viernes, 6 de mayo de 2016

El Espíritu Santo, ese Dios desconocido de muchos .- Capítulo 3 de 3.-(Por Tomás Cremades)

El Espíritu Santo, ese Dios desconocido de muchos 
 
Índice
1.-LA MISION DEL ESPIRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
2.-EL ESPIRITU SANTO Y JESUS
3.-EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA 
  
INTRODUCCION.- NOTA DEL AUTOR
El desarrollo de este trabajo comprende tres partes bien diferenciadas. Pero no por ello son incongruentes entre sí, sino que las tres forman parte de un todo, de tal manera que, el desarrollo del conjunto presenta una armonía: La inmensidad de Dios es tan grande, infinita, que fue preciso en su Sabiduría introducir al hombre poco a poco en el ámbito de la fe con el conocimiento paso a paso, y de ahí que se den tres etapas de conocimiento: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento con la llegada del Mesías, nuestro Señor, y lo que, podríamos llamar, el fruto final de este camino, con el depósito de la fe transmitida por la Tradición y la Iglesia.
Para la realización del mismo, el autor se ha inspirado en las clases que sobre el tema imparte la Universidad Católica de Ávila en la asignatura de Teología de la carrera de Ingenieros Industriales.
 
 
 
3.-EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA
Así pues, el origen de la Iglesia, la Eclesía, la comunidad de creyentes en Cristo Jesús y su Evangelio, tiene su origen en este episodio de los Hechos de los Apóstoles, con la donación del Espíritu de Dios. Este Espíritu es el que da Testimonio de Jesucristo, de su Palabra, que es su Santo Evangelio.
Este Espíritu ilumina a los discípulos de todos los tiempos, seglares, diáconos y sacerdotes, Obispos y el sumo Pontífice, el Papa.
De tal forma ilumina este Espíritu, que en el martirio del protomártir Esteban, diácono, los acusadores de él no eran capaces de enfrentarse a su sabiduría: “…Se presentaron algunos de de la sinagoga llamada de los Libertos, y otros de Cilicia y Asia que discutían con Esteban pero no eran capaces de enfrentarse a su sabiduría y al Espíritu con que hablaba…” (Hch 6, 9-11)
Merece la pena en este relato de la presencia de el Espíritu de Dios en la Iglesia, que nos detengamos muy brevemente en la lapidación de Esteban: “…Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie, a la diestra de Dios; y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie, a la diestra de Dios…”( Hch 7, 55-57)
Es decir, Esteban, imagen de Jesucristo en la Escritura, que muere perdonando a sus asesinos, ve la Gloria de Dios y a Jesucristo como TESTIGO FIEL, en pie, como RESUCITADOtestificando ante el Padre a su favor.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, todo él,habla de la influencia del Espíritu en su predicación; y así se nos relata cuando Pedro y Juan acaban de curar a un paralítico en Nombre de Jesucristo. Son increpados por los fariseos, y Pedro, tal como se dice textualmente, “lleno del Espíritu Santo”, catequiza a los oyentes indicando que la curación ha sido por medio de Jesucristo a quienes ellos mismos crucificaron. Esta afirmación sirvió para que sufrieran el castigo de la flagelación.
Más adelante, para seguir las trazas de la Iglesia primitiva y la intervención del Espíritu Santo en ella, nos encontramos con el envío a predicar de Bernabé y Saulo: “…Mientras estaban ayunando y celebrando el culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que les tengo llamados…” (Hch 13, 3-4)
Hay un hecho relevante en los primeros tiempos de la Iglesia que es el Bautismo de los primeros gentiles: “…Estaba Pedro diciendo estas cosas, cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra; y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido también derramado sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios…” (Hch 10, 44-47)
Más adelante, Pablo, el converso perseguidor de los cristianos, y vuelto a la Vida por la acción del Espíritu de Dios, dirá a los romanos en su Carta: “…El Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado…” (Rom 5,5), cuyo primer efecto es el perdón de los pecados, introduciéndonos en el Amor de Dios derramado en nosotros: “…La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2 Cor 13,13)
Es este Amor de Dios el que se derramó sobre nuestros corazones el que nos ha sellado en arras sobre ellos. Dice san Pablo: “…Es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió y el que nos marcó con su sello, y nos dio en arras el Espíritu Santo en nuestros corazones” (2 Cor 1,21)
El cristiano está llamado a ser testigo de Jesucristo  en todo el mundo, y el Espíritu Santo nos dará la fuerza para anunciarlo. Así nos lo dice Jesús inmediatamente antes de su Ascensión a los Cielos: “…Cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis una fuerza, y de este modo seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra…” (Hch 1,8-9) 
La vida del cristiano es vida espiritual en el Espíritu Santo, según la imagen de Jesucristo revelada en su Evangelio, y el fruto de esa imagen es la caridad, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la fidelidad la mansedumbre y la templanza, como nos recuerda Pablo en su Carta a los Gálatas (Gal 5,22), pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 
El Espíritu Santoque siempre es el Espíritu de Cristo, nos impulsa a renunciar a nosotros mismos porque, como dice Mateo en (Mt 16, 24-26): el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que   pierda su vida por mí la encontrará.
De esta forma, la Iglesia, que somos todos los bautizados, participa de la acción salvadora y salvífica del Hijo, Jesucristo, con la acción del Espíritu de Dios Padre.
Iglesia es comunidad de creyentes, pues el templo, que no es la Iglesia, somos cada uno de nosotros como templo del Espíritu Santo: “… ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? ¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto a Dios, con vuestro cuerpo (1Cor 6,19-20)
Para finalizar,  hemos de recordar los siete dones del Espíritu Santo, dones derramados en nuestros corazones, según la Tradición de la Iglesia:
1.- Don de temor de Dios. Que se confunde con “temor a Dios”. Es temor a perderle por nuestras iniquidades
2.-Don de Piedad. Que nos hace amar a Dios como el único Señor; no como el primero, pues si fuera así, fácilmente habría un segundo y un tercero…que podrían sobrepasar al primer Amor.
3.-Don de ciencia. Que nos hace comprender la finalidad de las cosas creadas por Dios, admitiendo nuestra pequeñez, aceptando sin comprender como María de Nazaret, siendo los “pequeños” de Dios.
4.-Don de fortaleza.- Para perseverar en nuestra fidelidad a Dios, realizando las obras encomendadas por Él.
5.-Don de consejo.- Para poder ayudar a los hermanos, con buen juicio en la presencia de Dios
6.-Don de entendimiento.- Para ayudar a comprender, penetrar y contemplar las maravillas de Dios
7.-Don de Sabiduría.- Para llenarnos del conocimiento de Dios. “Pues aunque uno sea perfecto ante los hijos de los hombres, sin la Sabiduría que procede Dios será estimado en nada” (Sb, 9)
Alabado sea Jesucristo

4 comentarios:

  1. Espíritu Santo dame Tus 7 Dones y santificame. Amen

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  2. QUE EL ESPÍRITU SANTO SIEMPRE ME ACOMPAÑE Y ME DE SUS DONES Y LOS PUEDA UTILIZAR EN BIEN DE LOS DEMÁS, DIOS LOS BENDIGA Y LES DE EL DON DE LA ENSEÑANZA

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  3. QUE EL ESPÍRITU SANTO SIEMPRE ME ACOMPAÑE Y ME DE SUS DONES Y LOS PUEDA UTILIZAR EN BIEN DE LOS DEMÁS, DIOS LOS BENDIGA Y LES DE EL DON DE LA ENSEÑANZA

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