Un hombre justo, abre su corazón y, bendice a Dios. Su bendición no está entresacada de ninguna oración piadosa; se basa en su vivencia personal: él ha buscado a Dios, le ha encontrado y le ha librado de todos sus temores. Como hemos visto, quiere que su testimonio lo escuchen los humildes que, son aquellos que son probados a causa de su fe; son los perseguidos a causa del Evangelio, que han aceptado como fuente donde reposa el Dios de las aguas vivas, el manantial donde se refleja, en toda su intensidad, el rostro de Dios.
La vida del salmista es un continuo buscar a Dios Por eso el Príncipe de este mundo intenta disuadirle con multitud de pruebas. Él sabe que Dios es poderoso sobre todas las fuerzas del mal y da testimonio de su solicitud y cuidado sobre él, aun cuando las pruebas sean continuas. Jesús anuncia claramente que todo tipo de persecución recaerá sobre todos aquellos que serán sus testigos. «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio... con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas, recibiréis la vida eterna para la cual habéis sido creados.
Vida que el príncipe de este mundo quiere arrebataros infringiendo en vuestra alma, miedos y temores; y es que, Satanás tienta al hombre haciéndole ver la importancia de lo inmediato, es decir, de lo que puede ver, oír y tocar, sea esto el dinero, el poder, la fama a cualquier coste. Los primeros cristianos vivían esta realidad. La Carta a los Hebreos dice: «Mi justo vivirá por la fe; pero si es cobarde, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos cobardes para la perdición, sino creyentes para la salvación del alma» Más adelante, refiriéndose a Moisés, comenta: «Por la fe Moisés prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado, estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto el oprobio de Cristo, porque tenía puestos los ojos en la recompensa... Se mantuvo firme como si viera al invisible»
«Los ojos fijos en la recompensa como si viera al invisible», es decir, los ojos fijos en Dios, que es la recompensa del hombre que le busca; el hombre que fija sus ojos en Dios queda divinizado por la luz de su rostro; luz de Dios que brilla en toda su plenitud en el Evangelio, por lo que podríamos traducir «fijos los ojos en el Evangelio».
«Los que a él se acogen no serán castigados».Brillarán con la misma luz de Dios porque participan de ella. Por eso dice el salmista que estos hombres no se avergonzarán en su presencia, pues todo pecado de la tiniebla ha sido disipado por el resplandor de Dios.
Adán y Eva, en cuanto se hicieron hijos de las tinieblas por dar más crédito a la palabra de Satanás que a la misma palabra de Dios, no pudieron soportar la presencia de Dios a causa del miedo y, corrieron a esconderse. Dios preguntó a Adán: ¿dónde estás?
Y así es la vida del hombre, siempre escondiéndose de Dios o encubriéndose delante de Él con mil prácticas que no le ponen en la verdad. Nuestra fe nace y se apoya en Jesucristo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida
(Antonio Pavía.- Misionero Comboniano)
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