Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará; 2 Tm 2; 11.12
En estos días de Semana Santa
En estos días de Semana Santa, desde la Cruz, Cristo nos recuerda su sacrificio universal, para todos y por todos, pero también nos habla de una forma muy particular a cada uno, cuando dirigimos nuestros ojos a su cruz.
Nos dice que su recorrido, subiendo hacia el monte Calvario, lo repite muchas veces a lo largo de nuestra vida, transitando por los caminos de nuestro corazón, para terminar allí, donde es su destino, clavado en la cruz en el centro del corazón que busca a Dios.
Hasta allí se dirige para morir y resucitar en lo más profundo de nuestro ser: para morir por nuestras miserias y resucitar para nuestra salvación.
Y allí, dentro de nuestro corazón, se hace uno con nosotros a través de la cruz de donde nacen raíces profundas que alcanzan todos los espacios que la oscuridad habita.
Raíces llenas de savia, de savia del mismo Dios.
(Por Olga Alonso)
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