Entraste en Jerusalén sin esconderte , ante todos , mostrando frente a aquellas personas que te aclamaban tus intenciones, sin estratagemas , sin engaños .
Asi, con esa misma limpieza y esa pequeñez comienzas este día tratando de acceder a ese Jerusalén que es nuestro corazón, para ser allí, donde levantamos nuestros altares, el lugar en el que quieres morir y resucitar ,
Por eso tú muerte en el madero es para cada uno de nosotros una llamada a nuestra puerta, a la de nuestro corazón, para culminar la razón por la que viniste a este mundo .
Una llamada a nuestro Jerusalén interior para que abramos y te dejemos paso entre las piezas que sostienen nuestra vida.
Para que te permitamos subir al Calvario a ese calvario interno que cada uno tenemos en el interior.
Hasta allí llegas para llenar de vida lo que estaba muerto.
En este domingo en qué acudimos a que tu agua impregne de bendiciones nuestro Ramo, ponemos en tus manos nuestro corazón para que lo alcance ese agua que es tu palabra .
Este corazón nuestro que tanto necesita de tu bendición y que se dispone a abrir la puerta para dejarte entrar en humildad como lo hizo Jerusalén y acoger en nuestro interior tu muerte que es la nuestra y despertar contigo así a tu resurrección.
(Olga Alonso)
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