En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. J 5;24
TÚ QUE ME HAS DESPERTADO DE LA MUERTE
Tú que me has despertado de la muerte
Tú que quisiste morir por mí sin saber siquiera si yo, después, sanada, me volvería hacia ti
Tú que, entonces, quisiste resucitarme de una muerte consumada como la de Lázaro
Tú, Señor, sigues viniendo cada día a resucitar todos los espacios muertos de mi alma, que se empeñan en volver a morir.
Si fuera por mí, pensaría que es inútil, que todo está perdido pero como conozco tu eterna paciencia, espero cada día esa venida tuya, esa voz diciéndome: “Desátate y levántate”.
Esa voz a la que espero desde la conciencia infinita de mi incapacidad.
Y ese anhelo de sentir otro espacio en mí alma conquistado, ganado para ti.
¿Qué es Señor la vida, sino esta serie de batallas en las que Tú conquistas poco a poco nuestra alma y la asemejas a ti?
¿Qué es la vida contigo, sino este camino, buscado y deseado en el que, cada mañana, esperamos a ser por ti, un poco más resucitados?
Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» .Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»" Is 25;6-8
(Por Olga Alonso)
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