Será por eso, cuando nuestra FE se hace Vida, es madura y se encarna en nuestras vidas, es decir en nosotros cristianos…, es cuando se nos persigue seriamente. Concretamente a los católicos españoles antaño “sujetos”a simples devociones y actos tradicionales como elementos culturales… no éramos peligrosos, “ni objetivo a abatir”. Ya que no cuestionábamos nada, pues nos hallamos inmersos en puros sentimientos, que no transforman, ni estorban. Pero cuando la FE avanza y germina la Palabra Revelada en ella…, pasa a ser necesariamente vivida. Tanto que ya reflejamos y participamos en la Luz de la Verdad y del Amor de Dios, que es Cristo felizmente Resucitado; convirtiéndonos en esa “sal de la tierra”, a la que El alude, tan imprescindible en nuestras sociedades. Y cuando esto ocurre, otras voces de nuestra sociedad, se alzan en contra nosotros (as), pues ahora…, “si estorbamos”. Y se nos persigue, se nos acosa y se nos niega incluso, nuestra justa participación en la vida pública y por último…terminan asesinándonos. Hay ciertas alusiones de nuestro Pueblo e Iglesia, que aconsejan, no caer en “remover la porquería”. Ningún cristiano o cristiana consciente lo pretende; sencillamente porque la “porquería” está ahí tan visible como presente, no hace falta removerla. Huelga tal advertencia. En cambio, hablar insistentemente de “dialogo” con aquellos, que ni están a favor de la vida, la cuestionan y la sitúan debajo de un derecho. O cuando defiende los Derechos Humanos y los acomodan, ignorando la “paternidad” de donde parten y quien les otorgan tan alta dignidad, cual es LA PALABRA DE DIOS, anclada a justas obligaciones y deberes…, es como intentar hablar con un “sordo mudo (a)”, sin mediar previamente el lenguaje de los signos. Ya lo adelantó el propio Jesús, nuestro Señor: “seréis perseguidos por mi causa y por manteneros fieles a mi Palabra”. Y cuando esto se inicia, no lo dudemos estamos dentro del Reino de Dios. Y bajo su permanente protección. “No tengamos miedo”. Nosotros junto a Él Dios Padre, con El Jesucristo, y en El Espíritu Santo. Lograremos hacer “las cosas nuevas”.
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