Señor Jesús, a la luz de tu Santo Evangelio recibí la bellísima intuición de que amándote a ti más que a mí mismo, mi vida alcanzaría su plenitud. Mi corazón salto de alegría por está intuición pero al mismo tiempo me entristecí ante mi impotencia para amarte con todo mi corazón. Viniste en mi ayuda haciéndome viajar en el tiempo hasta que mis ojos se posaron en tus primeros discípulos: Pedro, Santiago, Juan, etc. con sus debilidades. Entonces un soplo de libertad, el soplo de tu Espíritu, me liberó de mis miedos y tristezas. Me hiciste ver qué Tú, mi Buen Pastor recorrerías conmigo el camino del Discipulado, y que estarías entrañablemente cercano a mí al atravesar valles de tinieblas (Sl 23,4). Aún así te dije: ¿Me darás tu mano para poder seguirte ? Me tranquilizaste con estas palabras: "Mis ovejas escuchan mi voz... nadie las arrebatara de mi mano" (Jn 10,27-28). Estremecido por tanta solicitud conmigo te dije: ¡Aquí estoy Señor Jesús, dame tu mano!
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com
P. Antonio Pavia - comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario