El Evangelio de hoy nos ofrece una promesa única: "El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre le amará y viviremos en él". Fijémonos bien, no dice Jesús que el que le ame se va a poner a hacer esto o aquello, sino que primero guardará su Palabra, el Evangelio. Para muchos es posible que no haya diferencia dado que el amor se demuestra con obras, sin embargo la hay y enorme. Uno puede pensar que hace obras por Dios pero llevando el mango de la sartén, sin dárselo a Dios. Hace cosas buenas según su forma de pensar. Otra cosa es actuar según piensa Dios, es decir desde la Luz que irradia el Evangelio amorosamente guardado en el corazón, como María de Nazaret que dejo que Dios cogiera en su mano el mango de la sartén, de su vida. Los grandes amigos de Dios son tan sabios que van hacia los demás desde el pensar de Dios. Fijan detenidamente sus ojos en el Evangelio, en la Palabra, como acariciándola, hasta que perciben en ella el murmullo de la Respiración de Dios. Entonces es cuando se aprestan a hacer sus obras ...las de Dios...no las suyas tan insultantemente personalistas.
(Por el padre Antonio Pavía)
comunidadmaríamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario