Me perteneces porque levantas los ojos cada mañana y fijas tu mirada en mí.
Me perteneces porque miras al cielo cuando la tierra te duele.
Me perteneces porque me buscas cuando preguntas y no descansas hasta que encuentras respuesta.
Me perteneces porque soy tu baluarte, tu columna cuando arrecian los vientos de la vida.
Me perteneces porque tu alimento es mi palabra.
Me perteneces porque buscas cada día que se cruce tu mirada con la mía.
Me perteneces porque me encuentras si miras dentro de ti.
Me perteneces porque pasas tus días abrazada a mi Palabra, atenta a mi voluntad y porque abres tus brazos al hermano que agoniza, tus brazos que son los míos.
Me perteneces porque pides que cambie tu corazón y porque te duele caer.
Me perteneces, me dices, porque elegiste, arriesgaste, porque vives junto a mi.
Te escucho decir, Señor, “ven y refúgiate”, escucha y descansa tu alma en los brazos de tu Padre.
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