viernes, 18 de noviembre de 2016

Poemas II.- PEDRO, ¿ME AMAS?.- (por OlgaAlonso)


A los ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse.

Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón


1ª Pedro,5, 1-2

PEDRO, ¿ME AMAS?

Le preguntó Jesús a Pedro por tres veces, las mismas que el Pescador le había negado.
Llamándole por su nombre, no esperaba su respuesta, porque la sabía: claro que Pedro le amaba, pero Jesús quería sellar su perdón con tres preguntas, que se repitieron tres veces, como las tres negaciones de Pedro.
Jesús sabía que ahora Pedro, después de la muerte del Salvador, ya no hablaba desde su voluntad.
Ahora, que el Espíritu Santo había sido derramado en su corazón, su respuesta brotaba de un corazón invadido por el amor de Dios.
Ahora, su respuesta: “Claro, Señor. Tú sabes que te amo” no era un compromiso, era un convencimiento, el mismo que experimentamos todos aquellos en quienes Dios ha puesto su sello como una huella en nuestra alma.
Amar a Dios no es un acto de voluntad; es, nuestra única esperanza, el aire que respiramos, nuestra razón para despertar cada día, el sentido de nuestra existencia…
Por eso, Cristo nos dice, igual que a Pedro, cada día: ¡Apacienta a mis ovejas!
Apaciéntales con el pan que yo te doy, escúchales, confórtales, háblales de mí; no des por perdido a nadie.
Apaciéntales aunque no te lo pidan, aunque desprecien tu ayuda, aunque pisoteen tus palabras.
Apaciéntales porque yo deposité mi palabra en mis discípulos y tú eres uno de ellos.
Si cada día, te doy mi Amor gratis, entrégalo , gratis,  tú también.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
2me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;

Salmo 138, 1

 

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