El Evangelio de hoy nos presenta unas líneas maestras que todo buscador de Dios debe de tener en cuenta. Tres sabios de Oriente, a quienes popularmente llamamos los Reyes Magos, llegan a Jerusalén después de un largo y penoso viaje .Se han puesto en camino, con la esperanza de encontrar al Rey de los judíos para adorarle, es decir que no van tras un ser humano sino que buscan a Dios. Afirman en Jerusalén, que han sido guiados por una estrella, imagen catequética de la luz. Ésta visita había sido profetizada por Isaias: "Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes al resplandor de tu alborada" (Is 60,3)
El problema de estos buscadores fue que en Jerusalén nadie se interesó en al menos la posibilidad del cumplimiento de las profecías acerca del nacimiento del Mesías. Sin embargo, estos tres hombres insistieron tanto que al final "los entendidos en las Escrituras" les dan el dato académico: según el profeta Miqueas, el lugar del nacimiento del Mesías es Belén. Dada la información, estos letrados, no dieron ni un paso por ir en su búsqueda, tenían cosas más importantes que hacer entre ellas la de no desairar al rey Herodes a quien la noticia había sobresaltado enormemente . Puestos nuestros amigos camino hacia Belén, nos dice Mateo que "La estrella se detuvo encima del lugar donde estaba el niño". La catequesis que irradia éste pasaje es bellísima: La Palabra, que brillaba en el cielo en forma de estrella y que les había guiado, se había hecho carne: *Jesús el Hijo De Dios.*
(P.Antonio Pavía)
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