Me miro en mis buenas cosas y allí me encuentro contigo.
Allí siento y toco ese espacio que ya no es mío sino tuyo, de tu misma naturaleza.
Todo lo que tengo bueno, nació en tu Cruz, allí está el origen.
Si miro con los ojos del corazón, aprendí en tu Cruz.
Si se estremecen mis entrañas al juzgar a mi hermano es porque tú mismo te estremeces dentro de mí.
Si ocupa más espacio que antes la belleza de cuanto me rodea, es porque mis ojos saben mirar con tus ojos.
Si duele fallar, no es porque tenga miedo, es porque se me escapó la posibilidad una vez más de ser tu sal.
Si duele menos morir es porque nazco a tu vida.
Si el cansancio es menor y tu esperanza llega siempre como viento limpio y fresco, es porque ahora sé respirar tu aire.
Si miro dentro de mí y me gusta lo que veo, es porque Tú estás aquí.
Si echo mi vista atrás y te encuentro en casi todo, es que no me has dejado sola.
Si confirmo en los demás que pueden ser mis hermanos es porque les miro desde tu dulce mirada.
Si volví a nacer abandonando una vida que estaba muerta y ahora camino sintiendo la fuerza del amor dentro de mi corazón, es porque tú me entregaste tu vida, tus ojos, todo, cuando subiste a la Cruz.
Y por eso cada día, tu vida ahora es mi vida y va creciendo despacio dentro de mi corazón.
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