Estamos afligidos, tristes ante la perspectiva de una Navidad desangelada. Es una aflicción que alcanza no solo a quienes viven la Navidad un poco al margen de la fe; también golpea a quienes nos adentramos en el Misterio de la Encarnación, con su consiguiente fiesta y algarabía. Sin embargo pienso que en medio de la pandemia Dios nos abre la puerta para Interiorizar el Misterio de su Encarnación como lo interiorizaron María y José. Volvamos nuestros ojos hacia ellos en la Noche Santa del nacimiento de Jesús... en la más absoluta soledad. En esa absoluta soledad Dios creó en el corazón del hombre la Ternura Infinita. Imaginemos a José mirando con esta Ternura a María y ella con la misma Ternura a José. Ternura Infinita que brotó en sus corazones desde la Ternura Infinita que acababa de nacer y que tenían en sus brazos: Jesús, Dios con nosotros. Esta Ternura es el Patrimonio que Jesús nos trajo con su Encarnación. Esta es la Navidad Perfecta. No, no nos faltará la Fiesta... la llevamos dentro.
P. Antonio
Pavía comunidadmariamadreapostoles.com
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