Los que no pueden, son fracasados para el mundo y para sí mismos, pero en esa costumbre tuya de dar vuelta a mi vida, me has contado cuánto te gusta mirarme cuando lo intento.
Lo que para mí son fracasos, día tras día, para lograr parecerme a ti, se convierte en motivos para tu alegría.
Me dices: “Me enternece tanto verte luchar por lograrlo, te siento tan hijo mío cuando te veo fracasar. No me importan los fracasos sino los intentos, porque en tus intentos” - sigues hablándome – “ya has descubierto la verdad, ya estás muriendo a lo que pide tu voluntad y deseando la mía, ya eres pequeño, y ése es el camino”
Gracias por este paso de sabiduría; Bendito seas, Señor, por darme tanta luz. Ahora, ya sé que lo importante no es lograrlo – quizás me pase toda una vida intentando parecerme a ti en mis decisiones, en mis actitudes, en mi lenguaje interior y no lo logre - pero confío en que, en el camino, mientras yo batallo tú me miras y, cuando lo haces, sin darme cuenta mi vieja piel de ser humano se convierte en Luz y más allá de perder el tiempo intentando y fracasando, tú mismo te haces parte nuestra , crecemos y somos cada vez más reflejo de ti.
(0lga Alonso)
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