A lo largo de nuestra vida no es raro que hayamos rendido culto a grandes de este mundo con el fin de ser dignos de su atencion, favores..etc.
Demasiada merma de nuestra dignidad para conseguir, si es que lo conseguimos, unos resultados que el tiempo y los intereses humanos terminan por reducir a la mínima expresión. Pregunto: ¿Cuantas dificultades, muros e incluso prejuicios hemos vencido por llegar a ser dignos de Jesucristo? La cuestion es que la perla única y preciosa del discipulado, que reside oculta en el Evangelio, solo está al alcance de aquellos que, yendo a contracorriente del canon de felicidad del mundo, se lanzan en su búsqueda sean cuales sean los muros que haya que remover.
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