¿Qué luz viste? ¿Qué voz escuchaste?
¿Qué fuerza arrebató tu vida y la entregó a su voluntad?
¿Cómo te miró?
¿Cómo te escogió y cómo, sin comprender nada, entendiste todo y dijiste, sí?
¿Qué fuerza arrebató tu vida y la entregó a su voluntad?
¿Cómo te miró?
¿Cómo te escogió y cómo, sin comprender nada, entendiste todo y dijiste, sí?
Sí a lo que sentías, sí a lo que no conocías, sí, abrazando el temor y sujetando con tus manos esa promesa que podía con el miedo y la incertidumbre.
Sí en Él y sí por Él.
Y, a partir de entonces, una vida entregada a ese rayo de luz esperando, confiada, creyendo, guardando, meditando.
Gestando al Creador, te hiciste parte de Él y comprendiste poco a poco la razón de la sinrazón.
Y así, caminaste a su lado, asumiendo sin entender, abrazada a esa certeza, a esa Palabra que recibiste.
Fuiste compañía de quiénes acompañaban a tu Hijo.
Y ahora, caminas a mi lado, me levantas, me sostienes, me llenas de esperanza.
Eres mi compañera y mi seguridad de que un día, veré a Dios.
Gestando al Creador, te hiciste parte de Él y comprendiste poco a poco la razón de la sinrazón.
Y así, caminaste a su lado, asumiendo sin entender, abrazada a esa certeza, a esa Palabra que recibiste.
Fuiste compañía de quiénes acompañaban a tu Hijo.
Y ahora, caminas a mi lado, me levantas, me sostienes, me llenas de esperanza.
Eres mi compañera y mi seguridad de que un día, veré a Dios.
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