, por lo que carecen de alas, pero la imagen es para explicar la “celeridad” en cumplir la Palabra de Dios. Ya está explicando su Alimento: la Palabra del Padre. Y se lo recordará a la Samaritana:”…Mi alimento es hacer la Voluntad del que me ha enviado…” (Jn 4,34)
Sabemos por otros textos, que después de las “tentaciones”, Jesús se marchó a “proclamar” el Reino de Dios: “…el Reino de Dios está cerca…”.Estaba cerca sí, el Reino de Dios es el mismo Jesucristo. Y nos invita: “Convertíos, creed en el Evangelio”, única Palabra que se “proclama”.

(Tomás Cremades)j

martes, 18 de septiembre de 2018

Mtp91001



Jesús,me escogiste para amarme y para amarte.Ahora que siento esto,no es que desee la muerte,pero cuando me llegue la hora te diré:Señor,¿Vienes ya a buscarme?

lunes, 17 de septiembre de 2018

Cómo somos probados

"Recordad cómo fueron probados nuestros padres para ver si verdaderamente servían a su Dios. Cómo fue probado Abraham y cómo, purificado por muchas tribulaciones, llegó a ser amigo de Dios. Del mismo modo, Isaac, Jacob, Moisés y todos los que agradaron a Dios, le permanecieron fieles en medio de muchos padecimientos". Jdt 8, 25-27

Es lo que Jesús nos dice cuando nos manda tomar nuestra cruz de cada día y seguirle detrás, para estar con Él de pie. junto con su cruz.
¡Qué fácil es ser ..o creer que se es fiel cuando todo nos va bien!  Pero cuánto te cuesta  creer que Dios está contigo cuando las cosas no son tan bonitas... enfermedad, reveses de fortuna, que te difamen, que dejen de quererte como crees que te mereces,... tantas cosas que pasan a lo largo de la vida.
Ya lo dice otro Salmo: aunque vivas 70 años y el más fuerte 80, la mayor parte son fatiga inútil porque pasan aprisa y vuelan .
¡Señor! yo quiero serte fiel  ...aunque sin tu ayuda no seré capaz de estar de pie contigo ...pero sé que tu mano me agarra fuerte .y con eso si seré capaz ... ¡haz que llegue a ser capaz!

ÉSTE ES NUESTRO DIOS

(Carmen Pérez)

Poemas II.- Plantada en tu casa

Porque estoy plantada en tu casa, el mundo es menos fuerte que yo

Porque estoy plantada en tu casa, mis ojos ven más allá de lo que ocurre

Porque estoy plantada en tu casa, miro a tu cruz y todo se llena de ti

Porque estoy plantada en tu casa. ni los vientos, ni la lluvia, ni el desasosiego del mundo me vence

Porque estoy plantada en tu casa, siento tus manos derramando fuerza sobre mi

 

Porque planté mi vida a tu lado,  porque mis raíces crecen bajo tu luz, porque me agarro y tú me sujetas, el mundo no vence y yo soy más fuerte…………..plantada en tu casa

viernes, 14 de septiembre de 2018

¿QUIEN ERES SEÑOR? Hch 9,5 Mc 8,27-35 para el Evangelio del XXIVDomingo del tiempo Ordinario 16 de Septiembre de 2018

Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? Estos le responden que Elías, Juan Bautista o uno de los profetas. Como vemos el pueblo no da mucho crédito a Jesús,la historia de Israel con sus profetas es muy despectiva. Aun así Jesús les dice: y  vosotros, ¿Quién decís que soy yo?Pedro le responde : Tu eres Cristo, el Mesias. En realidad no ha medido el alcance de su confesión de fe, digo esto porque cuando a continuación, Jesús anuncia que va a ser detenido, condenado a muerte y después resucitará, Pedro se revuelve disgustado.¿Que ha podido pasar? Pues que nuestro amigo ha confesado su fe en Jesús con los labios en tanto que su corazón estaba muy, pero que muy lejos de Él. Solo Pedro era el dueño y señor de su corazón, Jesús, por muy Hijo de Dios que fuese tenía el acceso vedado a él. El caso es que Jesús, como había dicho, fue detenido, condenado a muerte y para asombro de todos, empezando por sus discípulos, resucitó. Entonces fue al encuentro de Pedro ,no para cobrarse cuentas pasadas, sino con el botín de su Resurrección: El perdón y el rescate. Mirándole a los ojos le dijo: Pedro,¿me amas? Pedro, que ya era otro, le confesó con el corazón y la boca: Señor, tú sabes que te amo. Lo sabes porque al resucitar entraste en mis miedos y angustias y me sacaste de ellas, ahora sí, ya puedo amarte. No hay discípulo de Jesús que no haya pasado, a su manera por la experiencia de Pedro: negar a Jesús, ser rescatado por El y...amarle.

