Hoy, Jesús se entrega libremente en manos del Mal. No le arrebatan la vida; la da voluntariamente. El Mal y su príncipe no tienen poder sobre Él, sin embargo, se somete a este príncipe para desposeerle del poder seductor que ejerce sobre los hombres, haciéndoles creer que sus insinuaciones son fuentes de vida.
Antes de dejarse entregar en el Huerto de los Olivos, Jesús proclamó su absoluta libertad en el paso que iba a dar: "..llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder, pero ha de saber el mundo, que amo al Padre "(Jn 14,30-31). ¡Sí..! ha de saber el mundo, que amar a Dios es, por encima de todo, creer en su Palabra, que es la Verdad que desenmascara a la Mentira... a las respuestas inocuas que Satanás ofrece a nuestros interrogantes acerca del Mal y de nuestros sufrimientos. He ahí el porqué Jesús se dejó entregar al poder del Mal. De hecho en el último suspiro nos enseñó a cambiar de manos ..al gritar victorioso: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
(António Pavía-Misionero Comboniano)
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