¿Alguna vez has sentido “el beso de Dios”? Seguro que lo hemos tenido, y no nos hemos dado cuenta. El beso de Dios se produce con una dulzura tal, que es capaz de anegar el alma sin que nos demos cuenta…más adelante…quizá mucho más adelante,comencemos a sentir su calor.
A veces cuando vas a trabajar en el metro, autobús, etc., de repente, sin imaginarlo, se te viene a la cabeza un versículo de un Salmo, o una frase que te impactó en la Misa del domingo. Dios te besó.
Otras veces sientes pánico ante una situación que no controlas…piensas en Él, y piensas: “No tengo miedo, el justo no temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor” (Sal 111). ¿Cómo te vino ese pensamiento? Ese justo, es pecador, pero busca “ajustarse” a Dios. Eres tú. Fue un beso de Dios.
Meditando la Escritura lees: “…Porque los que en ti confían, no quedan defraudados…” (Is 49,23). Es un beso de Dios. Ese día podías haber elegido otra forma de rezar, pero Él se presentó y te besó.
Quizá leyendo el librito de santa Faustina Kowalska, leas en una de las apariciones de JesúsMisericordioso, donde le revela estas estremecedoras palabras: “el alma que confía en mi Misericordia no perecerá, porque todos sus asuntos son míos”. O esta otra: “El alma más feliz es la que confía en mi Misericordia, pues Yo mismo la cuido”.
Es posible que creamos en la casualidad de aquella situación en que alguien nos regaló el libro. Es posible que creamos en la casualidad de comenzarlo a leer un día que parecía aburrido, porque no teníamos plan. ¡No! Las casualidades no existen…Dios pone las situaciones de encuentro a nuestro alcance. Es un beso de Dios.
Tu hijo ha emprendido un viaje peligroso…y tienes miedo porque no te ha llamado…ya es tarde…Invoca a Dios. Pronto se pondrá en contacto contigo. Es una situación cotidiana, que puede pasar con frecuencia, ¿Dios se va a ocupar de eso también? Piensas… ¡Prueba y acuérdate que a lo mejor te pasó ¡ y pasó desapercibido por ti! Fue un beso de Dios.
Dios besó a Jeremías así: “…Si le digo: no hablaré más en su Nombre. Pero había en mi corazón algo así como un fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía” (Jer20,9)
A mí me ha besado cuando me incitó a escribir estas palabras, y necesitaba decirlas…eran para mí como un fuego abrasador que no podía apagar y me incitaba a compartirlas. Dios me besó.
Ahora, comienza a pensar las cosas que pasaron por tu vida; cuando algo o alguien de apartó de una situación difícil o pecaminosa; o de una situación corriente que no sabías cómo solucionar…Piensa en las personas que comparten o compartieron tu vida…Piensa cuando volviste la cara ante una situación, para no implicarte…piensa en las veces que dijiste NO a Dios. Él te sigue buscando, nos sigue buscando.
Así es su Amor. Si no lo crees, ¡Haz la prueba! No pierdes nada. ¡Vive en la Presencia del Señor!
(Tomás Cremades)
No hay comentarios:
Publicar un comentario