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)
www.comunidadmariamadreapostoles.com

Poemas II.- EL ALMA CARGADA

Señor, qué pesada el alma cuando le falta tu paz

Cómo duele el aire, cómo cuesta respirar

Almas pesadas, cargadas de restos del mundo

De restos de la batalla diaria con el mundo

Del mundo que nos agrede y nos abate

Del mundo que también nos descubre quiénes somos y qué buscamos

Propiedades……….tierras ganadas……espacios conquistados

Siempre, luchando por defender lo que nos pertenece

 

Y tú nos dices que quieres almas ligeras

Y seguimos cargando el alma de cosas, de cosas que defender.

Por eso nos duele y nos molesta la carga

 

No lo quiero, no lo necesito y por eso, traigo ante ti, Señor, el polvo del camino

Y espero, arrodillada ante ti, que me descargues del mundo

Descargada, libre, para poder volar hacia ti


(Olga Alonso)

 

jueves, 13 de septiembre de 2018

Salmo 25(24).- Oración en el peligro

Texto Bíblico: 

A ti, Señor, levanto mi alma. 
En ti confío, Dios mío.
No quede yo defraudado;
que no triunfen sobre mí mis enemigos.
Los que esperan en ti no quedan defraudados;
quedan defraudados todos los traidores. 
Muéstrame tus caminos, Señor,
enséñame tus sendas.
Guíame con tu verdad. Instrúyeme,
porque tú eres mi Dios salvador, y todo el día espero en ti. 
Acuérdate Señor de tu compasión
y de tu amor, que existen desde siempre.
No te acuerdes de mis faltas,
ni de los pecados de mi juventud. Acuérdate de mí, por tu amor, por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores.
Conduce en la justicia a los pobres, enseña a los humildes su camino.
Las sendas del Señor son amor y verdad para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son grandes.
¿Hay alguien que tema al Señor?
-El Señor le indica el camino que ha de seguir:
  • él vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra.
  • El Señor revela su secreto a cuantos lo temen, y les da a conocer su alianza.
  • Tengo mis ojos fijos en el Señor, porque él saca mis pies de la trampa.
  • Vuélvete, Señor, ten piedad de mí, pues estoy solo y afligido.
  • Alivia la angustia de mi corazón, sácame de mis tribulaciones.
  • Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados.
  • Mira cuántos son mis enemigos que me detestan con odio mortal.
iGuarda mi vidal iLíbramel ¡No quede yo defraudado por refugiarme en ti!
¡Que la integridad y la rectitud me protejan, porque espero en ti, Señor!
¡Oh Dios, rescata a Israel, líbralo de todas sus angustias!


Reflexiones: En Tí no seré confundido

Este poema evoca la situación personal de un hombre en oración que se hace eco del dolor y abatimiento de Israel que está sufriendo el destierro. Sin embargo, no sucumbe a la desesperación, y el recuerdo del Dios que siempre salva, le lleva a iniciar así su oración: «A ti, Señor, levanto mi alma. En ti confío, Dios mío...».
Nos llama la atención su extrema confianza en Dios. Proclama que el que confía en Yavé no será confundido.
El salmista sabe bien por qué Israel ha ido al destierro: en vez de apoyarse en la palabra que Dios le ha ido transmitiendo por medio de los profetas, se ha apoyado en su propia sabiduría, en su opaca visión de la realidad, en definitiva, en sí mismo... Y aún así, el salmista exhorta a su pueblo a volver a Yavé porque cree firmemente en su misericordia, cree firmemente que, de las cenizas, Dios puede levantar de nuevo a su pueblo. Y así hace con cada hombre.
Dios escucha todo anhelo del hombre que nace de la verdad: que hemos pecado. Él guía sus pasos a cada hombre en ruinas, es más, Él mismo se hace presente en esta terrible devastación por medio de la Encarnación. 
Nuestro salmista, iluminado por el Espíritu Santo, ve a lo lejos esta salvación de Dios y, al mismo tiempo que «levanta su alma hacia Él», puede decir también: «¡Guarda mi vida!¡Líbrame! No quede yo defraudado por refugiarme en ti. Que la integridad y la rectitud me protejan, porque esperoen ti, Señor. ¡Oh Dios, rescata a Israel, líbralo de todas sus angustias!».
Terminemos este canto a la misericordia de Dios con la experiencia personal de Pablo al que el mismo Jesucristo había levantado de las ruinas cuando se dirigía a Damasco: «Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso del Evangelio; de tal forma que se ha hecho público en todo el pretorio y entre todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo. Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra... Pues yo sé que esto servirá para mi salvación gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el espíritu de Jesucristo conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido...» (Flp 1,12-20).

