Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
Mt 22: 9-10
SAL A LOS CAMINOS
Sal a los caminos a encontrarte con ellos, Señor.
Todos salieron esta mañana de sus casas con rumbos distintos, pero todos con rumbo incierto.
Los que prefieren correr para no sentir el vértigo de parar y encontrarse con el vacío de su existencia.
Los que, sujetos a su razón, se dicen a sí mismos que es posible vivir cercenando el ansia del alma y sostienen su existencia en un edificio de verdades donde en cada engranaje, grita su alma insatisfecha.
Los que desean conocerte y te intuyen pero sienten pudor y miedo de perder más que ganar si toman tu mano y te siguen.
Los que dicen conocerte y no te conocen de nada porque solamente poseen cajas llenas de preceptos donde Tú no estás y se pierden lo mejor de Ti.
Los que miran vigilantes, como Zaqueo porque sienten que hay algo que no conocen y ansían conocer.
Los que clavan sus pupilas en nuestra forma de vivir y desearían que esa intuición que les inunda, se convirtiera en toda su razón de vida.
Sal a los caminos, Señor y empuja nuestra desidia para que seamos nosotros quienes nos encontremos cada día con esa profunda soledad de los hombres y,
Más allá de juzgarla o despreciarla, nos abracemos a ella recordando que nosotros, ahora rescatados por ti , también nacimos un día a tu Luz desde esa misma soledad.
Así ha dicho Yavé de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.
Za 8; 23
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