Toda la Escritura, sobre todo el Antiguo Testamento, es un reflejo, una profecía, de la venida de Jesucristo como el Hijo único de Dios. Y, ahí se encuentra muchas veces, velado, de tal forma, que, tuvo que nacer de las entrañas purísimas de María, y sufrir tormento para que pudiéramos verle tal cual es, cuando “el velo del Templo se rasgó en dos con su Muerte, de arriba abajo”, (Mt 27,51) del Cielo a la tierra, como nos recuerdan los Evangelios. Y así quedó “desvelado” el Misterio, “para los que sin ver, crean y sean bienaventurados”. El velo rasgado, nos enseña el camino abierto al Padre; el velo separaba al pueblo de Israel de la Presencia de Yahvé en el Arca de la Alianza, pero realizado por manos humanas. El Velo del Templo, Jesucristo, con su muerte, abre este camino, pero hecho por Jesucristo-Dios.
Meditando el Salmo 79, aparece la imagen del divino Maestro figurado como la “Viña de Dios”. El salmo dice:
“…Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste, echó raíces hasta llenar el país”
No en vano, siglos después, será Jesús quien se defina como la Vid Verdadera, (Jn 15) que, en su infinito amor, nos reúne a nosotros como sus sarmientos. Y hasta en los detalles nos recuerda a Él: José y María tuvieron que huir a Egipto por la persecución de Herodes, hasta que, cuando ya no hubo peligro para su vida, volvió con su familia a Nazaret, es decir, fue “trasplantado” como Viña de Dios, según nos cuenta la Escritura.
Continúa el Salmo diciendo: “…su sombra cubría las montañas…” Hermosa metáfora que nos recuerda el anuncio de Gabriel a María: “…la Fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra…”, para anunciarle la intervención en ella del Espíritu Santo
Todo ello, para decir que cualquier texto de la Escritura, está lleno de notas catequéticas que nos acercan a Dios.
Y queda en el aire una pregunta, que el hombre de hoy también puede meditar.
Dice así: “… ¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen las alimañas y se la coman los jabalíes?...” Es decir: la cerca que guardaba la Viña, que la protegía, Dios ha permitido que la saqueen, se la coman, la trituren…Imagen perfecta del martirio de Cristo, con aceptación por su Voluntad y beneplácito del Padre. Y la pregunta del hombre de hoy es:
¿No podía haber sido de otra forma? ¿No podía Dios perdonar al hombre sin martirizar a su Hijo? El Salmista se pregunta esto porque aun no ha recibido la Revelación de Dios.
Pero nosotros sabemos que los designios del Señor son perfectos, que Él, en su infinita Sabiduría lo dispuso así, y que si no hubiera sucedido como fue, el hombre nunca hubiera conocido, ni sospechado lo que es un Infinito Amor como el de Dios en su Trinidad. Tuvo que demostrar lo que es este Amor, que entrega su vida por Amor, por un Amor no merecido por el hombre, que es incapaz de comprender en su corazón lo que es el Amor sin medida. Este es Jesucristo, nuestro Maestro, nuestro Dios y Señor.
Alabado sea Jesucristo
(Tomás Cremades)
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