(Antonio Pavía-Misionero Comboniano)


miércoles, 12 de septiembre de 2018

EL ÓBOLO DE LA VIUDA (Mc 12,41)

“…El Señor mira desde el Cielo, se fija en todos los hombres, desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra…” (Sal 32)

¿Es posible que nada pase desapercibido a los ojos de Dios? El salmista nos lo acaba de aclarar. Hay un Evangelio en el que Jesucristo está sentado viendo las personas que echan la  limosna en el templo. Y se fija en una viuda pobre, que da una pequeña limosna, en contraposición con las grandes o mayores cantidades de dinero que daban los poderosos de la época. Es el llamado “El óbolo de la viuda” en (Mc 12,41).

A primera vista, puede parecer incluso algo que podríamos decir “banal”, quizá indiferente, propio de quien no tiene otra cosa que hacer. Nos paramos aquí. Nada de lo que aparece en el Evangelio es así; cuando esto nos parece, hemos de interpretar como una señal para detenernos a meditar.

Jesús aprovecha esta situación para hacernos entender que esa pobre viuda echó más que nadie, porque los demás echaban la limosna de lo que les sobraba, y ella, en cambio, de lo que tenía para vivir. Es una mujer de una gran generosidad, pero, sobre todo, de una gran fe. Ella comprende que recibirá el ciento por uno de su generosidad. Ha comprendido el mensaje, aunque no se haya percatado de la mirada de Jesús.

Como dice el Salmo del encabezamiento, el Señor mira desde el Cielo, y nada se escapa de su calor. Jesús, como Sol que nace de lo alto,-nos lo recuerda el Canto del Benedictus, compuesto por Zacarías, padre de Juan Bautista-, ilumina y da calor a justos e injustos, y su Palabra, cual lluvia fina, cae sobre buenos y malos. Ya llegará el tiempo de la siega, y los ángeles separarán el trigo de la cizaña; pero ahora no es el momento. Deben crecer juntos, para evitar que al arrancar la cizaña, también el trigo salga malherido.


(Tomás Cremades)

 

lunes, 10 de septiembre de 2018

Salmo 13(12).- Clamor confiado


Texto bíblico :

(Del Maestro de coro. Salmo. De David.)

¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Para siempre?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo tendrá que sufrir mi alma y estará mi corazón triste noche y día? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?

iAtiéndeme, Señor, mi Dios! ¡Respóndeme! Ilumina mis ojos
para que no me duerma en la muerte.
Que no diga mi enemigo: iLe he vencido!», y mis opresores no se alegren de mi fracaso.
¡Pues yo confío en tu misericordia!
mi corazón se alegra con tu salvación,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho

Reflexiones del padre Antonio Pavía :
¿Dios se olvida?

Un hombre justo que cultiva su piedad filial con Dios, se ve asaltado por la tentación de pensar que a Dios no le importan los sufrimientos y las pruebas por las que está pasando.
Encontramos en el profeta Isaías un texto bellísimo en el que Dios, refiriéndose a Israel, 
responde también a este hombre: «... ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho sin compadecerse del hijo de sus entrañas?, pues aunque ellas llegasen a olvidar, yo no te olvido» (Is 49,14-15). 

