Yo soy la Vid, vosotros mis sarmientos dice el Señor en el Evangelio de hoy. Solo a tí te toca comprobar si esto es verdad y se cumple, o no es más que una fábula de un embaucador.. así llamaron a Jesús los fariseos (Jn 7,47).
Si Jesús es el Hijo De Dios, tenemos en nuestras manos la respuesta al problema que ha golpeado sin cesar a todo hombre de toda época, creencia y cultura: la Soledad.
Por muy amplia y rica que sea nuestra proyección vital, si está enmarcada en los límites de lo visible, empíricamente llega un día en que éstos nos atosigan con su animal más dañino, la Soledad. No me refiero a la soledad física sino a la insufrible soledad de un alma inhabitada. Un alma que no es tocada, palpada por el Invisible, languidece poco a poco. El Evangelio de hoy abre una amplia puerta a la compañía que rompe toda soledad. Personalizamos las palabras del Hijo de Dios..Yo soy la Vid y tú mi Sarmiento, permanece en mí y yo en ti. Como vemos, Jesús no se impone, se pone a nuestra disposición.
(por el P. Antonio Pavía)
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