En el lenguaje bíblico se llaman Bienaventurados a quienes llevan reproducida en su alma la imagen de Jesús (Rom 8,29). Nos centramos en la tercera Bienaventuranza:" los mansos”; ellos poseerán la tierra, el Reino de Dios. Jesús se refiere a los mansos por elección, no a los que por cobardía no hacen frente a quienes les ofenden pero se vengan de ellos a sus espaldas, por ejemplo difamándoles. Jesús es el Cordero Inocente que se dejó aplastar por el mal para vencerlo. No abrió su boca ni al ser juzgado (Mt 26,59-63), ni en su crucifixión sino para decir: "Padre, perdónales, no saben lo que hacen". Jesús es el Cordero manso que se dejó aplastar por el mal, como única posibilidad de vencerlo. Entregado a Pilatos por envidia, bien lo sabía este (Mt 27,18), nos libró a todos de la opresión ineludible de la muerte. La venció y victorioso nos lo presenta el Apocalipsis: "Vi en el trono de pie a un Cordero como degollado" (Ap. 5,6). Degollado porque venía del sepulcro, pero de pie que es la postura de los vencedores. Sí, Bienaventurados los mansos porque con su audacia y sabiduría evangélica nos enseñan a todos el camino de la victoria, el de la Vida en abundancia (Jn 10,10).
P. Antonio Pavía comunidadmariamadreapostoles.com
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