Y miramos ahora a Jesucristo, le vemos también turbado en lo más profundo de su espíritu, y le vemos salir victorioso del combate que mantuvo con Satanás en el Huerto de los Olivos.
Dice Jesus: : “Mi alma está triste hasta el punto de morir”;  “¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; ...» (Mc 14,32-36).
Jesucristo entra en una confrontación dramática, donde el alma sufre agónicamente hasta la desesperación. Es tan terrible la postración y el abatimiento, que cualquier hombre duda absolutamente de todo y, por supuesto, de ese Dios que dicen que es Amor. Pero Jesucristo en este combate contra el tentador que angustia su alma, le vence cuando dice: «... pero no sea lo que yo quiero sino lo que quieras tú”
».
En Él se cumplen estas maravillosas palabras de los salmos: “Cuando me parece que voy a tropezar, tu amor me sostiene, Señor; cuando se multiplican mis preocupaciones, me alegran tus consuelos» (Sal 94,18-19).

Dios «no se olvidó» de su Hijo; y en Él, Dios, no se olvida de ninguno de nosotros.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Salmo 24(23).- Liturgia de entrada en el santuario

Texto Bíblico

Del Señor es la tierra y lo que contiene, el mundo y los que en él habitan.
Él mismo la fundó sobre los mares y la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en Su recinto santo?
El hombre de manos inocentes, y puro corazón, que no confía en los ídolos, y nunca jura en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, y le hará justicia su Dios salvador. 

Esa es la generación de los que buscan al Señor, de los que buscan tu rostro, Dios de ]acob.
¡Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, pues va a entrar el Rey de la gloria!
¿Quién es ese Rey de la gloria? -iEl Señor, héroe valeroso! ¡El Señor, héroe de la guerra!
¡Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, pues va a entrar el Rey de la gloria!
¿Quién es ese Rey de la gloria? -jEl Señor de los Ejércitos! ¡El es el Rey de la gloria! 

Reflexiones: La obra De Dios

El salmista, proclama la alabanza de Dios incidiendo con énfasis en su grandeza, señalando su poderío, haciendo hincapié en que su creación es obra de sus manos, que el orbe y todos los seres que lo habitan tienen su origen en Él. Exalta a Dios, anuncia su trascendencia y, a partir de ella, se pregunta qué hombre puede subsistir en su presencia y quién podrá habitar en su recinto santo. El mismo autor que hace la pregunta, nos da la respuesta: «El hombre de manos inocentes y puro corazón, el que no confía en los ídolos...».

Lo normal de cualquier hombre, incluido el que orienta su vida religiosamente, es hacer «su obra propia» pero el salmista, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que eso es vanidad del alma. 
Efectivamente, nadie hace el bien con limpieza de corazón, sin vanidad en el alma, es decir, como lo hace Dios. Y esto es así hasta que acontece la Encarnación.

Dios Palabra se hace carne en Jesucristo y de nuevo se abren los cielos y Dios se asoma sobre ellos. Ahora sí ve a alguien que hace el bien desde la limpieza de su alma y se complace en Él, como ya tuvimos ocasión de ver al hablar del bautismo de Jesús. 
Jesucristo es aquel que, al tener la limpieza de alma para hacer la obra de Dios, también nos marca con el sello de garantía de que nuestras obras no sean según la vanidad del alma, sino según la gloria de Dios, ya que son su propia obra.  Escuchémosle: «Dijeron los judíos a Jesús: “¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado”» (Jn 6,28-29).

No es un creer dogmático ni intelectual y, por supuesto, ni siquiera un creer moral. Es un creer en Jesucristo, palabra del Padre; y este creer en la palabra del Padre tiene un nombre muy concreto: ¡Creer en el Evangelio!.

Sí, creer en el Evangelio como única fuente de tu espiritualidad, como única fuente de tu oración, como único manantial de tu conocimiento de Dios. Porque, a fin de cuentas, ¿qué es el Evangelio sino el mismísimo rostro de Dios? 
.
Este Rostro nunca se percibe cuando el Evangelio es solamente un libro de estudio. El Rostro que él irradia solamente se percibe cuando la Palabra es contemplada; cuando, en actitud de inmensa pobreza, nuestro corazón se dobla en gesto de adoración, y tendemos la mano hacia ella como la tiende el hambriento para recibir su alimento...Es entonces cuando el hombre, incapaz por sí mismo para traspasar el misterio de Dios, es iluminado y conducido hasta sus mismas entrañas. Es entonces cuando el Dios trascendente aparece como Padre, y el hombre, es decir, tú, eres nombrado por Él mismo como «el hijo en quien Él tiene sus complacencias».

(P. Antonio Pavía)