Frecuentemente vemos en la Escritura esta rúbrica que acompaña las promesas hechas por Dios a su pueblo o a alguien en particular: "Por el honor de mi Nombre". Está rúbrica asegura que Dios cumplirá su promesa pues de no ser así, su honor quedaría en entredicho. Nos asomamos al Salmo del Buen Pastor y vemos que su autor, inspirado por Dios, adelanta proféticamente el bellísimo pastoreo que el Mesías hará con sus discípulos. El salmista declara que El Señor es su Pastor y por eso nada le faltará: le llevará por verdes praderas -los verdes prados de la Palabra, comenta San Agustín-, le conducirá a fuentes reparadoras, confortará su alma…, e incluso cuando vaya por valles de tinieblas no temerá porque Él le acompaña... y lo hará por el honor de su nombre... etc. (Sl 22). Sabemos que el Antiguo Testamento es, en general, una macro profecía sobre el Mesías, Jesús y por eso podemos afirmar que sus promesas están certificadas por la rúbrica señalada: "Por el honor de mi Nombre" aunque no esté explicitada. Por ejemplo, al llamar a sus primeros discípulos, hombres que no distinguían la mano derecha de la izquierda, les prometió: "Os haré llegar a ser pescadores de hombres" (Mc 1,16-17). Lo prometió y lo cumplió con todos. Con todos incluso con Pedro, más no con Judas pues prefirió la muerte antes que ser perdonado y abrazado por Él, por Jesús.
P. Antonio Pavía
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