En el Evangelio de este domingo, Jesús nos habla de los hijos del Maligno a quienes compara con la cizaña que absorve improductivamente la fertilidad de la tierra y nos habla también de los hijos del Reino identificados con el trigo cuyas espigas, acariciadas por el viento en su ondear, proclaman la excelente calidad de la tierra que acogió sus semillas. El trigo no tiene porqué competir con la cizaña, sería como competir con el mal; tan sólo ha de preocuparse en madurar y dar fruto. Tomada esta decisión tan solo le toca esperar "los tiempos de Dios". Él es el único capaz de discernir entre el trigo y la cizaña. Entonces, como leemos en el Evangelio de hoy: "Los justos brillarán en el Reino de su Padre". Dios es su Padre porque acogieron confiadamente su Palabra.
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