Escuchad a mi Hijo dijo Dios a Pedro Santiago y a Juan en el monte Tabor. Es una exhortación sin ningún tinte moral, una invitación para que la Encarnación alcance su plenitud en el hombre. Escuchar a Jesús en su Evangelio nos abre al imposible y no hay mayor imposible que un mortal llegue a ser hijo de Dios. Pedro, uno de los testigos del Tabor, en su primera carta a la primitiva cristiandad les y nos hace saber que hemos sido reengendrados de un germen no corruptible sino incorruptible... ¡del mismo Dios! por medio de su Palabra viva y permanente: El Evangelio (1 P l 23-25) ¡Escuchadle!,tronó la Voz en el monte. Él es mi Palabra que se sobrepone a toda coacción moral que a todos viene pequeña. ¡Escuchad su Evangelio!, de sus entrañas emanan mi Fuerza y Sabiduría...y Jesús dirá a quienes quieran ser sus discípulos: Escuchadme, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.(Jn 8,31-32)... El Evangelio no os hará impecables pero sí libres para volver a volar.
(P.Antonio Pavía)
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